Oumar Farouk Sesay (Sierra Leona)
Por:
Oumar Farouk Sesay
Traductor:
G. Leogena
Los dedos de la democracia
Machete en mano, renegado
De óxido
De cuclillas sobre una mente
Deformada por la cocaína.
Extremidades que privan de derechos a un muñón
Tartamudean un mantra demente
Lentamente: veremos cómo puedes votar
Con manga corta en ambas manos.
Músculos de pirámide
Levantan el machete hasta el cielo
Bajando sobre el tocón
Extremidades vuelan como fragmentos
Fuente de sangre brota
Queriendo sin querer que el tocón crezca
Testigo de una locura insaciable
Dolor que surge por los poros
Aísla la ira
Entumece los sentidos.
El espíritu de almas que gritan
Manos decapitadas tiemblan,
El enterrar hacia la muerte, ruñen
Cada pulgada de nervio palpitando
Extremidades cicatrizadas por la democracia.
Llegó la democracia con tinta de mi sangre
Escribía derechos sobre dedos
Extremidades sobre la mesa
Como extremidades sobre el tocón
Al lado de la carretera
Espera que la tinta sobre-cicatrice cicatrices
El demócrata levanta la cabeza
Busca una uña
Tartamudea el guion de un mantra;
“Pero necesitas tinta indeleble
Sobre una uña y una uña sobre un dedo
Y un dedo sobre una extremidad para votar”
“Los perdí por un renegado de óxido
Sobre un tocón al lado de la carretera”
Le murmuro
Pero los demócratas me privan de derechos
De nuevo
Mochado hasta un muñón
Sobre un tocón al lado de la carretera.
Piedra poema
La piedra sobre la cual escribí un poema
fue expulsada desde la garganta de la tierra
y rodada por un colina hasta el lado de la carretera
alejada de las rocas profundas
que detienen las montañas de Leicester
Para que no viertan su rabia sobre los hombres
Quienes evisceran la tierra
Dejan heridas sangrantes sobre el coro
Grietas agarran historias del tiempo
Laceran la piedra como arrugas
Develan narrativas enterradas en la corteza de la tierra
La piedra lleva heridas dejadas por los rompe-piedras
quienes descuartizaban las piedras
como un poeta-cadáver en busca de metáforas
Cuenta la historia de la colina que se marchita
bajada por la erosión a los barrancos
Y al talar los árboles
Expuesta a los latigazos del tiempo
El tiempo cincela astillas de piedra
Cambia la historia con cada golpe
Hasta que un golpe trajo hombres de vacíos
Golpeaban las piedras con fuego por pan
La piedra permanece al lado de la carretera en espera
de los oídos que escucharán su poesía de dolor
reflexiona en el abismo del tiempo
cuando el hombre y la naturaleza se entrenzan
No hay máquina que tale los troncos
ni piedras expulsadas y rodadas
sobre los epitafios al lado de la carretera
Por un paisaje agonizante
El poeta mudo murmurará versos de desastre
A directores de funerarias de las tinieblas
Tartamudea un poema de desastre:
Poemas de desastre
La piedra me la pasan –a mí, un poeta que jadea
Paso un bosque trasquilado
¡asustado!
“Recuerde el derrumbe de Charlotte
Tras las montañas de Leicester”
me susurra, a mí, un poeta cansado que persigue una musa
y que escucha la piedra muda que murmura
un poema subterráneo para los sordos,
mientras contemplo un poema sobre la piedra de la poesía.
Mi poema dentro de tu poema
Veo mi poema dentro de tu poema
Cuelga en los baches de las metáforas
Sigilosamente regaña imágenes que huyen
Mis versos en la sombra de tu verso
Estrofas de pie en la severidad de las palabras
Surten el nacimiento de mi poema
Siento el pulso de mi poema
Late dentro de tu poema
Bombea “poesía” a mi poema
Siento el latido del corazón de tu poema
Que pulsa al tiempo con el corazón de mi poema
Escucho la voz tapada de mi poema
Que murmura como una nota que pasa
Y un mosaico de voces de poetas
De generaciones atrás que acarrean metáforas
A mi poema mientras leo tu poema
Siento el sentimiento de mi poema
En cada poro de tu poema
Filtran sentimiento en mi poema
Como el sentimiento en tu poema
Siento el espíritu de tu poema
Acariciando el alma de mi poema
Ahora quiero escribir un poema
Con sombras de ciclos entrelazados
Acolchonado por la huella en la arena
Y niños aturdidos por bombas en los bunkers
Igual a la metáfora en tu poema
Veo mi poema en tu poema
Y quiero escribir un poema
Igual a tu poema
Que inspire poetas que leen mi poema
Aunque esté de cuclillas en el vientre de tu poema
La última metáfora (Para Tom Cauuray)
Tom, el día después de tu muerte
El sol con cortinas de nubes oscuras
Cojeaba por el cielo
Las estrellas destellaban sus arrugas
Riachuelos de sudor desde las cejas de campesinos
Se vierten sobre lo amontonado
Como lágrimas desde el cielo
Cuervos que ascienden consuelan al cielo que llora
Ese día los niños abrazan al hambre, aprietan el suicidio
Toman sorbos de sed
Venden agua en baldes hechos de lamentos
Como quienes se lamentan en Roma
Igual al día antes de tu muerte
El día después de tu muerte
Las mujeres de tus poemas mueren al dar a luz;
una tumba para cada ocho vientres
Sus lágrimas extraídas, la tormenta de agosto
Empapa la tierra para los sepultureros
Igual al día antes de tu muerte
El día después de tu muerte
La lluvia repica y salpica
Como la música en tu “Adiós a mi tierra agonizante”
Bailamos la danza fúnebre de nuestra tierra
Sobre las brasas de nuestros recuerdos
Igual al día antes de tu muerte
El día después de tu muerte
Los tambores de la tierra se entumecieron
El balangie se ríe y se atraganta
El seigureh tartamudea y solloza
Los pies arrastran y se encadenan
Sin embargo cantamos la canción fúnebre
En voz baja
Igual al día antes de tu muerte
El día después de tu muerte
Los ruidosos pies de la tiranía golpean el tambor de la tierra
Crean una melodía disonante para los oídos del suelo
Y las almas mochadas de todos los pisoteados
Igual al día antes de tu muerte
Pero tú no estás aquí tom
para filtrar los rayos de sus esperanzas en el sol que se levanta
para arrancar la arruga de sus estrellas destellantes
para recoger el derramar de su sudor en el totumo de los recuerdos
para atrapar el crescendo de sus gritos en el doble sentido de tus poemas
para capturar el tono de su dolor en tu canción melancólica
Y para escuchar el coro de sus corazones cantar la canción de luto de tu metáfora
No estás aquí tom
Tom no estás aquí para escribir sus poemas
Aquí estoy, no para añorar tu molde
Sino para añorar la metáfora del
molde de barro que embarra las baldosas
Mientras yaces ahí muerto solo, por días
Sin dolientes
Sin entierro
Sin celebración
Sin ser escuchado
En la habitación fría de un hostal
Que deja tus restos como una última metáfora
Para que la posteridad lea la podredumbre en la tierra
Como Rabearevelo en los guetos de Madagascar
O David Diop agonizando en los cielos de Senegal
Aprietas un manuscrito de metáforas
Mientras desciendes al tiempo eterno y dejas tu última metáfora
Para que poetas tallen el máximo poema
Tom, el día después de tu muerte
Es igual al día antes de tu muerte
Pero tú no estás aquí tom
Tom no estás aquí
Para hacer un poema de nuestras vidas
Desfiguradas por el día después de tu muerte
Violación
Hicimos de los cuerpos de nuestras mujeres un campo de batalla
Les disparábamos con chakabulars cuñados entre nuestras piernas
Cicatrizando (espantando) los paisajes de sus vientres como campos de matanza
/de rufianes
Los sudores desde la ceja de sus almas ahogan sus cuerpos
Somos un ejército invasor saqueando el obelisco de su Etiopía
Las brasas de nuestros sexos queman lo sacro de su ser
Y las llamas de nuestra lujuria consumen el oasis de su alma
Golpeamos nuestro pecho contra el seno de ellas para probar nuestra hombría
Incitado por la depravación anclada en el péndulo de nuestros sexos
Nuestros juramentos de morir por su honor se desvanecen en la cacofonía de
/ nuestros jadeos
Ecos de éxtasis de la vergüenza acechan en las jaulas de nuestro vacío
La bandera de la vergüenza izamos sobre la cima de sus recuerdos
Tiembla y abanica las llamas del odio que revivimos en sus almas
Por el ejército que mama vida desde su seno
Mientras profana la leche con la bilis de sus chakabulars
De Darfur a Congo a Ruanda a Kailahun
Soldados de vergüenza cojean por continente empapados de vergüenza
Debilitan lo atractivo de las musas de la negritud
Hiroshima de desprecio, lo que situamos bajo su alma
Explota todos los días a múltiples Hiroshimas en el paisaje de sus mentes
Vergüenza, baja la cabeza en vergüenza
por las guerras que hemos peleado sobre los cuerpos de mujeres
Las trincheras que hemos abierto en su alma
Las heridas “fuiste tú Bruto” que dejamos en sus vientres
Con armas antes moldeados en la forja de sus vientres
Las violamos con chakabulars
Y las violamos de nuevo con los penes de nuestras lenguas
El estigma ha dejado ampollas de vergüenza sobre su imagen
Como las ampollas que dejamos en los paisajes de sus vientres
Y sus cuerpos, ya un campo de batalla cubierto con los restos de un arsenal
¡Arden! ¡Arden! ¡Arden!
Desde las cenizas, el ave fénix de la femineidad africana se levanta
Desde los versos de Isis la resurrección llama
Desde la pirámide de Egipto Cleopatra llega en las huellas de Nefertiti
Desde los huertos sagrados de sandathanka suenan las campanas desde el tobillo
/ de Nasomala
Desde la Peninsular la ira de la pluma de Casely- Hayford
Desde los campos de arroz y los puertos de pesca vienen cantando
Desde los grilletes de matrimonios forzados se liberan
Desde Angola la Reina Nzinga incita a las amazonas
Desde Ashanti Ya Asantewaa iza la bandera de orgullo
Desde Zaria la Reina Amina grita la orden
De reclamar la leche de la vida que profanamos
De reunir las almas que dispersamos
De volver a armar el totumo que rompimos
De trazar de nuevo las líneas sagradas que cruzamos
De reclamar el territorio que invadimos
De devolver el obelisco que saquemos
De remplazar los faros que tumbamos
De reafirmar el honor que deshonramos
De hacer Nilo al oasis que drenamos
De luchar una guerra sobre el terreno de nuestra alma
Llegaron portando las cicatrices de la batalla de nuestro nacimiento
/como medallas
La leche de seno que profanamos empapaba el campo de battalla
Los gritos de batalla de et tu Brute llenan el aire
Los gritos entumecen nuestra alma
Los chakabulars cayeron flácidos
Nos retiramos como eunucos despojados por el despojo de nuestra guerra
vergonzosa
Y el botín de nuestra imagen quemada
Ensillado sobre los camellos heridos de nuestras almas
Luego
Luego hubieran eviscerado la tierra
Y arrancado las entrañas como hace la hiena con su presa
Luego hubieran exhumado el hierro y el oro en su vientre
Y dejarían un sendero de tumbas
Luego extraerían la bauxita
Y dejarían una herida abierta en nuestro sembrado de cacao
Luego hubieran trasladado nuestra aldea desde su ancla ancestral
a una parte profanada del bosque
Luego hubieran exhumado nuestros ancestros y nos hubieran dejado para soportar su ira
Luego hubieran mutilado los genitales de la cultura, dejándonos sangrantes
Como una herida abierta
Luego hubieran borrado todos nuestros tabús y limitaciones, dejándonos desnudos
Como bailarines descalzos sobre brazas ardientes
Luego hubieran violado nuestra dignidad y robado nuestra integridad
Dejándonos envueltos en auto-desprecio
Luego hubieran convertido el bosque verde en un erial
Y dejarían una tierra yerma para que vomitara nuestras semillas
Luego nos hubieran reducido a esclavos encadenados a nuestra pobreza
Dejándonos en harapos mientras se llevan nuestras riquezas
Luego se hubieran ido para celebrar sus ganancias
Mientras retorcíamos en dolor
Luego hubieran contaminado todas nuestras represas
Dejándonos a darle eco al lamento del anciano marinero;
“Agua, agua, por todas partes. Ni una sola gota para tomar”
Luego hubieran dejado nuestro Río Rokel un infierno ardiente como el Cuyahoga
Y nosotros en sus riberas escupiendo para apagar sus llamas
Luego hubieran contaminado el aire
Y nosotros boqueando por un respiro
Luego dejaríamos de alegar entre nosotros acerca de nuestras diferencias
Y veríamos la uniformidad de nuestra tragedia
Al fin vueltos como la tierra baldía de la última trompeta
Nos daríamos cuenta entonces que hemos destruido nuestro paraíso
Esta vez con los ojos bien abiertos y la mente firmemente cerrada.
* * *
Cuando la locura inherente que es la guerra se desató en mi país, Sierra Leona, en 1991, se llevó muchas cosas a lo largo de su camino, vida, miembros, propiedades, integridad, barrios y vecindad. Despojó los faros de los valores y mutiló el lenguaje haciéndolo inepto en apropiarse de la enormidad de la guerra. Parecía que el lenguaje estuviera paralizado por lo grotesco, la sintaxis, la semántica, la morfología y las metáforas que se desarrollan desde hace siglos no tienen la capacidad para dar cabida a la nueva fealdad. La insensibilidad del alma pasó factura; las víctimas de nuestra guerra quedaron atónitas, incapaces de decir lo indecible. Izaron una mirada de falsedad en sus rostros que contó una historia de fatalidad. El lenguaje se rompió, las palabras que se usaron para consolar, sonaban huecas y pobres. La tarea de reconstrucción de la lengua rota fue cedida a los poetas. Los poetas reunieron las piezas rotas para contar la historia del diluvio. El contar sana, venga la tragedia arraigada de la herida inicial, a partir del florecimiento de la poesía en Sierra Leona inmediatamente después del diluvio. El recital poético se convirtió en sanación, una especie de terreno sagrado de la humanidad, el sendero de un camino para recordar y forjar un regreso a nuestra comunalidad.
En los tiempos de una carnicería de proporciones épicas como de las que hemos sido testigos en Sierra Leona de 1991 a 2011, la noción misma de supervivencia y existencia podrían haber hecho casi imposible a la gente creer que los poetas tuvieran un lugar en la restauración de su dignidad; para ayudar a curar heridas. Sin embargo, la idea central de la gente en la vida, es que el poeta, en Sierra Leona, y en otros lugares, podría mirar a los ojos de los que han sufrido, los que han dejado de creer en un Dios compasivo, y recordarles que, sí, la poesía puede sanar las heridas infligidas a ellos.
La poesía, en gran parte de África occidental, toma su riqueza y belleza de la celebración oral, en las relaciones entre nosotros; con nuestro mundo místico; de un sentido africano de la estética. A lo largo de nuestra historia, mientras combatimos los fenómenos naturales, mientras celebramos nuestros grandes inventos en el arte, tecnología como hierro, lo hicimos también en la poesía. Nuestra poesía era y es una declaración sobre nuestra resistencia ante problemas y tragedias, interna y externamente infligidos a nosotros.
El poeta, como la conciencia de la nación, jugó su parte en la colaboración con los demás en la recolección y ensamblaje de los pedazos rotos para hacer una nación entera de nuevo. Como el poeta Mohamed Gibril Sesay sugiere en la promoción de su antología de poemas de Sierra Leona; "nosotros sostendremos la lengua rota con metáforas, para contar la historia del diluvio".
Chinua Achebe, nos dice que héroes y heroínas son grandes, pero que la historia es más grande, pues es la historia lo que perdura; es la narrativa que lleva las semillas de la voluntad humana a la inmortalidad. Los poetas son forjadores de esas historias, invistiéndolas de humanidad y por la forma en que las cuentan, se convierten en fuentes de curación. El contar sana, venga la tragedia arraigada de la herida inicial.
La poesía tiene la resistencia para querer vivir incluso después del diluvio. Eso es ella, entonces, el deseo de continuar a través de la narrativa, a través de la palabra, la palabra es más poderosa que el evento al que se refiere, la palabra es más resistente, y la poesía da a estas palabras una especie de fenómeno de Higgs, para que la partícula de Higgs o la 'partícula de Dios' que da una especie de estabilidad y forma a la existencia material, haciendo posible la existencia de la existencia, la poesía da humanidad a las experiencias, es aquello que es estable en el volver a contar, es lo que da forma, belleza, reflexiones, gracia, compasión, con los acontecimientos diversos del viaje humano.
Oumar Farouk Sesay nació en Sierra Leona en 1960. Es poeta, dramaturgo, novelista, cuentista, profesor universitario y periodista. Él considera que los poetas juegan un papel clave en la restauración de la democracia en los países sumidos en hondos conflictos producidos por el colonialismo y su poder devastador. Poemas suyos han aparecido en antologías de poetas de Sierra Leona, entre ellas Piojos en la melena del león; Canciones que vierten el corazón, y Kalashnikovs en el sol. Sesay considera que la guerra es una forma de destrucción, que arrastra todo a la nada; mientras que la poesía es una expresión de la creación, que manifiesta una necesidad de renovación. En estos casos, “resulta curioso el hecho de que la creatividad surja cuando la mente está completamente desolada, aplacada por las imágenes de la guerra”. Algunos de sus libros publicados: Los restos de un campesino, 2007; El borde un grito, 2015, Paisaje de recuerdos, 2015, y Metáfora rota, 2017.
Publicado en marzo 5 de 2014.