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23° Festival Internacional de Poesía de Medellín. En el corazón de la utopía


23° Festival Internacional de Poesía de Medellín
En el corazón de la utopía


 

 

Por Jairo Guzmán
Comité de Dirección
Festival Internacional de Poesía de Medellín


El Festival Internacional de Poesía de Medellín, a veintidós años de su fundación en 1991 y próximos a realizar su vigésima tercera versión del 6 al 13 de julio de 2013, estando ligado a la historia de la poesía tanto local, como nacional y mundial, su vena poética desciende de la cadena volcánica de los mitos congregacionales y ritos solares de la antigüedad, asumiendo la experiencia de los grandes poetas  visionarios que propagaron “la energía dislocante de la poesía”, inspirado en las principales vanguardias poéticas y en el rayo visionario de los grandes utopistas, cuyas obras y experiencias  han sido el fundamento de la capacidad de resistencia, crecimiento espiritual y actitud crítica ante un mundo  que se perpetúa a fuerza del terror de la barbarie, fase de la cual todavía no hemos salido.

La acción poética que despliega el Festival Internacional de Poesía de Medellín, se fundamenta como una acción de la utopía anticipatoria, punta de lanza del movimiento poético mundial, que pretende recuperar los espacios de la comunidad para una práctica que nos reafirma en el reencuentro, mediante la palabra poética, para una práctica de la paz por la congregación celebradora de la vida y la coexistencia que posibilita la poesía.

El lugar de la utopía es el ámbito de influencia de todas las acciones que se realizan para cambiar la vida, ahora que la humanidad está reducida a sobrevivir, a no dejarse eliminar por los coletazos del monstruo hipercapitalista. En esa perspectiva, las acciones poéticas que desplegará el 23 Festival Internacional de Poesía de Medellín, del 6 al 13 de julio próximos, son parte de la pulsión utópica de contribuir a los cambios culturales y espirituales que se requieren para la construcción de una sociedad más participativa e incluyente; condiciones esenciales para el advenimiento de una paz sólida, fortalecida por un auténtico sentido de la justicia social tan necesario en el momento actual.

El lugar de la utopía es esa tierra incógnita, que aflora a la visión poética cargada de las revelaciones y claves de su florecimiento. El lugar de la utopía es ese topos que nos reúne para construir un mundo posible, mejor que el actual.

El habla del mito es el lugar del gozo supremo (eutopos) transformado en mundo por vivir (outopos), en no lugar porque solo está en la percepción instantánea, efímera del relámpago de la imaginación y anhelo por realizar. Es lo que se nos escapa, pero que está allí, esperándonos. Requiere que salgamos a ese claro desde donde se divise su sol en nacimiento.

La utopía es ese lugar al que se accede después de voltear la página de esta historia de terror que erigió una casta minoritaria que pasa rampante por el mundo, flotando en burbujas de oro, al costo de conducirlo todo al desastre, a expensas  del genocidio por inanición de mil millones de seres humanos, a expensas de la muerte de los océanos, de las especies vegetales, animales y de la devastación de la tierra. Las acciones utópicas concurrentes son un entramado que materializa un mundo soñado como práctica de anticipación.

 

Utopía es la edad dorada del mito proyectada en la pantalla del CINEMA FUTURO. Otros dirán que es una mutación del mito. Pero preferimos a la utopía como un mito mutante. Un mito que transforma, que guía acciones específicas destinadas a erradicar los tiempos sombríos, que son tiempos aciagos para el gran número pero tiempos de opulencia para algunas  minorías por el superavit que produce la globalización de la pobreza, la convulsión social y el caos justificada con  la globalización de los derechos humanos caricaturizados en el circo de una noción de multiculturalidad que sólo es fachada de un simulacro para la libre explotación de los recursos del planeta, controlada por un sistema multipolar de monitoreo económico y social.

En la dimensión utópica de la resistencia, ante los sofismas de la globalización de la servidumbre neoliberal, las acciones poéticas como el 23 Festival Internacional de Poesía de Medellín plantean una noción de interculturalidad basados en la simbiosis de voces, etnias, identidades y lenguas que concurren como representantes de la memoria e identidad cultural de comunidades planetarias de los cinco continentes. Esta acción deja una huella social, tanto local como global, de transculturalidad que construye paz y crecimiento humano.

La utopía es la que está a punto de perder la esperanza  en los desesperanzados de la tierra. La utopía está cansada de esperar a que los no soñadores adquieran el vuelo necesario para elevarse al nivel de los grandes cambios. La utopía está a punto de marcharse bien lejos de este no lugar, limbo o encrucijada del mundo actual, que no parece mundo sino el no lugar espectral de las estadísticas.

El lugar de la utopía es un no lugar solamente porque no es el mundo actual ni está a la vuelta de la esquina. Está a la vuelta de página de nuestra fantasmagoría neoliberal y usurera.

El lugar de la utopía es la tierra liberada de sus propietarios. El lugar de la utopía es el espacio que crean las prácticas de anticipación de un mundo sin gobernantes, de seres neo-humanos que superaron la tragedia de una especie precaria ante sus propios retos, cuya puesta en escena fracasó con el fraude de la razón instrumental y terminó en el falseado rito de inmolación y amenaza de lo viviente  que es el modo de producción actual.

Atravesamos un tiempo fantasmagórico que ve realizarse la utopía perversa del cyborg-humano cuya biología está potenciada con implantes cibernéticos, instaurando conexiones más potentes en la fisiología interna del cuerpo. O la biología del ciudadano promedio, potenciada por extensiones como los computadores y aparatos de telecomunicaciones. Somos sujetos activos y extensiones de la cyborg-cultura global, la era del cyborg-policía universal como una de las tantas formas que adquiere el minotauro en el laberinto de esta fase tardía de la barbarie que controla la especie desde ojos satelitales en conexión con un super-ojo terrestre que nos observa desde el no lugar del control multipolar.

Atravesamos la era borrascosa del hiper-control digitalizado, ligado a la globalización de la miseria: anti-utopía al servicio de la realización de una utopía falsificada por el oropel de un paraíso basado en la religión de la “calidad de vida” asociada al espejismo que produce el fetichismo de la mercancía, acoplado al modelo humano que propone un paraíso deslactosado, hecho a la medida de la devastación.

El ejercicio de la utopía es una poética de acciones individuales y colectivas que, entrelazadas, configuran una gran fuerza actuante y transformadora. Además de ser un entramado de resistencia social, es un entramado de creatividad y alta poesía, preparando el terreno de la zona liberada, del no lugar glorioso que será factible ante el advenimiento de un mundo  situado en un más acá, pero fuera de este nudo ciego de la contingencia actual.

En esta perspectiva, el 23 Festival Internacional de Poesía de Medellín intervendrá 140 escenarios de la ciudad, municipios de su área metropolitana, algunos municipios de Antioquia y algunas ciudades de Colombia con el despliegue de recitales de poesía a cargo de 70 poetas procedentes de 45 países de los cinco continentes, cumpliendo con el rito solar de convocar a la comunidad local y global para juntos dejar la huella simbólica y social del cambio, mediante una renovada actitud ante los retos de un tiempo conflictivo y conjetural que reclama la coexistencia que genera paz para el crecimiento humano.

La poesía es la voz de la utopía.

                     
Publicado en mayo 23 de 2013.

Última actualización: 04/07/2018