FREDY CHICANGANA
Colombia, Nación Yanacona, 1964
VIVIR
Tiene vida nuevamente
el pajonal untado
de mis sueños
Tiene vida nuevamente
el pájaro gorrión
desterrado de su nido
Tienen vida nuevamente
las dulces palabras
de noche florecida
Tiene vida nuevamente
la duda del hermano.
Algún día
hablaré (diré)
no estoy solo entre nosotros
estoy aquí a la vista
buscando en el pajonal,
buscando en los cantos del pájaro gorrión
desnudando dulces palabras
/ en la noche
despertando al desmemoriado
floreciendo,
floreciendo,
floreciendo...
NADIE OYÓ, NADIE VIO, NADIE SINTIÓ
Mataron a un muchacho en una fría mañana,
entre silencios y sombras de la oscuridad
dicen que un gorrión canto en las altas horas de la noche
y que en algunas chozas el humo salía anunciando tristezas
pero nadie oyó, nadie vio, nadie sintió
y todos preguntan
¿quién diablos mato a este muchacho?
Corre el rumor por entre los cerros y las veredas
corre la gente, corre ese aire de muerte
que ya parece tan normal
lloran los taitas y las mujeres
pero nadie oyó, nadie vio, nadie sintió.
En lo alto de la quebrada yace su cuerpo
su ruana rota, su mano inerme,
sus dientes bien ajustados
y una bala entre su cuerpo
En los caminos sueltan palabras de amor al muerto
palabras que recuerdan la bondad de los muertos
pero aquí nadie oyó, nadie vio, nadie sintió.
Algunos se preguntan:
¿por que debió madrugar?
¿por que debió salir tan solo en este aire de muerte?
otros dicen que los perros si lo sabían
que estos merodeaban por la plaza del pueblo
mostrando sus dientes y desafiando a la gente
y que alguien sabe quién lo mato
pero nadie oyó, nadie vio, nadie sintió.
Ya llevan a este muchacho entre un cajón
mientras todos se miran sintiendo que
cada uno tiene su culpa
cuando no se oye, no se ve, ni se siente.
PALABRA DEL ABUELO
Palabra de abuelo -no sigas a ese pájaro gris-,
que es espíritu y lleva al despeñadero,
es pájaro de muerte.
Palabra de abuela -no juegues con fuego-,
que hace orinar en cama,
es frío dentro de cuerpo.
Palabra de Taita -haz caso al abuelo-,
hay que pagar pa cazar.
Palabra de mamita -haz caso a la abuela-
hay que pagar para jugar con el fuego.
Palabra de pájaro gris -abuelo de mal agüero-,
es hombre desconfiado.
Palabra de fuego -abuela de mal presagio-,
es mujer maliciosa.
Palabra de mi corazón -bienvenido el misterio-,
alienta este canto.
Fredy Chicangana. Poeta de la Comunidad Yanacona del Sur-Oriente del Cauca, Colombia, nació en 1964. Sus poemas han sido publicados por variadas revistas y periódicos nacionales e internacionalesy en la Antología de Literatura Indígena de América, Chile 1998. Ha participado en encuentros continentales y en eventos nacionales de Escritores en Lenguas Indígenas en México, Venezuela, Chile y Ecuador y Perú. Con su trabajo literario ha venido participando activamente en el fortalecimiento de la cultura Yanacona y en talleres regionales en "recuperación de lengua propia" y "cantos de nuestra gente" a partir de la propuesta “LA ORALITURA en las culturas indígenas en Colombia”.
Miembro fundador del grupo Yanamauta, “conocimiento y saberes yanaconas”. Entre los trabajos de su autoría tenemos: Cantos de amor para ahuyentar la muerte; Yo Yanacona, Palabra y memoria; y El colibrí de la noche desnuda y otros cantos del fuego. Actualmente trabaja en talleres relacionados con la reivindicación de la palabra y la hoja de coca y en la propuesta sobre “Oralitura y resistencia desde las comunidades indígenas del Cauca”.
Nos dice el autor: “La poesía que hago sobre todo surge de esa memoria de origen que ronda en nuestro ser, no como una cuestión de nostalgia por el pasado indígena, sino como la manera de nombrar los elementos mágicos que se esconden en cada espacio vivido, los sueños, los anhelos y la lucha por la permanencia de mi gente. Vienen los cantos además desde los espacios sagrados que me ha tocado vivir: La tierra, la chagra, la casa, el fuego, la montaña, los ríos, el rumor del viento, pero también desde las imágenes que se entrecruzan entre lo rural y lo urbano que hemos aprendido a llevar. Mi poesía es un reencuentro con la vida y la muerte al lado de mi gente; es una continua interrogación sobre nuestro paso por este mundo, sobre el mandato de nuestros muertos frente a las grandes oscuridades que a cada momento nos obligan a caminar con cautela, pero también a la responsabilidad que tenemos con la madre tierra. Escribo por que es una forma de sentirme en calma frente a tanta locura y barbaridad, frente a las injusticias que tocan nuestro ser, escribo para que mi gente guarde en buen baúl la memoria, para que los niños de cualquier cultura puedan vivir, soñar y construir con nosotros, escribo y canto para encontrarme conmigo mismo en cualquier ciudad, escribo para regar palabras sobre la madre tierra sin más pretensión que llegar a muchos corazones despiertos y a los que hay que hacer vibrar. Finalmente hago poesía por que vive en mí la serpiente del río Yanakuna y los pájaros de colores que a cada instante me tocan con su misterio, los cantos de los abuelos a la orilla del fuego y las preguntas que alguien me hace desde el corazón en cualquier rincón de esta tierra.”