English

Jüri Talvet, Estonia

18º Festival Internacional de Poesía de Medellín
Fotografía de Nidia Naranjo

Por: Jüri Talvet
Traductor: Albert Lázaro Tinaut y Jüri Talvet

PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 81-82. Julio de 2008.

VILNIUS YACÍA BAJO EL AGUA

Es hermoso ver que lo verde permanece aquí tan verde
y que los rasgos en los rostros no están
tan estirados como para que no quepa
en ellos la perplejidad
Una cucaracha de chaqué duro
corre apresurada, inesperada y valiente
sedirige al orador
sobre el entarimado que se convierte en
un desierto Ante las sílabas de duro ámbar
de esta comarca remota de occidente
tan antigua como la      y la O
te confunde oh lemuel
el idioma de laputa que se ensortija
incomprensible sobre tu lengua sin tú
saberlo Has de alzar mucho
la cabeza desde las raíces
de la hierba para ver cómo
el monte –la sombra veloz de gregor–
cae sobre ti en la ciudad que yace bajo el agua

 

YO TAMBIÉN FUI UN PERRO ANDALUZ

¡La muerte arranca en mí
tu horrenda dentadura firmemente arraigada!
Soy otro: un lujoso automóvil volador
que te muestra reluciente
el color-seña de su marca,
el perro que ha olvidado su ladrido,
ese perro-juguete obligado a ladrar.
     (Yo también fui un perro andaluz.)
El misterio está en la masa. En la masa
caben todos los misterios y todas las astucias.
Soy un puente colgante entre dos bocas:
intuyo, canalizo palabras pulcras y palabras soeces.
Mi suelo es el pasado y mi techo, el futuro.
Soy voluta sin voz. Hago voltear
el presente alrededor de un dedo.
Soy el vientre cubierto de musgos perennes
del acueducto dormido sobre ocho muslos
formidables y fuertes por el que fluyen
las aguas de un tiempo hacia otro tiempo.

 

MI VIDA CON EL RUIDO

Es cierto que dicen: “No tienen sentido ni profundidad”.
   (Como si el tener sentido diera derecho
   a poder comer el pan de cada día.)

Tan sólo tienen ruido, unas bocas
enfrentadas a guiños, dientes claros
que se fulminan entre sí.

Nosotros, los profundos, encerramos
en el silencio imperturbable del ataúd, los pensamientos.

La risa clara de ellos, el martilleo intenso
de sus voces, derriban las paredes, penetran
cualquier hueso que aún tenga algún hálito de vida.
(Los huele cada insecto, cada árbol.)

Nosotros trabajamos para ganarnos el amor.

Ellos aman, aun sin trabajar, y se alegran.

Nosotros querríamos impregnarlos de profundidad,
                     hacer que fueran buenos.

Nosotros sí somos buenos, a partir de la oscuridad del pozo,
                    dicen ellos.

En otoño un viento displicente limpia los rostros de unos y otros.
Hasta el día de nuestra muerte no sabremos
quién debía rendirse a quién con gratitud y encomio.

 

A CERVANTES

 

Estoy enterado, Miguel, de todos tus amores secretos,
de la Gitanilla que tocaba la pandereta y compuso
un poema para Ana, la madre de la Virgen, y para ti,
a quien entre la multitud polvorienta mirabas
y escuchabas con los ojos abiertos de par en par, brillantes,
te hizo un guiño pícaro, sin negar a nadie su belleza.
(Esta, la misma a cuyas espaldas estoy sentado
 –así que no puede verme– y, cuando me voy,
como si sintiera mi presencia en su propia espalda,
viene enseguida hacia mí, me mira a los ojos 

y me pregunta: ¿Es que de verdad necesitas irte?)
Preciosa, de la que solo por intermediación de tu espíritu santo
pudo nacer Dulcinea, esa virgen a la que jamás
hemos tocado ni tú ni yo más que con la imaginación.
Sin embargo, nada nos ata a ellas con más firmeza: el viento
no dispersará el fuego que arde en los corazones y los pétalos
de los labios, ni siquiera impulsado por el ímpetu de los siglos.
(Se derrama por sus mejillas un tinte rosado
cuando después de dos años de añoranza
se apresura hacia mí, sin ver a nadie más:  

¿Por qué no has vuelto antes?, ¡te esperaba!)
Y sin embargo al cabo dice: aquí en la India nacimos,
aquí vivimos y también aquí moriremos, años
deberé esperar a que alguien me diga
si puedo enviarte una tarjeta postal. 

Todo ha cambiado en el mundo, mas nada ha cambiado
en el mundo: el amor de las vírgenes
es esa sabiduría que vence a cualquier otra ciencia,
y no importa cuál sea la iglesia que imponga a sus huestes
–su oro y su ley– el dios-varón-barba-azul.  


JÜRI TALVET nació el 17 de diciembre de 1945 en Pärnu (Estonia). Licenciado por la Universidad de Tartu en Filología Inglesa (1972) y Doctor en Literaturas Occidentales por la Universidad de Leningrado (San Petersburgo) en 1981 con una tesis sobre la novela picaresca española del Siglo de Oro, ha impartido cursos de historia de la literatura occidental en la Universidad de Tartu desde 1974 (desde 1992, es Catedrático de dicha especialidad). Ha sido también el fundador de los Estudios Hispánicos en su universidad (en el curso 1992-1993), que continúa dirigiendo. Desde 1994 preside la Asociación Estonia de Literatura Comparada y desde 1996 es director del anuario internacional de la misma Asociación, Interlitteraria. Ha traducido al estonio numerosas obras de las literaturas hispánicas  (el Lazarillo de Tormes, poemas de Quevedo,  el Oráculo manual de Gracián, La vida es sueño y El gran teatro del mundo de Calderón, El burlador de Sevilla y convidado de piedra de Tirso de Molina,  Los cachorros, de M.Vargas Llosa, los cuentos de G. García Márquez, poemas de S. Espriu, etc.). Como investigador y crítico, ha publicado Hispaania vais, 1995, Tõrjumatu äär, así como más de cien  ensayos y artículos sobre literatura y cultura en revistas de Estonia, Rusia, España y Estados Unidos. Ha sido galardonado con el Premio Anual de la Literatura Estonia (1986), el premio Juhan Liiv de Poesía (1997) y el premio Memorial Ivar Ivask, de poesía y ensayo (2002). Obras. Poesía: Despertares, 1981; El sagitario y el grito, 1986; El progreso del alma y sorpresas climáticas, 1990; Elegía estonia y otros poemas, 1997; ¿También tienes uvas?, 2001; Del sueño, de la nieve, 2005; Elegía estonia y otros poemas (una selección de sus poemas traducidos al español, Valencia, 2002. Ensayos: Un viaje a España, 1985; De España a América, 1992; El espíritu español, 1995; Apuntes americanos y contemplaciones de Estonia, 2000; La cultura simbiótica, 2005; El borde irrefutable, 2005; A Call for Cultural Symbiosis, 2005; obra traducida al inglés por H. L.Hix. 

“…Creo que una de las tareas del poeta es estar abierto a todo lo que le rodea, evitar ser demasiado selectivo, no pensar que la poesía sólo tiene que ver con la esfera estética y la esfera cultural, o que la poesía pueda aprenderse en los libros... Creo que un poeta, un verdadero poeta, debería estar abierto al mundo que le rodea y que ello le proporcionase la sensibilidad necesaria para crear imágenes, imágenes personales e individuales capaces de llegar al lector, al público. […]  De modo que, en primer lugar, aconsejaría tanto a los poetas estonios como a los americanos que se mantuvieran abiertos; en segundo lugar, estoy de acuerdo con Hegel cuando prevenía a los jóvenes poetas contra la tendencia de ser demasiado filosóficos en la etapa inicial de su poesía, cuando les aconsejaba que no fueran abstractos al principio. Es más recomendable empezar por imágenes concretas y hasta sensuales, y sólo más tarde tratar de integrar la filosofía a sus imágenes. Desde mi punto de vista, esto sería lo óptimo. Sé, por supuesto, lo difícil que es lograrlo, y admito que ni siquiera yo mismo he podido evitar siempre que mis poemas fueran excesivamente abstractos. Esto es bien cierto. […]  por otro lado, la filosofía poética es el elemento más importante en la poesía. Si a la poesía le falta su propia filosofía, si es poesía meramente impresionista, sin duda sigue siendo poesía, pero poesía mediocre…”

Última actualización: 12/01/2022