La poesía, propuesta de resistencia activa
Por: Mauricio Vidales
Hay que dar ocasión a lo mejor para que se revele y prevalezca sobre lo peor.
Los pueblos han de tener una picota para quien los azuza a odios inútiles;
y otra para quien no les dice a tiempo la verdad.
José Martí.
En el Patio de Juan Ramón. El poeta Uberto Stabile cierra las jornadas de lecturas en la Casa Museo Zenobia y Juan Ramón / M.V. Palabra de viento sur. Palabra hilada por el rítmico palpitar de los corazones que destilan coraje ante la injusticia y la desfachatez de los poderosos que se doblegarán ante el amor a la vida y la verdad que nos convoca. Palabra ungida de vino y rasgueo de guitarra, en abrazos que renuevan el aliento y la esperanza; palabra fraterna y clara, sin la banal pretensión de la gloria y el flash en los altos salones. Palabra con luz propia, sin superfluas luces de neón ensalzando su silueta ; palabra auténtica sin poses, desmesurada y franca ; altiva pero generosa ; beligerante y nunca desdeñosa.
Palabra que cifra su estatura en la vergüenza ética que nos impide el silencio sospechoso ante la ignominia que padecen millones de seres sobre la tierra. Palabra libertaria que sólo calla para escuchar el rumor del mar, la risa suelta de los niños, la guitarra que allana los caminos y le acompaña en la noche de los sueños para renovarse y volver de nuevo a enfrentar en el día a día los rigores de la época. Desde la crudeza que nos permita reconocer el caudal de variantes, de estrategias para derrotar al enemigo ; a los portadores del odio que se ceba en los desposeídos, como manifestación de su profundo desprecio por la vida y enfermiza adoración al poder con todas sus aberraciones. Éste es el espíritu de la palabra que construyen decenas de mujeres y hombres que no sucumben ante el endeble pero seductor andamiaje de los escaparates, de los reflectores que perfilan el abismo de la conciencia. Espíritu no conquistado por los honores disfrazados con toga y birrete postulando una verdad de cucaña, falsos reductos de ideas contaminantes, alejadas de la realidad que sin pudor reproducen los pseudoprofetas instaurados en las confortables recámaras de la metáfora pétrea, del artificio superfluo. Espíritu no rendido a la ornamentalidad como derroche que evidencia en su práctica misma la postura depredadora que nos remite a los mercados que imponen el consumo desenfrenado como paradigma de éxito.
La palabra que nos tocó la fibra en los frescos patios blancos de Moguer por estos cuatro días y sus noches que desde ya anuncian futuros encuentros es aquella que sin ambages ni arandelas, sin afeites, aunque cargada de poderosas dosis de agudeza y de belleza real, va tejiendo. Tejiendo como hormiga arriera sutiles redes de solidaridad, de resistencia, de aprendizaje, de entrega, de generosidad sin límites, de incesante reflexión y estudio del mundo, del cosmos, del ser humano y su realidad. Salud, Antonio Orihuela, por esta década de entrega a tu inapelable destino de agitador de sueños colectivos, que sin duda cada año sumará nuevos camaradas que acompañarán y continuarán tu noble labor, tu alto destino, poeta de Moguer.