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Mohammed Al-Nabhan, Kuwait

Por: Mohammed Al-Nabhan
Traductor: Raúl Jaime Gaviria

Una patria

Mi Patria...
¿Puede una patria abolir el nombre de un ser amado?
Traspapelar sus documentos
O tachar con tinta roja los nombres de su gente
Estoy ávido de la patria que me exiló
De rogar por una tierra
Un nombre
Un rostro que no tiene semejanza con las raíces que nos crearon.

Mi Patria...
Te imploro por un río que cultive el corazón
Deseo un corazón para ti a pesar de la distancia
Añoro que seas mi residencia.

Quién de entre nosotros conserva el secreto
La lila del alma, recuperando las palomas de la memoria.

Mi patria...

¿Puede la daga de una patria estar en la cintura de su amante?
Cuando él la reconoce la melancolía del pelícano lo fatiga
Gime, sin agua ni resistencia.

Mi patria...
¿Eres una patria?
O un empeñado pozo de petróleo en el desierto
¡Que llena los baldes extranjeros!

 

Una mujer

Llegaste muy tarde...
Mi verde sueño
El aroma que viaja como verde nostalgia
La aurora del Duelo...

Llegaste tarde,
Llegaste tarde...
El sueño quebrado como un espejo
Tu perfume no embriaga en el exilio

Estoy solo
Sin tierra
El mundo no me pertenece
Solitario...
Porto mi otro exilio
Mi otra hambre
Los maderos de la crucifixión
Yo viajo, un desconocido
Anhelando ser crucificado bajo las formas del romance.

 

Primavera

Abandonando a mi sombra voy hacia el campo
Un niño
Recogiendo flores para la casa
Ordena una vida desgastada
Siete espigas verdes-maduras
Otras marchitas y secas
Las mariposas no me conocen.
Oh mi patria perdida
En quién sabe cuál de los países de Dios...
    - Porto las pinturas de los exilios
        Desde las siete espigas
            ... Mi país me pinta.

 

Un amigo 


Tú estás allí...
En medio del bullicio y los sueños inmóviles
Le hablas a tus nuevos amigos
Acerca del misterio de la intuición
El Sufismo del romance
Acerca de la altura superada
Acerca del “Café Silver”
Acerca del amor perdido a pesar de la transparencia del alma
Y acerca de las raíces de nuestra amistad. 

Le hablas a los adultos
Acerca de la locura de un niño fatigado
Que dibujó un caballo en la arena
Cabalgando al viento, partiendo furioso

Oh mi amigo...
¿Quién lavará el lodo del exilio del rostro del niño?
¿Quién hablará por ti
-En tu ausencia-
Retornará sin duda el exiliado? 
Mi amigo...
¿Quién dijo que el exiliado retornará sin duda?

El exilio nos fragmenta
Tú allí
Entre el agua y el fuego
Contando los años
Desintegrándose en la oscuridad.

 

Soledad 


Cuando retorno a mi casa vacía
Cuando tanteo torpemente sobre los mismos papeles desordenados,
Los poemas de Al-Sayyab*,
Algunas fotos memorables,
Y la escritura Kufic adornada por modernas vocales
Cuando miro de nuevo
Hacia el fondo convexo de los recuerdos
Cuando abotono mi abrigo

Cuando vierto te en un pocillo
Y enciendo un cerillo
     ... Lleno el vacío cenicero con colillas

Cuando retorno
Retorno partiendo
Lo sé
Estoy solo
Aguijoneado por el látigo del exilio

* Poeta iraquí (1926-1964), aclamado como uno de los grandes poetas de la Literatura Árabe.


Mohammed Al-Nabhan nació en Sulaibkhat, Kuwait, el 10 de Abril de 1971. Después de la Secundaria trabajó como calígrafo y artista gráfico de 1989 a 1995, año en que emigró a Canadá y realizó estudios avanzados de Diseño Gráfico y páginas web. Es editor general de la revista Ofouq desde ese mismo año. En el 2005, fundó con escritores árabes de Estados Unidos y Canadá la Fundación Cultural Jozoor, un organización cultural independiente sin ánimo de lucro interesada en la literatura árabe en el exilio. Su nombre aparece en diversas antologías, y ha traducido a muchos poetas incluidos en antologías, del inglés al árabe. También ha publicado sus poemas y artículos en diferentes revistas literarias árabes y periódicos. Publicó dos volúmenes de poesía: Another Exile (Al-Mada House, Damasco 2004) y My Blood Is a Stone in Your Still Door (Fundación Cultural Jozoor, 2005).

Toda poesía de exilio habla de dolor. Y no es diferente en la poesía de Mohammed Al-Nabhan. Sus versos son retrato del dolor de aquel que dejó su tierra y se ve enfrentado a una realidad alienada, lejos de la raíz. Para el exiliado la poesía se convierte en su patria y el poema en su territorio. En ese hogar metafísico el poeta construye de nuevo su casa, esta vez con palabras. Solo en el poema puede sentir la libertad de clamar con plena autonomía. Mientras exista la poesía el hombre no se sentirá del todo solo, aunque el dolor nunca desaparezca. Todo exilio refiere un poco a la sensación de muerte, de muerte en vida, por eso vemos en su poema Invierno (Winter): Me levanto cada mañana/En Enero/Cuento mis costillas/Costilla/Por costilla/Hasta la caída de la oscuridad/Duermo y sueño con el sol del verano. La sensación de extrañeza ante el hecho de estar vivo, al contarse el poeta todas las mañanas cada una de sus costillas, muestra claramente el absurdo del exilio y su estrecha relación con la muerte. El poeta se ve enfrentado a una pequeña muerte cotidiana y a levantarse diariamente con el asombro de no hallarse en su patria.

Última actualización: 27/12/2021