Entrevista con Derek Walcott
Por:
David Huerta
Traductor:
Tanya Huntington y Álvaro Enrigue
Tomado de Letras libres
Derek Walcott, "el hombre gracias al cual vive el idioma inglés", según afirmara Joseph Brodsky, nació en 1930 en Castries, capital de Santa Lucía. El padre deWalcott fue un pintor, hijo a su vez de un inglés y de una nativa de raza negra; su madre, una descendiente de esclavos con una cepa de sangre holandesa. De élheredó su gusto por la pintura y la poesía; de ella, su afición por el teatro. En 1985 le dijo al poeta Edward Hirsch:
Mi familia siempre tuvo interés en el arte. Como provengo de una familia metodista en una isla católica francesa, nos sentíamos un poco acosados... Crecí en un lugar en donde si uno aprendía un poema, lo gritaba, losniños lo gritaban y lo actuaban y lo recomponían y lo embellecían. Si uno quería aproximarse a ese estallido, a ese poder del lenguaje, no podía lograrlo con una vocecita modesta que le murmurase algo a algún otro.
Por boca de Shabine, el poeta-narrador de la Goleta Flight, uno de sus poemas de mayor aliento, Walcott nos brinda un nítido autorretrato:
Sólo soy un mulato que ama la mar.
Recibí una sólida educación colonial.
Hay en mí del holandés,
del negro y del inglés.
Y: o soy nadie o soy una nación.
Educado en la Universidad de Trinidad, Walcott fundó en esa isla, en compañía de su hermano Roderick, el Taller Trinitario de Teatro, en cuyo escenario han sido representadas muchas de sus propias obras dramáticas. A la edad de 18 años era ya autor de un libro: Veinticinco poemas. No obstante, el primer volumen importante de Walcott, por lo que hace a su desarrollo como poeta, es de 1973 y se titula Otra vida. Estamos ante una saga lírica a lo largo de la cual Walcott dramatiza los conflictos que lo movieron a dejar el Caribe. Pues ni qué decir que Walcott, tanto en sus dramas como en sus poemas, expresa una honda preocupación por la identidad de las Antillas y por su literatura.
Los libros de madurez de Walcott (Uvas de playa, 1976, El reino del caimito, 1979 y El dichoso viajero, 1982) revelan a unpoeta dueño de las riendas del idioma, capaz de fundir la dicción de sus maestros —los poetas isabelinos, los jacobeos, lo mismo que Tennyson, Yeats, Hardy, Robert Lowell— con sus personales impulsos. En Canícula, aparecido en 1983, Walcott se regodea exhibiendo a lolargo de ochenta páginas esa soltura que se adquiere cuando forma y oficio han pasado a ser una segunda naturaleza.
En 1990, Walcott publicó en Nueva York y Londres simultáneamente, al igual que otros de sus libros, el extenso poema narrativo titulado Omeros (siete libros divididos en 64 capítulos; cada uno de ellos compuesto de tres cantos, cuya suma rinde 320 páginas de tercetos). En este poema, Walcott no sólo reinterpretó la sustancia de las grandes leyendas de Occidente, sino que, por así decirlo, las recreó imaginándolas en profundidad: "El arte antillano —escribió Walcott en su alocución de recepción del Premio Nobel en 1992— es esa restauración de nuestras historias hechas añicos, nuestros cascos de vocabulario; así, nuestro archipiélago es el sinónimo de los pedazosseparados del continente originario.Esta es la manera precisa de componer poesía; o mejor dicho: no de componer,sino de recomponer". En la entrevista que le hizo Hirsch, Walcott comentó:
"Toda situación en el Caribe es de ilegitimidad. Si admitimos de entrada que no hay deshonra en la ilegitimidad histórica, entonces podemos ser hombres. Pero si seguimos refunfuñando y diciendo: "Mira lo que el amo ha hecho con nosotros", etcétera, jamás maduraremos. Mientras sigamos sentados haciendo gestos o escribiendo poemas y novelas que glorifican un pasado inexistente, el tiempo seguirá pasando de largo para nosotros. Permanecemos en una sola disposición que está sumamente arraigada en la escritura caribe: una especie de raspadura y soba de una vieja aflicción. No es porque uno quiera olvidar; al contrario, uno acepta, tanto como cualquier persona lo haría, que una herida es parte de nuestro cuerpo. Pero eso no quiere decir que uno tiene que pasarse toda lavida restañándola".
Omeros, obra ampliamente elogiadapor la crítica, puede decirse que es la asunción de esa herida y, asimismo,la tentativa de reunión de los múltiples elementos de la cultura antillana en unanarración emblemática que prolonga, innovándolo, el texto canónico homérico.
Sin duda, como ha señalado Stephen Breslow, Walcott proporciona uno de los más ricos modelos de multiculturalismo genuino. No en vano Walcott ha expresado: "Mi nación es la imaginación". — José Luis Rivas
David Huerta: ¿Se puede hablar —pensando en Aimé Césaire, Saint-John Perse y los demás poetas de diferentes lenguas del Caribe— de una tradición poética caribeña?
Derek Walcott: Estoy pensando en Martinica. Preguntaste por la poesía específicamente, pero se me ocurren escritores como Fanon (y sin duda Édouard Glissant, un buen poeta y novelista) y Chamoiseau, quien ha escrito un libro llamado Texaco que, creo yo, es una obra maestra. El hecho de que Martinica tenga a Césaire, Chamoiseau, Glissant y Fanon es realmente impresionante, pensándolo bien. En términos de la poesía del Caribe, casi tendría que ir de isla en isla, de lengua en lengua y, por lo tanto, de manera min&uacut
DH: Sí, pero de cualquier forma existe esta lengua —supongo que popular— que es el inglés y que funciona como una lingua franca, una lengua que todos pueden más o menos entender. Y junto con el inglés hay nuevas lenguas, como el papiamento, el creole o el patois.
DW: Casi todas las islas son bilingües. En Trinidad, por ejemplo, conviven culturas diferentes. Tienen lo chino, lo hindú y lo musulmán. Cada isla carga esta mezcla que sigue y sigue. Y si estás picado con las lenguas, entonces descubrirás muchas distintas pasando por el Caribe, incluyendo, digamos, el dialecto de Jamaica, que es en realidad la lengua jamaiquina. Todo es muy enriquecedor; la situación es de opulencia vital, porque tienes mucho de dónde escoger en términos de melodía.
DH: Mencioné también a Saint-John Perse, de quien José Luis hizo una enorme traducción al español de la obra poética completa.
DW: ¿Hiciste eso? [Rivas está presente]. ¿No tienes nada mejor que hacer? [Carcajada]. Eso es fantástico, "Images à Crusoé" y "Pour fêter une enfance" fueron los primeros poemas que conocí de Perse: son poemas hermosos. Aun cuando, como me dijo un poeta de Martinica alguna vez, Perse "es un hombre blanco": mais c'est un blanc. [Risa]. El otro, el tardío Saint-John Perse, creo, fue un poco desbordado. Un día hablé sobre él con Joseph Brodsky, y dijo —Joseph podía ser muy duro: "Bueno, no sé: lluvia, niebla, nieve, hielo" [Risa]. Pero es poderoso. Bueno, Anabase es maravilloso. Y ha sido una enorme influencia para mí.
DH: Me interesa mucho en tu trabajo la influencia francesa, dado que en mi opinión los críticos literarios enfatizan la veta inglesa en tu poesía, no sé si a propósito o no. "La manera en que Walcott maneja la lengua inglesa es sublime, pero al parecer no se halla muy cómodo en ella", dijo alguna vez un crítico literario. ¿Qué opinas de ese comentario?
DW: ¿Cómo dirías en español he can kiss my ass?... Ya en serio: me ha tocado algo de eso, y de algún modo me sigue tocando. Me he enfrentado a esa postura; a veces me han preguntado, o se ha insinuado en la crítica, cuál es mi lengua materna, y yo respondo: hablo inglés, escribo en inglés, mi lengua materna es el inglés. Allí no hay ningún problema, yo no pienso en creole francés. Esa forma de pensar de la crítica nunca va a desaparecer por completo, queda por ahí algo de no ser inglés y sin embargo escribir en inglés que los ingleses consideran como curioso, como si fueras el mejor alumno de su escuela. Hay mucho de condescendiente... La vibración que recibes en esta conversación es muy distinta de la que habría si estuviera hablando con poetas ingleses, o estadounidenses. Esta actitud hacia las raíces caribeñas persiste como un residuo en la crítica que sale de Inglaterra o de los Estados Unidos. Es una lucha continua. No tiene importancia, pero existe.
DH: Brodsky ha escrito: "La cobardía mental tanto como espiritual, evidente en esos intentos de retratar a este hombre como un escritor regional, puede explicarse por la resistencia de la crítica profesional a conceder que el gran poeta de la lengua inglesa es un hombre negro". Me impresiona esa frase. Es lo contrario de aquella afirmación de no hallarse cómodo con la lengua inglesa, y viene desde los márgenes, por así decirlo, desde Brodsky.
DW: Mi libro más reciente es de coplas, coplas rimadas. Cualquier persona que ve eso en Inglaterra o Nueva York, inmediatamente se pregunta por qué escribo de manera tan anticuada. En un principio, la tradición de la cual formo parte utiliza esa forma métrica, el calipso, pero eso no importa aquí; lo interesante es que, de alguna forma, el centro, el presunto centro de una cultura, continuamente se las arregla para decirle a las personas fuera del centro cómo deben adoptar un estilo. Si trabajas con una forma sencilla, vamos a decir que estás en Guadalajara y quieres escribir una oda que se basa en Píndaro, alguien te va a preguntar, tal vez desde algún centro, por qué escribes así. "¡Es tan anticuado!" Es muy parecido a lo que pasa con la pintura. Creo que la tradición europea no acepta a pintores mexicanos como Rivera porque son una especie de contradicción de la pintura del Renacimiento. Por lo tanto, pueden ser etiquetados como mexicanos. El concepto lineal, la idea jerárquica de lo que el arte es, deja a los muralistas de lado, o como un paralelo al desarrollo del arte mundial. Tienes que estar despierto, porque básicamente nunca sabes si te van a colocar en el centro o no. Es cierto que la herencia lineal del arte es siempre, y esto no es ninguna noticia, juzgada desde el centro. No puedes poner a Rivera junto a Della Francesca, no. Tiene que ser Della Francesca y un paralelo. Esto siempre va a ser así y no tiene, finalmente, ninguna consecuencia, pero puede afectar al siguiente escritor, al siguiente pintor.
Publicado el 18 de diciembre de 2017