Memoria histórica del más grande existencialista norteamericano
Por: Williams Burroughs*
*(1970)
Kerouac era un escritor. Esto es, él escribió. Mucha gente que se llaman a si mismos escritores y tienen sus nombres impresos en libros, no son escritores y no pueden escribir -la diferencia entre ser un torero que pelea contra un toro es diferente al torero que hace verónicas con ningún toro presente. El escritor ha estado allí o no puede escribir nada acerca de ello. Y yendo allí arriesga ser corneado. Por esto quiero significar lo que los alemanes llaman el Tiempo Fantasma : por ejemplo, un mundo fantasma tan frágil como la edad del jazz de Fitzgerald -todos los hombres tristes, fuegos nocturnos, soñadores de invierno, frágiles, frágiles como una foto tomada cuando contaba con 23 años -. Fitzgerald, poeta de la era del jazz. Fue allí y lo escribió y trajo de regreso para toda una generación: escribió La Era del Jazz. Una entera generación migratoria creció desde En el Camino hasta México, Tanger, Afganistán, India.
¿Qué son los escritores?, y limitaré el uso de este término a los escritores de novelas, que tratan de realizarlas. Ellos están tratando de crear un universo en el cual hayan vivido o donde les hubiese gustado vivir. Para escribir ellos deben ir allí y someterse a una condición que probablemente no hubiesen convenido. Algunas veces, como en los casos de Fitzgerald o Kerouac, el efecto producido por un escritor es inmediato, como si una generación estuviese esperando por ser escrita. En otros casos, puede que haya un tiempo de rezago. La ciencia-ficción tiene un camino para convertirse en verdadera. En todo caso, escribiendo un universo el escritor hace a ese universo posible.
Esta es una pregunta abierta para todos los escritores de rango extendido, ¿qué tan útiles pueden resultar para sus trabajos actuar fuera de sus escritos en la llamada vida real? Esto depende de la forma en que se entre en ello: ¿usted está haciendo su universo más parecido al universo real, o está atrayendo lo real hacia usted?
En Vanity of Duluoz Kerouac dijo: "No soy, no soy salvo un espía en el cuerpo de alguna persona pretendiendo jugar estos tontos juegos de arena de niños en un campo de vacas cerca de la iglesia de Santa Rita…". Cuando lo conocí por vez primera en 1944 Jack Kerouac sabía lo que es escribir. Tenía entonces 21 años; ya había escrito un millón de palabras y estaba completamente dedicado a su comercio elegido. Fue Kerouac quien continuó diciéndome que yo debería escribir un libro -el que finalmente escribí- y llamarlo The Naked Lunch ("El Almuerzo Desnudo"). Nunca había escrito nada luego de la secundaria y no me pensaba a mí mismo como un escritor y se lo dije. "No tengo talento para escribir…".He tratado algunas veces, una página tal vez. Leer siempre me ha producido una especie de fatiga, disgusto y aversión hacia esa forma de actividad, como una rata de laboratorio debe experimentar cuando elige el pasadizo incorrecto y obtiene una aguda reprimenda de una aguja en su centro de disgusto. Jack insistió suavemente que yo escribiría un libro que se llamaría The Naked Lunch. A lo que yo repliqué: "No quiero escuchar nada de literatura".
Tratando de acordarme cuándo y dónde esto fue dicho es como tratar de recordar un revoltijo de viejos filmes. Los años 40 parecen siglos atrás. Veo aquí un bar en la calle 116 y en una escena 5 años más tarde en otro siglo, un marinero se bambolea en el bar sobre un borrador de The Naked Lunch y me acusa - creo que allí estaban Allen Ginsberg y John Kingsland- de hacer una referencia agraviante a la Armada Suiza. Kerouac era bueno en estas situaciones pues básicamente no era hostil. O era en Nueva Orleans o en Algiers para ser más precisos, donde viví en una casa a orillas del río, más tarde fue en México en el lago del parque Chapultepec…había allí una isla con miles de buitres patéticamente arraigados. Estaba shockeado por este panorama de escritor. Un detective privado, un traficante, un criminal...Me siento miserable ante todos estos llamados, pero a un escritor no debe importarle el éxito o el fracaso, sino simplemente la observación y el recordar. En aquél tiempo yo no estaba buscando material para un libro. Simplemente no estaba realizando nada que fuese suficiente para vivir de ello. En este aspecto Kerouac lo hacía mejor que yo. No le gustaba pero lo hacía: trabajó en el ferrocarril y en fábricas. Mi tiempo récord en un trabajo en una fábrica fue de cuatro semanas. Y tuve la distinción de ser despedido de una fábrica durante la Segunda Guerra Mundial.
Quizá Kerouac lo hizo mejor porque él vio sus interludios en el trabajo simplemente como un significado para comprar tiempo para luego escribir. Díganme cómo muchos libros han sido escritos…podemos asumir usualmente diez veces esa cifra postergándola o tirándola…y les diré cómo él gastaba su tiempo. Cualquier escritor gasta una buena parte de su tiempo solo. Y esa es la forma en que yo recuerdo a Kerouac: como escritor hablando del escribir o sentado en un rincón tranquilo con la libreta de apuntes, escribiendo en forma corriente. También era muy veloz con la máquina de escribir. Uno sentía que estaba escribiendo todo el tiempo; esa escritura era lo único en que pensaba. Nunca deseaba hacer otra cosa.
Si pareciera que estoy hablando más de mí que de Kerouac, es porque estoy tratando de decir algo acerca del comercio de escribir y también algo acerca del particular papel que Kerouac cumplió en el guión de mi vida. Yo había perdido el interés como un niño en la escritura, quizá porque no estaba capacitado para enfrentar lo que todo escritor debe hacer frente: toda la mala escritura que tendrá que hacer antes de que escriba algo bueno. Sería un ejercicio interesante recolectar la peor escritura de cada escritor, que simplemente demuestra la presión bajo la cual se encuentra un escritor para escribir mal, esto es, no escribir. Esta presión, por supuesto, es en parte el propio condicionamiento del escritor desde su infancia al pensar (en mi caso) como un americano blanco protestante o (en el caso de Kerouac) pensar como un católico franco-canadiense. Existen muchas otras presiones de los bien consolidados grupos de presión en los grandes negocios y en los medios masivos de comunicación.
Sin embargo, los escritores son potencialmente muy poderosos. Ellos escriben el guión para el filme de la realidad. Kerouac abrió un millón de cafeterías y vendió un millón de jeans Levis para ambos sexos. Woodstock se eleva de sus páginas. Ahora si los escritores se juntarán todos en un gremio fuerte de verdad, tendríamos el derecho mundial sobre las palabras del mundo. Podríamos escribir nuestros propios universos, y ellos serían tan reales como una cafetería o un par de pantalones Levis o una promoción en la era del jazz. Los artistas podrían tomar el estudio donde se filma la realidad. Así que no debe serles permitido encontrar que puedan hacer que ello realmente suceda. Kerouac entendió esto mucho antes de que yo lo comprendiera. "La vida es un sueño", dijo.
"Mi registro de nacimiento, los registros familiares de mi nacimiento y mis archivos de orígenes, mis registros atléticos en los recortes de diarios que poseo, mis propias libretas de apuntes y los libros publicados no son reales en absoluto, mis propios sueños no son sueños en absoluto sino productos de mi imaginación de caminante…". Este es entonces el mundo del escritor: el sueño hecho para el momento actual en papel que usted siempre puede tocar en el final de El Gran Gastby o En el Camino. No es que estoy comparando ambos trabajos, pero ambos expresan un sueño que fue tomado por una generación. La vida es un sueño en donde la misma persona puede aparecer varias veces en diferentes papeles.
En 1945 o más o menos para esa fecha, Kerouac y yo colaboramos en una novela que nunca se publicó, y realmente es difícil acordarse de qué se trataba; el manuscrito se perdió. Algo del material cubierto por este opus perdido fue luego utilizado por Jack en The Town and the city ("El Pueblo y la Ciudad", 1950) y en Vanity of Duluoz. En ese punto el principal, anónimo y gris personaje William Lee estaba tomando forma. Lee, que está allí justo lo suficiente para ver y escuchar lo que él necesitaba escuchar y ver para algún personaje que utilizaría veinte o treinta años después en su escritura. No, no estaba allí como un detective privado, o un cantinero, o un granjero algodonero, o un trabajador lujurioso, o un exterminador; él estaba allí en su plena capacidad como un escritor. Yo no lo supe hasta después. Parecía que Kerouac había nacido sabiendo. Y me dijo lo que yo ya sabía, que es la única cosa que se puede decir a cualquier persona. Más tarde o más temprano, no se puede salir a pasear junto al tierno criminal.
Estoy hablando de que el papel que Kerouac jugó en mi guión, y el papel que yo jugué en el suyo no puede ser inferido del retrato pomposo y enigmático de Hubbard Bull Lee, quienes prontamente se adaptaron a las escenas entre Carl y el doctor Benway en The Naked Lunch. Quizá Kerouac sintió que yo no lo incluí entre mis protagonistas, pero por supuesto él es el anónimo William Lee como fue definido en nuestra colaboración: un espía en el cuerpo de algún otro donde nadie sabe quién espía a quién. Sentado en un porche estaba allí en su entera capacidad como un escritor y este era el lugar de nacimiento donde Kerouac parecía que nació sabiendo...es lo único que uno puede contar. Con el tierno criminal un joven dolor sonríe... (Incontestable. Póstumo). Esto lo estoy escribiendo tal como lo recuerdo a él escribiendo en la mesa de una cafetería. Rápido en la máquina de escribir. Años antes de que yo conociera a Kerouac, el personaje William Lee estaba tomando forma y me dijo repetidas veces que yo debería escribir bastante para ver y escuchar lo que él estaba haciendo, colaboración, titulada fabricar Último Crepúsculo Blanco. El doctor Benway me dijo lo que yo ya sabía.
"¿Está usted bien? Más tarde o más temprano no podrá caminar".
"Yo soy el doctor..."
Kerouac y yo no somos reales en absoluto. La única cosa real acerca de un escritor es lo que ha escrito y no su así llamada vida.
Y todos nosotros moriremos y las estrellas seguirán saliendo una detrás de la otra.