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"Yo le cuento al Otro de nuestra civilización árabe musulmana"

Por: M. Bouamoud
Traductor: del francés de María Masquelet

Entrevista con el escritor argelino Rachid Boudjedra

 

 

 


Tomado de El Corresponsal de Medio Oriente y Africa

 

Durante tres décadas enteras, el argelino Rachid Boudjedra ha permanecido como uno de los raros y más grande monumento de la literatura magrebí en lengua francesa. Famoso desde su primera novela, El repudio, publicada en 1972, Boudjedra escribió unas quince novelas (algunas inolvidables, como Las mil y una noches de la nostalgia, y también La insolación, El desmantelamiento, La lluvia), algunos libros de poesía, el increíble panfleto “Fis del odio” y, desde hace algunos años, novelas en árabe. Y no hay que olvidar que ha sido traducido a aproximadamente 30 lenguas.

Réalités lo entrevistó durante una conferencia en Beit El Hikma sobre “Interferencia cultural y escritura literaria”

-Escribir en francés y ser publicado en Francia ¿qué representa para un magrebí como usted?

-Me hice publicar en Francia para huir de la censura argelina hacia fines de la década del 60, pero hubiera podido escribir en árabe. Yo reconozco, no obstante, que escribir en Francia da una repercusión mucho más importante que si hubiera escrito en Argelia; Francia, y sobre todo París, da una difusión universal. Entonces, es claro que si yo hubiera comenzado a escribir en árabe en Argelia, no habría probablemente tenido la importancia que tengo ahora y esto me ayudó mucho. Debo reconocerle: cuando me volví célebre en Francia, Argelia me aceptó tal como yo era. No hubo más censura para mí en Argelia porque era muy conocido en el exterior. Y cuando volví a Argelia, nadie más pudo tocar mis textos, y yo tenía, gracias a la notoriedad que tenía en Francia, una notoriedad universal y una notoriedad argelina. Hoy soy bien aceptado en Argelia…

-Bien aceptado y… ¿un poco perseguido?

-¿Por quién? ¿Por los islamistas? ¡No! Eso terminó ahora, porque los islamistas fracasaron, fue un fracaso claro, neto y definitivo del islamismo integrista en su aspecto de violencia bárbara. Puedo decir que desde hace tres años, estoy verdaderamente tranquilo aquí -antes me ocultaba mucho-, ahora todo el mundo sabe donde vivo e, inclusive, mi número de teléfono…

-A propósito de los islamistas…

-Por favor, no me gusta hablar de política…

-Es raro que un magrebí de lengua francesa, y publicado en Francia, trasmita una imagen brillante de los magrebíes, y… Boudjedra no escapa a la regla.

-¿Quiere decir que yo mostré una imagen negativa de lo árabe? ¿Y dónde ha visto usted eso?

-En su novela “Topografía ideal para una agresión caracterizada”. Allí se ve al árabe siempre perdido, siempre tan torpe, tan desorientado, que no comprende nada de lo que pasa en el lugar del Otro...

-El emigrante, ah sí, está todo el tiempo perdido. Estamos perdidos en su civilización. El emigrante, sobre todo, sufre el racismo. El racismo no soy yo quien lo ha inventado, al contrario, yo defiendo al emigrante porque es finalmente asesinado por racismo (N de la R: se refiere al personaje de la novela), entonces lo denuncio. En “Topografía...”, es el emigrante quien es positivo. Dado esto, decir cosas de nosotros mismos que son reales, no es necesario ocultarlas a los otros, lo hacemos por nosotros mismos.

-Por medio de toda su obra, ¿qué misión cree usted, como magrebí, haber buscado cumplir?

-Yo no tengo ninguna misión. Intento dar placer al lector por medio del texto; estoy en contra de la literatura comprometida. La literatura es como la música. ¿Por qué no se habla del compromiso político de la música? El escritor es como el músico, se da placer, escribiendo, y da placer al lector cuando lo lee… Nosotros obtenemos placer de leer a los otros también… Un hombre político tiene una misión, un pedagogo tiene una misión, pero la misión del escritor es dar placer, dar un texto estéticamente bello…

-Y Boudjedra pasó de la lengua francesa al árabe…

-Y bien, ¡sí! Porque yo amo esta lengua; porque publicaba en Francia por razones de censura, y cuando volví a Argelia luego de siete años de exilio, pude escribir sin ninguna censura, y, bien, encontré un grupo importante de lectores árabes, que se está desarrollando con el tiempo, sobre todo entre los jóvenes, y quise escribir para mis raíces, para decir mi orgullo por esta lengua, sobre todo para demostrar que esta lengua es capaz de adaptarse al mundo moderno y ser vehículo de ideas avanzadas, progresistas e inclusive científicas y novedosas…

-En una de sus novelas, usted deslizó la siguiente frase: “Toda la escritura es charlatanería”…

-Sí, es cierto, y así lo pienso… Pero esto no es negativo; quiere decir que la literatura no tiene una misión, no tiene un mensaje para dar; es un parloteo simpático… Se parlotea con el prójimo pero se instruye haciéndolo...

-Hace mucho tiempo, a un periodista que le preguntaba por qué su lenguaje es tan hermético, usted respondió: “No me gusta dirigirme a todo el mundo”.

-No, no recuerdo haber dicho eso. Dado que yo escribo de una manera compleja, está claro que a los que no pueden acceder a mi texto, no los voy a obligar a que accedan a él… Pero creo que el lector es más inteligente de lo que se cree, y creo también que hay tendencias en la literatura: está la novela simple, la novela realista, etcétera, y cada lector encuentra la felicidad donde puede… Yo escribo para mí mismo y para los que encuentran placer allí; igualmente, hay entre nosotros -en el Magreb- elites que necesitan ciertas cosas más elaboradas, ya sea la literatura, el cine o cualquier otra expresión… Es necesario que haya varias corrientes... Entre nosotros, por ejemplo, Mohamed Dhib era mucho más elaborado que Mouloud Feraoun, y luego Kateb Yacine era más elaborado todavía... Entonces, del desarrollo de todo esto, hubo escuelas.

-Usted finalizó su intervención sobre “La interculturalidad” con: “Yo le digo gracias al Otro que me ofrece su cultura, su civilización y la bella lengua de Proust…” Y Boudjedra, ¿qué le ofrece al Otro?

-Le ofrecí la lengua árabe, le ofrecí la relectura de la Mil y una noches, le ofrecí los sabios y filósofos, como Ibn Khaldoun. Lo digo sin pretensión, pero los franceses descubrieron a Ibnou Arabi, por ejemplo, a través de Rachid Boudjedra… Casi en todas mis novelas, hablé de Ibn Khaldoun… Yo magnifiqué siempre el costado positivo, rico, de la cultura árabe-musulmana, y siempre le conté, al Otro, de nuestra civilización árabe-musulmana… Yo no paré de hablar del costado científico, cultural y artístico de nuestra civilización…


Réalités, semanario tunecino que edita 35.000 ejemplares, reúne a algunos de los mejores periodistas e intelectuales jóvenes del país. La traducción del francés pertenece a María Masquelet.

Actualizado en noviembre 21, 2011.

Última actualización: 26/04/2020