Eva Gerlach (Países Bajos, 1948)
Eva Gerlach (Países Bajos, 1948)
La fuerza de la parálisis
Si travolse così alcun del tutto;
Dante, Inferno, XX
Tú ibas en un sentido,
hasta que una cabeza contra el asfalto, todo gritos
me tocó cantar y canté
Te vi, vi desde mi cabeza tus ojos en el espejo.
A nuestras espaldas, encogidos como versos que uno olvida
Ciegos ante el peligro, tan tranquilos,
tan perdidos uno en otro, revolcados,
De kracht van verlamming ("La fuerza de la parálisis", 1988)
Resucitaron en mi hija los difuntos.
puntos de apoyo para las manos, reconocerme
Extraído de Dochter ("Hija", 1984)
De vuelta
En la casa más grande imaginable
Entre espejos voy corriendo hacia un armario
que allí cuelga: la bata de mi madre
Me la pongo, me instalo en sus mentiras.
Extraído de Domicilie ("Domicilio", 1987)!
Que todas las cosas
yo para ir a mi casa en el opuesto.
Dijiste algo, te volviste, yo también, pero una tromba
negra se llevó tu boca, tu voz hacia adentro y durante
muchas noches ya no pensé en ti
a mi lado, muda, apoyada en mi hombro, y otra
más profunda e indefensa, en mi seno,
"se ha roto la llave -"
y se sacude del pelo al levantarse, los carriles. "Allí,"
dijiste, pupilas en seguida contraídas, y afuera, volcados,
esos dos, incrustados mutuamente hasta el volante.
tan sin querer y sin intento de esquivarse,
tan decididos a enfrentarse cara a cara.
Aún tienen algo flojas las cabezas,
en mis brazos buscan a tientas un sostén
alzan la voz cuando oyen mis arrullos;
impulsados por el hambre hacia mi pecho, encuentran
contrae sus pupilas mientras elevan
sus miradas ciegas de las fotos hacia mí.
vivimos en media ala con el miedo,
que se guarda la mejor habitación.
de negrura que se abre con crujidos
y compruebo sin mirar en un suspiro
en que mi cuerpo, hinchado, por fin cabe.
Somos una. No nos separaron nunca.
(Bruno, Cantus Circaeus)
Qué fue aquello que dijiste, lo de los lucios
Conservarlo todo, todas las cosas en la
temprano en la mañana de invierno cuando la noche
envolvía a tu padre y a ti por separado
encima de la moto, que cada uno hacía su propio
agujero en el hielo y tú lanzabas no sé qué caña
tal o cual anzuelo, carnada diminuta
en una lata: nunca pescaste 1
solo lucio. Y no había también una lámpara,
que luego tuvimos nosotros, de esas de pie,
metal jaspeado, también podían colgarse.
memoria, lugar y fecha, sustancia, can-
tidad y calidad. Ser un dios
que lo mueva todo.
en punta que tienen, manchas grises.
Extraído de Wat zoekraakt ("Lo que se extravía", 1994)