Las acciones de los poetas ante la globalización
Por: Jairo Guzmán
Especial para Prometeo
Presentamos del poeta y ensayista Óscar González sus respuestas al cuestionario de 9 preguntas, en el contexto: Las acciones de los poetas ante la globalización.
Óscar González, Medellín, Colombia, 1957, ha construido su obra poética simultáneamente con su trabajo ensayístico. Ambas prácticas son parte unificadora de su devenir y su aporte ha sido muy valioso en diversos ámbitos del arte y la poesía. Dirige la revista virtual de poesía, arte y literatura Rinoceronte 14 ,tambiénes parte del grupo editor de la revista de poesía Punto Seguido en la ciudad de Medellín, Colombia.
Afirma Lipovetsky: “En éste espacio de modificación profunda de las estructuras productivas del capitalismo post-industrial, lo social como proyecto ha caído en el vacío”. Desde esa perspectiva, ¿Qué sentido tiene la poesía y qué papel juega el poeta ante lo social?
O.G.-Antes tendría que decidirse, el poeta, si está o no dentro de la sociedad y participa o no de la cultura mundial o local. Es claro que cada poeta decide si participa o no de la sociedad y la cultura, a su manera y desde su perspectiva, pero no tiene porque hacerlo o si lo hace entonces lo hace desde la búsqueda y la experiencia como poeta de aquello que Georg-Gadamer concibe como “Ciudadanos del Mundo”, que eso tendría que ser el poeta. No obstante la sociedad y la cultura (Asfixiante Cultura, la llama Dubuffet) no parecen depender en su realización y su desarrollo de la presencia ni de la intervención del poeta y no la necesitan, y no parece preocuparles. Es más, la sociedad y la cultura, se pueden apoyar en el poeta pero para llevar a cabo sus fines y propósitos, mas no los poetas, a quienes de cierta manera utilizan para aquellos fines y propósitos. Habría que determinar también qué es la sociedad, de qué sociedad hablamos, cuando hablamos de sociedad, puesto que nunca sabemos bien en cuál vivimos, ya que hoy (y quizá siempre) hay un fraccionamiento de la sociedad, hay microterritorios, microeconomías, microindustrias, microcomunidades que se forman y se fundan sobre unos estatutos del hacer de esas concretas sociedades y cada una de ellas tiene su forma de funcionar y de alcanzar sus metas y fortalecer sus intereses. Hay sí, poetas que puedan pertenecer a ellas, y lo hacen, pero no tienen incidencia real y constructiva en ellas, aunque para ellos si las tienen, no dudan de su presencia eficaz en ellas. ¿Podría decir eso Seamus Heany, Derek Walcott o René Depestre? Quiero entonces indicar que sí hay poetas a los que interesa el involucramiento con la sociedad y la cultura, para formar cultura, conciencia nacional o local, contra el capitalismo o el totalitarismo, eso le incumbe y lo decide cada poeta y no todos tienen que estar sometidos a ello. El poeta es libre de participar o no, y de hacerlo, cuando lo decida y lo determine; hacerlo a su manera, puesto que de no ser así se convertiría o tendería a convertirse en un Portavoz de unos y otros. Y el Poeta no Porta sino su revólver de cabellos blancos (A. Breton).
¿Los cambios en la economía afectan la poesía?
O.G.-La poesía se ha realizado y ha alcanzado a hacer presencia relevante en la humanidad, porque nunca ha necesitado, para ser la poesía ni para el poeta hacerse poeta, de la economía. Exactamente la economía, su dominio, su poder, su manera violenta y vulnerante de incrustarse en la vida del poeta, no ha sido nunca factor, ni lo será, de corrupción de la poesía y el poeta. La economía, el miedo al hambre y a la pobreza, a la “ruina” y la miseria, no hacen temer al poeta por su destino. Le hacen más bien temblar. Tiembla el poeta y por eso escribe, de ahí su poesía. No es pues, la economía la que extermina o excluye de su mundo al poeta ni a la poesía, ella crece y se desarrolla sin la mediación de la economía y menos de ella depende el poeta. El poeta vive en su mundo y desde ese mundo escribe y fortalece su visión crítica del mundo y su palabra no está condenada al servilismo y a la abyección de la vida, sino que su tentativa se introduce en la membrana misma de la Vida Libre y Plena, sin coacciones y sin miedo a los fantasmas y las paranoias de las económicas del mundo y su realidad obtusa. Los Poetas no son mercenarios de la palabra, sino que por medio de la palabra, de la esencia y la sustancia de la palabra (no de la economía) construyen sus Golems Poéticos. Es evidente que existen Poetas Oficiales y de Oficio, que pueden hacer de su poesía, una empresa o fábrica poética, pero eso cada quién lo decide. Insistamos sobre la decisión del poeta, que es inalienable e indestructible por hacer su Vida de Poeta, como la llamaba Robert Walser. Obviamente que frente a la economía de cada poeta, a muchos y quizá una considerable mayoría, les lleva a vivir de Empleados, y después, de la labor cotidiana, escribir la poesía, puede ser en unos; en otros, la Diosa Blanca no la va bien con ellos y no se les revela, de tal modo que escriben Poesía de Profesores o de Oficinistas, cuando no saben ni conocen la técnica para quebrar y destruir esa relación. Es tormentoso, y se hace truculento para el poeta y la poesía, no resolver esta contradicción. Las relaciones de los poetas con el mundo no son de carácter contractual, sino sensible y crítico.
¿Cuáles son las batallas de la poesía ante la economía globalizada?
O.G.-Ser poetas. Mantener viva la palabra poética. Luchar por conservar su silencio y su soledad, su protesta y su revuelta, para resistir ante el bullicio ensordecedor y estruendoso de la palabrería, de la trivialización de la palabra. No tiene otra tarea que hacer, para sí mismo y para los otros. La economía tiene un lenguaje, se basa en el lenguaje, y todo lenguaje es dominación y dominante, corrompe y se corrompe; en cambio la palabra poética, ya no es lenguaje, destruye el lenguaje, porque es palabra poética. Para mí, la poesía no trata del lenguaje, hace y propicia su abolición y derribamiento, para hacer visible la carne viva y desnuda de la palabra.
¿Qué modifica la globalización en el ámbito individual del poeta?
O.G.-Nada. Porque es allí, en su Yo lírico, en donde el poeta construye su Casa Poética y la proyecta a la Casa de todos los otros hombres. No tiene que morirse para que se funde su Casa de Poesía, sino que estando vivo también la puede construir y donar a los otros hombres, a los otros ciudadanos poetas. En ese sentido, el poeta no es un individualista sino que es un individuo que participa y fortalece lo que hace desde esa visión de la comunidad y de la su formación de las comunidades poéticas, más que sociedades politizadas y quebradas en su vida, oprimidas y esclavizadas, por el miedo a la miseria y al hambre; que instala en esa realidad su palabra poética como rebelión ante la explotación y la expoliación del hombre. El poeta es un ser político por naturaleza y sí hace Política Cultural, allá él, pero hablo aquí de una Naturaleza Política del poeta.
¿En qué es conveniente la globalización para los movimientos de expresión poética actuales?
O.G.-En nada. Porque la Globalización es cada vez más la Glocalización, como se ha llamado, para concebir otra posibilidad, -puesto que Glocalizar tiende a exaltar y exponer los valores comunes a una sociedad y una cultura que no está dominada ni controlada por los poderes de la Globalización-; porque cada vez se concentra más la exclusión, la discriminación y el exterminio del Otro. Puede que, como dicen por ahí y como se expresan de manera irresponsable muchos Poetas Culturales, eso haya permitido el contacto entre las culturas; lo cuall no es cierto; se hacen contactos que a cada poeta interesan y le propician unos elementos de mundialización de su obra y conocimiento de ella; como una especie de intercambio cultural, que ha existido desde siempre, que no es de ahora, sí, siempre ha existido El Camino de la Seda. Visible o no, evidente o no, pero ha existido. De esa manera cada vez es más obvio que la Globalización, la Aldea Global (La Galaxia de Gutenberg, Marshall McLuhan) son una ficción y una forma de opresión hacia el mundo, que se proyectó y se expandió como un Nuevo Colonialismo, un Nuevo Intervencionismo, donde la Actividad Poética y la Actividad del Poeta, hacen reventar sus válvulas y crea los tubos de escape de esa Cámara de Gas. Las teorías y los estudiosos de estos fenómenos abundan y son ya tribu cultural, pero el Poeta se mantiene por fuera de esa reflexión y todo porque él la hace de otra manera, la disuelve, y crea otra mirada, otra perspectiva, porque él, quiéralo o no, no será nunca Convidado de Piedra y si es de Piedra, recordemos que las Piedras hablan. No tiene por qué ser cohibido por los mecanismos y la mecánica de la Globalización, porque los poetas pertenecen al Mundo (a su Mundo), ya lo dicen un Raúl Gustavo Aquirre, Enrique Molina, Eunice Odio, Renné Vivian o Wyslawaba Szymborska.
¿Qué define una vanguardia poética en el momento actual?
O.G.-Nuestra concepción de la Vanquardia Poética, no tiene sentido hoy, puesto que ya no hay que estar adelante ni atrás de nada. No interesa. No hay por qué estar, como poeta, adelante o atrás sino que lo esencial y lo importante es estar en sí mismo. El poeta está en sí mismo, es soberano de sí mismo y tiene conciencia de sí, al decir de Bataille o de Benn o de Marina Tsvetaieva o de Elizabeth Bishop o de Mariane Moore. No es necesario estar sino concentrados en el movimiento de cada uno, en su intención y su tensión. Y desde allí, desde esa conciencia estética (Nietzsche), estar en su poesía y entonces proyectarla al hombre, al ser humano que está adelante o está atrás de la contemporaneidad. Cuando habla así, no es el tiempo lo que interesa sino que el tiempo ha sido roto, ha sido sacudido por la fuerza de un presente de la presencia, del momento de la experiencia vital como poeta y no tiene pues que estar anclado, clavado en un tiempo determinado. El poeta no hace historia, es la historia misma, se podría decir. De tal modo que los ideales del XX, donde se fundaron las vanguardias, las rupturas y demás, ya han sido transformados por los mismos poetas, que no se deben a un movimiento poético o artístico, que no se inscriben en él o se adhieren a él, sino que, por medio de lucidez reflexiva y convulsiva, se instalan en una condición heteróclita, abierta y amplia, que les permite hacer mezclas y combinaciones, relaciones extrañas y arbitrarias entre unas y otras vanquardias, quiero decir, las saquean y las socavan, para hallar su estilo propio, su Nombre Propio.
¿Es la poesía una superviviente?
O.G.-No, la poesía es lo que vive, lo que hace vivir, es lo que provoca la vida, de sentir la vida en sus mayores densidades problemáticas y también liberarla, hace de catarsis de ellas y las transforma en liberaciones impensables para construir la humanitas, el humanismo, basado en las percepciones de las que habla Martha Nussbaum (La justicia poética) o Lucy Carrillo (Tiempo y mundo de lo estético. Sobre los conceptos kantianos de mundo, tiempo, belleza y arte). Es el poeta o quien posee conciencia poética, el que construye este nuevo humanismo contra el totalitarismo y las dictaduras políticas; los poetas fundan las Ciudades Eclécticas del conocimiento y de la ciencia. Por ello mismo la poesía no es superviviente sino lo contrario, hace vivir, da la vida en cuanto que excita las percepciones y hace conocer al hombre mismo su poder y su revolucionaria existencia, pues le hace consciente de que solamente tiene Una Única Vida, para ver su Rostro en medio del Bosque de Pinos o del Pan de Azúcar o del Picacho, donde une y funde el Ser y el Pensar Poético.
Mallarmé y luego el grupo de Noigandres (concretismo brasilero), asumieron de manera radical aquello de que el verso había cumplido su ciclo y su pulverización devino en el poema concreto. ¿Qué sucede actualmente con las formas poéticas, con el poema?
O.G.- Mallarmé estaba en lo que se llama su Noche de Idumea y por eso, sin duda, revolucionó, al introducir el azar, la poesía moderna. O parte de la poesía moderna occidental. Y el concretismo brasilero propuso desde su necesidad de revuelta (Yurkiévich: Vueltas y revueltas de nuestra poesía), como antes los hicieron los modernistas y los postsurrealistas brasileños, conectados con lo que bien habría que llamar al hilo de Apollinaire, el espíritu moderno que aún hoy extiende sus cables eléctricos hacia la contemporaneidad y la inunda como lluvia de meteoros y la transforma pues Mallarmé mismo no habría podido hacer lo que hizo en la poesía de no haber hecho la necesaria torsión sensible de Mirar hacia Atrás, hacerse Estatua de Sal, para ver en su Presente (destrucción del presente racionalista y positivista, quiero decir) lo que había todavía: Ruinas (Simmel, Sobre las ruinas) ante él y esas Ruinas le mostraron que aún llevaba una Máscara Medieval y así leyó y así escribió. O el mismo Nerval, o Villiers L´Isle de Adams o Antonio Ramos Sucre o César Dávila Andrade o Humberto Díaz Casanueva. Cuando se habla de formas poéticas, se quiere decir que cada poeta tiene su forma, su estética; parte de la relación turbadora y perturbadora, entre su ethos y su pathos. No hay, pues, una forma poética absolutista y totalitaria, sino que existen formas poéticas plurales, si se pueden llamar así, y que no tienen ni deben imponerse a otros poetas porque entonces estaríamos dentro de una Dictadura Poética, que sí es muy preocupante, y que en los Talleres o las Casas de Poesía ello se puede instaurar como nuestra Casa Herzen (Habla de ella Mandelstam, en Coloquio sobre Dante. La cuarta prosa), sí sería un problema. Palabras en libertad y poetas en libertad de crear sus propias poéticas.
¿Qué visión tiene de los poetas ante el tsunami del hipercapital y sus crisis?
O.G.- ¿Ese tsunami podría matar o ya mató a muchos poetas? No lo sabemos. Lo cierto es que la poesía y el poeta derivan por otras vías, van por otros caminos creando nuevas posibilidades de vida. Yo no sé sí hay poetas del hipercapital, de un movimiento poético que defienda las políticas y las economías de la explotación del hombre por el hombre y demás, y que podamos denominar como los Poetas del Hipercapitalismo; no será extraño que aparezcan esos poetas y ese movimiento, financiado y apoyado por un Pulpo del Capitalismo, y someta a los poetas a escribir de una manera, desde unos temas y establezca modelos formales que deben ser obedecidos por todos aquellos que han sido formados en la Nueva Escuela Poética y que cualquier otro poeta, que se rebele contra esa retórica imperial de la Nueva Escuela Poética, será sometido a la inquisición que ese nuevo establecimiento determine y ser condenado a muerte. Puede ocurrir, como ya lo vieron muy bien y lo han anticipado escritores de la lucidez de un William Morris (El sueño de John Ball) o de un Capek (Una fantasía nuclear, La guerra de las salamandras) o de un Zamiatin (Nosotros) o de un Bruno Schulz (La república de los sueños) o de un Brecht (Historias del señor Keuner). Recordemos sólo lo que dice Kafka de la educación en su Diario, en 1910, que releo en este momento: “Si me pongo a pensarlo, tengo que decir que, en muchos sentidos, mi educación me ha perjudicado mucho. No obstante, no me eduqué en ningún lugar apartado, en alguna ruina en las montañas; no podría encontrar una sola palabra de reproche contra esta posibilidad. Aun a riesgo de que todos mis maestros pasados no puedan comprenderlo, me hubiese gustado y habría preferido ser ese pequeño habitante de unas ruinas, tostado por el sol, el cual, entre los escombros, sobre la hiedra tibia, me habría iluminado por todas partes, aunque al principio me habría sentido débil bajo el peso de mis buenas cualidades, unas cualidades que habrían crecido en mí con la fuerza con que crecen las malas hierbas.” Cada Poeta hará la labor de mantenerse alerta y atento a esta creación de Industrias Poéticas, para la masificación y la alienación del poeta y la poesía.
Enero 17, 2011