Lasse Söderberg, Suecia
Por:
Lasse Söderberg
Traductor:
Lasse Söderberg
PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 86-87. Julio de 2010.
Biografía del barro
1.
Soy el barro.
Viejo y arrugado,
los lustrosos músculos
hinchándoseme bajo tierra.
Si conocieseis
mi sed prodigiosa,
mi largo afán
de ser cielo.
Pero me veo atraído siempre al fondo
bajo mi propio peso.
2.
Sudo en mis grutas, camino pesadamente bajo la lluvia,
me vuelvo de espaldas al sol
estirando los mil dedos de mis pies.
Las uñas se quiebran, los tendones
se endurecen y rompen,
los lagartos hacen sus guaridas
debajo de mi lengua tiesa.
En cien años he avanzado
un sólo centímetro.
3
Y me alzo
entre dos manos.
Los dioses me alimentan de fuego
y me dan forma.
Loza, fayenza, terracota,
mayólica, azulejo:
soy oscuro,
mi historia resplandece.
Soy el barro.
De mi pesadez me levanto.
Traducción colectiva
De Las piedras de Jerusalem (2002)
Comprar legumbres con Yehuda
El pasado lanza piedras al futuro
y todas dan al presente.
Yehuda Amikhai
1.
A través del corazón caótico íbamos
a comprar legumbres para su familia.
El aire se llenaba de gritos de verduleros
que todavía no se habían convertido en piedras.
Sin embargo había muchas en el suelo
por las que andaba a grandes pasos
Entre bajos muros oliendo a mirrra.
Las legumbres eran su rescate.
2.
Abandonamos las partes orientales de la ciudad
acercándonos de nuevo a Yemin Moshe.
Comprar legumbres para la familia,
es tan sencillo como tirar piedras
decía, mientras señalaba en el suelo.
Pero tirar piedras puede llevar lejos,
La que ves reposando allí
vino una vez de la honda de David.
*
Debajo de la negrura perforada
Estaba la ciudad de siete puertas
que conducían a un mismo
dios despedazado
Entrar en esta ciudad significaba
abandonarse por largas temporadas
Señor de los meandros
Dadme mi diaria dirección
*
Observa delante toda Gehena
donde estaban ocultos los cuchillos del sacrificio
Las hierbas de la apacible pendiente
eran el pelo enmarañado de Molok
Desperdicios quemados.
Humo en la negra carpa del beduino.
El cordero extraviado
no encontró sino ubres de acero
*
La torre de la vieja ciudad
era la manecilla de un reloj parado.
La pequeña nube mamaba
de la cúpula maternal
El isopo colgaba paralizado.
Todo callaba como en el cielo.
A tiro de piedra un hombre tendido
con la sangre quieta en sus venas
*
Aquí donde todos eran hijos
Yo no era hijo de nadie
No tenía padre
ni siquiera un árbol, una efigie o una roca
que yo pudiera llamar padre
amorosamente de rodillas
Por eso no maté a nadie
por eso escribí en el vaho de los espejos
Viéndolos hacer venias
ante el dios de las venganzas
Entendí que no había salvación,
sólo lágrimas más pesadas que el plomo
¿Cuántos Goldstein había entre ellos
cuántos Baruch?
La devoción es nido de serpientes
donde nacen vástagos venenosos
*
En la primera página del Jerusalem Post
la foto de tres jóvenes joviales
sus sonrisas cortaron como cuchillos
la carne viva de la nación.
La arrogancia de los malhechores
estaba en todos los labios
Descendientes de Caín dijo alguien
o de Abel oí de otro
Mancha solar en la hierba
Aún estoy entre vosotros
cosas mudas y párpados,
cosas que me son caras
cuando bandadas de gorriones asustados
levantan vuelo desde mi pecho.
Aún habito entre vosotros
silenciosos iguales míos, vosotros
junto a la luz ronroneante del verano,
amigos sin nombre, inclinados
sobre herbarios humeantes.
Absortos estaís viendo
cómo todo se convierte en humo.
Pero el día colma mi vista
y no me deja llorar.
Pisar un techo de tejas
Recoge en tu mirada
lagartos y aire
y el tumulto dichoso
de los manzanos.
Bajo tus pies
recoge, cauto,
todo lo frágil
de esta libertad.
También lo frágil
sostiene. Las chimeneas
hunden sus cabezas
en lo acogedor del hogar.
¡Pendiente engañosa!
Abajo abre el viento
sus largas pestañas
y te observa.
Traducción de Virgilio Piñera
El grabador
Que la noche cierre su visera
y espolee sus ácidos.
Que la pantera del sueño zambulla
en su glorioso mar de fuego.
En el principio de las tinieblas
se desmoronan los pedestales de la luna
y el mármol trasuda lágrimas.
El sello de la imagen es una cicatriz.
Tranquilos ojos acechan
las bandadas subterráneas de pájaros.
Son los ojos de los durmientes:
ojos repletos de sombra.
Que la sal devore
las raíces móviles del aire.
Que las líneas surjan
de la crisálida de lo imprevisto.
Traducción de Fayad Jamís
La piedra cierra los ojos
La piedra no es ciega,
ella se adentra hasta el fondo del bosque
a cubrirse de musgo
y cierra los ojos con astucia.
La piedra no sueña,
ella tal vez se oculte
en su párpado endurecido
pero siempre te acecha.
El arqueólogo de Vsac
1.
Mientras se inclina
sobre su mesa de trabajo
el tiempo pasa, reculando.
2.
Mientras coloca
los añicos del tiempo,
el tiempo permanece intacto.
3.
El tiempo se toca
contenido entre las paredes
de un cántaro roto.
Traducción de Heriberto Padilla
Otros poemas Prometeo #54-55
Lasse Söderberg nació en Estocolmo el 4 de septiembre de 1931. Poeta surrealista, editor y traductor de diversas lenguas, ha vivido en Malmö donde ha sido el organizador y director artístico de los Días Internacionales de Poesía. Pertenecía de joven al grupo Metamorfos. Debutó con una primera obra de poesía titulada Anteckningar till ett eko ("Notas para un eco", 1952); el año siguiente publicó Landskap med kvinnor ("Paisaje con mujeres"). Ha publicado más de veinte libros de poesía, así como otra buena cantidad de traducciones y relatos. Otros de sus libros son: Småsten till pyramiden, 1989; Sexton dikter, 1991; Pilar mot månen, 1992; Mitt nittonde år, 1993; På andra sidan dörren, 1993; Ögonen och minnet, 1993; Gemensamma nämnare, 1999; Europas snäcka, 2001; Stenarna i Jerusalem, 2001; Breven från Artur, 2007; En vinter på Ibiza, 2008; Jorden är blå, 2011; Resa i svartvitt, 2013. Tradujo al sueco una antología de Gonzalo Rojas; a Federico García Lorca, Jorge Luis Borges y Octavio Paz, entre otros. Entre los premios que ha recibido, se encuentran el Bellmanpriset, 1996. Editor de la revista Tärningskast (Golpe de Dados).