Elbio Chitaro (Uruguay)
Por: Elbio Chitaro
Mudo cuando ascendió a la vida, mudo.
Desocupa y vuelve a llenar los cántaros.
Paul Celan
(pares, nones)
¿Qué sabe tu padre, tu madre, tu hermano, del poder de la Historia?
¿Saben que es aproximación por acierto y error?
¿Qué sabe tu hijo de tus versiones del ayer?
¿Qué parte de lo oscuro contemplas en el punto de quiebre?
¿Por qué te alejas?
¿Ves el derrumbe que suma ruina sobre ruina?
¿Por qué crees que puedes despertar los muertos y recomponer la huella?
Desastre es sinónimo de no estar bajo el sol.
Menos aún, las estrellas del firmamento sobre la azotea.
¿Qué saben de los sentimientos del que tiene ojos en la espalda?
¿Qué saben de la verdad?
¿Qué de las mentiras verdaderas? ¿Qué de las mentiras solamente?
¿Saben que estuviste a los pies de las patas del caballo?
¿a los pies de la cama, a los pies de Jasón,
a los pies de Medea con las manos ardiendo?
¿Qué sabe tu vecino del eco, tu llanto en la cocina?
¿Sabe que estuviste un día frente al viento,
a la lluvia temblando?
¿Qué sabe de ti el artesano? ¿Qué sabe de ti bajo el velo rasgado?
¿Qué de las alas que no vuelan bajo el sol?
¿Qué de tus manos?
¿Qué de tus manos?
***
Hoy fue la lámina, ningún lápiz.
Eduardo Espina
(aspereza)
Esa flor
hace hablar, no hay otra.
Los pétalos rojos de ese geranio abatido,
quebrado,
retrotraen los ojos de mi madre cuando niña.
Por encima de esos ojos hay otros
que observan cada gesto,
cada movimiento que hacemos,
cada sensación de muerte.
La poesía no abarca todo,
no llega ni siquiera a cubrir la superficie.
Aspereza es su nombre de rigor. Aspereza es el quid
de su cuestión.
Esa flor
hace hablar a los estigmas, es como un rayo de sol
en mar furioso.
No hay poesía sino hay ambición.
De alguna manera el poeta
es la misma representación de la avaricia.
Lo quiere todo.
Deseo no es necesidad, y viceversa. Lo sabes.
Hoy la poesía se ha convertido
en un acto de stand up sin gracia.
Es patético comunicárselo a los que empiezan
a jugar al acto de expulsión de los demonios.
Ya nadie quiere ser
el que recibe las bofetadas.
Nadie quiere pagar derecho de piso.
Ya nadie hace el juramento
porque todos creen estar a salvo del infundio.
La poesía no tiene segundos actos,
es pura caída.
Esa flor
hace hablar. A mí, negro león
de suburbio, me tocó el cardo corredor.
Pudiera ser peor, la manufactura legionaria
de una corona de espinas;
la flagelación: 300 azotes al mar.
La poesía se limita a buscar silencios
entre el sufrimiento.
A veces sólo encuentra ludismo.
Sin embargo, el show debe continuar.
Nadie es imprescindible,
ni siquiera el dueño del freak show.
En si, la poesía es el arte trashumante
de la ventriloquía.
***
(sobre lo real como una baba)
Y finalmente llegamos a la Realidad.
¿Y desde dónde?
(grillo - grillo / cristo - cristo / cri - cri)
En eso estamos los poetas,
¿En eso estamos los poetas, Laurus?
(grillo - grillo / cristo - cristo / cri - cri)
A la búsqueda de ese Donde.
Del No-Donde,
Del No-Lugar.
Por no nombrar otros lugares comunes,
Quizá no tenga.
No podemos ver lo real como una rata de caño.
Como si fuera un rastro fecal
Del paso de la rata por la viga,
(Por la vida,
Por la viga).
Del paso por el pilar
Bramante.
Lo real no tiene buena prensa.
Se lo ve como una baba,
Como un moco,
Que permite a los moluscos desplazarse.
En poesía, la realidad
Es una mera distracción.
a Paola Gallo
aguantaraz
Has llegado a alzar la mano. Contratista. Ay, perdón, debí decir: poeta feligrés.
Metalia de la lengua, poeta orondo. Poeta del Partido, lengüita, lenguaraz: gusano.
-Veo ratas subiendo las paredes. Veo espinas de rosal en todas paredes de la casa.
-¿Ves sangre en las paredes, Dylan?
-Horror vero, lo demás son detalles.
Has llegado a alzar la mano: abierta, en comba, con sus dedos en dentición durante.
Mano tumbada, sin embargo, despeñada. Con el cordón umbilical en bandolera.
La mano que zozobra, tala hueca; como aureola pardogris.
La mano-ojo: glándula lacrimal de la conciencia.
La que duele un tanto más que la mejilla.
La mano-mirada sin pudor.
Mano muerta no hace trampa.
Mano es mitad de cara.
Mano es vergüenza ajena.
Mano calavera, finada, la que desaprisiona vientos boca arriba.
A rajatabla, vientos búhos.
Lejos, dentro; dentro de la piedra mora, por la quebradura.
Lejos, dentro; lejos de los muros de la piedra mora, por la quebrada del yerbal.
-Anatolii Golóvnia, fílmelo de tal forma que el agua pueda ser oída, así
indicole Vsévolod Iliarionovich Pudovkin a su operador de cámara
-¿Qué agua, camarada Director?. Respondiole Él.
-La del aire, camada, la del aire, dándole la espalda.
Sin tapujos. Al pan, pan: hostia, cáliz, luz, después de consagrados
por la mano.
Extremidad hundida en el smog (humo, cerrazón y juro).
Piel de piedra, inmemorial, soda cáustica en escamas.
Como encumbre de hiedra viperina.
Como espina dorsal en el alud, arrase del que alude, del que versa al
Hueso del asunto.
Adeudas todos los deberes de patria potestad.
No alcanza aire a impedir el pozo. Ni pozo a entullecer el aire raro.
Arenas movedizas desde abajo. Como caballo loco, como caballo
cimarrón detrás de la marea.
Ni aire, ni pozo hueco.
-Todo es inútil y hay que tener el valor de no tener pretextos. Me hubiera gustado clavar
la noche en el papel como a una gran mariposa nocturna.
-Dejá dormir, murmuró Cordes, déjate de pavadas.
-Como esa mariposa, volvió a decir Linacero.
Gesto pírrico: diseccionar un antes y un después, vivificado en dos.
Renacido como Hidra de Lerna despechada.
Antes, hacer el ademán.
Luego deshacerlo en polvo ceniciento junto al río.
Así raíz, izar el gesto eólico de esta mano con melena de león. Así
la prisa ninivita en desasirnos de raíz.
¿sacer? ¿sacernos Hanna?
Testigo, mártir, la memoria en varias lenguas.
Tremendo el gesto de la ola expansiva.
La mano sierpe, enjaulado el candor, muerde el talón de tu enemigo.
Tremendo el ademán de palma embarazada sobre el rostro.
Gilgamesh llora sin consuelo por el llano: -Cuando muera, ¿no seré
como Enkidu? El espanto ha entrado en mi vientre.
-El espanto ha entrado en tu vientre, una hiena ha entrado en tu
bosque de cedros deodar, dice su corazón partido.
Gilgamesh deja de llorar. Emprende el camino hasta llegar la noche.
-Cuando muera, mis ojos dejarán de ver el resplandor del sol.
Dolor fuera de la humillación. Fuerza del golpe en la cisura del hueso.
Dolor fuera de voz.
Dolor del interior de las arrugas.
Dolor en la noche que se hunde en el mejunje. Sume en la mirada.
El encare del hijo que culmina. Autoridad que emana.
Dolor que alega. Pretexta el fundamento.
Nudo en la garganta
Debía haber bolsas rotas de pórtland. Ladrillos de campo chupando
la aguachenta. Hierro tratado, clavos enderezados a martillo, alambre
dulce. Fretachos y cucharas de albañil.
Debía haber tablas de encofrado con nudo en la garganta. Tablón de
pino. Planchada, columna y viga.
Debía haber dolor en los riñones. Manos callosas, olor a pata y
sudores congelados en la faja.
Debía haber ternura.
Pero no había eso. Había sospecha de desmayo, pedregullo,
camaradas en silencio con pucho entre los labios.
Nada de hermosura. Sólo camión.
-Me cago en Dios, dijo el albañil al catequista. Mientras partía a
macetazos la viga malograda.
El catequista era el hijo que llevaba su apellido. El silencio era la tarde
Desmedida. Las distancias, huecos de esperanza.
-Me cago en tu madre, sintió.
Sudor frío bajo el manifiesto corazón.
La muerte tigre comería trigo si pudiese. Grava en los huecos del corazón, donde lastima.
Granulometría del maíz en las rodillas. Grava la histeria del pupitre.
La de la tiza horrísona en el betún.
Detrás rechazo, olor a mierda, pozo negro bajo el duraznero.
Ese árbol dio los frutos más ricos. Puro almíbar. Puro azahar.
Pura sombra.
Vieja pared del arrabal
Tu sombra fue mi compañera
De mi niñez sin esplendor
La amiga fue tu madreselva.
El canto de una calandria se alza sobre la pileta de lavar
Mientras en la cocina se escucha Madreselva en la voz de
Libertad Lamarque
- Bien pegado el revés a esa chirusa
- Le tocó el destierro, pero le hizo un favor.
- La muy mosquita muerta.
Esa espesura que dejaron los muertos, los malos entendidos, las
compresas de alcohol.
La sal, el fuego por la boca. Fuego que se mete por la boca y se
pierde adentro.
El poeta no supo dar un rasgueo de luz con su guitarra. Ni un puto
croquis de arte bella.
Fracaso para embellecer la mierda.
Nada queda de la apuesta. Se lo llevaron todo.
No.
Quedan las palabras huecas.
Las muecas.
Las muecas en la oreja. Las moscas del fogón.
No.
Queda la vanidad. La presunción del poema. La hinchazón de la
lengua. Los humos, el aire, el viento. Los fueros del poeta, la vanagloria.
Ahora tienes el brazo dormido. No vuela tu cresta sobre los
cadáveres . Nada queda del furor. Nada del cuchillo. Nada del miedo.
Tienes el brazo sin cabeza.
Teatro en el teatro de operaciones.
Poema en el poema.
Sol en el sol de la planchada.
Agua turbia en la sed. Lo mismo apaga.
Esa paz en los andamios.
Ese ladrido.
Hablas de ti. No de mí.
De mí no te han dejado.
Ellos se lo llevaron.
Escribir a tientas. Pegarle un golpe de katana a un quebracho
colorado. Abrir en dos a un yacaré.
Escribir sin pies ni cabeza. Sin orden, como nido de carancho.
Escribir sobre la carroña, literalmente.
No importa el buey, bien se lame.
No importa el carnero merino.
Escribir con la sudoración del corazón o cualquier otra víscera.
Sobre la piedra.
Con la carne amoratada. Con la podredumbre.
Con el tufo a podrido del olvido.
Al sol.
Con la mano temblando todavía. A escasos metros del muñón.
Elbio Chitaro nació en Uruguay en 1961. Ha publicado los libros de poemas: La tristeza de la madre del caballo, 2002; Versión de Medea, 2008 (Premio Anual de Literatura); Palabras rotas, 2010 (Primer Premio en el Concurso de Poesía de los Fondos Concursables) y La impureza, 2013. Es fundador de la Casa de los Escritores de Uruguay.
En su modo de ver: “La poesía no cree en certidumbres, vive de la incertidumbre, de lo que no sé. La poesía se alimenta de la sospecha de que, lo que dice, no es lo que dice, es otra cosa. Quizá se persigue la certidumbre como se persigue lo puro, sabiendo de antemano que se va a fracasar. El asunto está en la intensidad que se pone en la búsqueda. Intensidad, rigurosidad, necesidad de ir hacia eso que nos abruma, desafía, casi se ríe de nuestro intento de llegar.”