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El discurso de Dios en la plaza de toros

Por: Enrique Jardiel Poncela

Fragmento del libro La Tourné de Dios
 

 

Dios comenzó así su discurso:

"Yo no soy orador...

"No me gusta hablar, sino hacer. Casi casi estoy por deciros que no sé hablar, tal es mi falta de costumbre. Y, en realidad, he aquí la primera vez que me dirijo directamente a vosotros los Hombres porque los Mandamientos de mi ley, que dicté un día, no os los dicté a vosotros; se los dicté a Moisés, mi secretario. (murmullos.) ¡Hablar!... (encogiéndose de hombros.) Hablar es cosa humana, y por mi parte, yo no tengo nada de humano: me apresuro a advertíroslo para evitar desilusiones. (sensación)."

"Digo que nunca hasta ahora me he dirigido directamente a vosotros, y agrego que, sin embargo, muchas veces, millares de veces, cada año, cada mes, cada semana, cada día, cada hora, cada minuto, habeís tenido ocasión, tenéis ocasión de escuchar mi Palabra y de oír mi Voz. (hondo e interrogante silencio.) ¿No adivinaís aún cúal es mi voz y cúal es mi palabra? Pues saber que mi Palabra es la voz de la Naturaleza y mi Voz es la palabra de los elementos. (extendiendo sus brazos como para abarcar a la creación.) Mi Voz es los Árboles, las Plantas, los Seres, la Primavera, el Verano, el Invierno, el Otoño, el Mar, los Campos, los Montes, las Llanuras, el Desierto, la Selva; y mi Palabra es la Tempestad, la Lluvia, la Nieve, el Relámpago, el Trueno, el Rayo, la Galerna, el Tifón, el Terremoto, las Cataratas, el Fuego, el Viento, y también el apacible silbar de la Brisa entre las ramas , el ronco hervor del Oleaje, la infantil canción del deslizar del Río, las tintas cárdenas del Crepúsculo, las sombras progresivas de la Noche y las claridades del Amanecer. (emoción.)"

"Eso es mi Voz y nada menos que todo eso es mi Palabra. ¿Qué falta debía hacer, pues, que yo os convocara aquí y, aprovechando un viaje sin objeto, os hablara con el lenguaje imperfecto del Hombre? Ninguna falta, en verdad, Este discurso mío debía ser innecesario. Debía serlo, porque en la obligación estaís de conocer mi Opinión, que os he expuesto millares de veces, cada año, cada mes, cada semana, cada día, cada hora, cada minuto: ya en la vida de los seres, ya en el devastar de la Tempestad o en el fructificar de los Campos. Pero todavía no conoceís mi Opinión... y, lo que es más triste: no la conocereís nunca. (murmullos prolongados.)"

"Sé cómo sois. Ansiais una Ley y no bien la tenéis, la despreciáis. Suspiráis por conocerla, y una vez conocida saltáis sobre ella para alucinaros con otras leyes que creéis más justas. Pedís que se os marque un camino, para seguir otro camino cuando ya el primero lo tenéis marcado. Exigís un Dios y cuando Dios se os da, inventáis otro. (murmullos crecientes de cariñosa protesta.) ¡Oh! No protestéis: es pleito antiguo. Era mi pueblo elegido, el pueblo de Israel, y ya entonces suplicó el Hombre a Moisés que fuera en mi busca. Y antes de que Moisés tuviera tiempo de encontrarme, el Hombre había levantado altares al Becerro de Oro. (nuevos murmullos.)"

"Nada ha cambiado desde entonces, y hoy mismo digo que mis últimas palabras se perderán en el aire... (grandes e imponentes protestas de adhesión y de afecto. Delirio de identificación con Dios que dura largo rato. Miles de almas se ponen de rodillas y apoyan las frentes en los cascotes de la plaza. El señor domina el tumulto y se dirige a los arrodillados.) Levantad vosotros, los que os humilláis sin necesidad. Y los demás, y todos, cesad en vuestras protestas de amor y de entusiasmo. No os engañéis con ellas ni supongáis que yo voy a engañarme, porque al Hijo que matásteis en la cruz también le vitoreabais y la echabais flores la mañana que entró en Jerusalén. (silencio emocionante. Las tres cuartas partes de las multitudes lloran a moco tendido.)"

"Voy, pues, a hablar, a pesar de todo, con todo, sobre todo y por todo... Escuchadme atentos." (Dios hace una pausa y bebe unos sorbos de agua con azucarcillo quemado. El nuncio y las personalidades más próximas a él le besan las botas.)

PROMESA

Dios continuó de esta forma:

"Leo en vuestros semblantes ansiosos que esperáis mucho de mí y de mis palabras; leo que esperáis más que mucho; leo que esperáis demasiado."

"Vuestro principal defecto ha sido siempre esperar demasiado de mí, como si yo todavía tuviera que daros algo... Como si yo no os lo hubiera ya dado todo... (estupor en las multitudes.)"

"Todo, sí; todo os lo di al permitir que fuerais parte del Universo. Yo os di la Vida y Muerte, antítesis esplendorosa; yo os di la Conciencia, la Inteligencia, la Voluntad, el Entendimiento y la Memoria; yo os di la facultad sexual con su emocionante consecuencia la Procreación; y os di los Sentidos; y os di el Dolor -bien supremo- ; y, haciendo que el Dolor no fuera continuo sino intermitente, hice nacer el Placer (cesación del dolor) y os lo di asimismo."

"Todo, pues, os lo di. Y hoy ni puedo ni quiero daros nada." (largo rumor de desencanto.

PREGUNTAS

"Sé perfectamente lo que esperáis de mi y de mis palabras. Esperáis la felicidad, ¿no es cierto? (ahora las multitudes afirman callando.) ¿Y por qué esperáis de mí la felicidad? ¿Por qué me ofendéis suponiendo que yo haya podido estar miles de años sin daros una cosa que os pertenece? ¿Qué clase de mounstro injusto pensáis que soy yo para aceptar el que os dé a vosotros -precisamente a vosotros- la felicidad: lo que equivale a suponer que se la negué a los Hombres que os precedieron? ¿O es que imagináis que sólo vosotros habéis sido desgraciados? Pero, volviendo a lo que esperáis de mí: ¿por qué es precisamente la felicidad lo único que confiáis en que os caiga de arriba?..."

LA FELICIDAD

"Escuchadme bien. Vuestra conducta es absurda. "

"Todo os lo procuráis por el propio esfuerzo: el dinero, la casa , los alimentos, las comodidades, lo necesario y lo superfluo, el éxito, la gloria, el poder... Todo esto os lo procuráis sacándolo de vosotros mismos, y sólo la felicidad la esperáis de los demás."

"De tal suerte os entregáis al amor, por ejemplo, con la loca esperanza de que sea una mujer -o un hombre si sois mujeres- el que os haga feliz; y al daros cuenta de que no sois felices con el amor, os revolvéis furiosos contra él. De la misma manera esperáis la felicidad de vuestros padres, o de vuestros hijos, o de un tío que tenéis en el Extranjero y que no escribe hace once años; y ante el desmoronamiento de vuestros sueños, maldecís de los padres, de los hijos y del tío del Extranjero. O esperáis la felicidad de la Lotería Nacional, con el consecuente y lógico desencanto. O esperáis la felicidad de un nuevo Gobierno, lo que os arrastra a vivir en un perfecto deseo de crisis. O, en fin, esperáis la felicidad de un cambio de régimen pólitico y ensangrentáis vuestras manos en el charco rojo de las revoluciones para caer luego en la pesadumbre de haber cometido crímenes inútiles."

"Ahora es de mí de quien esperáis la felicidad."
"¿En qué lugar me catalogáis entonces? ¿Cómo tío del Extranjero o como Presidente de la República? ¿Como Lotería Nacional o como compadre de Stalin?" (risas que se prolongan un buen rato.)

"La felicidad (continúa Dios) os la di yo también cuando os di la Vida y la Muerte, la Conciencia, la Inteligencia, la Voluntad, el Entendimiento, la Memoria, la facultad sexual y la Procreación; los Sentidos, el Dolor y el Placer, y todo lo Creado. La felicidad está en eso."

"La felicidad brota espontánea de cualquiera de esas partes y también del todo. La felicidad se consigue manejando discretamente cada uno de esos elementos, y también todos a la vez..."

"Pero ¿tengo yo la culpa de que vosotros manejéis esos elementos, y el todo, de un modo idiota? No. Yo no tengo la culpa. La culpa es vuestra. (grandes rumores.)"

"Razonad conmigo unos instantes, aunque me consta que, ni aun así, os vais a convencer de que la culpa es vuestra... (silencio expectante). Tomemos al azar uno de esos elementos que yo os he dado y que encierran la felicidad y examinémoslo. Tomemos el que más interés ha despertado en vosotros: la facultad sexual y su emocionante consecuencia la Procreación. Yo os lo di para que fuerais felices con él. Yo ideé el separar las almas y los cuerpos, que es el dolor, para que vosotros los unierais en el abrazo de los sexos, que es el placer, placer extraordinario y maravilloso; y en el cumplimiento de mi idea hay una felicidad. ¿Pero tengo la culpa de que vosotros practiquéis uniones disparatadas o estúpidas o extraviadas? ¿Tengo yo la culpa de que elijáis mal? ¿O de que os hartéis mañana de lo que habéis elegido ayer? ¿O de que os unáis sin previa elección? (rumores tempestuosos entre las multitudes.) Yo ideé la Procreación, que es dolor, para lograr el exquisito resultado de que perpetuarais vuestro amor y vuestras vidas en el hijo: lo cual es placer, placer incomparable y felicidad como no hay otra. ¿Pero qué culpa tengo yo de que os pesen los hijos? ¿Que culpa tengo yo de que hayáis complicado la vida de manera que los hijos resulten para vosotros una carga? ¿O qué culpa tengo yo de que os unáis sin desear el hijo? ¿Y de que hayáis hecho del amor una frivolidad? ¿Y de que evitéis los hijos con lavados post coitum, con pastillas ácidas, con ablaciones ováricas? ¿Qué culpa tengo yo, en fin, de que una felicidad purísima hayáis hecho vosotros un amontonamiento asqueroso?" (protestas hostiles en algunas masas, ahogadas por los siseos de las mayorías.)

(Dios continúa así:)

"Todo, todo, absolutamente todo cuanto os di y puse dentro de vosotros y alrededor de vosotros, lo puse para que de ellos extrajeseis la felicidad, y vosotros habéis sido tan torpes que habéis extraído de todo la desgracia. (nuevos rumores ruidosísimos.) Os di la Inteligencia para que vierais claro que la felicidad está en la sencillez de la vida y vosotros habéis utilizado la Inteligencia para aspirar a más, siempre a más, y con el nombre de Progreso habeís inventado máquinas, doctrinas, costumbres, teorías, sentimientos, ideas, objetos e instituciones que sólo os sirven para envenenaros la existencia y hacerla agria, difícil, problemática: indomable."

"Os di el Campo como recreo de vuestra vista y como elemento vital, y vosotros lo habéis llenado de letreros anunciando marcas de automóviles... Y estropeais con presas y canales la salvaje belleza de los ríos; y echáis abajo los árboles para construir canales cursis; y matáis preciosos pájaros para que se engalanen con sus plumajes media docena de prostitutas en los cuadros finales de las Revistas. Yo os di una Naturaleza feliz y habéis hecho de ella una cosa triste y utilitaria. Yo os di los Sentidos para que gozarais de ellos y vosotros extraviáis vuestros sentidos. Yo os di la Voluntad para que lograrais la dicha del trabajo y vosotros la habéis empleado en lograr la desgracia del vicio. Todo cuanto os di para ser bien usado lo habéis usado mal y en lugar de la felicidad encontráis amargura... ¿A quién podéis culpar, más que a vosotros mismos, de todo esto? ¿A quien podéis culpar disponiendo -por ejemplo- de esa preciosa facultad del alma que es la Memoria, si en lugar de utilizarla para recordar las tristezas del pasado, lo cual os haría feliz el presente, la utilizáis para recordar el pasado venturoso, lo cual hace vuestro presente desdichado y tristísimo?"

"Y ahora yo os digo: no esperéis de mí la felicidad. No la esperéis de nadie. Para vosotros la felicidad es ya imposible." (estallan protestas tumultosas que obligan a callar a Dios larguísimo rato. El Señor aprovecha para beber un nuevo sorbo de agua sin que ni en su rostro ni en su actitud se advierta el menor signo de sorpresa o de alteración.)

CONDENA

Cuando el tumulto cesó por completo, Dios prosiguió de esta manera:

"Sí. La felicidad es ya imposible para vosotros. (nuevamente estallan las protestas.) Es ya imposible, porque las condiciones de vida en que os habéis situado asfixian todo intento de felicidad, y, al mismo tiempo, vosotros ya no concebís la vida sino en las condiciones en que la teneís."

"Estáis, pues, expuestos a desgracia perenne. (tumulto mayor que los anteriores.)"

"Y mi Palabra es ésta: ¡aguantaos, pues obra vuestra es todo!... (escándalo indescriptible. La guadia civil se ve obligada a practicar algunas detenciones con lo cual el escándalo arrecia.)"

BLASFEMIA

Hasta media hora más tarde no pudo Dios continuar. Dijo así, con el mismo tono tranquilo de antes:

"Pero no es sólo en busca de la felicidad a lo que habéis venido aquí. Algo más perseguís al provocar este Acto. Voy a decirlo yo mismo. Deseaís que explique y amplie las declaraciones que hice, el día de mi llegada, a un periodista, y deseáis también que justifique algunas actitudes que he observado durante mi estancia entre vosotros... No temáis que vuestra conducta me hiera. Estoy habituado a que el Hombre me pida cuentas a mí cuando los negocios no le van bien a él... Es lo que se conoce con el nombre de blasfemia y se halla penado inútilmente en vuestros Códigos." (rumores.)

DIOS Y EL DIABLO

"En lo que afecta a las declaraciones que hice al llegar, la explicación y ampliación son innecesarias a todas, salvo una. Aquel mismo periodista a quién se las dicté las explicó y amplió acertadísimamente en su periódico. (espontánea ovación a Perico Espasa que ocupa unos cascotes no lejanos a la silla de Dios.) Pero digo que una de mis declaraciones no está explicada ni ampliada. Voy a hacerlo, porque ella es punto de arranque de algo sustancial que necesitáis saber."

"Me refiero a la relativa al diablo..." (murmullos de sensación.)

SU DESACUERDO

"Yo dije hace diez días, al llegar, que el diablo es un caso de obcecación; que está completamente loco, y que ya lo he dejado por imposible."

"Ampliando la declaración diré ahora la verdad de por qué el diablo y yo no hemos estado nunca de acuerdo..." 
"La verdad es que él y yo tenemos un concepto totalmente distinto de la existencia."

"Para mí, la existencia está basada en el Dolor y su consecuente es el Placer."

"Para el diablo, la existencia está basada en el Placer y... ¡naturalmente! su consecuente es el Dolor..."

"Ésta, y nada más que ésta es la razón del desacuerdo existente entre él y yo. ¡Pero ya es bastante!" (rumores de infinidad de comentarios.)

EL DOLOR

"Decía que el asunto del diablo es punto de arranque de algo sustancial que necesitáis saber."
"Vamos a ello. Y ello es que para mí la existencia está basada en el Dolor. Recordad bien esto... Recordad bien esto y os explicaréis muchas cosas."

"Sin el Dolor no hay nada. El Dolor lo es todo."
"Mirad en derredor: el Dolor os circunda. Él es la vida y sólo por él se vive y puede vivirse. Dolor de vivir; Dolor de morir. Dolor de amar; Dolor de odiar. Dolor de mandar; Dolor de obedecer. Dolor de ser grande y poderoso; Dolor de ser pequeño y humilde. Dolor de haber hecho lo que se hizo; Dolor de no haber hecho lo que se hubiera querido hacer... Dolor del deseo incumplido; Dolor, aún más terrible y angustioso, del deseo satisfecho... Por todas partes, Dolor, Dolor, Dolor... Afortunadamente... Afortunadamente, sí."

"Pues, ¿cómo sería de tediosa, de insípida, de vacua, de inane vuestra vida sin el Dolor? No os digo que hoy la encontráis agradable, puesto que vosotros mismos la habéis estropeado; pero sí os aseguro que sin el Dolor se os antojaría irresistible."
"Todos vuestros goces están elaborados con Dolor. Las sensaciones encierran su gran parte de Dolor correspondiente. La excitación es Dolor, y por eso cuando la excitación concluye encontráis en ello placer. Y la risa es placer porque ella resuelve un previo estado congestivo de Dolor."

"En todo, en todo, hasta en lo aparentemente más deleitable, hay -poco o mucho- Dolor. Vosotros mismos acatáis esa ley sin daros cuenta y al pan que coméis le ponéis su parte de levadura amarga, y al vermut le echáis bitter y la carne asada la untáis con mostaza."

"Gracias al Dolor, que aísla al que sufre dentro de sí propio, surge la meditación, la invención, la creación. Gracias al Dolor se salva el alma de caer en una continua, estúpida e inútil frivolidad. En lo que se ansía hay Dolor. En lo que se ambiciona hay Dolor también. El Dolor mueve, agita, arrastra. El Dolor impulsa: toda espuela es dolorosa."

"Como consecuencia del Dolor surge el Placer. Por eso, ¡oídme bien! Por eso es mentira que yo condenara a la Mujer a parir sus hijos con Dolor. Es una de tantas leyendas que se me han colgado. Es una de tantas incomprensiones. No. Yo no condené a la Mujer a parir con Dolor sus hijos, sino que la hice donación de ese Dolor para proporcionarle el Placer de la maternidad: porque sin el Dolor el Placer no existe." (grandes, prolongados y apasionadísimos comentarios.)

LA INDIFERENCIA DE DIOS ANTE EL DOLOR

Dios bebió agua nuevamente y siguió de esta forma:
"Y ahora os explicaréis mi indiferencia hacia las víctimas el día de mi llegada. Ahora os explicaréis que fuera yo el único que no se horrorizó ni se conmovió cuando vi suicidarse hombres y mujeres ante mis pies y cuando mi coche avanzaba entre los regueros de muertos y heridos que iban dejando las ametralladoras."

"Ahora, que sabéis que para mí la vida está basada en el Dolor, comprenderéis por qué nada de aquello me afectó lo más mínimo. Para vosotros el Dolor es monstruoso. Para mí es natural. A vosotros el Dolor os horroriza. A mí me produce indiferencia. (fortísimos rumores.)"

"Y ahora os explicaréis, ¡al fin!, mi pasividad cuando os afligen grandes catástrofes. Es decir, os explicaréis por qué cuando rezáis, pidiéndome la conclusión de uno de vuestros dolores, yo no os hago caso..." (tumulto. Nueva interrupción. Diez minutos después, Dios continúa con estas interesantísimas palabras:).

RELIGIÓN Y POLÍTICA

"Pero hablemos de política y de religión... (sensación en las masas. Siseos. Silencio profundo al cabo.) Hablemos de política y de religión, puesto que vosotros no sólo habéis venido aquí en busca de la felicidad y en demanda de explicaciones, sino que habéis venido también a saber cúal es mi opinión en religión y en política."

"Constituís dos bandos: los "blancos" y los "negros". Unos formáis vuestro programa posponiendo a todo las ideas de Patria, Historia, Ejército, Orden social, Familia, Iglesia, Dios, y creéis estar en posesión de la verdad... Los otros habláis de Igualdad, de Libertad, de Unión Universal, de Solidaridad, de Democracia, de Socialismo, de Comunismo y de Anarquía en confusa mezcla, y también creéis tener la verdad de vuestra parte. Lo que para los unos es Historia para los otros es Porvenir; lo que unos llamáis Patria otros denomináis Universo; lo que unos queréis que sea Igualdad otros queréis que sea Clases; cuando unos decís Iglesia Católica otros decís Cristianismo Socialista y otros decís Ateísmo. Y todos creéis tener razón y esperáis ver hacia qué lado me inclino yo y a quién le doy yo la razón... ¡pues bien!" (expectación indescriptible.) (una pausa.)

ESCÁNDALO

"Pues bien: yo no os doy la razón a ninguno. Yo no estoy ni con los "blancos" ni con los "negros"... (tumultuosa decepción. Clamores de protesta. Gritos. Denuestos. Burlas. Sarcasmos. Es un desorden, un escándalo sin precedentes. Tres cuartos de hora más tarde Dios no ha podido aún reanudar su discurso. Muchas masas de gentes se van, acompañando su mutis con comentarios agrios y opiniones hirientes. Por fin, a la una de la tarde, Dios logra seguir hablando. Una cuarta parte del público ha abandonado la plaza y sus alrededores.)"

Dios continuó así, sin hacer alusión a lo ocurrido:

"Ya dije al llegar qué forma de Gobierno aconsejaba para los Estados de la Tierra: las dictaduras inflexibles. (silbidos.) Añadí que yo no podía aconsejar otra cosa. Y ahora agrego que yo no podía aconsejar otra cosa, porque nunca he sido más que un inflexible dictador. Os dicté una Ley y os marqué una pena, y al que transgrede aquella, le aplico ésta sin apelación, sin indulto y por la eternidad... Recordad que ésa fue la forma de Gobierno que aconsejé para los Estados de la Tierra: porque es imagen de la mía... (más silbidos.) Allá vosotros si creéis que yo me equivoco, que yo puedo equivocarme... Os he dicho que estoy acostumbrado a vuestras blasfemias... No obstante, recapacitad, oh, vosotros los negros! (aquí Dios adoptó su actitud y sus gestos más bíblicos.) ¡Recapacitad, fatuos, soberbios, gentes engreídas por una Inteligencia que yo os he dado! ¡Decidme!... ¿Es que creéis tener más talento que yo? (silencio emocionante.) ¿Adónde vais con vuestra Libertad, con vuestra Igualdad? ¿Cómo aspiráis a ser iguales si yo os he hecho diferentes? ¿Cómo aspiráis a ser libres si yo os he hecho esclavos? Si uno es valiente y otro es cobarde; si uno es torpe y otro es inteligente; si unos sois hermosos y otros sois feos; si unos sois fuertes y otros débiles; si unos sois audaces y otros sois tímidos; si unos sois ambiciosos y otros no tenéis ambición; si unos estáis sanos y otros estáis enfermos; si unos nacéis esbeltos y otros nacéis contrahechos..., ¡decidme, necios!, ¿cómo vais a ser iguales? Lucharéis, forcejeareis, asesinaréis, destruiréis para crear la igualdad, y cuando os parezca que la habéis creado, los valientes, los audaces, los fuertes, los ambiciosos, los sanos, los inteligentes dominarán de nuevo a los cobardes, a los tímidos, a los débiles, a los que no tengan ambición, a los enfermos y a los torpes... Y advertiréis que la igualdad sólo era un sueño... (aplausos de los "blancos" y hostil silencio de los "negros".) Y en cuanto a la Libertad, palabra hueca, concepto utópico, deseo iluso, ¿qué libertad pretendéis, si seguís -y seguiréis por los siglos de los siglos- siendo esclavos de las pasiones, de los vicios, de las virtudes, de las costumbres, de vuestro propio organismo, del Dolor, de la atmósfera respirable que os rodea y de Mí, en último término... ¡de mí, que soy la Naturaleza, la Tempestad, el Tifón, el Rayo, el Fuego, la Galerna?..."

"¿A qué libertad aspiráis, ¡oh tontos inconmensurables!, si unos ojos de mujer o la palabra balbuciente de un niño os atan y os dominan, os empujan y os conducen? ¿A qué libertad aspiráis si un papirotazo mío, si una inundación, si un ciclón, si un terremoto, si una guerra, si una plaga os pueden dejar tan desnudos y desvalidos como al salir del vientre de vuestra madre? ¿A qué libertad aspiraís cuando basta una parálisis o un simple reuma para haceros presos años y años en un sillón, en un pobre, en un humilde, en un triste sillón? ¡Ja, ja, jajajá! (y Dios ríe con risa que da frío. Luego apostrofa todavía a los "negros".) ¡Bobos y mil veces bobos! Vuestras ideas están en pugna con los principios eternos de la Naturaleza y todos sucumbiréis en esa lucha, absolutamente desigual! ¡Y en cuanto a vosotros, los comunistas ateos, negadme que no por eso podréis escapar a mi poder de Amo, y yo seguiré riendo!... ¡Y vosotros, los anarquistas de acción, destruid, que yo, la Naturaleza gigantesca e inquebrantable, seguiré riéndome también de vuestros ridículos esfuerzos de pigmeos!" (y Dios ríe, ríe, ríe.) (grandes masas de público desfilan en silencio.)

Luego siguió hablando de esta suerte:

"¡Y escuchadme ahora vosotros, los "blancos", los que me aplaudíais hace un instante por creer que os daba la razón! Escuchadme y sabréis que tampoco estoy con vosotros..."
"Vosotros defendéis las ideas de Patria, de Ejército, de Historia, de Orden social, de Familia, de Iglesia, de Dios. Defendéis esas ideas, sí. Pero ¿quién os ha dicho que yo apruebe vuestra defensa? ¿Queréis conocer mi opinión respecto a lo que llevasteis a cabo con esas ideas, que, a vuestro juicio, son las mías? Pues mi opinión es ¡que os habéis hecho un lío con esas ideas!" (sensación entre los "blancos".)

"Decidme ¿cómo podré estar con vosotros, gentes injustas, si sois los descendientes directos de los que persiguieron a mi pueblo elegido? ¿Si vosotros mismos tenéis en poco el trataros con hebreos y sólo los toleráis a vuestro lado cuando son ricos y presiden los Consejos de Administración de los Bancos?"

"¿Y cómo podré estar con vosotros si constantemente me hacéis de menos adorando a ejércitos de Santos en lugar de adorarme a mí? ¿Es que no os dais cuenta de que sois gentiles; de que levantáis demasiados altares; de que habéis materializado con objetos representativos lo más espiritual de mi Idea; de que habéis pluralizado mi religión; de que incurrís en constante pecado de fetichismo y de politeísmo? ¿Cómo podré estar con vosotros, insensatos, si no os diferenciáis en nada de los paganos de la antigua Roma? Ellos tenían un dios propicio para cada ramo de la actividad humana, y vosotros los tenéis igualmente. ¿Qué líos son ésos de Santa Lucía, abogada de la vista; San Isidro, protector de la agricultura; San Antonio, árbitro del matrimonio; Santiago, patrono de la guerra?... ¿Cómo suponéis que pueda yo aceptar una Señora de Lourdes que cure la parálisis o un San Cristóbal que proteja a los automovilistas cuando viajan por carretera? ¿Qué hay que entender por "Sagrado Corazón"? ¿Y por "Cuerpo Incorrupto" de San Isidoro? ¿Quién os ha dicho que adoréis vísceras, reliquias y objetos? ¿A qué viene lo de orar a docenas de Vírgenes distintas y asegurar que ésta es más milagrosa que aquella? ¿Por qué rezar ante docenas de Cristos diferentes, diciendo que uno mueve los ojos y otro llora, que el de más allá desclava una mano y el de más acá mana sangre? ¿Qué clase de barullo confuso, de galimatías embrollado, habéis hecho de mi sencillísima religión? ¿Cómo, después de esto, podéis creer que yo estoy con vosotros?"

"¿Dé qué manera grotesca e infantil habéis interpretado mi Idea y mi Ley? ¿Pensáis que tenga yo algo que ver con vuestros desfiles, con vuestras procesiones, con vuestros conciertos sacros, con vuestros millares de imágenes, con vuestros centenares de oraciones? ¿En qué cabeza cabe que yo pueda aprobar vuestras peregrinaciones, vuestros cilicios, vuestras ofertas, vuestras promesas, vuestros cirios, vuestras joyas? ¿No comprendéis que nada de eso puede ir conmigo?"

"Yo no admito más que una oración: el Padrenuestro. Y es sólo una oración de conformidad: por eso decís en ella: "hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo". Yo no admito más que un himno: el Te Deum, y es sólo un himno de gratitud. Y lo demás que rezáis no reza conmigo."

"¿A qué vienen vuestras oraciones de petición?"

"¿No sabéis que yo soy INMUTABLE; es decir: que "no puedo cambiar de opinión"? ¿Por qué me pedís, entonces, que ocurra una cosa o que deje de ocurrir otra? Si no me entendéis, si no me comprendéis, si todavía no sabéis cómo soy, ¿a quién se le ocurre pensar que yo pueda estar con vosotros, los "blancos", los que presumís de estar conmigo?" (nuevas masas de espectadores se marchan al llegar Dios a esta parte de su discurso.)

Y abarcando con sus brazos extendidos a "blancos" y a "negros" en conjunto, Dios dijo:

"Por todo lo expuesto, no estoy ni con vosotros los "blancos", ni con los "negros". Y no estoy con ninguno además, porque unos y otros tenéis ideas comunes, igualmente equivocadas y contrarias a mí."

"Unos y otros habláis de "humanidad"; esto es: de dulzura, de sentimentalismo, de protección al débil. Y yo os digo: ninguna de esas ideas son mías... (más desfile de espectadores.) Ya advertí al empezar mi discurso que yo no tengo nada de humano. Y ahora agrego que estoy muy lejos de vuestro sentimentalismo. Os he advertido también que mi palabra es la voz de la Naturaleza y que mi voz es la palabra de los Elementos. Y bien: ¿no estáis hartos de oír esa palabra y esa voz? ¿Y os han hablado esa voz y esa palabra de sentimentalismo, de dulzura, de protección al débil? Cuando los Elementos de desencadenan, ¿no los veis rasgar, hendir, arrasar, quemar, anegar, matar, destruir, destrozar por igual al débil que al vigoroso?... Y la voz de la Naturaleza ¿de qué os habla? ¿De qué os ha hablado siempre sino de lucha, de crueldad, de triunfo del más fuerte? Los insectos, los animales, las plantas, los árboles, los mares, los ríos, ¿qué hacen más que combatir eternamente unos con otros , en un combate sin cuartel, sin piedad, sin dulzura? ¿Os creéis vosotros superiores a ellos, ilusos?"

"¿Por qué entonces me enmendáis la plana?"

LA GUERRA

"¿Por qué habláis de paz y de suspensión de las guerras, por ejemplo, si yo he sido partidario de la guerra siempre? Yo instituí la guerra y os la enseñé. Yo fui quien, para prohibir la entrada al primer rebelde -Adán-, coloqué a la puerta del Paraíso el primer soldado armado de una espada. ¿No habéis leído en el "Deuteronomio" que yo, por boca de Moisés, incité a mi pueblo al combate y le prometí la victoria, colocando a los sacerdotes en vanguardia? Yo tuve al sol dos días sin ponerse, con objeto de dar tiempo a Israel para completar su triunfo. Yo aprobé miles de combates, con las crueldades que les son afines. Aprobé el que Débora atravesase con un clavo la cabeza de Sísara. Y aprobé el que Gedeón se vengara de las autoridades de la ciudad de Senhot, que le habían negado víveres, haciéndolos morir a golpes de látigo de espinas. Y aprobé el que David tajara a sablazos a los vencidos hijos de Ammón y los aplastase luego bajo las ruedas de los carros y amasase los restos, como la arcilla... Escrito está el que yo aprobé todo eso... ¿Acaso no lo habéis leído, según es nuestra obligación?" (mutis de otras nuevas masas de espectadores, que se retiran horrorizadas.)

DIOS Y SU HIJO

Dios siguió cada instante más grandioso, más formidable, más sinaítico:

"¿Cómo voy a estar con unos o con otros, si, en parte, todos habéis asimilado la dulzura y el sentimentalismo maravillosos y equivocados de mi Hijo y yo, según ya he dicho, no he estado nunca de acuerdo con mi Hijo? Pues ¿qué? ¿No sabéis que yo opinaba como Él? Mi Hijo es el que ama a todo el género humano y yo soy el que mata a todo el género humano, a excepción de Noé, los suyos y una pareja de animales de cada especie. ¿No sabéis que lo dejé abandonado a su Destino al ver que no podía convencerle? ¡También eso está escrito! ¿No os acordáis? ¿No os acordáis que mi Hijo confesó lo ocurrido entre nosotros al decir en la Cruz, dirigiéndose a mí: "Señor, ¿por qué me has abandonado?" (se marchan nuevas masas de gente. Éste es el momento en que el nuncio de su Santidad, considerando que él es representante de Cristo en España, se va también, seguido del elemento oficial y tropezando en los cascotes.) Yo no estoy de acuerdo con mi Hijo. Él creía que se os puede dominar por la dulzura. ¡Yo sé que con vosotros no hay otra razón que el látigo! ¡¡El látigo y nada más que el látigo!! ¿Y sabéis por qué? Yo os lo diré, puesto que me hacéis hablar. ¡¡Porque sois los seres más viles salidos de mis manos!! ¡¡Porque sois mi verguenza y mi único arrepentimiento!!"

APÓSTROFE FINAL

El aspecto de Dios al llegar aquí, al echar en cara su vileza a la Humanidad producía espanto. Así debía de ser su aspecto cuando se le apareció a Adán después de la Desobediencia. Así debía de ser su aspecto al presentarse ante Caín después del Crimen. Así debía de ser su aspecto cuando abrasó a Sodoma y Gomorra; y cuando ordenó abrirse a las cataratas del Cielo para conseguir el Diluvio; y cuando destruyó los ejércitos del faraón, cerrando sobre infantes, caballos y jinetes, las aguas espumosas del mar Rojo. Y así debía de ser su aspecto, en fin, cuando vió cómo los brutales soldados de Roma clavaban en un madero el Cuerpo convulso de su Generoso Hijo, aquel Hijo alucinado por la propia bondad, que creyó que valía la pena de sacrificarse por esa bestia despreciable y lasciva, que es el hombre, y por ese animal inmundo y despreciable, que es la mujer.

Dios apostrofó finalmente, con voz estruendosa, con inverosímil voz, con voz que rompió los micrófonos de Radio:

"¿Cómo? ¿Cómo voy a estar con vosotros? ¿Cómo voy a estar con los "negros"? ¿Cómo voy a estar con los "blancos"? ¿Cómo? ¡Si yo estoy solo! ¡Perpetuamente solo! ¡¡Eternamente solo!!..."

Y era verdad.
En la Plaza de Toros no quedaba ya un alma.

Es decir, sí: quedaban dos hombres, que avanzaban hacia Dios subiendo, bajando y haciendo equilibrios entre los cascotes.
Perico Espasa y el doctor Flagg...

Publicado el 7 de septiembre de 2015

Última actualización: 07/03/2019