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Casimiro de Brito, Portugal

15º Festival Internacional de Poesía de Medellín
Fotografía de Javier Naranjo

Por: Casimiro de Brito
Traductor: Montserrat Gibert

1

Un hombre
va en su cuerpo
y de repente
cae. Oigo
desmoronarse
la sílice del corazón.
Y oigo también
la tierra y el aire
que acogen los huesos
del hijo pródigo.
En sí, este acontecimiento
no es original
pero duele. El viento
de Otoño
muerde mis huesos
y duele.

 

6

Hubo un tiempo en que recitaba
versos esculpidos en buena piedra.
La muerte no existe. Existía.
A la sombra del polvo se acumulaba
el reflejo de los espejos
tantas veces quebrados, astillados
en el suelo de los días. Leo
el pálido fuego
en la piel de las cosas que me tocan
leves — partículas
de plomo que se van instalando
en la flor de los huesos. Hubo un tiempo
en que yo decía
lírica filosofía
que la muerte va con las aves
y llega con los ríos. Ignoraba
que también mis ojos
parten tristes.

 

434

Empiezo a creer que hay dioses
pues me protegen. Tengo 66 años
Y bebo y como y amo como si tuviera
30. Empiezo a creer en esos cabrones
en los que nunca creí - o que sólo habían sido
acné adolescente. Ahora
miro las estrellas, tan pacatas
y pienso: me iluminan sin
quemarme. Miro a las mujeres
y pienso: las amo porque no hay hierba mejor
que la mierda luminosa que ellas son.
Sus nidos me acogen y no
me asfixian. Sus bocas se abren tristes
y salgo de ellas como un pájaro
en el cielo azul. Y ellas, rastro de los dioses,
sonríen.

 

61

                                                 Con Pessoa en el Martinho da Arcada

También yo me senté, años seguidos,
a la mesa de Pessoa en el Martinho
da Arcada y miré dentro del ovillo enmarañado
de su vida. No hay nada
que desenrollar, concluimos. Corrían
los años setenta, ochenta
y mis días eran una concha repleta de
metáforas cotizaciones enigmas letras
de cambio cambio de afectos graffiti estadísticas
mientras en las calles de Lisboa la revolución rodaba
a gusto de las mareas y de las brisas agitadas
por el patrón Vasques y por otras
abejas maestras: "Gobierna quien es alegre (...)
para ser triste es necesario sentir".
También yo tomé café
de espaldas al Tajo  y encontré
mi sosiego en el desasosiego de Soares
como si fuéramos el mismo contable cansado
que bajaba por la Rua Augusta y después se dividía
en dos, él
en dirección a la Rua da Madalena, yo
hacia la Rua do Ouro, donde escribíamos
apresuradas sílabas en el reverso de papeles comerciales
que nos pagaban el pan y el alquiler
de la casa. Desde mi despacho yo veía el "lago azul" del Tajo,
él no. Lo que más me fascina
en esta fotografía
es la página que el poeta lee como si fuera
la madre loca que acuna a un hijo
muerto. Una tabla
"todos los papeles están blancos"
"todos los mensajes se adivinan"
donde yo puedo entrar y entraba en esos días
cuando me cansaba de andar las ruas baixas
que van a dar al Cais das Colunas y entonces me sentaba
a su mesa y mezclaba
como si fueran oscuras hojas de café
sus palabras y otras mías:
Sufro de no sufrir y sobre la muerte
escribo en su trabajo de no saber
sufrir labrándola mientras
la vida visito. ¿Vivo o finjo que vivo?
El discurso del cuerpo
canta, una vaga brisa que sale fresca
del calor del día y hace
que me olvide de todo y con las aves
resbalo y con los ríos---

Incontables fueron las veces en que mi cansancio
de la bolsa y de la vida,
de los ruidos da baixa y de los barcos que partían
en el azul niebla
se aconchaba a la página desconocida
como si fuera un viejo agujero de
familia una especie de sueño
metafórico una inmersión
en aguas antiguas que ejercían en mí
un vago dominio. Y entonces yo leía
lo que él tal vez allí
estuviera leyendo:
"Ni una saudade me queda ya
de las caracolas a la orilla de los mares"
y también yo me sentía
en esos momentos
el socio minoritario de un pequeño comercio de poetas
sentados en la bruma: había uno que buscaba
el mar en las caracolas, otro que iba
a las playas donde había caracolas
y escuchaba el mar "solo y calmo",
como quien habita un aroma
paciente. También yo
escribí versos como si fueran lanzamientos
de escritura, "con cuidado
e indiferencia": tenía que fundirme,
entrar hacia dentro de la arena
indecible; tenía que pesar el oro de las palabras
sabiendo que pesaba
ceniza. "El universo
no es mío", leía Pessoa en la página en que no sé
qué leía, el universo "soy yo" – fuente
soñolienta
que se bebe a sí misma
y nada más. También a mí
me dolió "la cabeza y el universo" en esos días
en que fui abandonado a la supercicie del agua
como si el agua tuviera un adentro y un afuera
y los cabellos que fueron cayéndoseme no dijeran
que todo son cabellos corriendo como ríos
un poco locos
de un lado a otro – "una vaga enfermedad,
un presagio de muerte"
que no tiene otro misterio más allá del misterio
de los barcos que parten. También yo
me senté a la mesa de Pessoa en el Martinho
da Arcada mientras allí afuera llovía
"como si hubiese llovido (...)
desde la primera página del mundo"
y lo que hago ahora es verlo leyendo una nada
que es todo basta mirar
la mirada del amigo que sobre el poeta se inclina
mudo. El enigma que ve otro enigma
en el escenario todavía verde
y ya en ruinas.

 

81


Camino despacio en mis sandalias,
poco más deseo,
pero no sé si camino despacio
en mis sandalias. Ayer
fue día de temporal, montes
se desmoronaron
sobre casas de cartón, familias
quedaron enterradas. Por un momento
el agua recuperó
sus venas ¬- ¿podré
caminar despacio 
en mis sandalias? ¿Podré mirar
y oír como si sólo fuera
un poeta? Poeta sólo soy cuando, raramente,
escribo – el resto del tiempo me arrastro, entre los otros,
en mis patas de pobre perro desamparado
en busca de un hueso, una piedra
que me enseñe
el arte de la caída. Camino despacio
entre las ruinas de un dios
que se quedó sentado. Tal vez pueda
acercarme un poco
al milenio que va a nacer. Mientras empiezo
a caer, a resbalar
sobre mis hermanos que quedaron
en el camino.

 

84


Si piensas que no haces daño
ni siembras el caos, ¡estás
engañado! Bebe
un poco más de tinto
y continúa engañado: esa tierra,
esa almohada de nubes en que duermes despierto
está lejos, es una isla
que fluctúa dentro de ti
y mejor que te vea así tan engañado.
La noche va grávida en su oficio
de madre de poetas y en su cueva
de aguas oscuras
escucho la paciencia de la tribu: haces bien,
continúa bebiendo tinto. Brindemos 
por la luna
que no tiene madre
ni padre – tal vez nos acompañe
el poeta Li Bai.

                     De Livro das Quedas (ars moriendi)


Casimiro de Brito Algarve, Portugal, 14 de enero de 1938. Autor de 42 libros entre poesía, prosa, ensayos y aforismos. Incluido en más de 120 antologías y traducido a 21 lenguas. Ha editado las revistas literarias, Cadernos do Meio-Dia y Loreto 13 (Órgano de la Asociación de Escritores Portugueses). En el 2002 recibió el Premio Internacional de Poesía Leopold Sedar Senghor, por su obra poética. Algunas obras suyas: Poemas da Solidão Imperfeita, 1957; Ode & Ceia, 1984; Versilia/Itália, 1985; Labyrinthus, 1980; Duas Águas, Um Rio, 1989 (con António Ramos Rosa); Subitamente o Silêncio, 1991; Intensidades, 1995; Opus Affettuoso, 1997; Na Via do Mestre, 2000; Arte Pobre, 2000; Animal Volátil, 2001, la antología O Amor, a Morte e Outros Vícios, 2004; Libro de Haiku, una antología (2003); Libro de las cataratas (2005); Boca en la fuente (2012); Eros mínimo (2015). Fue director de los festivales internacionales de poesia de Lisboa, Porto Santo (Madeira) y Faro. Presidente de la Asociación Europea para la Promoción de la Poesía y Presidente del PEN Club Portugués.

Recibió el Gran Premio de Poesía Associação Portuguesa de Escritores por su libro Labyrinthus (1981), el Premio Versília, de Viareggio, a la "Mejor Obra Extranjera Completa", por la obra Ode & Ceia (1985), el de Poesía del PEN Club, por el libro Opus Affettuoso seguido de Última Núpcia (1997), el Premio de Poesía Aleramo-Luzi, al Mejor Libro de Poesía Extranjera, con el Livro das Quedas (2004), y también el Premio al Mejor Poeta en el Festival Internacional "Poeteka" (anillo de platino), en Albania (2008).

Casimiro de Brito también fue nombrado Embajador Mundial para la Paz (ONG, Zúrich) y, en 2008, recibió la Encomienda de la Orden del Infante D. Henrique por parte del Presidente de la República Portuguesa.
 

Última actualización: 24/01/2022