Tarsicio Valencia (Colombia)
Por: Tarsicio Valencia
PROMETEO
Revista Latinoamericana de Poesía
Número 86-87. Julio de 2010.
VOCAL
Mar primera
Vocal esplendente
Azul agua
Azul amarillo abierto
Mar madre
Abierto infinito
Danza coral
Juega el viento
Dafnáe croto rojo
De la escritura.
La mar es insondable como el destino
Nos espera el barco encallado en las rocas
Y quizá la casa blanca en la dorada arena
Con el alma en los remos vamos en la mar.
Escritura mascarón de barco
Arrecife hundiéndose en la tiniebla
Madurando el sol en el silencio.
Hasta el jardín llega la noche y los pájaros
Huyen con el viento sur
¿Hacia dónde?
¿Y qué busca mi alma en éste viaje?
Aprende la sabiduría de los árboles
Un cocotero es la sombra y el aceite
El techo de tu casa.
Escribe en la concha
El mar y el amor
Arrójala a la orilla de todo tiempo
A la arcana arena
Que mide la sombra de las barcas.
Ya haya sol, ya haya brisa
Siempre el cangrejo observa desde su hoyo.
El corazón del escorpión se transforma
En oleaje y fuego.
POÉTICA
Cuando algo secreto y leve
Nos es entregado
Ocurre en la mar.
El misterio de la luz
Despierta
Del sueño.
La llave Eleusínida en las aguas
Benévolamente abre la puerta a los que se aman.
AMOREMAR
El mar
El mar ya no es la espuma
Jabón de Afrodita
Se ha resignado a ser aceite
La orilla enlutada
Fruta podrida
Repollo de cocina
Altas aves pautadas
Esperan
La secreta liturgia en aguas estancadas
El cielo blindado
Ve pasar Sombreros Barcos
Tabaco Miel Pipas Anillos Collares
Un Pirata
En el aire salado Tempestuoso
La mujer espera
Con brazos de abandono
El amor
El amor de los mares.
SILENCIO DE LA MAR
Eras de la mar
Penetró la mar tu cintura
En el silencio escuché la mar
Silencio Tiempo
El poema sal leía
Silencio de la mar
Secreta luna en la distancia.
FUTURO MAR
Mar Luz
Naufragio Rosa Oración
Verde espejo de Berenice
Sueño Concha
Vagabundos juguetean los corales
Mar Exceso
Mar Peregrinación
Los peces mueren de sed en las aguas de fuego
Los pájaros no encontrarán el cielo.
FLOR Y MAR
La madre María Josefa de la Concepción y Palacios pasó de Toledo a Cádiz sin ninguna novedad. Iba camino a Lima a fundar el convento de María y José.
Llevaba las reales órdenes. Cuarenta cajas con ornamentos religiosos y hábitos, doce pares de cruces de oro y plata. Llevaba seis religiosas; todas entre los diez y seis y diez y ocho años cumplidos.
En el puerto de Santa María corrían los rumores de piratas franceses y holandeses. Ella se despidió de las hermanas con lágrimas en los ojos. Era el primero de marzo de mil setecientos. Seis de la mañana.
El piloto del navío San José no quería dejar aquel puerto. Tengo un sino entre ceja y ceja y algo me dice que seremos prisioneros de los holandeses. La madre María Josefa le replicaba: Piloto Núñez, no mira usted que vamos en el San José? ¿Y qué tiene que vayamos en el San José, reverendísima hermana? Que el San José florece en las aguas, dijo ella. Hacía buen viento cuando despegaron velas. Por entre la niebla un barco aparecía.
Los piratas tomaron las cruces y el aceite, el tocino, las jóvenes vírgenes miraban con ojos suplicantes.
A una desnudaron en presencia de todos. Trinidad de diez y siete años se llamaba. Primero se desmayó. Así la contemplaron. Luego, entre alcoholes y risas le vistieron el manto de una india. Esta la quiero para mí, dijo el corsario Lipika.
La Madre María José no levantó los ojos en toda la noche. Lo mismo hicieron las otras cinco compañeras. La pasearon de mano en mano, la besaban, la acariciaban, la montaron encima de un perro negro. La emborracharon. La jugaron a los dados y a las cartas.
En la noche hicieron aparición los juegos de san Telmo. María Josefa tomó un rosario de pétalos de rosa y lo arrojó a la mar. El cielo se tiño de rojo. Los piratas dormían.
Luciérnagas en la mar. El San José florecía con los pájaros del amanecer.
LAS MALDADES DE LA MAR
El obispo de Modoñedo enumera las maldades de la mar:
La mar es muy deliciosa de mirar y muy peligrosa de pasear.
La mar es una mina, en donde muchos, se hacen ricos y un cementerio en donde otros muchos están enterrados.
La mar es naturalmente loca, muda cada cuarto de luna, del Rey al Labrador no hace ninguna diferencia.
La mar es capa de pescadores. Refugio de malhechores. No desecha ella a nadie por travieso. No da a nadie sueldo por virtuoso.
La mar disimula los viciosos. No es amiga de tener a los cobardes.
La mar es muy maliciosa, siempre toma sus cosas al revés:
En la calma y la bonanza se preparara para la tormenta. En la tempestad y la tormenta se apareja para la bonanza.
La mar es aficionada con unos. Apasionada con otros: Si se le antoja a uno sustenta veinte años, a otro le quita todo en un día.
La mar es enemiga de toda vida humana. El pecado es flemoso
El aire importuno, el agua salobre, la humedad dañosa
El navegar peligroso.
Llevo mi cabeza girando entre las olas
Mi boca balbuceando al viento
Palabras como espejos
Mi pelo despeinándose de maldades
Mis pies en el planeta azul
Girando, dejando mis ojos por los bordes
Erigiendo mis caminos por las aguas.
Reservando mi aceite y mi memoria.
Gritando a cada vuelta de mundo
Deseando ser un vegetal de mar.
Deseando ser un muerto blanco de los peces
Deslizándome por todo pliegue de velas y colores
Enviar señales y agitaciones
Decir de mis espasmos y temores.
Y me encuentro con asaltos de palabras, con enumeraciones de todo mal
Refugiado en toda cueva, en cada vientre de ola
Quiero decir la tímida distancia.
Zona de los abrevaderos silenciosos.
Decir de toda agua su manantial
De cada pozo sus fiestas y rumores
Decir los cantos olvidados, los hilos de cada voz en la mar.
Soy una animal salvaje de los mares del sur.
VERDE MAR
A Eufrasio.
La palabra del poeta
Relámpago en la noche
Palabra limpia como la lluvia
Palabra enamorada
Como la nube
Palabra astro
Desplomándose en el tiempo
Palabra origen
En el caracol
Y el alga
Palabra hermana de la espuma
Verde mar
Abrazo en el rezo de la navegación.
LAS PIEDRAS DE LISBOA
La mar y la ciudad oyente
Piedra hermética de Lisboa
Poesía colibrí de la tarde
Riega las flores con el rosa boca.
Con el rojo tierno hocico de la caracola
El azul denso y algodonado de la tarde
Canción mágica, conjuro de la noche.
Orfeo y Posydón
Descargan su fuerza
En el poema.
Canta la mar
El grito de la ola. Estalla en mi oído el sol.
La mar silente.
La mar silente llama
Madre
Que contiene el Ser
La plena luz
Y la simiente.
Raíz y tridente
En las esferas
Afrodita
Rosa nacarada
La espuma
Los testículos
Del cielo tiempo
La ola se retira
Murmullo Lamento.
AFRODITA
Afrodita ama las sonrisas.
En su ceñidor residen todos los encantos
La hierba crece bajo sus pies encantadores.
Con la espuma fue alimentada
Rodeada de olas
Acompañada de Eros.
Da a mi canto la ternura y la caricia
Safo tu sacerdotisa invoca:
Sé mi compañera de lucha
Apenas te mire un instante
Y ya no puedo pronunciar
Palabra al momento
Mi lengua se seca
Y un fuego sutil
Recorre mi cuerpo
No puedo ver mis ojos
Los oídos me revientan
Un sudor frío me invade
Toda yo me estremezco
Más pálido estoy
Que hierba
Y siento que me falta poco para morir.
ESCRIBIR PENSAR YA NO BASTA LA POESIA
Darse a la ilusión toda El movimiento
El Ser El sonido
El ritmo cíclico no casual
Diversidad de la iluminación
Pequeña ante los golpetazos de la bestia
Porta la espada titánica que suelta
Persecución del relámpago.
Sobreabundancia contra objetivos monstruosos.
Ethos como acto primigenio
La configuración de la bondad.
Orden de lo buscado
Soberanía en el que el bien aparece.
Ningún ser puede igualar al portador de la igualdad
La metáfora. Unidad reconstruyendo en secreta rapidez
Los puntos de lo nuevo.
Doble refracción: Terateía o maravilla de los griegos
Gravitación de lo posible
Pez flechado de los líquidos.
El poeta guardián de la sustancia
De lo existente como posible.
Poesía abandono al nuevo corpúsculo de las irradiaciones
Serpiente de los aires
Avispa de los bosques incendiados.
Orfeo destruye la dialéctica
Canto armónico entre el saber y los recuerdos
Correlación de hechizos y aretéia. Ojos de lechuza maravillada
Sueño de la doctrina Celebración del sol Canto del gallo
Círculo de los conjuros.
Hace posible la poesía
Que el grano de la cebada caiga inútil en la tierra
Deméter llega a la ciudadela de Eleusis
Fragante de inciensos.
La poesía celebra Canta.
Hermes corredor nos permita descifrar sus signos
La América surreal del barroco gongorino.
Ignota América del conde Lautréamont
Homérico canto de Virgilio Bosque Fauno
Sirena Manatí tejedor de esperas amores y distancias
Viajera de las íslas
Última Thule en la región más transparente.
Los hijos de la semilla
Hunaphú e ixbalanqué
Maíz Deméter
En el Caribe fueron los desembarcos.
Pobreza Riqueza interior Luz
América Imago Resistencia.
Tarsicio Valencia nació en San Andrés de Cuerquia - Antioquia, Colombia, en 1955. Estudió Licenciatura en Filosofía y Letras en la escuela de La Playa de la UPB, universidad donde ha trabajado desde hace más de veinte años. En su investigación La poética del Nuevo Mundo en las Crónicas de Indias, sintetiza sus lecturas en el Archivo de Indias con el lenguaje barroco americano, enseñándonos a interpretar la crónica como un género contingente a lo real maravilloso de nuestra lírica. Autor de Juan Rulfo, fotógrafo —donde recopila el vórtice silencioso de la imagen en la lente del maestro mexicano—, y coautor de las investigaciones Retrato de José Lezama Lima y Fernando Vallejo, condición y figura, ha impulsado los estudios en poética y en las ciencias del lenguaje en la ciudad. Los poemarios Herido Árbol; El jardín de la Rosa; Futuro Mar y los ensayos líricos Tratado de los Ángeles y Una estrella junto a la luna, son propios de una madurez poética con la cual él devana los símbolos arrojados a su paso para darnos un canto de amor hacia el misterio creador. Desde hace cuatro años trabaja con los estudiantes de Filosofía y Letras en el Aula Abierta de Poesía Déxima Musa.