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Hellman Pardo (Colombia)

Fotografía de Sara Marín
24º Festival Internacional de Poesía de Medellín

Por: Hellman Pardo

CAMINO INTERIOR
 

Lo he hecho todo
sembré un árbol donde no recuerdo
escribí un libro que nadie ha leído
y tengo un hijo que nunca veo.

Lo he llorado todo
he llorado la muerte el amor el destino
la miseria el hambre la distancia
y ya no queda sal en ninguna lágrima.

Acaso al fin lo he escrito todo
mil quinientos setenta y nueve poemas con treinta
y un centavos
tres cuentos dos ensayos
noventa y tres informes
una renuncia
siete cartas
once mensajes en la nevera
tres mentiras
Cuatro grafittis
setecientas trece firmas –incluida la renuncia–.

Un árbol un hijo un libro
un destino un amor una muerte
un hastío un dolor una cólera
he escrito todo mi desamparo.





REFLEJOS
 

Sé medir la soledad del espejo
tinaja donde pastan todos los rostros.

Su indolencia es el doble de mi abandono
y su piel de inquisidor
la mitad de vacío en cada ojo reflejado.

Por la curva que rebasa su encantamiento
hila
la araña del olvido.

Igual es su catástrofe a la mía
semejante su resignación.

Sé medir la soledad del espejo
basta su tiranía para reconocerme.

 


OLEAJE
 

Para qué callar
tanto silencio arrepentido
tanto amor a la deriva.
Bajo qué movimiento esa pálida muerte
llegará con sus arcabuces
a deshacernos el mundo.

Estas manos que aún esperan
caminar ilesas por algún lejano cuerpo
quizá ese cuerpo
dónde irán a reposar de tajo.

Sombra
río que fluye desvelado
océano y lágrima
árbol de hojas blancas sobre un viejo páramo
ese oleaje es el amor de los hombres.

Para qué callar entonces
tanto amor a la deriva
tanto río.



 

NIEBLA
 

Los Andes
ruido de hojas.

La cordillera
abre sus ojos de agua
vacila
teme que la niebla sea
un crimen más en la savia floja de los pinos.

Enjambre de pétalos tronco herido pluma deshecha hormigas al alba noche derruida piedra levantada sordo precipicio llovizna en los tapires cóndores extintos chopo de luna restos de nieve celaje indeciso.

Mientras la niebla traspasa los Andes
nuestros gemidos
avanzan por la alcoba.

 

LA SOLEDAD DE LOS NÚMEROS PRIMOS

El destino de los números primos
es quedarse solos.
Paolo Giordano

Los números primos son aquellos moluscos
              que no se tocan nunca.
Van de un lado a otro con su triste caparazón
a pasar la noche en una cantina de mala muerte.
Allí beben toda la fiebre de los hombres.

Yo soy, por ejemplo,
el número primo que vive en parasitismo
              en la sangre de otro número primo,
algo así como el diecinuevemilquinientoscincuentaitres.

Ella es el amor.
Ella es el número tres.
Nos separan diecinuevemilquinientoscincuenta números.
A esa distancia numérica, indescifrable,
              le llaman soledad.

 


EL ÚLTIMO TEOREMA DE FERMAT

Pierre de Fermat era un granjero que sembraba olmos negros
en los parajes más sórdidos de la Francia profunda.
Aficionado a contar las hojas y las diversas ramas bifurcadas
              que nacían de sus troncos almizcleros,
pronto abandonó la costumbre de labrar la tierra.
Feliz de dejar todo al capricho de las integrales,
creó interminables fórmulas aritméticas que ya nadie defiende,
ni siquiera los habitantes de Beaumont de Lomagne, su comarca.
El prestigio de Fermat, sin embargo,
radica en el planteamiento de su último teorema
que dice más o menos lo siguiente:
Es imposible descomponer una potencia cualquiera
en dos potencias del mismo exponente.
Lo importante aquí es saber que varios matemáticos
                gastaron millones de cientos de miles de horas
deduciendo los exponentes,
trescientostreintaiocho años y decenas de días más.
Algunos calculistas murieron intentándolo,
como el físico ruso Dmitry Mirimanoff
que se asfixió con su propia saliva
cuando despejaba incógnitas y bebía el vodka
                que destiló Mendeléiev en los Montes Urales.

Vamos al futuro. No a nuestro futuro.
Al futuro de Pierre de Fermat, es decir, a nuestro pasado.

La condesa Ada Lovelace, hija del poeta Lord Byron,
también fue granjera en el cultivo de la desolación
y, como Fermat, quiso transformar lo real, lo tangible,
en algoritmos en desuso para apostar a los caballos.

Al final de su vida, Fermat regresó a Beaumont de Lomagne,
                 su comarca,
para sembrar los olmos negros de la ira
padeciendo de Alzheimer,
aunque para aquel entonces Alois Alzheimer no había nacido
o su desilusión.
Ada Lovelace perdió su herencia
y todos los poemas de Lord Byron, el incendiario,
en el hipódromo donde corren los ángeles de la locura.

 


INESTABLE

El astato es el elemento químico número ochentaicinco
                  en la tabla periódica de Mendeléiev.
¿A quién le interesa el astato, el osmio, el argón?
El osmio es el metal más pesado de los bosques marcianos
que duerme en la hamaca de una lágrima;
el argón es un gas inerte e incoloro
                 que suele encender los anuncios de las discotecas;
del astato hay menos por decir:
que nunca ha sido observado porque se pulveriza
tan pronto el ojo humano interviene en su cuerpo de acertijo;
que alrededor del mundo solo existe una onza
                 y bien estaría íntegro en una simple cuchara;
que una vigésima parte de su milímetro
bastaría para inmolar millones de urticarias, sarcomas, nódulos;
que perdura en un tubo agitador
                 menos de ocho segundos y luego se evapora;
que es radioactivo e incinerable;
que es el ornitorrinco de todos los elementos
porque posiblemente sea un metal, un gas, un líquido
                 y viva en el caparazón de una ostra.
¿A qué temperatura hierve el astato, el osmio, el argón?
¿Acaso importa a qué temperatura hierve el astato,
                el osmio, el argón?

Osmio = un metal de polvo
Argón = un gas sólido y luminoso
Astato = una aparición, un prefantasma

 

 

AGUJEROS NEGROS

Son las cuatro menos cuarto de una tarde muerta.
La familia de Stephen Hawking
                  ha entregado su aparato respiratorio
a la Clínica Pulmonar de Cosmología.

Colgaba del perchero,
entre estrellas de carbono y enanas rojas
que aún sueñan con el canto oscuro de la resurrección.

Quien lo use,
¿respirará su misma enfermedad de óxido, su miedo?
¿saldrán de su boca agujeros negros
que se tragarán los relojes de una profecía
                   a punto de cumplirse
o las barcazas que transportan
desde un confesionario menesteroso
a los cosmonautas, a los sindicalistas, a los prófugos?

Como un jardinero de hortensias que tala las estaciones del año,
irá con su cámara de asma a soplar la niebla de las lápidas.


Hellman Pardo nació en Bogotá en 1978. Poeta y ensayista. Autor de ensayos sobre la violencia en Colombia. Fue Finalista en 2007 del Premio Internacional de Poesía Breve,  Buenos Aires, Argentina, con La humanidad de las Cosas (Parte 1). También es autor de La Tentación Inconclusa, 2008 y de Anatomía de la Soledad, 2013.  

Colaborador del periódico Confabulación y de las revistas El Ático, La Movida Literaria y Cinepalabra, publica la página www.tierraliteraria.blogspot.com

Por su libro de poemas Historia del Agua, el jurado integrado por Juan Manuel Roca, Gabriel Jaime Franco y Fernando Herrera, le otorgó este mayo el 1er Premio Nacional de Poesía Festival Internacional de poesía de Medellín, el cual posibilita su participación en el 24 Festival Internacional de Poesía de Medellín.

Última actualización: 23/11/2021