La poesía de Guido Oldani
Por: Martha Canfield
(LietoColle)
La poesía de Guido Oldani, y en especial este poemario dedicado a su ciudad y al mundo prosaico de nuestro presente industrial y capitalista, sorprende al lector con un lenguaje al mismo tiempo rítmico y experimental, difícil combinación que constituye un verdadero desafío para el traductor. Sus endecasílabos, de ritmo cadencioso y regular, su recurso a la rima y un constante juego de homofonías, combinados con una sintaxis transgresiva y un gusto por la metáfora desacralizadora, crean un fuerte impacto en el que se conjugan la musicalidad y la ruptura, caricia y desconcierto, realismo despiadado y poético consuelo. Así, la zolla nera ("terrón oscuro") que va formando la dolce betoniera ("dulce hormigonera"), establece desde la primera composición el ámbito del referente inmediato y de su significado trascendente: la obra de "dios padre" es - en nuestra vivencia cotidiana - esa materia negra y a-poética que se encarna en el petróleo y a partir de la cual la vida es sobre todo lucha y el cielo una jaula habitada por aves de rapiña. La tendencia general a la cosificación, típica de nuestro mundo, aparece aquí exasperada en la humanización de las cosas, por lo cual los camiones tienen piernas y barriga, los dos seres que se sientan cerca son en realidad dos abrigos y en el río emblemático que transporta las vidas se reconocen solamente objetos, que se deslizan, corren, se adelantan; y cuando no son objetos son kafkianos insectos repugnantes - cucarachas - en conflicto con humanos degradados - el borracho que encima le vomita. En esta aguda y despiadada representación de lo real, la centrifugadora es tal vez la imagen principal que resume y condensa la visión del autor y con ella, en efecto, se concluye la construcción poética.
La poesía de Oldani atrapa al lector, decíamos, por la eficacia sin concesiones de su lenguaje, por la crudeza y novedad de sus imágenes, mientras su musicalidad áspera y rítmica y su originalidad inventiva le ofrecen un punto de apoyo y de conforto en el que se cumple la clásica y tradicional función catártica. En ella se justifica y halla su misma razón de ser esa poesía.
El pasaje del italiano al español no es nada simple. Las dos lenguas, en un sentido tan cercanas, y en realidad tan diferentes, imponen modulaciones específicas que el traductor ha tenido que buscar, sacrificando a menudo recursos eficaces del original. Hemos mantenido el ritmo respetando la elección del endecasílabo, aunque a veces, por exigencias de fidelidad al contenido, nos hemos concedido alguna pequeña licencia: el endecasílabo hipométrico (de diez sílabas con acento en la 5a), por ejemplo, o el hipermétrico (de doce sílabas con acento en la 7a). Hemos tratado de mantener en lo posible el tejido homofónico y el recurso a la expresión irónica o desenfadada o coloquial y hemos privilegiado un español panhispánico, más americano que peninsular.
Nos gustaría pensar que el lector de lengua castellana recibirá con estos versos - tal como el lector italiano - una imagen desencantada y veraz de su habitat urbano y un consuelo espiritual y estético llevado por la palabra armónica.
Noticia sobre el Autor
Guido Oldani nació en Melegnano, provincia de Milán, en 1947, y allí reside actualmente. Ha publicado en las principales revistas literarias italianas, como Alfabeta, Paragone, Poesia, Il Belpaese. El suo poemario Stil-nostro (ed. CENS, 1985) fue prologado por Giovanni Raboni. Su segundo libro, Sapone (2001), fue publicado por la revista internacional Kamen, en ocasión del décimo aniversario de su actividad editorial. Está presente en varias antologías, a saber: Poesia italiana (1952-88): la via lombarda (Marcos y Marcos, 1988), Il pensiero dominante (Garzanti, 2001), Tutto l'amore che c'è (Einaudi, 2003), 80 poeti per gli 80 anni di Luciano Erba (Interlinea, 2004). Algunos de sus textos han sido traducidos en inglés, alemán, rumano y húngaro. Es responsable de las cuatro ediciones del anuario de Poesia (del editor Crocetti) y ha colaborado en las páginas culturales del semanario Tuttolibri del periódico La Stampa y de Agorà del periódico Avvenire. Ha formado parte de la delegación que representara a la poesía italiana en Nueva York en el año 2000. Colabora con el Politécnico de Milán y con la Fundación Il Fiore de Florencia, dedicada a la difusión internacional de la poesía. Para el teatro ha hecho una reducción de la tragicomedia de Carlo Porta y Tommaso Grossi: Giovanni Maria Visconti duca di Milano, y también de La Ninetta del Verzèe, del mismo Carlo Porta.
Han escrito sobre él, entre otros: Maurizio Cucchi, Luciano Erba, Enzo Fabiani, Giancarlo Majorino, Daniele Maria Pegorari, Antonio Porta, Giovanni Raboni, Angelo Romanò, Tiziano Rossi, Francesco Sberlati y Mario Spinella.