Raúl Henao (Colombia)
Por: Raúl Henao
Ensueño matinal
Soñaba con la bruja en la alberca
de nenúfares peinando sus verdes
cabellos al alba.
Bajo mis párpados la mañana
volvía a bordar la rosa del mundo
a su tela de música
Y escuchaba cantar un ruiseñor
en el alero de la ventana del sol.
Al despertar caía una cascada de agua
en mitad de mi habitación.
En voz alta
“Quemar no es contestar”
(Gerald De Nerval)
Aquella noche el viento llamaba a mi puerta
con nudillos de recién nacido
Sentía un vivo deseo de correr al trotecito
Me veía en el espejo relinchando como un caballo
al que se patea en los ijares.
En las calle miraba el rostro de la gente
caras vacías a las que el espectáculo
prestaba algunas de sus luces
Creía reconocer en ellas a personas que me habían
sido familiares hace mucho tiempo
A duras penas evitaba saltar al cuello
de quienes pasaban a mi lado
Vi caer un paracaidista disculpándose
con la mejor sonrisa
Una y otra vez preguntaba por la dirección
de mi casa olvidada bajo llave
Arrastraba los pies con exagerado amor propio
daba un paso y otro
De repente me encontré subiendo las gradas
de un inmenso estadio desierto
Hablaba en voz alta en voz alta.
(de Combate del Carnaval y la Cuaresma)
El hambre
Mientras miraba fijamente las vueltas que daba un pollo
en el asador
Advertí que a pesar de poner todo empeño de mi parte
no podía cerrar la boca.
Afortunadamente había pasado desapercibido para las personas
Que a esa hora acostumbran pasearse
A lo largo de la calle.
Cuando tocado por la curiosidad alguien se detuvo
A mi lado y echó una ojeada
Luego con el aire del domador de circo que mete su cabeza
En la boca de un león, introdujo la suya en mi boca
Y volvió a sacarla al parecer sin ningún desperfecto.
Sólo en la expresión avergonzada de su rostro
Se adivinaba que acababa de perder la cabeza.
(de Combate del Carnaval y la Cuaresma).
El azar de tus pasos
El azar de tus pasos por el que tomas
cada vez mis caminos
Cada vez que vuelves el rostro
hecho de un fino hilo de agua
Endulzas tus palabras guardadas
para los días de fiesta
Corteses como damas de compañía
en el mirador de un hotel
Cuyas escaleras mareadas jamás prestaron
su mano a otra boca más roja
Ramas con azulejos tus cejas
bajo las que corres
una armadura de cota de malla
He visto como olvidabas tus ojos
en la porcelana de sol:
Leche derramada en la mesa de noche
Pero nunca dejabas de preguntarle
a una rosa abandonada en tu escote
Parte de su encanto consiste en borrar
de tu mirada otro paisaje
Vueltas a encontrar tus horas
en un reloj de arena
La ceguera tiene salas para jurar
en vano que mientes
Si dices que despiertas para los que sólo
sueñan que despiertan.
(de La Parte del León)
Alborada
¿Es una fuente o una muchacha
desnuda
la que ese viejo alcornoquero
persigue en el descampado
del parque?
Un tribunal de helechos
parece agolparse
en la galería al aire libre
Mientras alrededor
del ruinoso estanque
Algún visitante ocasional
Cae en los hermosos brazos
de la bruja albina
siempre a horcajadas
de la ventisca mañanera.
Yo soy arrobado comedor de opio,
la sal en la taza de té.
(de Sol Negro)
El apagón
Los rojos San juaquines florecían
A mi paso
Arriba la nubes, blancas
Paredes
De mil pies de altura
Por las que me veía volar tosiendo
Como un aeroplano
En cambio, parecía que la gente a mi lado
Pataleaba sobre la cabeza de un calvo
Ponían mi emisora favorita
Y me encontré silbando las letras
De una canción.
Al oído de la encopetada dama
Que tomaba el té en mi compañía.
Fue entonces cuando corrió el rumor
De los apagones
Desde el salón miraba la negrura
De la calle cubierta de gigantescas
Hojas de periódico.
Alguien trepaba sobre mis espaldas
Y sobre las espaldas
Del que se trepaba a mis espaldas
El último en subir prendió una cerilla
...Usted, usted se fumó el sol
Me gritó desde las alturas.
Para Carlos Bedoya.
(de Sol Negro)
Damas de luto
La noche del sábado arrimaban a mi mesa
una botella de brandy y dos mujeres de luto.
Era muy negra, muy negra ese día mi estrella.
fuimos a un teatro de pacotilla
donde había la escalera a la luna de un pintor
que sacudió un tarro de pintura
en mi solapa.
El villano que paseaba en escena
las narices puestas en el escote
de las damas de luto,
me miraba a la salida
desde el espejo empañado de la taquilla.
Se hicieron gárgaras mis palabras de amor
y tomé el primer taxi a la vuelta del teatro,
mientras la luna escupía huesos de fruta a mi paso
y el viento en las esquinas, pasaba lista a la aurora.
(de Sol Negro)
El circo de los enamorados
Abril huye en traje de noche en el café del desvelo
Encaramados a las lunas de escaparate
Al escaño trastabillante del escenario nocturno
Los músicos de la orquesta
Llevan enchapes por bigotes
Flores de papel en el ojal
Pecheras almidonadas donde se estrellan
Botellas de champaña.
En ese frente desmantelado del sueño a la vigilia
Se toman por asalto los enamorados
Para desajustarse escotes y corbatas en público
Para desvestirse los senos encabritados
En las propias marmóreas narices del alba
Arribando con todas sus luces disparadas
Sobre la insomne clientela del amor
Arrumando las jaulas de un circo que parte
A la entrada del día.
(de El Partido del Diablo)
La realidad y el deseo
La tarde arrastra una banda de música
Tras los faldones del viento.
Súbitamente delante de mi vista
Una alada pareja de baile
Persigue las notas otoñales
Del acordeonista solitario
Al fondo de la alameda
Un ciego trastabillante
Bajo la lluvia
Aparece en el parque dominical
Al paso que la estatua
De mármol de mi pensamiento
Pierde su última hoja de parra
Al avecinarse el anochecer.
(de El Partido del Diablo)
Pasaje al desamor
En la percha de septiembre se abrigan
Las golondrinas del desamor.
Una mujer del signo de la balanza
Desaparece en la luz hiriente
De un espejo ilusorio
Tras abandonar
Su heráldica, nostálgica
Zapatilla de ballet,
En la sala de baile desierta.
Prosigue a solas el pianista del invierno
Su melodía cristalina, guirnalda de agua,
A la salida de un pasaje comercial de la ciudad.
(de El Partido del Diablo)
El olvido
Cerca al desposeído al desamparado
El olvido pasea sus muertos
Insepultos entre la niebla
Cruza el sordo la calle
A brincos la sangre le hace señas
En el espejo de la mañana.
Y no hay un árbol a la redonda
Donde poner un nido de pájaros
Una sola nube donde acampar al sol.
El olvido pasea sus muertos insepultos
Cerca al desposeído al desamparado.
El sordo cruza la calle.
Entre la niebla acampan los pájaros
Porque no hay un sol donde poner una nube
Un árbol donde borrar
La sangre a cántaros de la madrugada.
(de El Partido del Diablo)
Biografía del ángel
Burbuja la vida, pompa de jabón.
A mi cabecera duerme
Una botella de champaña.
Mi buena estrella
Se repone en el botiquín.
Perico ligero
revoloteo en el correo.
Las cartas chillan en mis bolsillos.
La madrugada escapa
De mi sombrero de copa.
Un corrillo de grillos
No acalla mis palabras.
Preguntan por mis alas de ángel en el bar.
Diciembre de 1982.
Biografía del insociable
Arrastran los días al insociable en su marejada
De recetas ilegibles
Que le ponen letra a la miopía
Música al bostezo
O gárgaras a la mañana.
Y aunque se pasea en la sala
De espera del hábito
Sin cincha o bridas
Que le censuren los sueños,
al vino la embriaguez,
La cintura a la luna;
Le señala al tarjetero por todo oficio su vida
Página tras página un incendio la vida,
Una vida impagable, puntualmente su vida.
A través del espejo
Un agua viscosa corre por mis sueños.
Juego al cuerno o marfil en esos dados
que llaman las horas nocturnas
al convite del odio o el amor
donde transcurre la labor de vivir.
Corro tras Alicia en el espejo
arrastrando una banda de músicos
con trajes cortados en la tela
del porvenir.
Ese modisto viste de novia
el busto de la oscuridad
y ensombrece la corte del rey de oros
con los crespones de una falsa aurora.
La madrugada reúne alrededor de mi lámpara
esa ronda de mujeres-misterio
que cantan viejas canciones
en la madriguera de la ilusión
donde abanicas mi cuerpo huésped de mi risa.
Pensamiento del espejo
Me espía el espejo
el pensamiento:
Mi antagonista
Mi protagonista.
No veo que llevo
El rostro que veo.
Me esconde
La tinta el alfange
Las paredes la hora
El hábito al monje
El cerrojo la aurora.
El pensamiento
Emisario del miedo
Me pasa lo que me pesa
Me pesa lo que me pasa.
Los plagiarios
Que la ceguera los confine a correr tras el día
Al avecinarse la noche
A querer atrapar un pájaro
En la idea de una jaula
A mirarse al revés y al derecho en los espejos
Porque ¡Ay de los plagiarios! Jamás conseguirán
Ahogar a su alrededor el rumor del mar
O le hurtarán su fruto al árbol en flor.
La escritura de la vigilia
“La identidad es una cortesía gramatical” (Pierre Klossowski).
En plena oscuridad, proseguir el dictado de la vigilia
Sin caer en la fe de erratas
En las trampas de la fe
Por las que discurre el lector distraído
Como si halara el cordón de sus zapatos
Para escalar el cielo sin pagar peaje.
Mientras la propia vida, a término fijo
Se acordona en el espejo
En las medias colgadas de la chimenea
Y afuera se despereza el habla callejera
Con su clientela desamorada o desparejada
Que pasa del brazo marchito de los días.
El fetichismo
Restalla la tempestad en el cielo nublado
de la ciudad.
Un ojo de vidrio rueda súbitamente
Sobre el piso del café,
Objeto de una morosa
delectación
De una concupiscencia
Extrema y minuciosa.
Llegan los que me rondan día y noche
Más al azar del accidente
Que de la substancia
De la locura que del amor,
Más al encuentro del sol que de la soledad.
La madrugada
En la jaula de la madrugada hay un pájaro cantor.
Se conciertan los caminos al sol
Al sueño alterna la vigilia a modo de réplica
No cojea sino el deseo tras las circunstancias
Tras el paisaje la realidad.
Se aparejan y desparejan las ventanas al viento
El pensamiento y las palabras, la arena y el tiempo.
Poemas Zen
(1988-1999)
El rostro
¡El rostro de la vida!
La muerte con el amor
Juega a escondidas.
El corpiño
Bajo el rocío del corpiño
Son sus senos:
Lirios. |
La lluvia
Aunque desafina la lluvia
Le hacen coro
Las ranas.
La mañana
¡Mañana nublada!
A la montaña
Le pintaron ojeras.
El autobús
En el autobús a mi lado
Tarde en la noche
Ya sólo viaja la lluvia
Las ranas
Vejeces del estanque
Me hablan a solas
Las ranas.
La vejez
La hojarasca
A orilla del lago.
¡Serena vejez!
La mariposa
¡Fronda del bosque!
Es una mariposa
El rayo de sol.
La requisa
Requisa de la policía.
¿Olvidé pagar
La entrada al paraíso?
Ensueño matinal
Soñaba con la bruja en la alberca
de nenúfares peinando sus verdes
cabellos al alba.
Bajo mis párpados la mañana
volvía a bordar la rosa del mundo
a su tela de música
Y escuchaba cantar un ruiseñor
en el alero de la ventana del sol.
Al despertar caía una cascada de agua
en mitad de mi habitación.
Definición
El poeta
ese hombrecito sudoroso que corre
tras la gente
para soplarle fuego al oído.
El hotel del amor rosa
Al fondo del paisaje cabecea de sueño la luna de marzo.
Una mujer del pasado preguntaba por mi
En la recepción del hotel suburbano.
Altercaban en ella las arrugas tempranas
Con el mohín infantil de unos labios dulzones
Donde el rouge de París se deslíe en copos de nieve.
Todo indicaba al instante que podía arrastrarla
a mi habitación |
O desnudarla en la fría oscuridad de la sala de visita.
Mil sentimientos encontrados tomaban carta en el asunto.
Danzaba un ciego cupido
En la entretela de las circunstancias,
Reuniendo a destajo la juventud y la vejez,
La maldad y la felicidad, la suciedad y el placer,
Lo ilusorio y lo permanente.
Todo mezclado al encanto pasajero de las horas nocturnas
O sacado a mi paso de una madeja de hilo, parco destino.
Enero de 2003
La colegiala
Al celoso lo enmarca la tarde de enero
En la bruma y desvelo más atroces
Pero bajo el marco opresivo y familiar
Ella corre de nuevo tras el ujier
de la brisa. |
Perdida en la grava blanca del jardín
Sus pasos se demoran en el parterre
De flor de cenízaro
Donde un surtidor libidinoso
Salta en el tazón de la fuente.
El celoso, sin embargo, insiste en definirla
Por la misma tarjeta ajada de visita
Que día a día le deja el sueño
al despertar. |
Le parecen verdes las uvas o las alcaparras.
El suéter o los calcetines
Colgados de la ventana de la colegiala
Que se trasnocha hablando sola al claro de luna.
Enero 31/2001
La provincia de los viejos
A la distancia, un país oprobioso extiende sus landas
de bruma. |
En el jardín se marchitan las hortensias veraniegas
Y un aire a frasco de remedios mal tapado e irrespirable
Persigue al visitante
En los corredores o el refectorio del hospicio:
Refugio de vidas inhóspites y recoletas
enajenadas y desamparadas |
Que las familias municipales
Confinan lejos de la capital.
De un portazo abrupto a la salida del edificio ruinoso
me marcho calle abajo |
Canturreando unas coplas de ciego
Salpicadas de escupitajos y maldiciones
a los gobiernos liberales o conservadores |
En la patria desavenida y crepuscular.
Octubre de 2001.
Entretelones
“Para el hombre la gran maravilla es estar vivo”
D.H.Lawrence.
No te lamentes por el desafortunado papel
que te ha tocado representar en vida
por el maquillaje de comediante que se agrieta
a la primera, forzosa sonrisa
por las pocas monedas que debes contar
con el escrúpulo de un avaro;
si a cambio, se te ha otorgado participar
de esa fiesta entre telones
para la que sólo cuenta el humilde hecho de existir
y a la que has sido invitado de una vez por todas.
Allí nadie pregunta por tus obras, flacas hijas
de la memoria
porque la alegría ha abrumado de tal manera
a los festejados, que sólo saben callar.
Un árbol te da la mano en esa interminable ronda
en el claro del bosque.
No importa el precio que pague por ti la necesidad
allí jamás dejaras de celebrar tus bodas.
Nuevas amistades
El fuego hacia presa del marco tallado
de las nuevas amistades
que siempre caminan del brazo
del primer desconocido
que pasa bajo un paraguas.
Los últimos días de abril tenían
la dureza de la reja de arado.
Manos enviadas por telégrafo, besos
con empaque dentífrico, encuentros
en el rellano de la escalera,
la cara o sello de la moneda
que duraba en el aire de la tarde
cortante como una hoja de afeitar.
A la luz de una vela amenazada
por la mañana no se sabía
si esa muchacha entraba o salía del baño.
(De Combate del Carnaval y la Cuaresma)
La cantora
Ese día remamos en el lago
como si remáramos en el cielo.
Una luz cegadora resplandecía
en el corazón
de todas las cosas
pero por ninguna parte
brillaba el sol
Desde la calzada dimos la última
mirada a la pequeña
puerta del paraíso
cercada de la alta verja
de hierro al rojo vivo.
En la tarde fuimos a escuchar a la cantora
al fondo de una mina de sal
Sobre el reducido tablado
de una blancura hirviente
como leche en el fogón
bailamos la noche entera
en la compaña
Sentimos tanto placer
al escucharte
Oh Tohfa al Kulub (obra maestra
de los corazones)
Que bailábamos arrebatados por la música
Con un dedo metido en el ano.
Recordando a Petrus Borel
Aparte de su mirada donde anidara el cuervo y el águila
sólo recordamos la negra levita abotonada hasta el cuello
con la que se paseaba el en desnudo sótano
del “Pequeño Cenáculo”.
Ahora el viajero prefiere las tierras de Argel
bajo ese sol emparedado vivo en la negra fosa del cielo
ante el que jurara jamás cubrirse su cabeza.
Igual que antes prefiere las noches de luna en el campo,
aullar libremente lejos de la sociedad y su tiempo descomedidos.
La acción no es hermana del sueño. Pasada la década
los derechos del hombre fueron los derechos del propietario.
Los celos escarnecieron al amor.
En el estrado del siglo, baboseaba y se desgañitaba el testigo
de cargo. La bolsa, el palacio de justicia, el comediante
y el verdugo ocuparon la primera página de los periódicos.
“Abajo los paraguas, no se ve nada” -gritaba en la plaza
de ejecuciones la multitud...
Y apenas dos renglones abajo, los lectores futuros podían leer
el párrafo insensato del turista inglés que había alquilado
una ventana por 500 francos, para presenciar la condena
de la bella infortunada de turno:
“Very well” -exclamaba alborozado cuando caía la cuchilla
de la guillotina.
(De El dado virgen)
La casa de la bruja
Durante el día duermo a orillas
del helado torrente de montaña,
un enjambre de mariposas
revolotea en el jardín de mi barba.
Pero durante la noche quedo a solas
con la embrujada dama de las sombras.
En el rincón de la casa de campo
veo dibujarse sus labios muy finos
y relucir la negra estrella de sus ojos
mientras me llama a su paso
por el oscuro corredor
apartando los flecos de la niebla.
La mirada
Mis ojos corcoveando a pleno sol
Persiguiendo el helado brillo
del espejo
Candelabro enamorado de la fuente.
Mis ojos de viudo devolviendo la cítara
A la espuma del mar
Revistiendo con la dulce carnadura
del fruto
La estrella matutina.
Mis ojos sobre los que se levanta un mar
Esculpido en mármol
Que truecan en cascada
La aspereza de la piedra.
Mis ojos que sueñan bajo la fronda
de besos de la bruja
Bajo el palomar de la bruja al amanecer.
(De Sol negro)
Raúl Henao Poeta y ensayista colombiano nacido en Cali el 2 de diciembre de 1944. Ha vivido en Venezuela, México y los EE.UU. Su poesía figura en importantes antologías mundiales e iberoamericanas entre las que se cuentan Poetas Parasurrealistas Latinoamericanos (Honolulu, Hawai, 1982); The Beloit Poetry Journal – New Latin American Poets (Wisconsin, EE.UU., 1982); Poetas Surrealistas Nórdicos y Latinoamericanos (Dunganon Again, Suecia, 1984); Poesía de España y las Américas (Puerto Rico, 1992); Poetas Hispanoamericanos para el Tercer Milenio (México, 1993); Antología del Haiku Latinoamericano (Sao Pablo, Brasil, 1993); The Dadalus Book of Surrealism. The Myth. Of the World (Londres, 1994). Surrealismo e Novo Mundo (Porto Alegre,Brasil,2002). O Comeco da Busca (Sao Paulo, Brasil,2001) Das Surrealistische Gedisht (Frankfurt am Main. Alemania,2001)Poesys (2) de Dragoste (Bucarest.Rumania,2001) Haiku-International Anthology-The leaves are back to the Tree (Atenas.2002).
Libros publicados: Combate del Carnaval y la Cuaresma (Editorial Gamma, Medellín, 1973); La Parte del León (Ed. Monte Ávila, Venezuela, 1978); El Bebedor Nocturno (Ed. Instituto de Cultura y Bellas Artes, Cúcuta, Colombia, 1978); El Dado Virgen (Ed. Fundarte, Caracas, Venezuela, 1980); Sol Negro (Ed. Unicornio, Medellín, 1985); El Partido del Diablo / Poesía y Crítica (Ed. Lealón, Medellín, 1989); El Virrey de los Espejos (El Oso Hormiguero, Editor, Medellín, 1996); La Vida a la Carta / Life a la Carte (Ed. Festival Internacional de Poesía en Medellín, 1998).La Belleza del Diablo (Madrid, España, 1999). Su obra se encuentra parcialmente traducida al inglés, francés, italiano, alemán y sueco.