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La Paz en el Reino del Olvido

Fotografía de Luis Vidales

Por: Álvaro Miranda

¡La  indiferencia  es otra  enfermedad   de transmisión social¡ Reza  una  caricatura. A   partir de esa  condición   se obnubila  toda  una  generación  de colombianos  que  solo  asocian la Paz  con una palomita  blanca  que  como un logo  indeleble   queda  no  mas que en eso:   Una  paloma  trazada  en  carboncillo.

 

 

La  memoria  de  las generaciones  recientes  se hace muy frágil y  susceptible  a desconocer  el pasado  reciente y sus protagonistas. Ante la  huracanada  cantidad  de información  no se lee  la  historia  de este país.

El 16 de marzo de 1919, los artesanos de Bogotá se tomaron las calles de la ciudad, elevando sus voces de protesta ante una medida tomada por el entonces presidente Marco Fidel Suárez, por la cual se contrataba en el exterior la confección de unos uniformes para las Fuerzas Armadas. El choque con la policía no se hizo esperar, y la sangre corrió libre por las vías de la capital. El saldo: 7 muertos, 15 heridos y un eco, que rebotando en las paredes se dejaba escuchar "¡viva el socialismo!".

Aquel día se dice que el movimiento socialista   cobró sus primeras víctimas en el país, pero además del recuerdo de aquella fecha, también quedó  para años posteriores  en la memoria de aquellos que lograron sobrevivir, la voz poderosa de un joven de apellido Gaitán, que desde sus primeras intervenciones dejó bien claro que llegaría muy lejos.

El 23 de enero de 1898, en el seno de una modesta familia en Bogotá, Manuela Ayala y Eliécer Gaitán nació Jorge Eliécer Gaitán.

La  historia fue revelando, desde la segunda década del siglo  xx ,a colombianos  adelantados  y  muy  profundos pensadores y escritores como Gerardo Molina, Antonio García, Darío Samper y  el poeta Luis Vidales que protagonizaron  y  fueron  testigos de las convulsiones de la historia nacional.  Esas cuatro vidas  que no son tema de investigación ni de estudio   son  negados dentro de los hilos de una urdimbre que buscò tejer aspectos de la historia  desde la mezquindad de ideas  de  las academias.

De  paz  y  de  contiendas  y sus detalles  se  llenaron pàginas en los periodicos, sin lograr  la salvaguarda de las infinitas grietas por donde se armò la arqueología personal  en las regiones de una  Colombia fragmentada por las cordilleras .

 El poeta de la Generación de los Nuevos  Luis Vidales se descubre como un ser de carne y hueso, metido segundo a segundo en un  surrealismo que estaba lejos de lo conceptual y que por el contrario, se hallaba muy ligado a los episodios de lo cotidiano  pero  lleno de presentimientos   de ese calor violento  de las décadas siguientes. Luis Vidales  retrae sucesos que a comienzos del siglo pasado hacen evidentes un país muy atrasado. Al describir la Bogotá del autor de Suenan timbres en los años 20, recuerda  una vieja entrevista donde  resurgia con humor.

La excentricidad   y revolución de los versos del poeta nacido en Calarcá: “la gente era muy retrasada – recordaba Vidales - aquí atacaron las películas de Chaplin, la chusma no quería dejar ver en el teatro Olympia ‘La quimera del oro’. Era el colmo. Les cuento que tuve que darme puños en la calle por mis versos y mis hermanas llegaban llorando, me pedían que no escribiera más versos, porque las habían insultado en la calle”. Gerardo Molina ,Antonio Garcia y Dario Samper dejaron enseñanzas, propusieron cambios, modificaron leyes, construyeron imágenes del país a través de las letras y desde diversos ángulos de la opinión hicieron tambalear levemente al establecimiento que en veces los aplaudió, los congratuló, los persiguió y como siempre dejó listo el camino para que fueran olvidados.

Para ganarle la batalla a la indiferencia  y al  olvido , los  poetas  y novelistas contemporaneos  han tomado  su  palabra  como el arma  mas contundente  contra esta  dosis de violencia  que pareciera  tomada por  todos los niños  en la primera  compota  de mango  que  nos  dieron antes de los primeros pasos y  para siempre.   Es asi por ejemplo la novela LOS  EJERCITOS de Evelio Jose Rosero que  sucede en un pueblo  llamado  San José (puede ser cualquier otro), donde el escritor escenifica un fino y denso tramado que devela nuestra infortunada realidad. “Y a Ismael protagonista le llega el momento fatal, que también ha atropellado a miles de colombianos sumergidos en una guerra de verdad: de muertos, de familias trocadas, de secuestros o retenciones, por ejércitos invisibles que aparecen impunes entre las sombras. Rosero, por medio de un drama individual, logra universalizar algo que está desfigurando a Colombia hace más de 50 años.”esto  lo   comparto  de un comentario critìco y sentido del escritor Alfonso Carvajal y que  nos da desde la literatura esa imagen de país que  cambiarà  a partir  de cuando comience a gatear el  acuerdo de paz que  se lleva adelante  en la Habana.

Publicado en junio 13 de 2014

Última actualización: 06/03/2019