Hacia el verdadero origen de la filosofía
Por: Eugenio Nkogo Ondo
25º Escuela Internacional de Poesía de Medellín
(Apartado cinco del libro El pensamiento radical y su dimensión afroplanetaria )
Desmitificando la dogmática occidental y siguiendo la luz de las fuentes primarias, estas han establecido con creces que el saber universal y racional, que posteriormente recibió el nombre de filosofía, fue inaugurado por los Ishango en el XX milenio antes de Cristo, a orillas del lago Eduardo, en la actual República Democrática del Congo. De ahí deriva el título, que creo acertado, de la versión francesa de mi obra Síntesis sistemática de la filosofía africana que es: Le génie des Ishango, synthèse systématique de la philosophie africaine.
En un hábitat en el que no contaban ni con el papiro, ni con otro cualquier medio para guardar o conservar sus conocimientos, pues, los Ishango lograron grabarlos en los huesos de animales que cazaban para alimentarse, cuyos restos fueron descubiertos, a mediados del siglo XX, por el Dr. Jean de Heinzelin y analizados microscópicamente por Alexandre Marshack, en el Musée d´Histoire Narturelle de Bruselas, donde actualmente se conservan. Su datación remontó hasta 20000 años a. C. El 9 de agosto de 2011, yo mismo he tenido el enorme placer de permanecer algo más de una hora en la Sala 250 de dicho Museo, en compañía de mi hija Silvia y de uno de sus amigos, contemplando “les Bâtons des Ihsango” (“los Bastones de los Ishango” ). Hallarme delante de ellos me hizo la viva impresión de haber vuelto a nacer y de haber descubierto algo de mi esencia, algo del saber acumulado por la Madre África a través de esa alta cualidad inventiva de esos hijos suyos, que trascendería al saber de todos los tiempos y de todas la culturas del planeta tierra. Dando vueltas alrededor de las vitrinas en las que se exhibe el asombroso invento, llegué a la conclusión de que sí, en efecto, los Ishango fueron realmente los primeros grandes genios de la humanidad. Además de haber tomado fotografías de una serie de huesos grabados, concentré mi atención en los que aparece el sistema matemático universal, al lado de ellos se leía en cuatro idiomas, en flamenco, en francés, en alemán y en inglés, lo que sigue:
“1950
PREHISTORISCHE WISKUNDE
MATHÉMATIQUE PRÉHISTORIQUE
PRÄHISTORISCHEMATHEMATIK
PREHISTORIC MATHEMATIC ».
A simple vista, son dos huesos bien pulidos, uno rectilíneo un poco grueso y el otro algo delgado y casi arqueado, ambos miden unos 10 ó 11 centímetros, más o menos, de longitud y de una anchura bien diferente, que podría ser de 2 centímetros en el primero y 1,5 en el segundo y se disminuye en los extremos, en los cuales han sido incrustados de forma muy sofisticada dos pequeños fragmentos de cuarzo. Se trata, a mi modesto entender, de instrumentos consagrados a distintos experimentos, por su aspecto, parece que, además de estar grabados, habrían sido utilizados (como serán utilizadas las plumas de aves en la escritura en los milenios posteriores) para grabar sobre otros huesos. Analizándolos uno a uno, se observa que el arqueado lleva en el flanco derecho cuatro grupos de incisiones: de arriba abajo, 11 en el primero, 13 en el segundo, 17 en el tercero y 19 en el cuarto. En el flanco izquierdo aparecen también cuatro grupos de incisiones: 11 en el primero, 21 en el segundo, 19 en el tercero y 9 en el cuarto. En el “Bastón” rectilíneo se ve ocho grupos de incisiones y, del mismo modo, de arriba abajo, 3 en el primero, 6 en el segundo, 4 en el tercero, 8 en el cuarto, 10 en el quinto, 5 en el sexto, 5 también el séptimo y 7 en el octavo. Eso nos revela que los Ishango no sólo inventaron y emplearon ―un sistema numérico basado en 10 y 2, sino que también conocieron bien los números pares y las operaciones de la duplicación14”, cuya totalidad nos invita a profundizar en otras dimensiones del pensamiento en cuestión. Una nueva mirada atenta a este gran esfuerzo creador llevaría a descubrir, a valorar, el nivel que estos antiguos Africanos alcanzaron en la investigación astronómica. Por diversas operaciones obtuvieron: por una parte, 11 + 13 +17 +19 = 60, por otra, 11 + 21 + 19 + 9 = 60 y, por último, 3 + 6 + 4 + 8 + 10 + 5 + 5 + 7 = 48. El cálculo final arroja esa cifra: 168, que sería la consecuencia inmediata de la confrontación de los datos que obtuvieron, al observar constantemente la curiosidad que les ofrecía las fases sucesivas de la luna. Por eso, la mayoría de las interpretaciones coinciden en que las secuencias de los signos utilizados por los Ishango fueron el establecimiento del primer “calendario lunar” de la humanidad, un calendario que constaría de 5 meses lunares y 18 días. Este fue naturalmente el resultado de la reflexión sobre la claridad lunar, sobre el origen del movimiento y de la duración que representaban los vaivenes de sus ciclos o sus posiciones, conocidas como luna nueva, creciente, llena y menguante. El Ishango habitante del planeta tierra, interrogando la causalidad de estas luces cambiantes que giraban continuamente alrededor de su astro rey, que no era otro sino la tierra, establece un sistema de signos para comprender el fenómeno. Esto es lo que yo mismo he llamado el genio Ishango, como reza la versión francesa de mi obra, Le génie des Ishango. Aunque no hubiera observado del mismo modo la radiación solar, lo que parece evidente es que sus investigaciones fueron el primer precedente de la teoría del geocentrismo en el mundo clásico griego. Este sistema numérico ideado por los Ishango será heredado y desarrollado con mayor perfección entre los Yoruba en Nigeria. De la misma forma, su original iniciación en la ciencia astronómica alcanzará un nivel insuperable entre los antiguos Egipcios y entre los Dogon, en Malí.
Pues bien, desde ese habitáculo, propicio al intelecto del Ishango, conocido hoy en día por el nombre genérico de Zona de los Grandes Lagos, tuvieron lugar las primeras grandes emigraciones de nuestro planeta. El negro africano, siguiendo las dos ramas del río Nilo, el Blanco y el Azul, tras abandonar su confluencia, llega hasta su Delta o su desembocadura en el mar Mediterráneo, esa nueva tierra se llama Kemet, “la Negra”. El término kemet, en el egipcio faraónico o antiguo, designa a lo negro: “mujer negra, hombre negro, piedra negra, mundo negro, nación negra, humanidad negra, estatua negra, etc.15” Ese país se llama precisamente País negro, porque las aguas negras del río Nilo, en sus periódicas inundaciones, manchaban de fango negro a todas sus orillas y a sus inmediaciones. Al alejar las tierras de cultivo más allá de donde alcanzaba el fango, nació la geometría.
Aquí es donde, en el transcurso de largos milenios, florecen las primeras revoluciones de la historia universal: en la política, en la filosofía, en la ciencia, en la religión, en la arquitectura, etc., etc. En la política, se desarrollan los primeros grandes imperios: el Imperio Antiguo (-3500-2000), imperio Medio (-2000-1580) e imperio Nuevo (1580-661), que fueron gobernados por unas 25 dinastías de faraones negros... Hacia el siglo IX a. C., los griegos descubren su esplendor. El pueblo griego fue, a ciencia cierta, el primer pueblo culto europeo, cuyos intelectuales inspirados por el espíritu de superación, de alcanzar nuevos mundos y de ampliar sus conocimientos, llegaron a Kemet. Mas, al percatarse rápidamente de que sus habitantes eran Aithiopes, eran Negros, lo bautizaron con el nombre de Aithiopía, País de Negros. Este es el Egipto de la Negritud. Homero, Esquilo, Herodoto, Eurípides, Teócrito, describen los diversos tonos de razas negras que encontraron en él, diversidad que fue plasmada, a su vez, por sus compatriotas y genios del arte apolíneo, como diría Nietzsche. Esto significa que no sólo el griego viajó a África sino también el Negro africano viajó a Grecia. De hecho, Grecia fue el único país europeo que en la antigüedad había creado un arte consagrado exclusivamente a la Negritud: este fue el arte del jarrón o de la jarra que, junto con el de la escultura de figuras completas, en busto o máscaras de actores teatrales de material diverso, se conserva en los museos más famosos del mundo, como: el British Museum de Londres, el de Louvre, en Paris, el de Roma o Boston. Al lado de esta creación artística se encuentra el otro arte, el de la representación del Negro en materiales nobles, bronce, plata, oro, piedras preciosas. Se ha grabado su imagen en joyas, medallas, ornamentos cuya rica colección se expone también en las vitrinas del British Museum. Aun contando con esta evidencia resulta muy curioso el hecho de que, a pesar de que Inglaterra sea el país que más haya conseguido estas manifestaciones artísticas, los ingleses no hayan sido capaces de interpretarlas... Habría que recordar, en último término, que durante el siglo IV a. C. la moneda griega se acuñaba con efigies del hombre Negro.16
El reconocido País de Negros fue, para los griegos, la cuna del saber humano y destino final de su peregrinación. Todos ellos estudiaron de lo más abstracto a lo concreto, desde la Filosofía, pasando por la cosmogonía, las matemáticas, la geometría, hasta cubrir el abanico de las demás ciencias particulares, en los templos egipcios, siendo khi-khu-Phtah (el templo del dios Phtah, el demiurgo de Memphis) uno de los más célebres de la época, cuyas paredes estaban cubiertas de representaciones de ovejas, entre otros animales. Al recomendarlo tanto a los que acudían a él, por una transformación onomatopéyica, dicha denominación se convirtió en Aíguptos, Egipto, tal como se conserva hasta hoy.17 Si tenemos en cuenta de que, en lengua yoruba, el vocablo aguto(n) significa oveja, es fácil creer que con él esos Negros del Egipto faraónico designaron al templo del dios Phtah. Dicho ejemplo tendría fuerza suficiente para ―demostrar que la emigración de los Yoruba fue posterior al contacto que tuvo Egipto con los Griegos.18” No sólo los Yoruba sino también las demás culturas africanas que moraron en Kemet convivieron durante seis o cinco siglos con los griegos, estos guardaron tanto el mejor testimonio de las glorias del Nuevo Imperio como de su largo declive. Con ello, es obvio reconocer que, en aquella época, se produjo entre Egipto y Grecia uno de los intercambios culturales más fructíferos de la historia de la humanidad. Pero, que con las invasiones de los Persas, en 525, y de Alejandro Magno, en 333 a. C., tiene lugar, a partir de esa última sobre todo, el inicio de la nueva ola migratoria de los africanos, de vuelta hacia los hábitats en que los encontramos hoy. En ese sentido, las grandes investigaciones antropológicas del siglo 20 han podido comprobar que las características diferenciales que presentan las razas africanas actuales, son las mismas que el hombre griego observó entre los habitantes de su "Aithiopía". De esta manera, el filósofo de la Historia del "país natal", ha revelado la similitud existente entre la figura de Keops, faraón de la IV dinastía y constructor de la gran pirámide de su nombre, con la del Negro típico y actual de Camerún; las figuras de los faraones Seti I y su hijo Ramsés II, con las de los Watutsi actuales; la de la joven princesa y de las niñas de la dinastía XVIII egipcia con las de las típicas Senegalesas del siglo XX; así como la figura (el "Uréus") de un faraón con el busto Yoruba de Ife o las estrías de las figuras de la cultura Nok de Nigeria con las egipcias, y así sucesivamente.19 Yo mismo he observado gran similitud entre la estatua en busto de Narmer, el primer faraón negro que logró la primera unificación del alto Egipcio con el Bajo, y la fotografía de Michel Kayoya, un filósofo burundés del siglo 20 perteneciente a la raza Hutu.
Desde la revolución política que floreció en el Egipto de la negritud, aterrizamos en la revolución filosófica, en ella se observa que sus "maestros", al intentar explicar el origen de todo cuanto existe, creían que antes de nada existía el Noun, la materia caótica, increada y eterna, que en su seno albergaba los arquetipos de todos los seres futuros posibles: mundos, individuos y cosas, etc. Esta materia envolvía además al Kheper o Khepra (representado por el signo del escarabajo en jeroglífico), un principio dinámico que la ordenada a través del tiempo a "engendrar el mundo y las diferentes especies, actualizando sus virtualidades". En resumen, el movimiento del Khepra hizo que el Noun actualizara los infinitos seres que permanecían en él en potencia, hizo que la materia eterna diera paso a la creación de los seres que pueblan el universo. El primer fruto de esta actividad fue la creación o la aparición del dios Râ, el demiurgo del mundo. Este se convierte en la causa eficiente de otros seres y, para continuar la tarea, sopla el "Schú" (el aire, espacio vacío), escupe el "Tefnut" (el agua). Esta es la primera Trinidad de la divinidad egipcia. A partir de sus creaciones inmediatas, es decir, por mediación del Schú (el aire) y del Tefnut (el agua) crea "Keb" (la tierra) y "Nut" (el cielo, la luz, el fuego) y, a partir de estos últimos, crea a Osiris, a Kharkhentimiriti (el omnividente), a Set, a Isis, a Nephtys. Esta es la eneada que es el símbolo de la ingente obra de la creación del universo. Esta es la que habría que multiplicar hasta el infinito, porque a través de ella aparecieron procesiones incalculables de generaciones "que se multiplicaron en la tierra.20".
El dios Ra, al contemplar su obra, se da cuenta de que con ella la materia ha tomado conciencia de sí, de que él mismo se ha hecho conocimiento y ha creado el universo no sólo con su acción sino también con su palabra, que es ka (ou), que el ka(ou) es, en definitiva, la "razón universal inmanente a todas las cosas y hace al mundo inteligible al espíritu, que sería el logos de la filosofía griega y el Verbo de las religiones reveladas.21"
Este es el momento de la aparición del demiurgo y su primera actividad fue esta: "hizo al alma primera en origen y en virtud y más antigua que el cuerpo. La creó dueña y gobernante del gobernado a partir de los siguientes elementos y como se expone a continuación. En medio del ser indivisible, eterno e inmutable, y del divisible que deviene en los cuerpos mezcló una tercera clase de ser, hecha de los otros dos. En lo que concierne a las naturalezas de lo mismo y de lo otro, también compuso una tercera clase de naturaleza entre lo indivisible y lo divisible en los cuerpos de una y otra. A continuación tomó los tres elementos resultantes y los mezcló a todos en una forma: para ajustar la naturaleza de lo otro, difícil de mezclar, a la de lo mismo, utilizó la violencia y las mezcló con el ser. Después de unir los tres componentes, dividió el conjunto resultante en tantas partes como era conveniente, cada una mezclada de lo mismo de lo otro y del ser.23"
En primer lugar, Platón ha realizado tres composiciones. En la primera consigue una tercera clase de ser que es la mezcla de lo eterno e inmutable, llámese indivisible, y de lo mutable, llámese divisible. En la segunda, obtiene una tercera naturaleza que es la mezcla o la suma de las dos naturalezas anteriores. En la tercera "tomó los tres elementos resultantes" y los mezcló "en una forma", para ajustar sus naturalezas en una mezcla definitiva con el ser. Y, a partir de estas tres composiciones realiza la última operación, esta es: la división de esa totalidad en tantas partes cuanto fuera posible.
Aquí habría que hacer tres observaciones:
1) El proyecto inicial del dios eterno, el de crear un mundo en el "que todas las cosas fueran buenas y no hubiera en lo posible nada malo", que tenía que ser continuo, sufre un corte intencional que da paso a la figura del demiurgo, cuyo origen y naturaleza resultan imprecisos.
2) Con su acción, asistimos a la segunda creación del alma. El dios eterno al colocar "la razón en el alma y el alma en el cuerpo", la había creado con suficiente antelación.
3) Esta segunda creación a partir de una mezcla de lo indivisible y de lo "divisible que deviene en los cuerpos", complica el acto de la primera creación efectuada por el dios eterno, en la que el alma aparecía en su estado de pureza independiente del cuerpo. Por el contrario, esta vez su esencia integra un componente corporal. Las sucesivas combinaciones que resultan de la mezcla de distintos elementos, de este esfuerzo creador, carecen de una clara denominación ontológica, porque sólo son números. El intento de proyectar una luz sobre su posible denominación lleva a Luc Brisson a llamar "ser intermediario", a la primera mezcla, el “mismo intermediario", a la segunda, y "otro intermediario", a la tercera.24 Aun con eso, parece que nos encontramos todavía ante seres amorfos. Cualquier lector de la obra platónica podría pensar fácilmente que, con estas operaciones, el filósofo nos introduce definitivamente en la diánoia, cuyos objetos eran precisamente los entes matemáticos, el nivel del conocimiento anterior a la nóesis. Pero, se desconcertaría al comprobar que lo que en principio parecía creación se reduce a una ordenación matemático-geométrica que, al operar con "elementos resultantes" difíciles “de mezclar", como lo reconoció el mismo Platón, hace también difícil, por no decir imposible, la conceptuación lógica o metafísica que correspondería a la abstracción de sus entes... Estas fueron las consecuencias negativas de la defectuosa adaptación a la filosofía griega de la doctrina de la cosmogonía egipcia, sin mencionar ni siquiera su fuente original... Por eso, el Timeo, al "no ser una teología completamente elaborada, puede ser interpretada, según la disposición del intérprete, como una especie de teoría de la procesión o como una doctrina de la creación todavía confusa y mal desarrollada. Aparece en el pensamiento de Platón muchas inspiraciones diferentes a las que él no supo o no quiso remitir.25"
La confusión se manifiesta con más evidencia al analizar detenidamente la división que efectúa Platón de la última mezcla de los tres elementos anteriores, en la que el demiurgo procede de este modo: “primero, extrajo una parte del todo; a continuación, sacó una porción el doble de ésta; posteriormente tomó la tercera porción, que era una vez y media la segunda y tres veces la primera; y la cuarta, el doble de la segunda, y la quinta, el triple de la tercera, y la sexta ocho veces la primera, y, finalmente, la séptima, veintisiete veces la primera.26” En esa operación, se comprueba que le salen tres progresiones geométricas. La primera, a razón de 2 (1, 2, 4, 8) y, la segunda, a razón de 3 (1, 3, 9, 27). El demiurgo une o suma las dos para lograr una tercera progresión y le sale esta: (1, 2, 3, 4, 9, 8, 27). Como se observa, ha invertido el orden de los términos 8 y 9 sin explicar el por qué. En mi modesta interpretación, entiendo que, si el 9 va antes que el 8, esto significa que hay una absoluta prioridad de los números impares a los pares. Si se extrae los números pares de esta última progresión, es decir si se extrae el 2, el 4 y el 8, tendríamos: 1, 3, 9 y 27, que sería exactamente igual a la segunda progresión geométrica. Ni el mismo Platón, ningún otro filósofo o investigador de la civilización occidental ha podido explicar este cambio. Para salir del laberinto habría que recurrir a la filosofía africana, en concreto a la antigua concepción del mundo de los Woyo, una raza que habita en el Sur de la región de Katanga y en el norte de Zambia... Estos, en su cosmogonía han empleado las mismas progresiones geométricas. “Para ellos, el número 27 juega un papel especial porque corresponde de alguna manera a la supertrinidad de la eneada egipcia: 3 x 9 = 27 27”
Una mirada retrospectiva al discurso platónico nos revela que este filósofo ha hecho un uso demasiado incoherente de esa Supertrinidad sin tener en cuenta su causa esencial u original. Las composiciones sucesivas hechas de diversos elementos para crear el alma del mundo demuestran que ha invertido el proceso por el cual el dios Râ había hecho surgir de sus entrañas a sus creaturas más inmediatas: el Schú y el Tefnut. La confusión de la tercera progresión -no se sabe bien si es de razón aritmética o geométrica- indica que opera en Platón la necesidad o la fuerza con la que aquella Trinidad entendió hasta el infinito su obra de la creación del universo...
Dejando de lado la revolución científica del Egipto de la negritud, a la que nos hemos referido en sucesivas ocasiones, donde se observa el mayor alcance de la “trascendencia del genio Ishango”, sólo cabría insistir en una de mis manifestaciones de hace décadas, en la que sostenía que:
“Una visión crítica de la Historia universal de la Filosofía demuestra que, en Occidente, exceptuando algunas tendencias como la de ciertos filósofos de la Ilustración francesa, en el siglo XVIII, la de los revolucionarios como Marx y Nietzsche, en el XIX, y la de la corriente de la egiptología, en el XX, por lo general, tanto el pensador como el investigador o el docente en sus distintos niveles han participado, y todavía participan, activamente en la conservación de la dimensión esotérica u oculta que hace incomprensibles muchos aspectos de su filosofía. Para averiguar cuál fuera su verdadero origen y descubrir la verdad, habría que partir de la filosofía africana, de lo contrario, su saber sería -si pudiera emplear la terminología marxista- una especie de superestructura continua alzada sobre una estructura ajena o desconocida.”
14.Claudia Zaslavsky, ―African Science, African mathematics, The Yoruba Number System‖, Journal of African Civilizations, Vol. I, Nº. 2, November, 1979, p. 21-23; y Blacks in Science, ancient and modern, Edited by Dr. Ivan Van Sertima, Journal of African Civilizations, Ltd.,Inc. 1983, p. 110-112
15. Dr. Mubabinge Bilolo, Métaphysique pharaonique. IIIe millénaire av. J.-C., prolégomènes et postulats majeurs, Publications Universitaires Africaines, Munich-Kinshasa, 1994, Éditions Menaibuc, 2003, p. 8.
16. Alain Bourgeois, La Grèce antique devant la négritude, Présence Africaine, 1971, p. 20; 34-40; 87- 108; 109-111 y 112-117.
17. Cheikh Anta Diop, Nations nègres et culture, troisième édition, tome II, Présence Africaine, 1979, p. 382.
18. Cheikh Anta Diop, Idem, ibidem.
19.Cheikh Anta Diop, Antériorité de Civilisations Nègres, Planches des Groupes II, III et IV: "Le type physique de la race de pharaons se confond avec le type nègre", "La race du peuple comparé à celle de pharaons: ils appartienent tous à la même race nègre" y "Coiffures égyptiennes et africaines"; y Nations Nègres et culture, I, Présence Africaine, pp. 74-111.
20. Emile Amélineau, Prolégomènes à l´étude de la religion égyptienne, essai sur la mythologie de l´Égypte, Ernest Leroux, Paris, 1908, p. 153-156
21.Cheikh Anta Diop, Civilisation ou Barbarie, Éditions Présence Africaine, 1981, p. 390.
22.Platón, Diálogos VI, Filebo, Timeo, Critias, traducciones, introducciones y notas por M.ª Ángeles Durán y Francisco Lisi, Editorial Gredos, S. A., Madrid, 1992, p. 173- 177. Platon, Timée, Critias, Traduction inédite, introduction et notes par Luc Brisson, avec la collaboration de Michel Patillon, GF Flammarion, 1992, p. 120- 123.
23. Idem, p. 178-179. Idem, p. 123-124.
24. Platon Timée, Critias, Luc Brisson, o. c. p. 283, Annexe 1, "Les mélanges d´où résulte l´âme du monde".
25.Platon, Oeuvres complètes, tome 10, Timée, Critias, texte établi et traduit par Albert Rivaud, Les Belles Lettres, Paris, 1926,1956 e 1985, p. 39.
26. Platón, Diálogos, VI, Filebo, Timeo, Critias, o. c. p. 179. Platon, Timée, Critias, Luc Brisson, o. c. 34c- 36a, p. 124.
27. Ch. Anta Diop, Civilisation ou barbarie, o. c. p. 402.
Fuente: http://editorialabiertafaia.com
Eugenio Nkogo Ondo nace en octubre de 1944 en Bibás, Akonibe, Rio Muni, Guinea Ecuatorial. Es Doctor en Filosofía por la universidad complutense de Madrid. Asiste a cursos especiales de Filosofía expuestos por Xavier Zubiri en Madrid. Tras sus estudios doctorales en la Complutense, sigue cursos monográficos de Ontología e Historia de la Ontología y de Filosofía contemporánea en la universidad de Paris-Sorbonne. Ha sido lector en la universidad de Ghana-Legon, Accra (1978-1980). Desde allí se trasladó a los Estados Unidos de América llevando a cabo una investigación privada en la universidad de Georgetown, Washington D.C. (1980-1981). Es profesor adjunto en el Colegio universitario de la universidad de León (1981-1982) y catedrático Numerario de instituto de bachillerato (1983), habiendo sido simultáneamente, y durante tres años consecutivos, Profesor encargado de curso en la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado de E.G.B. de la misma universidad leonesa (1984-1987). Tras la constitución del Departamento de Filosofía y Ciencias de la Educación, es obligado a abandonar el puesto que ocupaba en aquella Escuela a causa de la famosa endogamia.
Pocos meses después de la publicación de La Pensée Radicale, a finales de 2005, la Société des Écrivains, de París, lo propuso como candidato a la sexta edición del Libro de Amnistía Internacional, «Libros y palabras para la libertad», que tuvo lugar en Rennes entre el 2 y el 5 de febrero de 2006.
«Por su gran contribución a la divulgación y promoción del conocimiento y reconocimiento de los valores culturales y verdades sobre ÁFRICA desde el respeto, la simpatía y la solidaridad», ha sido galardonado con el Primer Premio África, el 25 de mayo de 2006, en Barcelona, premio otorgado por la organización SOS-África. Es Miembro de l´Association des Auteurs Autoédités (AAA).
Puso fin a su actividad docente en noviembre de 2009 y, con ello, sigue con la investigación y la escritura, organiza congresos, coloquios nacionales e internacionales y participa sucesivamente en otros. Las ponencias que dejan huella de su participación activa en esos eventos están recogidas en los aparatados de Ensayos y Conferencias, de los capítulos de Publicaciones y de Actividades de la página Web del PENSAMIENTO RADICAL, cuyo acceso es
En preparación: La filosofía Fang; Reflexionar sobre un mundo al revés, la difícil tarea del Pensamiento radical.
Publicado el 11.06.2021