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Ars Poética

Por: Geert van Istendael *

 

 


Fotografía de Saskia van der Stichel

Redacción de Mark Bellido
Especial para Prometeo

En esta época, el valor de cambio está suplantando con gran fuerza el valor de uso en todos los espacios de nuestra vida.

No soy marxista. Pero en este sentido, el capitalismo contemporáneo da la razón al autor barbudo de Das Kapital.

La poesía no tiene ningún valor de cambio.

Hay una diferencia enorme entre la poesía y las artes plásticas. El director de Art Market Research declara al Financial Times: En 2008, el precio máximo para las 25% obras más caras fue nueve veces el precio en 2000. Ahora se vende tres veces y media más caro que en 2000. 

Sin embargo, las obras de Damien Hirst se venden por entre 3 millones y 75 millones de euros.

Estas frases y estos precios son inconcebibles en el terreno de la poesía.

Hace cincuenta años, Hans Magnus Enzensberger escribió:

Das Gedicht ist die Antiware schlechthin (El poema es la antimercancía por excelencia).

En este mundo globalizado y ultracapitalista, en este siglo XXI, la sola existencia de la poesía ya es una crítica fundamental al sistema económico que está arruinando la civilización y el planeta.

En su ensayo The redress of poetry, Seamus Heaney habla de la poesía como una counterweighing function (una función de contrapeso) y como another truth (otra verdad).

La pensée unique, el pensamiento único, nos puede presentar un imagen coherente y racional del mundo globalizado solamente porque escamotea largas partes de la realidad cotidiana. El pensamiento único tiene una sola posibilidad en frente a la totalidad aterradora y magnífica de la existencia humana: la mentira alegra vendida como la única verdad concebible.

En nuestra época, la poesía está casi inaudible, invisible, sin relevancia social, política, económica, porque la única relevancia que subsiste es la relevancia de la cifra de ventas.

Pero exactamente eso es la razón porque la poesía tiene una importancia cultural y civilizadora insustituible.   

El trabajo mismo del poeta contiene algunos elementos que forman una crítica radical al dogmatismo del mercado.

* El trabajo del poeta no tiene ninguna utilidad directa y calculable.
* El trabajo del poeta es lento.
* El producto del trabajo del poeta es invendible.
* El producto del trabajo del poeta resiste al paso del tiempo.
* El trabaja del poeta maneja otras racionalidades que la sola racionalidad económica, cuantificable, contable.

La lógica del poeta es completamente incompatible con la lógica del héroe de esta época, el manager, el directivo.

El ritmo de trabajo del poeta no es acuciante. Los poemas se escriben en diez años o en diez minutos. No es previsible.

Hace más de 2000 años, Horacio escribió: Exegi monumentum aere perennius.

Hace 200 años, Hölderlin escribió: Was bleibet aber, stiften die Dichter.

Se habla mucho de sostenibilidad en este tiempo. Pero la producción y el consumo reales y actuales no son sostenibles de ninguna manera.

Un día, el amable directivo de una acería importante me dijo: Cuando compruebas que en tu empresa hay gente que produce la mejor calidad, tienes que parar esa producción inmediatamente. Nunca puedes producir la mejor calidad. Siempre tienes que producir la calidad que demanda el mercado.

En este momento entendí que comprensión y reconciliación entre el directivo y el poeta son imposibles.

El poeta que no se esmera en los mejores versos avergüenza su artesanía y su vocación.

Por consiguiente:

En nuestra época el poeta es subversivo por definición.

Poetas de izquierda o de derecha, poetas herméticos o abiertos, poetas comunicativos o tímidos, cuando cumplen sus obligaciones, van contra la corriente principal y profunda de nuestro sistema ideológico y económico.

Dos observaciones finales:

* La torre de marfil nunca está alejada de las barricadas. En las barricadas, el poeta estorba a los que luchan. Es mejor escribir poemas excelentes para todos, pobres, ricos, aristócratas, personas humildes, que quieren leerlos y escucharlos.

* Muchas veces no es el poeta, es el lector quien juzga el contenido político del poema, especialmente cuando el lector ejerce poder. Un ejemplo: en mi lengua, la lengua neerlandesa, hay un soneto sobre la crucifixión de Jesucristo. Es un poema del siglo XVII, un milagro de alta poesía, de emoción profunda y de teología calvinista.’t En zijn de Joden niet, Heer Jezu, die u kruisten … No son los Judíos, Señor Jesús, que te han crucificado …

Durante la Segunda Guerra Mundial, el ocupador alemán en los Países Bajos ha prohibió este poema del siglo XVII. Era demasiado condescendiente con los Judíos.

Es uno de los innumerables ejemplos en todas las lenguas de un poema definido como un texto político desde el exterior.

Fui presidente de la sección de PEN Bélgica neerlandófona durante cuatro años. En los congresos mundiales de PEN Internacional descubrí que en países diferentes, poemas que a simple vista son completamente idílicos, pueden provocar la ira de los dirigentes.

La lucha poética continúa.
Jamás la lucha será final.
Como el trabajo del poeta.

* Partes de esta Ars Poética ya aparecieron en mi libro de ensayos Alle uitbarstingen (Erupciones Completas), Amsterdam, Atlas, 2001, pp. 358-367 (Van rijmelaars en makelaars, Poetastros y corredores) y en el libro de poemas Berichten Bezweringen (Mensajes Conjuros), Amsterdam, Atlas, 2006, en los poemas Definities (Definiciones) y Examenvragen aardrijkskunde (Pruebas del examen de geografía).                 

Bruselas / Bélgica, abril 2012
Publicado en abril 23 de 2012.

Última actualización: 26/04/2020