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La batalla del lenguaje y la palabra poética

Por: José Muchnik

1. Lenguaje comunicación y poder: Humanismo o Barbarie en los comienzos del tercer milenio.

Desde sus orígenes los seres humanos tuvieron necesidad de comunicar con otros seres humanos para organizar su vida en sociedad. Sin lenguajes no hubieran sido posibles leyes, ni códigos, ni mitos que trasmiten los valores y creencias de diferentes culturas. En su comienzo, lenguaje de manos, gritos y gestos acompañando voces que devienen palabras cuando los grupos humanos le acuerdan un sentido común a las mismas. Luego, casi ayer, la escritura, sobre tablas de arcilla, piedras o pergaminos, los hombres trasmitiendo relatos y saberes. Ya comenzado el tercer milenio, en la “era digital”, la informática complejizó aún más los lenguajes y sus formas de transmisión. La batalla por el sentido que se le asignan a palabras y expresiones se presenta en cotidianos espectáculos, las imágenes / logos / emojis… con su fuerza simbólica, se asocian a los lenguajes existentes, confiriendo una nueva dimensión a las formas de comunicación. Las “fake news”, noticias falsas, mejor dicho falseadas, irrumpen, contaminan medios, prensa, redes, blogs… También irrumpe la pos verdad (post truth), se fabrican verdades a pedido. La instrumentalización política de las grandes bases de datos, el célebre big-data, deviene una actividad rentable. Cuando se vuelve difícil distinguir la verdad de la mentira, significa que “algo” muy grave está pasando.

Si la poesía y los poetas desean acercar palabras a la verdad, los comienzos del tercer milenio ofrecen un desafío de envergadura, ya que la función misma del lenguaje se está corrompiendo. Para que los hombres dialoguen, se entiendan y convengan las formas sociales y normas jurídicas que les permitan convivir, necesitan palabras para pronunciar el mundo sin confusiones, necesitan que libertad sea libertad, que justicia sea justicia, que humanidad sea humanidad, palabras para nombrar objetos, seres, sentimientos… El significado atribuido a esas palabas es fundamental, por eso el lenguaje se convierte en un campo de batalla entre diversas concepciones del mundo. Batalla menos visible que otras, pero no menos fundamental para decidir en qué tipo de sociedad queremos vivir, basada en qué tipo de relaciones entre los humanos y con la naturaleza. Batalla que se agudiza en momentos de crisis como el que estamos atravesando.

Cuando afirmo que el momento es grave, no peco de alarmismo, mido mis palabras. Para percibir dicha gravedad propongo leer “La lengua del Tercer Reich” (1947, Viktor Klemperer)[i], luego escuchar algunos discursos de los nuevos bárbaros, como Big Donald, Il duce Salvinissimo, Bolsofacho… (completad la lista). No se trata de establecer fáciles analogías, ya sabemos que todo se repite mas nada se repite, el objetivo es decorticar la manipulación del lenguaje, potencializada por nuevas tecnologías y medios de comunicación. “La lengua nazi […] impregna con su veneno las palabras y las formas de sintaxis, somete la lengua a su terrible sistema, que adquiere con la lengua su medio de propaganda más potente, más público y más secreto” (Viktor Klemperer 1947). La exclusión de la especie humana de judíos, gitanos, discapacitados y otras minorías comenzó por la lengua, una lengua que separaba lo “impuro”, las “escorias”, de la raza aria. Luego la “purificación” fue llevada a cabo a través de matanzas, campos de concentración, hornos crematorios… Expresiones como “pureza de sangre” “extranjero a la especie” “sub-humano” “racialmente inferior” se hicieron de uso cotidiano para designar a los “impuros”, a los que supuestamente profesaban un “odio profundo” de la sociedad alemana y que por la tanto había que exterminar. “El nazismo penetra a  través de expresiones aisladas, de modismos, de formas de sintaxis que se encarnan / imponen a millones de personas, que las adoptaron de forma mecánica e inconsciente” (V.K 1947)

Por eso es grave que el presidente de la primera potencia mundial tome un rol activo en la diabolización de los inmigrantes, los “latinos”, sus vecinos, merecen una atención especial. Acusándolos de “invasores” “violadores” “traficantes de droga” “alimañas que nos infestan” en proveniencia de “países de mierda”, los erige en el enemigo número uno de los USA. Miles de gente desamparada, mujeres niños hombres ancianos familias, huyendo de guerras y miseria son calificadas de delincuentes. Repite y no se cansa de repetir, a través de todos los medios a su disposición, que “la existencia del país está en peligro debido a las olas de inmigración descontrolada” Repite y no se cansa de repetir que los estadounidenses son víctimas de los inmigrantes que les quitan sus trabajos, que son violadores, cometen delitos y matan a inocentes ciudadanos. “Make America great again” “America first”. Yo, Big Donald, salvaré los USA de esta horda invasora. Y sus discursos, su lenguaje, se imponen a la sociedad, estéis a favor o en contra de él, es su lenguaje que establece las pautas, y formatea las mentes.

Los nuevos bárbaros también hicieron irrupción en Europa, el duce Salviníssimo criminaliza inmigrantes, los erige en enemigos de los valores de la gran Italia. Su lenguaje construye día a día una división entre italianos con valores tradicionales (familia, costumbres, religión…) y los otros, los gitanos, izquierdistas, sucios che arrivano a fare casino (llegan a hacer kilombo). Infringiendo todas las leyes de navegación en vigor, prohibió a los barcos que socorren náufragos de amarrar en puertos italianos. “La pacchia è finita» (se “terminó la fiesta”), es una de sus expresiones favoritas, dirigida a miles de desesperados que se atreven a cruzar el mediterráneo a riesgo de sus vidas. El cinismo es inmenso, como si esos miles de miles de miserables, estuviesen haciendo la fiesta, pero no importa, los insultos, la estigmatización queda. Entre los enemigos de Italia también sitúa a las ONG, asociaciones, intendentes… que son solidarios de los inmigrantes. Para ellos acuñó la expresión “buonistas[ii] invirtiendo la significación de “buono” para transformarlo en un calificativo peyorativo, ser bueno no está bien le está diciendo a las personas y organismos dedicados a la asistencia humanitaria. Por supuesto la manipulación del lenguaje va acompañada con la supresión de presupuestos, el arsenal jurídico “necesario” y la represión física de los “buonistas”. El mensaje: si queréis ser “buenitos” mirad lo que os espera.

Lo alarmante es que ese lenguaje, y la xenofobia que transmite, ganan el espíritu de sectores crecientes de la población, que la crisis del capitalismo financiero y el empeoramiento de las condiciones de vida constituyen un terreno fértil para esa ideología. No es inútil subrayar que los nuevos bárbaros subieron al poder por el voto mayoritario de los electores. “El que gana es el que logra imponer su lenguaje a su adversario” (George Lakoff)[iii] Este lingüista americano, insiste sobre el hecho de que la decisión de los electores no es racional y analítica, sino que es el resultado de una asociación de ideas e imágenes articuladas por un marco narrativo (“framing”). De ahí la importancia de imponer al debate sus propias narrativas, metáforas, léxicos y lenguaje, en los cuales los electores puedan reconocerse. Big Donald, duce Salviníssimo, Bolsofacho… los nuevos bárbaros saben cultivar muy bien este terreno.

La disyuntiva “Humanismo o Barbarie” se está desplegando bajo nuestros ojos, hic et nunc (aquí y ahora). O sostenemos que todos los humanos tienen derecho a una vida digna, independientemente de su raza, su religión, su nacionalidad, su sexo… en acuerdo con la declaración universal de los derechos humanos de la ONU de 1948, o sostenemos que estos o aquellos, hombres y mujeres, son sub-humanos, que entonces pueden ahogarse por miles en el Mediterráneo, morirse de sed en un desierto, el de Sonora o el de Sahara poco importa, y construimos lenguajes para fundamentar / justificar las matanzas, y muros para que los “invasores” no los contaminen. El desafío es vital, la batalla del lenguaje se desarrolla en todos los frentes: político, económico, científico, educativo, periodístico…

 

2. Rapto de palabras, los hackers del lenguaje

El rapto de bellas mujeres fue una constante en la historia de la humanidad, el rapto de bellas palabras pasó más desapercibido. Palabras con una carga simbólica positiva son sometidas / instrumentalizadas, puestas al servicio del paradigma socio-económico dominante. El rapto de la palabra “libertad” es emblemático, se sirvieron de ella para embellecer el “marketing” de un sistema “neo-esclavista”. Así forjaron el libre mercado, uno de los fundamentos de la teoría económica dominante. Nadie vio la “mano invisible” del mercado que debería regular los intercambios, como lo afirma Adam Smith en su tratado hacia fines del siglo XVIII[iv]. Nadie demostró tampoco la ley de la oferta y la demanda[v], que deberían cruzarse en un punto representativo del precio de equilibrio. Esperamos siempre el equilibrio de un “libre mercado” que no es libre, ni el mercado de productos, ni el mercado de capitales, ni el mercado de trabajo. ¿Cuál es la libertad del trabajador? ¿Cambiar su tiempo por un salario fijado por reglas que no controla en absoluto? La expresión “libre mercado” es un viejo engaño que ya dura siglos, hay un mercado, pero no es libre, depende de relaciones de poder económicas y políticas. Mismo análisis podríamos aplicar a expresiones como “libre intercambio” “libre competencia” “libertad de oportunidades”… ¿Y la palabra “neo-liberalismo”? Usada para calificar al pensamiento económico dominante ¿Qué tienen de liberal sus partidarios? El liberalismo fue un movimiento iniciado en el siglo XVII por John Locke[vi] que defendía las libertades individuales frente al poder absolutista de los estados monárquicos, su filosofía inspiró a pensadores franceses como  Voltaire y Rousseau, que influyeron en la fundación de los estados republicanos. Los llamados “neoliberales” en el siglo XXI, defienden por el contrario el poder absolutista de las grandes compañías multinacionales, y atacan el poder de los estados republicanos. El “neoliberalismo” no tiene nada de liberal, salvo la palabra “libertad” que lograron raptar. ¿Quién es libre Libertad?

El hackeo del lenguaje se difunde de manera sutil y permanente. En algunos casos a fuerza de pronunciar una palabra, una expresión, creemos que la realidad coincide con ella, pero a menudo la realidad se sitúa en las antípodas de lo que se dice, para distinguir dicha realidad debemos invertir ciertas formulaciones del lenguaje, como con los viejos negativos de fotos, en la realidad los claros son los obscuros y los obscuros son los claros. Una palabra ejemplar en este sentido es « globalización », a fuerza de pronunciarla creemos que es cierta. Pero en los hechos, lo único que se globaliza son ciertas tecnologías y mercancías. Es cierto que usamos el mismo teléfono Samsung, en Corea, Japón o Colombia, pero si nos detenemos un poco constatamos que lo que caracteriza esta época es la fragmentación, fragmentación social, económica y política que tiende a acentuarse en todas las latitudes. Empobrecimiento, polarización de ingresos, exclusión social creciente, separatismos regionales, crisis de las grandes urbes con desarrollo de “no mans land” al interior de las mismas, barreras crecientes a la circulación de personas…  Más que a una “gran globalización” estamos asistiendo a una “gran fragmentación”.

El método de inversión del sentido puede aplicarse a numerosas palabras / expresiones de moda. Si escuchan el vocablo “sostenible” con tanta insistencia, “desarrollo sostenible” “políticas sostenibles”, “tecnologías sostenibles”. Están revelando lo contrario, el carácter insostenible de un mundo, en el que las guerras, las crisis financieras, los cambios climáticos y del medioambiente, muestran nuestra fragilidad, el hecho de que no podremos sostenernos por mucho tiempo si continuamos así. De la misma manera que el coro de voces diversas en defensa de la “seguridad alimentaria” señala que estamos cada vez menos seguros de nuestra alimentación.

En esta batalla, el lenguaje es maquillado, instrumentalizado de numerosas e ingeniosas maneras, según la voluntad de los detentores del poder. ¿Escucharon hablar de “optimización fiscal”? Expresión que tuvo un éxito inusitado, ampliado por la revolución digital que facilita los flujos financieros hacia los “paraísos fiscales”. En realidad se trata de multimillonarias evasiones impositivas, hacia “guaridas fiscales” donde operan bancos y consultoras especializadas en este tipo de fraude, al servicio de sociedades y personas multimillonarias (pobres y clases medias abstenerse). Convengamos que llamarse “Especialistas en optimización fiscal” es mucho más apropiado que llamarse “Especialistas en evasión impositiva” para estos “facilitadores” de estafas. Como es sabido este fraude multimillonario influye en los equilibrios fiscales de los estados, justificando la intervención de los “ajustadores” (otra palabra raptada)… Y todos terminarán “ajustados”, salvo algunos pocos, los que poseen pinzas, bulones y tuercas, para realizar los “ajustes estructurales”, con la asistencia y sabios consejos del FMI, de entidades bancarias y “reguladoras”. Una vez más conviene leer al revés, más que “ajustes estructurales” se trata de “ajustes desestructurantes” de los estados nacionales, desestructuran las industrias locales, la enseñanza, la investigación, los servicios de salud, los servicios de transporte…

El ejercicio sería interminable, el interés es llamar la atención, sobre el nivel al que ha llegado la manipulación del lenguaje. Los invito a seguir descosiendo las falsas formulaciones de moda. Un último ejemplo para estimularlos a continuar este ejercicio. Tomemos la “volatilidad de precios” expresión que se ha puesto de moda para designar las fuertes oscilaciones de ciertas materias primas debido a las especulaciones bursátiles. El trigo, el arroz, el maíz… y otros alimentos básicos figuran entre las víctimas de dicha “volatilidad”. Convengamos que las expresiones “precios especulativos” y “especuladores”, aunque pequen de franqueza, serían mucho más apropiadas para designar a los que con su accionar financiero provocan alzas y bajas inesperadas de las “commoditys”, y con ello la muerte de hambre de cientos de miles de personas. ¡Qué importa! Optimizar los beneficios es el objetivo. “Sefikill”[vii] sería la palabra adecuada para designar a esos especuladores. Volver a dar sentido a las maneras de nombrar los seres y las cosas es una tarea fundamental para que entre humanidad y barbarie, sea la humanidad que prime, la historia muestra que no es fácil, que a menudo es lo contrario que ha sucedido.

¿Tienen los poetas “algo que decir” en esta batalla?

 

3. La palabra poética

Precisemos en primer lugar que la calificación “poetas sociales” no es correcta, pues todos los poetas son sociales en la medida en que se expresan con una lengua, ella misma producto de la sociedad. Todos los poetas de manera implícita o explícita, reflejan las evoluciones sociales. Víctor Hugo manifestó, en un contexto político social tenso marcado por la lucha entre republicanos y monárquicos, la toma del poder por Napoleón III y la instalación del 2do Imperio: “El poeta en días impíos / Viene a preparar días mejores / Es el hombre de las utopías/ Los pies aquí los ojos más allá / Es él que sobre todas las cabezas / En todos los tiempos, como los profetas / En su mano donde todo puede caber / Debe, que lo insulten o lo alaben / Como una antorcha que sacude / Hacer brillar el futuro[viii].

El poeta puede contribuir a esclarecer, alertar, pronunciar el mundo de otra manera para acercarnos a la verdad, a remover las capas de grasa y humo que recubren el leguaje, que confunden y deforman la realidad. En este sentido la poesía es mucho más que una expresión artística, es una manera de estar en el mundo, es una fuente de supervivencia “un arma cargada de futuro […] como una pulsación que golpea las tinieblas […] poesía necesaria como el pan de cada día / como el aire que exigimos tres veces por minuto” (Gabriel Celaya)[ix].

La poesía no está en los textos, está en la vida, el poeta trata de plasmar la poesía de la vida en el poema, que será siempre una aproximación, un intento de traducir emociones en palabras, como lo expresa Arthur Rimbaud: “poesía fijar vértigos”. El poema trata de dar palabras y silencios, sonidos y ritmos, para transmitir la emoción de una hoja que tiembla, trata al mismo tiempo de condensar el lenguaje y de hacerlo estallar, como una gota de perfume cayendo sobre la superficie de las palabras, produciendo ondas y fragancias inesperadas. Por eso la poesía y el poeta molestan, por eso el lenguaje poético se ve, en general, excluido del lenguaje político, económico, científico…

¿Puede contribuir la poesía al conocimiento de los hombres y de las sociedades humanas? ¿Puede la poesía contribuir al conocimiento de las crisis que atravesamos? Para intentar una respuesta precisemos que la experiencia poética no es sólo literaria, concierne la vida en todas sus dimensiones. La poesía, condensación ritmada del lenguaje, existe mucho antes que la escritura. La poesía también fue una herramienta de memorización, que ha permitido la transmisión oral de mitos, ritos, saberes y conocimientos, en los cantos que han acompañado la labor de los agricultores o de los herreros, en las fórmulas mágicas para curar enfermedades, convocar a los dioses o acompañar a los muertos en su misterioso viaje.

En estos comienzos del siglo XXI diríamos que la poesía molesta, sobre todo cuando se mezcla con lo cotidiano, cuando inyecta sangre y pulsaciones en mensajes que al adquirir vida pueden resultar peligrosos, pueden revelar lo “no dicho”. Por eso la poesía se ve excluida, no sólo del dominio editorial, sino de las grandes consultaciones y decisiones que conciernen el futuro del planeta y la humanidad. ¿Por qué no invitan poetas a las grandes deliberaciones sobre el cambio climático? ¿O a los grandes foros económicos? ¿O las negociaciones de paz en zonas de conflicto? Parecería que el deseo de Platón de “expulsar los poetas de la Ciudad ideal”, se ha satisfecho. Para tratar de cosas que queman prefieren enfriar el lenguaje. La poesía por el contrario, pone las palabras en erupción, descienden las cuestas como lava recién nacida, incinerando la hipocresía a su paso. El enfriamiento del lenguaje lo comprobamos en situaciones extremas como en los centros de tortura de la última dictadura en Argentina (1976-1983), no eran centros de tortura, eran “chupaderos”, “pozos”, no había salas de tortura, había “quirófanos”, “salas de máquina”, no se asesinaba a los secuestrados se los “trasladaba”… Lo comprobamos en el lenguaje de todos los días, en los esfuerzos por neutralizarlo / deshidratarlo, extraerle las partículas emotivas. “Sin domicilio fijo” a fuerza de repetir la expresión se va esfumando la imagen de la gente tirada en la calle, fijo o no fijo el problema de millones de personas en el contexto de crisis actual es la pérdida de la casa, de un techo, deambulan en el metro de Paris o Madrid, en las calles de Calcuta o Rio de Janeiro, en los parkings de Dublín o Filadelfia… De a poco “sin domicilio fijo” es reemplazada por SDF (sigla usada en Francia con este fin), las siglas ayudan a enfriar aún más la denominación de ciertos fenómenos sociales en expansión y al mismo tiempo contribuyen a no sentirlos, a no pensarlos.

Tal vez no sería exagerado afirmar que para entender la crisis y resolver las urgencias sociales, económicas, medioambientales, habría que aceptar que hay también un estado de urgencia poética, los nuevos paradigmas de sociedad, las nuevas formas de producción, de intercambio, de gestión de los recursos naturales, de urbanización, de… no saldrán repentina y únicamente de la investigación científica como del muslo de Júpiter. “En nuestra época una de las más altas perspectivas del espíritu es la recomposición o la recuperación de la unidad del hombre a través de la poesía. Desde este punto de vista, pensar y sentir son una sola y misma cosa, como la inteligencia y el amor, la acción y la contemplación. […] El destino del poeta moderno es reunir el pensamiento, la imaginación, el amor, la creación. […] Porque la poesía es el mayor realismo posible, en su tentativa de unir al hombre dividido y fracturado, fundando los elementos dispersos en un todo”[x]

Sin duda que necesitamos nuevos saberes, pero sobre todo necesitamos un saber nuevo, un saber de una nueva calidad, un saber basado sobre un principio de unificación de las diversas formas de conocimiento, de las diversas experiencias del mundo, la experiencia poética es un componente esencial de este proceso.

Que vuelvan Poesía y poetas a la ciudad real, la ciudad ideal no existe.

Taller realizado en el Municipio de La Unión, durante el 29º Festival Internacionla de Poesía de Medellín.

 


[i]  La lengua del tercer Reich: Lingua Tertii Imperii (LTI), publicado por primera vez en Alemania en 1947, edición en español, Editorial Minúscula, Barcelona, 2001.

[ii] Buonista, de “buono”, bueno en italiano.

[iii] George Lakoff, , 1990, “Don't think of an elephant”, Ed.  New York Time Bestsellers

[iv] Adam Smith, tratado sobre la Riqueza de las Naciones

[v] Esta ley se formalizó en la segunda mitad del siglo XIX, basada en las ecuaciones de Léon Walras, en la línea de pensamiento de Adam Smith.

[vi] John Locke (1632- 1704) fue un filósofo y médico inglés, considerado como uno de los fundadores del liberalismo

[vii] SEFIKILL : Serial Financial Killers, 2014, José Muchnik, Ed. Ciccus, Buenos Aires.

[viii] Victor Hugo, « Fonction du poète » (1839), en « Les Rayons et les Ombres » (1840)

[ix] Gabriel Celaya, poeta español (Hernani 1911 - Madrid 1991)

[x] Roberto Juarroz, 1987, “Poésie et réalité”, pp 19, 20,  ed. Lettres Vives, Francia.

Última actualización: 19/11/2019