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Sergio García Zamora (Cuba)

24º Festival Internacional de Poesía de Medellín

Por: Sergio García Zamora

BALADA PARA COLGARSE 

   a François Villón, el maldito, lo suben y lo bajan de la horca un poeta después de otro. no fui a la universidad, dice Villón, para ser un pelele; no gané el favor del rey, para ser un muñeco de paja. un poeta después de otro lo piden para sus bandas; todos quieren a ese francés en sus cochinas bandas, a ese diablo criado por un monje. el maldito de François se ríe: piensa deshacerse del cabecilla y tomar el mando. entre poetas también se está entre putas y ladrones. a François Villón, el maldito, lo suben y lo bajan de la horca un poeta después de otro. no escribí para esto, dice Villón, no robé ni maté para esto. si quieren entonar mi balada, pónganse la soga al cuello.


 

LA MADRE

   mi madre se enternece oyendo un xilófono. según el diccionario: instrumento musical de percusión, hecho de tablillas de madera. el xilófono, no mi madre. pero si mi madre quiere se vuelve un instrumento, se vuelve musical, se vuelve de percusión, se arranca una tablilla y me da una zurra que me enternece. todo está en proponérselo como el padre de Beethoven, que no debió ser tan malo cuando el hijo fue tan bueno. lo de Beethoven era el piano; lo de su padre, la educación musical. un xilófono parece un piano. el xilófono, no mi madre. pero si mi madre quiere se vuelve toda piano y me deja caer sobre los dedos la tapa del teclado para que ande piano, para que nunca me recupere del enternecimiento, como lo haría el padre de Beethoven. o acaso mejor: como lo hace la madre del poeta.

 

EL CAMIONERO Y YO 

   la primera vez que escuché un poema, un poema de Charles Bukowski, fue en la cabina de un camión. era un programa radial y el camionero subió el volumen. en cualquier momento, pensé, apaga la radio esta bestia. pero el camionero siguió escuchando. lo de Bukowski no tenía nombre: hablaba con cierto orgullo sobre las borracheras de su padre y sobre las golpizas de su padre. parecía decir que a él, Charles Bukowski, ni borracheras ni golpizas lo habían logrado arruinar. después pusieron música y el camionero se colocó sus gafas. estos programas de radio, gruñó, nunca sirven para nada. la primera vez que escuché un poema, un poema de Charles Bukowski, fue mientras viajaba a casa. un camionero nos puede engañar.

 

POEMAS CON NEBLINA 

    poemas con neblina, horrendos poemas con neblina donde nunca se logra conducir, si no es a riesgo de estrellarse. los nuevos poetas neblinosos gustan de nombrar a Londres sin haber ido a Londres, como si la neblina fuese privativa de esa ciudad, como si no hubiese neblina en otros países, en otras ciudades  que conquistó Inglaterra. poemas con neblina, horrendos poemas con neblina donde las luces del auto descubren tu doble fantasmal. los nuevos poetas neblinosos gustan de tenderse sobre la hierba como un cuerpo más bajo la neblina, a riesgo de agarrar el Gran Resfrío y morirse sin ver Londres, sin ver otra ciudad ni otro país espléndido como Inglaterra. poemas con neblina, horrendos poemas con neblina que me hacen recordar a mi abuelo: hoy habrá un sol tremendo.

 

EL PACIENTE

 

Qué ha sido mi vida,
sino la vida de un tonto en su cama de hierro.
Sería tan feliz como el mundo
si el mundo no fuese el gran hospital.
Lo épico son estas bandejas
repletas de frascos y jeringuillas.
Lo épico es el olor a cloroformo.
Converso conmigo como un paciente sin visita.
Detesto la buena salud de las sombras
porque será siempre la obra del sol.
No quiero una tos
de la que no pueda morirme.
Aspiro a la fiebre.

Qué ha sido mi vida,
sino la vida de un tonto, un tonto heroico
sobre la mesa de amputaciones.
Como mi brazo no era mi brazo, lo corté.
Como mi pierna no era mi pierna, la corté.
Ahora puedo tomar lo que yo quiera.
Ahora puedo viajar a donde yo quiera.
Ay del brazo y ay de la pierna
de los que solo saben apretar el torniquete.
Ay de los que prefieren la podredumbre
antes que la libertad del tajo.
Ay de los mutilados sin mutilación
que asisten a compadecernos.

Qué ha sido mi vida,
sino la vida de un tonto en su silla de ruedas.
Me han llevado a pasear por los jardines,
por los jardines de un manicomio.
Dime que ha llegado la hora de levantarme,
la hora de ponerme de pie
como el Auriga de Delfos,
como el joven vencedor de las cuadrigas.
Este es el nuevo carro de fuego.
Dime que tirarás de mí, Poesía,
que no volverán a empujarme,
que no volverán a conducirme
espíritus más débiles que el mío.

 

 

EL TRISTE Y EL ENTRISTECIDO

 

El triste nació triste y va a morirse feliz en su tristeza. Lo penoso es el entristecido. En qué dictadura o cumpleaños agarró esa mala gripe. Una gripe igual a la salud del triste. El triste es toda secreción. Lagrimea. Tiene un nudo gordiano en la garganta. Para desatarlo el triste se degüella. Entonces dicen que es un cobarde por degollarse, pero es solo un triste. O un triste cobarde. El entristecido, en cambio, tiene los ojos de la fiebre. Las lágrimas se le evaporan. Todo en él es desierto y frialdad de desierto. El entristecido no se degüella, sino que tiene familia. Trabaja, hace las compras, lee el diario triste de los entristecidos. Lee la tristísima noticia de un suicidio. El triste suele ser rico y el entristecido suele ser pobre. Se paran uno frente al otro y solo ven un espejo. El triste dice que él se parece al mundo. Pero todos saben que el mundo se parece al entristecido.

 

 

LAS CRIADAS

Nunca son buenas las criadas que no rompen un jarrón ni roban un vestido de sus amas. Los dueños no quieren honestidad, sino humillación. Los dueños no quieren dignidad, sino arrepentimiento. Una criada que solo limpie y ordene y lave y planche y cocine y friegue y atienda a los niños, no sirve. Una criada que solo sea criada no sirve para nada. Los dueños quieren que sea la caja fuerte de sus vidas, que sea única y se abra para cada uno con una combinación distinta. Los dueños no pagan por sus servicios, pagan por su alma. Debe amarlos como si fuese de la familia. Debe ser la abuela que no es, la tía que no es, la hermana que no es. Culparse por el jarrón que tumbó el perro, culparse por el vestido al fondo de la maleta sin abrir del último viaje. Nunca son buenas las criadas, sobre todo cuando son las mejores.
 


Sergio García Zamora nació en Cuba en 1986. Poeta de la llamada Generación Cero. Licenciado en Letras por la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas. Editor e investigador literario.

Ha publicado los poemarios:Autorretrato sin abejas (Ediciones Sed de Belleza, 2003); Tiempo de siega (Premio Poesía de Primavera 2009, Ediciones Ávila, 2010); El afilador de tijeras (Ediciones Sed de Belleza, 2010); Poda (Premio Calendario 2010, Casa Editora Abril, 2011); El Valle de Acor (Premio Fundación de la Ciudad de Santa Clara 2011, Editorial Capiro, 2012);Día mambí (Premio Digdora Alonso 2011, Ediciones Vigía, 2012); Pabellón de caza (Ediciones Sed de Belleza, 2013); Libro del amor feliz (Premio Emilio Ballagas 2012, Editorial Ácana, 2013); Las espléndidas ciudades (Premio Eliseo Diego 2012, Ediciones Ávila, 2013); La violencia de las horas (Premio José Jacinto Milanés 2012, Ediciones Matanzas, 2013); y Caballería insurrecta (Premio Manuel Navarro Luna 2012, Ediciones Orto, 2013).

Poemas suyos aparecen en revistas literarias de Honduras, Puerto Rico, Venezuela, México, Estados Unidos y España. Por su libro de poemas La Condición Inhumana, obtuvo el Premio Nacional de Poesía Gaceta de Cuba, lo cual posibilita su participación en el 24 Festival Internacional de Poesía de Medellín.

Última actualización: 08/11/2021