Roberto Alifano (Argentina, 1943)
Por: Roberto Alifano
Roberto Alifano nació en Argentina en 1943. Poeta, narrador, ensayista y periodista (columnista de La Nación). Obra poética: “De sueños y caminantes”, 1967; Revoque grueso, 1972; Haikus y Tankas, 1974; El espejo infinito, 1977; Sueño que sueña, 1981; Los números, 1989; Donde olvidé mi sombra, 1992; De los amigos, 1997; Este río del invierno, 1998; Alifano poesías, 2004; El guardián de la luna, 2005; Cantos al amor maravilloso, 2006. Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía (1997). Premio del Círculo de Críticos de Arte de Chile (2003). Premio Pablo Neruda de Chile por trayectoria poética (2003). Ha sido candidato al Premio Cervantes y al Premio Juan Rulfo.
Fue el secretario privado de Jorge Luis Borges durante los últimos años de su vida y con él publicó varios de sus libros, entre ellos la traducción de las fábulas de José L. Stevenson y los poemas de Lewis Carroll y Herman Hesse.
Jorge Luis Borges, a quien Roberto Alifano tuvo la oportunidad en los últimos años de su vida, expresó de éste: “Mi amistad con Alifano es uno de los mejores hábitos de mi vida. Pero hay un Alifano poeta, un Alifano escritor. En estos tiempos en que los incoherentes snobismos manchan la literatura de verborragia incontenible y pretenciosa, Alifano tiene el valor de proponer una lírica pura, donde la forma y el misterio son lo más original” (Jorge Luis Borges).
De él dijo Pablo Neruda: “Alifano es un poeta que nunca dejará de cantar. Un joven maduro poeta al que nuestra época debe prestar atención. Por su poesía pasa la transparencia de la leve lluvia de primavera. Universal y halado, permanente viajero de la noche y el silencio” (Pablo Neruda).
Y el gran escritor mexicano del siglo XX, Juan José Arreola, afirmó: “En Alifano la forma y la emoción son la esencia de su poesía, por eso es clásico. Asombrado ante el misterio de la vida, más cercano al dolor que a la inteligencia, su tono reflexivo –aunque a veces dramático- hace de cada poema suyo una alegoría".
*
Estaciones perdidas
Volver a tus recuerdos que son humo
es pisar sobre el humo y en el aire.
Precipitadamente peregrino
más bajo que los otros tú caminas
y el corazón abre otra puerta
a ese frío de mármol que resiste
humillando rincones del ahora.
Pendiendo a la humedad de una pared
percibes todo un mar ante tus ojos
y el viento fugitivo de los años
te sumerge en dos aguas simultáneas
que entrecruza el olvido y la memoria.
Te cuesta recordar un acto rancio
en la rama del árbol que se seca.
Todo tiempo pasado ha sido igual:
una resta de cero en el presente
y los hombres también somos los mismos.
Con caras repetidas fueron estos
que cruzas en la calle o en un sueño
y recuerdan las muecas depravadas
de horribles cardenales lujuriosos
que pintó Caravaggio en claroscuro.
Sus risas retorcidas, sentenciosas,
acosan tu vigilia con intrigas.
¡Ah, el adiós de las novias escamadas
que devuelve una lluvia de verano
en la aciaga ventana del café!
Sucede que persiguen agonías
de ángeles secretos y perversos
con cortejos de seres abolidos
invisibles al ojo terrenal
que con brazos caídos, los devuelve un espejo,
y ajenos a la Gloria del Infierno,
procurando perfumes de glicinas,
precipitan el llanto que te quiebra.
¡Qué trabajo te cuesta recordar!
La tierra se enterró bajo la tierra
y es polvo de una tumba tu memoria.
*
Racconto
Es tan rara la vida. Indescifrable.
¿No sé cómo llegué hasta aquí? Me asombra
haber atravesado tantos puentes
y túneles
y bosques
y montañas.
Tanto océano impuro de ilusiones,
mucho cielo de escombros escogidos.
Buscando innecesario todavía,
me parece increíble verme aquí
caminando indiscreto entre la gente
sonriendo a manos llenas
o escondiendo una lágrima en la manga
en medio del murmullo como espiga,
resistiendo un presagio,
de penumbras oscuras que acribillan
con aullidos de rejas y de estatuas.
El fervor de las plazas me entristece
quemándome los ojos
con luces de faroles sentenciosos
que exaltan amarillos funerarios.
¿Cabe dentro de un rezo la esperanza?
¿Cómo alcanzar la forma victoriosa
que le de libertad a mi palabra
y batir palmas en el agua fría?
Así, yo escribo este poema y siento
que quiebro el corazón en dos mitades:
uno es de nube y se lo lleva el viento
o el sueño que me sueña cada noche;
el otro es realidad. Es piedra dura,
que me hunde en un río de desdichas
con tanto bulto a cuestas
y trastos que me pesan como hierros
de sangre o de murallas sumergidas.
Pronto a diferenciar tanta malicia
me pregunto erizado,
¿de dónde saqué fuerzas
y saco todavía
para seguir de pie sobre este osario?
¡Que venga ese ciclón y me destruya
y de una vez por todas
me libere de tantas adherencias!
Como quemaduras calzadas a mis pies,
los mares que agonizan
me marcan su distancia irrevocable.
Quiero burlar la jaula en que me encierro;
mis alas no responden
y la jaula se agranda en otra jaula.
¡Ah, tierra escurridiza
con un soplo de viento desde adentro!
Mañana parto hacia el Oriente.
Mi pueblo y mis afectos
ya son sólo una lumbre que se apaga.
¡Ô Satan, prends pitié de ma longue misère!
*
Dinero de bolsillo
No vengan con que soy apocalíptico.
Si estoy fuera del cielo no es mi culpa
(Eva y Adán tampoco son culpables
de que el propio Hacedor los engañara).
Soy apenas un pobre melancólico
que se atreve a enfrentar venalidades
de este mundo que ocurre irremediable
con causas y defectos sin remedio.
Las cosas son así, hay que aceptarlas.
La riqueza mejor está perdida
y la flor se marchita con la escarcha
cuando llega el invierno vengativo.
Condenado a vivir en esta cárcel
sin rejas aparentes por delante
y a viajar con mi jaula siempre a cuestas,
me disculpo ante ustedes, caballeros.
Les diré simplemente y en voz baja
que una brisa jamás me ha defraudado.
Yo soy de los que viven masticando
el pan de cada día y sus migajas.
Apenas con centavos y algún verso
que pesan al bolsillo un miligramo
me doy por satisfecho. ¿Lo demás?
Lo demás puro cuento y ambición.
¡Qué cosa más absurda nos sucede;
entre vidrios molidos que lastiman
pelear por una vida de apariencia
que no tenemos tiempo de vivirla!
*
Tanto empeño en un sueño
Hay música en mi alma al recordarte
que da color al aire que respiro.
¡Ah, el campo de tus labios rumorosos
naufragando en mis noches
como una bella bruja en su barca de cristal!
Sentado frente a un fuego que agoniza,
muy lejano y pequeño, resignado,
apretando los dientes.
apenas me distingo con el humo.
¡Ah, la infinitud de hace diez años,
que repite un puñal al corazón!
Nosotros de la mano y con un beso
pisábamos el mundo en una brisa
sobre puentes del Sena y del Moldava
sin inútil apremio de la hormiga!
Tu ternura, las horas de esos días,
la gracia de tu pelo que flotaba
sobre una catarata de perfume.
Y luego el asesino tan gratuito,
volando como águila al acecho,
bajando la colina disfrazado.
Y el adiós indeseado por los dos.
Haz llegado y te has ido danzando con tu aroma.
Y yo quiero morir en este instante
o caer
y caer
y caer a tus pies envuelto con tu alma.
Pero no. Como luz repentina en medio de la noche
Mi ternura se ofende y se resiste.
Tanto empeño en un sueño ¿Para qué?
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June 30, 2014