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Prólogo de Allen Ginsberg a las grabaciones de Jack Kerouac

Fotografía tomada de The New York Times

(31 de octubre de 1989)

 

Kerouac, un poeta seminal que en 1950 sembró la inspiración de jóvenes poetas como Philip Walen, Gary Snyder, Lew Welch, Michael McClure, Peter Orlovsky, Robert Creeley y yo, ahora ya maduros, también fue muy admirado por Charles Olson y Robert Duncan por sus sketches de prosa poética en las "Visiones de Cody". Muchas generaciones de poetas neoyorquinos absorbieron su mágico elan: Ted Berrigan, Anne Waldman, Ron Padgett, Tom Clark, Bob Rosenthal, Michael Scholnick y Vincent Katz; también generaciones de poetas de San Francisco y Boulder (Instituto Naropa Jack Kerouac School de poética separada del cuerpo), poetas cuasi budistas que continúan uniendo la mente del Este y el Oeste en el linaje de Kerouac, con influencia posterior de Lamas y maestros Zen.

El juglar mundial Bob Dylan le rinde tributo a Kerouac convirtiéndolo en poesía: "Alguien me alcanzó una copia de Mexico City Blues en Saint Paul, en 1959 y su lectura voló mi mente. ¿Por qué? Era la primera poesía que me hablaba en mi propio lenguaje". Sin embargo, la poesía de Kerouac raramente está incluida en las antologías estándares, habiendo sido denostada por muchos críticos el mismo año en que hizo que la mente de Dylan volara.

Kerouac sabía de espontaneidad y jazz, no tener miedo y ser amable. Sus Blues and Haikus permanecen para mí como la grabación clásica de toda la era de la poesía jazz beat: pronunciación enérgica, profundo color de las vocales y dentellada consonante, exquisita inteligencia consciente en cruzar la lengua contra los dientes con labios abiertos.

Aunque muchas veces tengo crédito por haber innovado en la vocalización de la poética americana, mi propio gurú es Kerouac para saborear las vocales y apreciar las consonantes y las melodías asonantadas de extendida cadencia, originante de ese estilo de oratoria poética. Su dicción maravillosa, aprendida a primera vista de Shakespeare, el color de su festiva, sofisticada, mundana, "indulgente y amplia inflexión poética", como él anotó que era la mente de Charlie Parker.

Su exuberancia e inteligencia completa con el genio natural de la lengua norteamericana ha dado vueltas al mundo, influenciando estilos poéticos y personales en la literatura de cada nación, aún más allá de la Gran Muralla China. La evidencia está en sus oídos.

Última actualización: 04/03/2019