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ISABEL GARCÍA

PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 81-82. Julio de 2008.

PRESAGIO

Traída por la brisa
Una pavesa insomne
Anuncia lo que vendrá.

-Sigilosa se desplaza la señal-

¿Quién tremolina entre las sombras
Y malogra el reposo de los almendros?
¿Quién arreciará el puñal
Contra la aurora?
¿Quiénes nos cubriremos de espanto
En la mañana?

Memorioso llega el emisario
En su rostro un clavel blanco
Se marchita.

El lomo del día Nos mira cabizbajo. Crepita una tromba en la garganta Porque al otro lado El dolor supura su canción.

Y este tiempo avaro de sangre Se queda azorado entre mis párpados.

 

MOLE DE PÁNICO

A los pueblos palafitos de la Ciénaga grande
de Santa Marta.

Se perturban sedientos
Los caminos
Al filo de la lluvia.

A ritmo de cangrejo
Los pasos se desplazan
Como si fuera el último óleo
Visto de esa tierra.

Un rayo hiere el aire
Y dispone la substancia
Que guarece en cada ser.

Mole de pánico
Engulle los sentidos.

En la plaza… la lista Y el terror creciendo.

 

MADRUGADA DEL 17 DE NOVIEMBRE

A Joaquín García Mayorca

Inconclusa la obertura
Se cuela el hastío.

Un cielo atolondrado
Cosecha las últimas notas
De un amanecer en ascuas.


ISABEL GARCÍA MAYORCA nació en Guamal, Magdalena, Colombia. Realizó estudios  de Periodismo y Pedagogía. Se ha desempeñado como profesora de colegios y actualmente orienta talleres de liberación de la creatividad, para niños y niñas. Sus poemas han sido publicados en revistas y periódicos de carácter local, regional y nacional. Ha dado numerosos recitales en Bogotá y otras ciudades del país. Finalista en el año 2000 del concurso de poemas convocado por el museo Rayo. Fue una de las ganadoras del concurso Contrababel de los Oficios, convocado por la Casa de Poesía Silva en el 2007. Libros inéditos: Todo Abril y lo que va de Mayo; Abril en los Espejos; Los Cuentos de la Prima María y Poemas de Sol y Vuelo, los dos últimos con registro para niñas y niños.  “Conocí a Isabel apenas regrese al trópico después de siete años de haberme alejado de las lluvias de verano e invierno de Bogotá.  Una tarde un amigo poeta me llevó a su casa. En la sala de su casa estaba una mujer con ojos como obsidiana azteca y almendrados. Casi no hablaba, todo el tiempo escuchaba, pero no era un silencio que me intimidara, al contrario predisponía a que uno conversara y yo hablé tanto que el tiempo pasó aquella tarde como una magia. Mi interlocutora leyó de pronto un poema. Las palabras eran sencillas y al mismo tiempo estaban dispuestas como actores que saben muy bien cuál debe ser el papel, en su destino implacable de unos cuantos minutos. Esas palabras eran como extracto de una experiencia singular, la de una mujer que vive entre el silencio y la pasión. Las palabras de Isabel que recién conocía y cuyos ojos se llenaban de visos a veces metálicos, a veces desde un destello como desde el vacío, cuando iba tocando con su voz ronca, cada una de las palabras que traían a la vida el testimonio de amores observados, comprendidos y cómplices. Pero quiero decir que la mujer con ojos de obsidiana y a veces ensimismados, sabía una música que era como un presagio y como una huella trivial de los asuntos que hilvanamos a diario con nuestros gestos y acciones y que solo el arte consumado los vuelve poesía...” (Rubén Darío Flórez Arcilla).

Última actualización: 23/11/2021