El sueño de la Otra
Por: Yirama Castaño
III
Creí saberlo todo
cuando me miré a los ojos
por primera vez.
Detrás de mí
estaba la marioneta.
Aquella que aguantaba con sus dientes
los hilos de mis brazos.
Aquella que empujaba con su lengua
mi cabeza hacia atrás
y hacia adelante.
Aquella que dirigía mis pasos
con sus manos,
empujando las caderas con un dedo.
La que pegaba su torso a mi espalda
para hacerme mover.
En fin, la igual a mí, la otra,
la que permanecía entre las sombras
mientras doblaba mis rodillas
con sus pies
hasta hincarme.
VII
Me bautizaron con rostro de mujer
y ungieron mis piernas
con aceite.
Luego hicieron resbalar por ellas
el nombre
con el que aún me llaman.
No me arrepiento,
pero cada vez que mojo mi piel
con gotas de la bendita agua
confieso el sonido
de las campanas del reloj.
VIII
Por este orificio de mujer
han pasado agujas en forma de luz
que bordaron extrañas historias
donde milenarios héroes apagaron su sed.
Por este orificio de mujer
salió la estrella fugaz
que lleva el hilo
del deseo y la memoria.
V
La demencia atacó
primero el corazón.
Por eso ahora
sólo soy
este manojo
de silencios.
Un largo afán
de serpentinas
en la fiesta de los latidos,
mientras en el fondo del salón
encienden las luces
y bajan el volúmen
de la última canción.
VI
Entonces volvamos al comienzo
Dame un gesto
y grabaré tu imagen.
Dibujaré una palabra para ti
y buscaré la frase
que describa el olor
de tus mejillas.
Luego,
me sentaré a esperar,
por si vuelvo a verte,
pero ya serás distinto
al que algún día
quedó escrito en páginas azules.
Para entonces
sólo tendrás lugar
en la pared de los retratos.