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Arte poética

Por: Gerard Noiret
Traductor: Rafael Patiño Góez

     Yo soy de aquellos que, a fuerza de leer cotidianamente poetas contemporáneos, desconfían de la palabra poesía, sobre todo cuando es empleada en situaciones de relación (poesía y mito…) o en clasificaciones (poesía femenina, poesía política, etc…) dejando entender que las obras seleccionadas hacen parte de un subgrupo. Si bien poesía me llega naturalmente (demasiado naturalmente quizás) a los labios cuando me expreso sin preocupación teórica, ello no se aplica menos cuando pensar poema me parece que permite lecturas que ganan, en percepción de fenómenos de lenguaje, esto que pierden en aproximación a la trascendencia. 

Me encanta leer las artes poéticas que proclaman o subentienden la existencia de una realidad superior, inaccesible por los medios de la literatura, y me intereso en las declaraciones de amor o de odio que de allí resultan, pero, consciente de mis límites, he venido a utilizar aproximaciones ayudándome a reencontrarme en la mayor parte de los 8000 libros de mi biblioteca, más bien que a intentar aprehender  una esencia que aclare de una vez todos los libros de todos los países, de todas las épocas.

     Pasada la primera lectura, el poema me parece la mayor parte del tiempo como la cristalización de un producto de factores. Un producto de factores en número variable, de definición frágil, de naturalezas diversas, un producto de factores cuyos componentes no se multiplican forzosamente de una manera idéntica, sino un producto de factores después de todo. De cualquier manera, puedo arriesgarme a esta fórmula sin traicionarme demasiado:

poema = (lenguaje) (historia poética) (imaginario)  (mundo) (pensamiento) (proyecto)

Yo entiendo por (historia poética) la memoria de las formas de escribir y de los textos primordiales, por (vivido) el conjunto de las representaciones conscientes e inconscientes del sujeto; por (mundo) tanto las  circunstancias, como la historia, la política…; por (pensamiento) el saber, el conocimiento filosófico, la espiritualidad, la reflexión sobre el motivo; por (proyecto) esto que nace específicamente del trabajo del poeta.

Sólo el (lenguaje) es insoslayable. Su cualidad determina el resultado. Reducido a la voluntad de, él está próximo a un cero que reduce a nada los otros componentes, cuán rico, cuán dominado que sea. Lector avisado de Meschonnic y de Bourdieu, yo no puedo enunciar a propósito de él sino intuiciones. Que el lenguaje-del-poema depende del idioma y no de la lengua nacional, y no de la Lengua de los escritores, y no de la lengua de los sicoanalistas. Que no depende ni de los estudios, ni del mérito. Que sus cualidades (Que deben ser tratadas específicamente) están ligadas a choques existenciales (no forzosamente espectaculares, y raramente felices) y pueden disiparse.

Por regla general, los poemas que me hablan movilizan de tres a cinco factores. Cuando utilizan dos, son insuficientes. Cuando combinan los seis, sufren de saturación y conciernen antes que todo a los especialistas (de los cuales puedo ocasionalmente formar parte).

Última actualización: 15/01/2022