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Oscar Cruz (Cuba)

Oscar Cruz en el 20° Festival Internacional de Poesía de Medellín
Fotografía por Nidia Naranjo

Por: Oscar Cruz

PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 86-87. Julio de 2010.

 

La derrota

«Uno no se mata por el amor de una mujer»:
escribió Césare Pavese en su Diario, a manera
de adiós, después de llamar a varias putas.
uno se mata porque un amor, cualquier amor,
te revela tu desnudez, tu miseria, y tu nada.

horas después se suicidó, en la misma habitación
donde lloraba.
es esto lo que importa tal vez:
                                             ni el mundo,
                                             ni las putas,
                                             lo recuerdan.

 

Holofernes

mi cabeza es un cuerpo represivo que genera poemas.
mis poemas son cuerpos represivos que generan cabezas
dispuestas a rodar. al rey no le gustó la forma en que yo mostraba mi cabeza, es decir: mi centro represivo, y le dio
mis manuscritos a la reina; esta, acostumbrada como yo
a los placeres, tendió la cama, y me fue a buscar.

 

Obertura

leía novelas de Eça de Queiroz
sentada en su balance. tomo tras tomo
de aquella sucesión de bagatelas, pregnadas
con hombres áridos, con tierra removida y
árboles truncos, con gente que palidece bajo
una llama diminuta.
 
leía en ese lugar desmoronado
al que suelo volver. ya nadie lee
a Eça de Queiroz: decía, deberías de leerlo.
varias veces lo intenté y desistí. execré el
poderío que gastaba en descripciones vanas,
y  esa devoción por los maestros que pululan
y ensombrecen.

hay libros que superan todo eso
y sin embargo no me sirven, como nunca
me sirvieron, esas novelas perniciosas
de  Eça de Queiroz.

 

Quemaduras

coleccionaba obras de autores rusos
como premios: Lenin, Zamiatin, Bulgákov,
las troikas y los dramas más intensos.
la vida era prosperar en los Urales, mirar
los yacimientos desde Kiev hasta Moscú.
su vida era sin mentir un vasto lago. cierta
noche el lago y su país se enemistaron.
entonces comprendió que las aguas se bifurcan.
que hasta nosotros no somos lo que parecemos
y comenzamos nuestra vida a pulso, sólo para
habitarla y ser coleccionados.
quemó las obras de Lenin, de Zamiatin y Bulgákov.
prendió las troikas y los dramas más intensos.
esa noche, su abuelo lo encerró y en la penumbra
le dio en la espalda un cintarazo. su abuelo cree
que hacerle eso a las obras de Lenin es demasiado.

 

Renacimiento

 

en una librería al centro de Santiago
solo por dos pesos: La expresión americana.
y no era el rechinar de las poleas en un duro
y sostenido demoler de los callados
en el Libro de Horas; ni la simple ordenación
de las clepsidras, panoplias, cornucopias;
o de esa gente que trabaja para el Duque Berry,
en una antigua ilustración de La cosecha.
tampoco los hangares del barroco,
fingiendo la entrada de una Kermesse
donde aún se conservan sus olores.
era una mujer
mostrándole las tetas a Lezama,
fijándole en los ojos la expresión
de lo materno.
les digo que es una bendición
llevarse este ejemplar, solo por dos pesos.

 

Carpintería en blanco

fijé el taladro
al corazón de la madera
y comencé a horadar. olores de noche, de tierra seca llegaban hasta mí. la paz siniestra del mundo se adentraba en el lugar como una marea que empezaba a ser su procedencia, y mi envoltura. ella se inclinó para mirarme. miraba y yo la miraba. se acercó y le dije: me gustaría chupar esas tetas. se fue. no había funcionado. qué cosa más terrible: pensé. parece que en el fondo, era buena.

 

Barra fija

se llamaba Jimena (blanca y fumadora),
tenía entre las piernas un raro mecanismo,
un tierno advenimiento para el coito. dicen
los que saben que era buena. la veía pasar,
mirarme, besarse con otros frente a mí. yo
la miraba, y suspendidas ante mis ojos,
alineadas con precisión, yo sentía las tetas
de Jimena.

una tarde, un vecino se acercó y me dijo:
Jimena era una puta, con los pliegues y el
amor terriblemente calcinados. no respondí.
lo cierto es que una noche la llevé hacia el
traspatio y allí la penetré contra una puerta.
fue algo cálido. pensé
en las palabras del vecino y en anchas playas
vacías. también fue un poco triste. había una
ausencia de sentimientos que no pude superar
ni comprender. entraba y salía
de ella golpeándola, borrándole el carmín.

noches más tarde la vi, besaba
a mi vecino con desgano. creo que sí,
Jimena era una puta, y ha cambiado.

 

 

Salutación fraterna al taller mecánico

como aquel que tuerce alambres
con sus dedos, dura es la moldura
de mis manos, y duros son también
mis argumentos.
si eres de armadura frágil, si tienes
en tu cuerpo la arrogancia de la leche,
no me demores, lárgate lejos.
siempre que duermo con una mujer
me gusta retorcerle los alambres.

 

La mujer de Masoch
o el origen de la tragedia

le pegaba
uno
dos
tres
cintarazos
y ella se reía.
le pegaba
uno
dos
tres
tironazos
y ella se reía.
de pronto se acercó y le dijo:
«hasta ahora todo va bien, pero
quiero que comiences, de cuatro en cuatro».

 

Zoo intensivo

la cría de patos en mi país
no está prohibida. cifras oficiales anuncian
la crecida de esta especie a más de un millón.
los patos son animales domésticos, alegres y
leales. se sientan
en el césped junto a ti picoteando la hierba.
a mi abuelo no le agradan. dice que solo saben
torcer el cuello y soltar horribles cuacuás. después
de comer, dejan una línea de mierda en el jardín.
ciertamente dan mucho trabajo, pero también
resultan animados. nunca compartí la angustia
de mi abuelo con los patos. lo que pasa con ellos
es que nunca perduran, es decir, no importa
la crianza. ellos vuelven a su estado y dejan
a la gente que los crió, es una verdad que
empaña la experiencia que uno ha tenido
con ellos.
pero como he dicho son alegres y leales,
solo que llega el momento en que vuelven
a su estado, se suben al soporte más alto
del jardín y sin mirar la cara de mi abuelo,
comienzan tranquilos a cagarse.

Los hangares profundos

crecí en un lugar de la periferia
donde hay aseres, puentes y desechos
y una luz casi improbable sobre las piedras.
varias noches simulan una sola o máximo dos,
aquella que envilece a los vecinos; y otra es
la noche de las primas, que salen entalcadas
de las casas a mostrarles las tetas a los primos,
para que estos se las chupen y disparen entre
sus piernas.
los hombres corren por las calles con las prendas
arrancadas a otros hombres. uno tiene la impresión
de que el tiempo no pasa, y sigue mirando aquellos
seres que viven a pulso frente a ti. ignoran
qué significa el ayer o el mañana. comen, roban,
duermen y así de noche, atados al poste
del momento, sin conocer la tristeza ni el hastío
elaboran un juego fácil. he contemplado a aquellos
seres y he descubierto que no he sido feliz.
sin embargo, hoy quisiera ofrecer lo mejor de mí
a toda esta muerte, quisiera cambiar el goce y la
suerte que no tuve por la visión de estos yermos,
de estas casas ensambladas con tablones y duelas
barril. quisiera fijar la angustia y el aroma de las
primas, pero ellas ya no existen, apenas son
dibujos. ahora están tristes, y gastadas como
viejas. nadie las advierte, nadie logra atribuirles
un sentido. pero eso ya no importa.
yo también recibí la herencia
de un cerrado lugar, de una vida que florece
por encima de la hierba, transcurre con un ligero
temblor, e inicia su latido en el latido calmo de la
noche, es duro tener estas palabras, este débil
recuerdo vivo, para aquí, en medio de la noche
reescribir la vaga sensación de haber vivido.
 

Canción de Sodoma

existe lo que amé
y lo que amo; y el verde
ramaje de ese árbol que
en mi mente reduzco
a machetazos.

existe lo que amé
y lo que amo: un perfecto
cuadro de mal y montaña
con decenas y decenas de
muchachas que traen en el
cuello mucho talco, y
también entre las piernas
mucho talco, y usan brillos,
argollas, y chancletas.
muchachas que en el día
buscan el pan y se ríen
al pasar con un muchacho
que de vez en cuando las
invita a desquitarse.

existe lo que amé
y lo que amo; pero también
existe el hacha con que abro
y disecciono tu madera. si me
ves y no tienes hacha, búscate
una, redúceme con rabia
a tu tamaño. es esa la
grandeza de los hombres,
es esa la importancia
de talarse.

para ti,
y para todos lo que aman,
el árbol de la muerte tendrá
siempre las ramas, demasiado
verdes.

 

Obertura 2

volvamos a Proust.
dejemos al ave sitiando su carroña.
dejemos al hombre claveteando su cruz.
nada que suavice nos conviene.
limpiemos con cloro nuestra casa.
saquemos de adentro la basura.
estamos hincados desde siempre.
borremos nuestras marcas.
volvamos a Proust.

 

Video: La derrota

 


Oscar Cruz  nació en Santiago de Cuba, 6 de agosto de 1979, Graduado en Historia (2003), poeta y editor. Ha obtenido los premios de poesía David (UNEAC) 2006, Pinos Nuevos (2009), y Beca de Creación Dador (2008), mención en el premio de poesía La Gaceta de Cuba (2008) y (2009). Tiene publicado los libros de poesía Los malos inquilinos, Ediciones Unión, 2008 y Las posesiones, Letras Cubanas, 2009. Codirige la revista literaria la noria. Es miembro de la UNEAC y de la AHS. Actualmente labora como editor en las Ediciones Santiago. Ganador del Premio de Poesía de la revista Gaceta, Cuba, 2010.

Última actualización: 20/10/2023