A una amistad fundada en la imprevisible aventura de las palabras
A una amistad fundada en la
imprevisible aventura de las palabras
Por Luis Eduardo Rendón
Fuimos, somos y seremos un círculo: deseamos la reunión que nos completa; un círculo más allá de la lectura y la escritura, un círculo de amistad cariñosa, de risa, de complicidad en la energía compartida y suscitada por la palabra libre, la palabra niña, cuyo fuego y fruto es la aventura desencadenante de nuestro ser, en una experiencia de autoconocimiento a través del pensamiento analógico, que nos permite identificar múltiples redes donde todo se conecta y coincide en espontánea revelación.
Durante doce sesiones de dos horas cada una, completamos justo un día de juegos con las palabras. El juego, como devela Johan Huizinga, es el origen de la cultura; la gota de este día contiene, -así lo queremos-, el germen de lo que se seguirá desarrollando al seguirnos encontrando en nuevos círculos de lectura y escritura alrededor del Festival Internacional de Poesía de Medellín y de la Escuela de Poesía de Medellín, así como en las acciones poéticas en la ciudad que cada uno debe imaginar, proponer y realizar.
Permitimos al caos, a lo aleatorio, a lo imprevisto, a la sorpresa, ser motivos, factores desencadenantes de escritura; también lo fueron los enigmas, los símbolos, los signos, las imágenes, los sonidos, los periódicos y los diccionarios, comprobando que las múltiples terminaciones nerviosas de las palabras permiten su interconexión instantánea, -sin jerarquías-, al tiempo que ejercemos cierta soberanía comunicativa, presentándonos ante los demás a través de la reescritura de nuestra propia identidad, de nuestra propia voz.
Nos pusimos límites para transgredirlos con el absurdo, al tiempo que le pusimos bridas a lo irracional, para poderlo cabalgar. Experiencias lúdicas del surrealismo y el movimiento oulipiano nos posibilitaron que trocáramos textos, intercaláramos versos imprevisibles; nos hiciéramos preguntas abiertas contestadas por respuestas igualmente abiertas; extrajimos la realidad de sus contextos para ponerla en entredicho de repente, dentro de otros contextos. No en vano es osada la palabra del poema, máquina sutil de demolición de feudos y formas de poder, traje de buceo interior, cosecha de comunión e interrelación.
La lectura de poemas selectos de Jean Arp, André Bretón, Benjamin Peret, Henri Michaux, César Vallejo, Ramón Palomares, Luis Rogelio Nogueras, Oliverio Girondo, Carlos Martínez Rivas, Jean Clarence Lambert, los objetos surreales de Jacques Carelman y los aforismos místicos de Angelus Silesius, además de la audición de algunos poetas asistentes al Festival Internacional de Poesía de Medellín, sirvieron de estímulo a la escritura libre, fresca, vital, transgresora, desprovista de solemnidad como bien lo ejemplifican esos autores en sus poemas.
No obstante, la originalidad que exige la poesía a cada poema, impide que tanto los autores como los ejercicios de escritura creativa sean modelos para la creación de poemas. Cada poema auténtico trae incorporado su espíritu y estilo, su ritmo y musicalidad, su sonoridad y significación, su atmósfera y su tono, todo ello deslindable de la vida y la personalidad del autor.
Los ejercicios son más bien operaciones concretas sobre la consciencia verbal, para contribuir a ampliar sus orillas expresivas, donde lo cotidiano trasciende ennoblecido y lo “trascendente” se vuelve cotidiano y tangible, enriqueciendo nuestra actitud vital, y así tenemos una relación con el lenguaje menos abstracta o retórica y más concreta y fructífera, por ende más disfrutable a través de una atmósfera desjerarquizada y libre como la que hemos paulatinamente creado en las sucesivas sesiones desde septiembre.
Una segunda fase del curso de escritura creativa debe centrarse necesariamente sobre una mirada crítica, puntual e igualmente fraternal sobre los textos labrados por cada participante, antes, durante y después de este primer ciclo convocado. No era éste el objetivo del primer nivel, sino entrar a una atmósfera dinámica de ejercicios y lecturas estimulantes, para comprobar que es posible asumir cualquier reto escritural; que es posible dotar de pleno sentido un texto alentado por el absurdo sin temor alguno al ridículo, suerte de terapia de reivindicación con el niño interno creador, que desde la escritura puede refundar su existencia a cada instante.
No fue por tanto entonces el objetivo detenernos a analizar los giros y expresiones verbales de cada participante del taller, sino más bien vivenciar juntos una experiencia de escritura lúdica y gozosa en la cual pudiéramos sondear nuestra actitud frente al mar de lo no dicho, ese gran reto interior de naturaleza mental, emocional, espiritual y física -por la respiración-, hasta dónde somos capaces de inspirar para expirar por la mano, como si abriésemos una especie de canilla, fluidificando el vínculo entre el inconsciente personal lleno de todas las imágenes y posibilidades y el consciente verbal que retoña tras cada nueva experiencia de creación.
Construida la primera confianza colectivamente, producto de haber sido cómplices en los juegos y transgresiones de nuestra gimnasia verbal, será más fácil ahora, a partir de nuevos criterios conquistados con la propia experiencia, opinar y operar sobre aspectos a mejorarse o transformarse en los propios textos y poemas, siendo conscientes de la necesidad imperativa de renovarnos a cada instante, podando todo gesto retórico, repetitivo o cliché, despojándonos de toda artificialidad para que se libere ese ser creador que pugna por diferenciarse del magma del NADA DECIR.
“Somos obreros del lenguaje” y como tales, operamos con él transformaciones en nosotros mismos y en lo social; somos la casa que construimos, estamos hechos de lenguaje verbal y también no verbal, ese es nuestro distintivo vital en el universo, hecho él también de ritmos, ciclos, música, escritura y significado que entendemos adentro de nosotros, por la poesía.
Diciembre 1º de 2011