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Rubén Darío Arroyo, Colombia

Por: Rubén Darío Arroyo

Epigrama octavo

¿Qué habrá sido de ti?,
me pregunto hoy
que todavía sigo en esta patria de nadie:
entre miles de huérfanos, de viudas
y de tantos niños saltando el abismo del suicidio.
Por lo pronto, siento que sigo esperando,
No sé qué cosas, me muestren
Una leve esperanza
Para no sucumbir ante tu ausencia.
Es probable que este tiempo de masacres,
de tragedias y silencios,
no me alcance para volver a verte.
Por esas circunstancias se me hace imprescindible
seguir manteniendo, como una gota de mercurio,
este sueño entre las manos.

Epigrama tercero

A falta de campos
para ejercer ese noble oficio
de sembrar semillas
que multipliquen los panes
de esta tierra desolada
por tantas guerras, sin sentido ya,
te regalo el milagro de mis manos
siempre dispuestas
a acariciar tu piel para encenderla.
Por favor:
No tardes en dar la bienvenida,
Desde los más lejanos meridianos
Se anuncia una eclosión irremediable.

 

El amante I

Mientras la luna
intenta besar a las palmeras
de las costas,
los amantes ríen
de aquellos que esperan su retorno.


El amante II

En cada infiel
siempre hay un equívoco infinito:
el amante desconoce
los oficios –non santos-
de su pareja en la otra orilla.

 

El amante III

El amante espera, mira su reloj, transpira,
dibuja un paisaje en miniatura,
mira al espejo para ver
a quienes lo ven agonizando en su ritual.
La amante sin afán alguno,
perfila sus pestañas en el espejo
del auto que la lleva,
se da un nuevo toque de perfume.
La cita se consuma:
los amantes se beben el último aliento
entre el aire fresco de la tarde,
algunos sorbos de licor y música de ayer.
regresan a sus lechos de orígenes.
Es posible que mañana cada uno se pregunte
entre prevenciones y viejos temores
¿Quién estará engañando a quién?.

 

Escena cotidiana


In memoria de Jorge Ortega.

Llueve.
La sombra se apodera de todos los espacios,
Las calles se llenan de seres afanados
que buscan alcanzar momentos de reposo.
Se escuchan gritos y disparos,
El miedo habita cada poro,
cientos de niños mendigan en todas las
esquinas.
Las prostitutas baratas se disputan
los clientes que a esta hora de la noche
quieren espantar tanta desolación
agazapada entre su piel.
El frío penetra en cada uno de los huesos
y obliga a esos caminantes
a buscar el alivio de sus manos, de sus ojos
de su alma.
Y un poeta que viene con el viento
de un mar embravecido cierra los puños y se lamenta
que todavía persistan tantos dolores
entre los habitantes que quedan el la tierra.
mañana otra viuda llorarla padre de sus hijos
inmolado por haber tocado las llagas
que están pudriendo el país donde nacimos.


Rubén Darío Arroyo Sincelejo, Sucre, Colombia, 1955. Poeta y ensayista, es Licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad del Atlántico, donde es profesor en las Facultades de Ciencias Humanas y Educación. Ha publicado los poemarios: Postales para Martha, 1987; Crónica y Ausencias, 1997 y Hojas de Diario, 2001. Sus dos primeros libros fueron publicados bajo el sello editorial Escarabajo, constituido en grupo Literario y cuya revista del mismo nombre circuló en Barranquilla, la Costa Atlántica, otras regiones de Colombia y del exterior, durante la década de los 80.

Última actualización: 24/11/2021