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Proyecto GULLIVER 2005-2006

Proyecto GULLIVER:

Una experiencia de vida y poesía
en las escuelas populares de Medellín

Por Javier Naranjo, Pedro Arturo Estrada, John Sosa,
Diana Berrío, Viviana Restrepo, Leidy Diana Montoya.

“Al principio creó los paisajes, después creó las ciudades; más tarde las calles y las travesías, una a una cincelándolas en la materia de su alma —una a una las calles, barrio a barrio, hasta los paredones de los muelles, en donde construyó puertos más tarde.. . una a una las calles, y la gente que las recorría y que las miraba desde las ventanas. (...) Luego viajaba recordando, a través del país que creara
(Pessoa)

“Todo comenzó con la risa de los niños y terminará con ella”.
(Rimbaud)

Que la poesía es el reducto de ciertos intelectuales ya desfasados, rezagados de la decadencia burguesa; que el lenguaje cuando no esta al servicio de la razón, de la claridad positivista, de la objetividad, del sentido del progreso y de la utilidad, se vuelve fuente fr aberración o constituye una pérdida de tiempo, un despropósito; que el arte, la imaginación, el sueño, el amor y demás sentimientos son cada vez más el territorio de los fracasados, de los raros, los locos, los marginales. Que la vida obedece hoy en día a nociones “más prácticas, urgentes y realistas”, parecen ser, todavía, los prejuicios profundos con los cuales seguimos topándonos incluso, de manera inconsciente, en el ámbito de la educación.

Sin embargo, por fortuna, espacios de reflexión corno el que nos convoca, marcan con decisión una señal distinta que apunta más allá de los terribles linderos de la mediocridad, y la estupidez socio cultural que, pese al clima de euforia mediático y político en que nos movemos, mantiene sobre tantos seres humanos su dominio nefasto. El proyecto del cual queremos hablar nos concierne evidentemente a todos. Porque corno bien lo apunta en su propuesta inicial el poeta Javier Naranjo “Es claro que la acción educativa entendida corno formadora de seres humanos a partir de la prevalencia de nociones de índole positivista, ya no es satisfactoria.” Hace tiempo, al menos en teoría, se esta tratando de desmontar el aparato pedagógico tradicional, restrictivo, impositivo, controlador y defomante que el poder del Estado erigió al crear la escuela como institución autoritaria. A esto han contribuido desde diferentes ángulos, ópticas y disciplinas de investigación social, científica, filosófica y creativa, todos aquellos soñadores, utopistas, idealistas o simples hombres y mujeres que trascendieron la estrechez de su entorno y quisieron hasta hoy aportar una visión más libre, gozosa, pacífica, amorosa, bella, auténtica, armónica de la vida y del mundo. Esos han sido y ser siempre los verdaderos poetas.

Gulliver es entonces otro sueño puesto en marcha desde esa perspectiva, por un grupo de poetas que en Medellín, experimentarnos la necesidad inaplazable de ir al encuentro de nuestra sociedad, nuestra gente, desde sus bases mismas. Y qué mejor si ese encuentro se realizaba alrededor de la experiencia viva de la palabra, fuerza, potencia, energía vital disponible para todos, pero desdichadamente, ignorada por muchos, menospreciada por la misma sociedad a la que debería servir y nutrir. Fue así como tomando en cuenta el fenómeno cultural que durante los últimos quince años representa el Festival Internacional de Poesía, algunos de nosotros, orientados por la experiencia de un escritor como Javier Naranjo (autor del libro Casa de las Estrellas, asumimos la tarea de llevar nuestra experiencia y conocimiento de la poesía a los niños de las escuelas populares más olvidadas de la ciudad, buscando con ello, no sólo compartir ese saber formal en torno del lenguaje sino abrir un espacio de reconocimiento, de conciencia individual y colectiva, de sensibilidad y recomposición espiritual que desde el alma de los niños, tanta falta de atención, tanta precariedad, tanto desprecio, desafecto, indiferencia, dolor, soledad, violencia, desgarramiento, miseria, revelaban. La primera forma de llegar a ellos, a los niños y niñas de aquellas escuelas y comunas marginales, fue presentar este proyecto a consideración de los organizadores del Festival de Poesía en el año 2005, como propuesta de acción y extensión culturales del mismo evento, lo cual fue bien recibido y puesto en ejecución de manera inmediata con el apoyo financiero de la ONG Francesa, France Libertés, dirigida por la señora Danielle Mitterand, organización cuyo entusiasmo por este sueño se ha mantenido y esperamos continúe. Luego nos reunimos y planificamos el conjunto de actividades, metodologías, logística y de más, todo lo cual permitió comenzar a visitar las escuelas elegidas, divulgar el proyecto, contactar a los rectores, convocar a los niños y niñas que desearan participar voluntariamente en horarios flexiblemente acordados o extra clase en lugares incluso alternativos dentro o fuera de las propias instalaciones físicas o aulas habituales. El resultado de esta invitación no se hizo esperar mucho. En principio fueron inscritos aproximadamente alrededor de 350 participantes de las 16 escuelas comunales escogidas. El grupo de poetas (6) previamente contratado para llevar a cabo la experiencia, asistimos durante más de un mes, con intensidad de varias horas a la semana a la sede de Prometeo, con el fin de recibir algunas instrucciones, directrices, talleres de preparación y materiales didácticas que apoyaran eficazmente nuestro trabajo.

Esto nos permitió depurar aún más nuestro deseo, nuestras intenciones y comprender la dimensión del proyecto así como la responsabilidad tica y profesional que asumíamos.

Las primeras sesiones empezaron a realizarse a partir del mes de septiembre de 2005. Cada poeta escogió dos o tres escuelas según su disponibilidad de horarios y desde ese momento la experiencia se abrió como una flor de luz en el paisaje de la ciudad. Algunos encontraron las dificultades normales en estos casos, desde la del difícil acceso a las escuelas, hasta la incredulidad y desconfianza que despertaban las visitas de personas extrañas al medio y al ámbito escolar incluso, en algunos profesores y personas del vecindario. Poco a poco empero, fueron allanándose este tipo de obstáculos hasta que, con el paso de los días, las semanas, las cosas mejoraron. Fue muy gratificante para la mayoría de los poetas, comprobar cómo aparecían lenta o rápidamente los signos, los gestos, los detalles más alentadores del afecto, la simpatía, la esperanza. Las emociones de parte y parte fueron emergiendo, cálidas, abiertas. Alrededor de las lecturas, las historias a viva voz, la conversación espontánea, el intercambio de sonrisas, de pequeñas manifestaciones de amistad, las imágenes que por primera vez descubrían muchos de los chicos, las mismas palabras escuchadas, paladeadas, comprendidas, asimiladas por primera vez; el asombro, la alegría de los juegos propuestos con esas nuevas o viejas palabras; la en principio, desganada y luego empeñosamente manifiesta escritura mínima que muchos se atrevieron a entregar, con frases sueltas, definiciones impensadas, apartadas de la lógica habitual, con sueños súbitamente revelados en el papel; trazos reveladores del alma y la sensibilidad en dibujos plenos de libertad; risas, voces, preguntas al fin desprevenidas, incluso prohibidas, este proyecto fue adquiriendo entonces realidad y demostrando que no estábamos tan lejos de hacerlo cada día más grande y verdadero como experiencia de vida y de poesía en el sentido plenamente humano y concreto que exigía la situación.

Siempre se buscó crear un espacio de encuentro muy lúdico, libre, pero con un sentido y unas perspectivas muy precisas. En cada sesión no debía darse lugar a la calificación o la descalificación, al castigo, al grito, a la sombra del reproche amargo. Bastante tenían ya estos niños y niñas de agresión corporal, maltrato y vacíos afectivos para que en algún momento se les infligiera otra cosa mas. Todos los instructores trabajamos con un plan guía de sesiones pero dejando que la dinámica girase al impulso del imaginario infantil, mas nunca hasta el punto de que la razón de ser del trabajo se diluyera en el caos. Privilegiamos la espontaneidad, la creatividad, la curiosidad y la soltura del gesto, la expresión, el cuerpo (permitiéndoles estirarse, reclinarse, tenderse o sentarse en el piso, entrar o salir cuando lo desearan); intentamos transmitirles la noción y la sensación de bienestar que procuran los estados de recepción contemplativa y creadora, lo cual en otros ambientes y niveles, les habían sido criticados, señalados incluso como viciosos, peligrosos, nocivos. Algunos días bastaba con pedirles sólo un poco de silencio necesario para escuchar y ensoñar la suave música de las palabras, incluso las más extrañas o vilipendiadas, en su rica sonoridad, su profunda armonía y su poder, su fuerza encantatoria, para suscitar en ellos una sensación reparadora y feliz, una perdurable y significativa materialización del milagro de estar vivos, de ser partícipes también del goce, de sentir que había para ellos una dimensión mejor, más íntima y completa de la realidad. Fuimos sorprendidos por su capacidad de respuesta, de entendimiento y proyección. Parecía que la misma necesidad de afecto, de comprensión, de curiosa expectación los convertía en ávidos y diligentes habitantes de un país no tan imaginario como el que les proponíamos encontrar. Pero del mismo modo buscamos en algunos momentos que se entendiera y se aceptara cierta disciplina de trabajo y de compromiso lograda a través de la seducción. Al término de los primeros meses de actividades, el balance fue valioso, porque además, pudimos recoger enseñanzas útiles de las equivocaciones, los fallos, las dificultades y errores cometidos, lo cual nos ayudaría a emprender los siguientes periodos de labor con mayor confianza y provecho para los niños y para la propia comunidad.

Creemos que como propuesta experimental el proyecto Gulliver rompe con los esquemas tradicionales de una educación precaria y empobrecida por la rigidez y la carencia de imaginación, que invita a la risa de los niños, a la fiesta de la creatividad y a exorcizar los miedos; que ayuda a sanar las heridas causadas por nuestra violencia endémica y por el maltrato a la infancia que es un oprobio aquí y en todo el mundo.

Como lo dijo Eduardo Ascuy, “Los ensueños, los entusiasmos, las imágenes del inconsciente “poético” son fuerzas plenas de significado que jamás podrán extirparse” y que más allá de las comprobaciones inmediatistas del acontecer existencial, el hombre se redimirá de la miseria sólo por su capacidad inextinguible de imaginación, de creatividad permanente.

Última actualización: 04/07/2018