Enrique Hernández D´Jesús, Venezuela
Por: Enrique Hernández D´Jesús
Yo pertenezco a esa clase
que llaman magicista
Magia: ciencia oculta que pretende
realizar cosas extraordinarias
y admirables
Atractivo con que una cosa
deleita y suspende
Mágica encantadora
Mágico maravilloso portentoso
Magicismo ejercicio del poder
de los magos
* * *
Ofrezco lo necesario para no dar
zancadillas
Este ardid no pertenece a mi género
Aparto los párpados
la llama del árbol
la imagen de la seducción
la fragilidad de las rosas
palabra de pájaro.
La lengua alterada
La
devoción
a primera vista
por la presa
falsea
las
huellas
Se inicia la ausencia
Sin los párpados
El sonido animal
con la habilidad
del Tigre Invisible
dilató la muerte
Exorcizó
calles estrechas
Estragó
cueles almas
Cuando la sensación desaparece
El
equilibrista
se
dota
de
la
traición
en este oficio virtuoso
Saborea la cacería
El tigre invisible
Por tratar de andar con
el Tigre Invisible
olvidé la jaula de los loros
la arquitectura de sus saltos
Arropé las puertas de las viejas
casas
Un loro teje la sombra callejera
No es simplemente el desvario
De un lado
oculté mis antepasados
escribientes de sentencias en
el mármol
Y del otro lado
a los dibujantes en la almendra del
árbol de los deseos
El tigre y punto
Buscó el destino
en la propia muerte
la ausencia y el sosiego
el alma perturbada
silencio
La sensación de la piel
Los espacios cerrados
lo enloquecen
los barrotes pasan
desapercebidos
Pierde la memoria
La tigresa palabra
La palabra se oculta a sí misma
¿No se da cuenta?
está desierta
en las calles frias
El silencio excitado de la muerte
A la vista de cada cual
las imágenes
¿Son gustosas sin ser caóticas?
El Tigre siente
la tierra de nadie
No podrá volver atrás
La caída de la historia
La historia es sencilla
lo es para su familia entera
En la selva
cree ser el Tigre Invisible:
es él
he aquí el dilema
Mi abuelo escuchaba la radio
Mi abuelo se acostaba desnudo
y sufría de diabetes
Al lado de la ventana donde estaba el reloj
había una botella de aguas amarillas
Mi abuelo desnudo escuchaba la radio
y se creía el locutor
Las ramas de los árboles
Permaneceré con los mirtos
todas las mañanas
esperando se pueden remedar
los pájaros muertos
los dormidos de las noches
a los cargadores de frutas
y al caballo de las guirnaldas de flores
Permaneceré
y sobre mi pecho
sin pensarlo
sin ninguna gracia
nos arrancarán para meternos dentro de un florero
Detenido en la memória
“Hacia un lado o hacia otro,
el hombre debe dar todos sus pasos”
Roberto Juarrroz
La difícil claridad
secuestra el tiempo
Me agito tenazmente
por el horror
de lo inexorable
Bajo el silencio
convierto
el resplandor
La cantata final dentro de la urna
a Carlos Contramaeste
Se fumava un tabaco
Un largo tabaco
En la mesa ponía su botella de brandy
Y debajo de la cama guardaba un viejo revólver
que Le habían regalado el dia que se caso
Y me dijo estas son las historias de nunca acabar
Mi padre se monta en los bombilhos eléctricos
Lo veo patinando en las hojas de los árboles
Comiéndose un níspero en la sombra de los pájaros
De la sombra de los pájaros se há dicho mucho
No de la mano de la sombra de los pájaros
El recurriente movimiento del tiempo
sirviendo de imagen
Enrique Hernández D´Jesús (Mérida, 1947) Poeta, fotógrafo, editor y activista cultural. Fundó Tierra de Gracia Editores, y con Carlos Contramaestre, La Draga y el Dragón. Ha publicado más de treinta libros de literatura y fotografía, y su obra artística ha sido expuesta en museos y galerías de arte tanto en Venezuela como en el exterior. Recibió el Premio Armando Reverón del Salón Michelena, la Orden Andrés Bello en su Primera Clase por el Presidente Hugo Rafael Chávez (2001), y la Orden World Association of Writers Palestine Center (2009). Ha publicado: Muerto de risa, 1968; Mi abuelo primaveral y sudoroso, 1974; Así sea uno de aquí, 1976; Los últimos fabuladores, 1977; Mi sagrada familia, 1978; Mi abuelo volvió del fuego, 1980; El circo, 1986; Retrato en familia, 1988; Los poemas de Venus García, 1988; Recurso del huésped, 1988; Magicismos, 1989; La semejanza transfigurada (94 fotografías intervenidas por Vicente Gerbasi), 1996; y La tentación de la carne, 1997.