Declaración sobre la docencia
Por: Katharine Coles
I Encuentro de Directores de Escuelas y Talleres de poesía
Durante la última semana de junio de este año, la Corte Suprema de los Estados Unidos, en su mayoridad nombrada por el partido Republicano, sostuvo la legalidad de contraer matrimonio para toda pareja adulta, y nuestra Casa Blanca se vio bañada en los colores del arco iris. La Corte afirmó el movimiento (sí, lento e inadecuado) hacia la salud universal en nuestro país y falló en contra de la discriminación institucionalizada en vivienda.
Mientras tanto, cerraba el junio más caliente de toda la historia en mi ciudad de Salt Lake, un mes que siguió el invierno más caliente que jamás se ha conocido. Un ejemplo del cambio de clima vuelto visible es los cartuchos que siembro cada año en la entrada – como anuales porque el frio es demasiado fuerte para que sobrevivan el invierno—estaban retoñando como si fueran perenales. Hasta que empecé a ponerles atención, no sabía que eran siquiera.
Mientras tanto, enterrábamos a las víctimas de un crimen terrorista de odio en Carolina del Norte, en honor a quienes nuestro Presidente afro-americano cantó una versión desafinada y hermosa de “Amazing Grace”, una canción escrita por un vendedor de esclavos que se volvió abolicionista después de recobrar la vista, lo cual no pude ver ni escuchar sin llorar. Mientras tanto, la violencia que se ha tragado al mundo—violencia en la que mi país está profundamente implicada—continuaba.
Mientras tanto, los neuro-cientificos alegan en el New York Times acerca de si los cerebros funcionan como computadores. Los líquenes quizás no son inmortales. Cuba y los Estados Unidos vuelven a abrir sus relaciones diplomáticas. Mientras. Mientras.
Ustedes quizás se preguntan, esto ¿qué tiene que ver con mi experiencia como educadora?
Si todos estos eventos me interesan, creo todas estas cosas deberían estar en mis poemas, quizás al mismo tiempo. Creo que la poesía es el arte que nos dice, como lo expresa Mark Strand, “en medidas palabras, exactamente donde estamos.” Creo en la poesía como un mecanismo no para explicar sino para percibir y entender el mundo en que vivimos. Funciona para mí como mis ojos, oídos, y manos funcionan, como un órgano sensorial, el órgano de mi continua educación humana.
Si, como Martin Luther King nos dice, “el arco del universo moral es largo, pero se dobla hacia la justicia,” una de las maneras que lo hacemos doblar es a través de la poesía—a través de su disciplina, su habilidad de atender y de ver, por la manera que forma nuestras percepciones, por su compromiso con la verdad.
Compromiso con la verdad, no importe como de complicada o difícil: si, como creo yo, este asunto está al corazón de lo que es la poesía, también tendría que estar al corazón de lo que sería nuestra docencia. ¿Pero uno cómo enseña esto? ¿No sólo usar el corazón como un órgano sensorial, sino diseñarlo como tal desde el comienzo?
Cómo enseño la poesía surge de mi propio trabajo y mi relación con mi trabajo. Por esta razón, siempre está evolucionando, a medida que evoluciono como poeta y a medida que cambian mis prioridades. Esta docencia empezó estrictamente como práctica académica.—primero como alumna de posgrado, luego como profesora—comprometiendo estudiantes desde el universitario de primer semestre hasta los candidatos de doctorado más avanzados. Eventualmente me convertí en directora, liderando una pequeña facultad en letras del Westminster College, luego por algunos años como directora del programa de creación literaria de la Universidad de Utah. En estos puestos, mi enfoque no era imponer mi propia visión ni mi voluntad pedagógica sino en atender y canalizar, y responder a las visiones de otros profesores y alumnos que estaban en el programa. Especialmente como Poeta Laureada de mi estado de Utah, me he involucrado con la docencia en la comunidad, trabajando con niños de colegio, jubilados, grupos de iglesia y grupos de poesía, y jóvenes y adultos en cárceles. Cada una de estas poblaciones es diferente, y cada llega con expectativas y deseos diferentes a los salones. Para mí, aunque la manera sea diferente, el objetivo siempre se alinea.
In mi tesis para este evento, dije, “El poema crea el espacio en que el cambio se cumple.” En esto, el poema aporta el espacio para cada poeta, cada alumna de la poesía (me incluyo a mí misma, todos los días), para que ella se transforme, para lograr el cambio interno que significa una diferencia en el mundo. ¿Cómo entonces, enfrenta este problema la docente: llevar a los estudiantes, que muchas veces quieren más que todo forjarse en lo que esperan será su versión final (no sospechan), como lograr que mantengan esa actitud abierta al que se necesitan aferrar para que su poesía tenga la posibilidad de mantenerse como algo vivo en este mundo?
“Para triunfar al fin,” sigue la tesis, “el poema tiene que volverse su propio ser, sujeto como todos nosotros al cambio con cada encuentro. El cambio ocurre mientras que el poema conecta el poeta al mundo a través de la percepción y el pensamiento.”
Los poetas y los alumnos de la poesía tienen que aprender y reaprender continuamente el acto de percepción, de conectarse y conectar a su poesía a través de la atención y la gracia de ver lo que el mundo ofrece. Si el poema es un acto de poner atención, como yo creo que lo es, entonces primero tengo que ayudarle a mis alumnos a aprender a estar atentos, de manera muy cercana y precise, a los mismos poemas: primero a los poemas de los demás, luego (y esto es más difícil) sus propios poemas. Una vez que son capaces de hacer esto (aunque aprender y reaprender cómo hacerlo es un proceso de toda una vida), intento ayudarles a aprender como usar poemas, esos lentes hermosos y ciertos, para enfocar su atención sobre el mundo, que los incluye pero también existe más allá de ellos, y para trazar lo que ven. Dentro de esta construcción elaborada—el cuidadoso y enamorado armar del instrumento, luego su uso para percibir y entender—construir presiones para el cambio. Este, para mí, es el objetivo final de la educación poética, que empieza con el poema mismo, sus técnicas y hábitos, y sus atenciones radicales.
Publicado el 6 de agosto de 2015