Gustavo Garcés (Colombia)
Por: Gustavo Garcés
POÉTICA
Cada palabra
funda su reino
ALDEANO
El poeta
de estos
pagos
cría vacas
muchos
tienen voz
en sus
historias
mientras
despluma
una gallina
cuenta cómo
su pueblo
se fue
a pique
sonríe
al saber
que es
el personaje
de estos
versos
WALLACE STEVENS
Le gusta
husmear
dice
su biógrafo
glosa
matices
los ojos
siempre
en las
palabras
las que
zumban
y las que
retumban
camina
por
el sendero
de las moras
hasta
la charca
de los ciervos
acude
a lo que
murmura
en pantuflas
VISITA
Un pajarillo
en mi ventana
rojo
como brasa
va a la hierba
y regresa
le presto toda
la atención
no contesto
el teléfono
EL PODER
Qué lograrás
con ascender
hasta ese cielo que sangra
MALA ESPINA
Por decir la rosa
sangro y fracaso
con esmero
LIBRO DE GRABADOS
Me detengo en la página
de la rana
y creo sentir
su sangre fría
EL ÁNGEL MALO
El primer verso tiene carta blanca
el segundo un hambre devoradora
el tercero es un animal enorme
el último verso excede nuestras fuerzas
LAS PALABRAS
¡Ah! las palabras
que se las dan de exactas
las que se sienten
de mejor familia que el silencio
EL POEMA
Las palabras
se pasean como hormigas
por el cuerpo de la noche
doy fe del comezón
EL POEMA
Palabras que vacilan
en el paladar
dudas
en el cielo de la boca
MIS AMIGOS
Tuve un insomnio feliz
pasé la noche en vela
pensando en mis amigos
increíble tanta risa
en la memoria
INFANCIA
La infancia
regresa en silencio
siento que me aprietan
las manos de mi padre
ESTRELLAS INVISIBLES
Hay noches
en que uno descubre
la escalera
la puerta
y la cerradura
pero la habitación
sigue siendo secreta
DIFICULTADES DE LA POESÍA
La idea era
beber un poco
ponernos alegres
pero nos emborrachamos
en exceso
y lo que hicimos
fue tener una opinión
demasiado buena
de nosotros mismos
FORTALEZA
Para impedirte el paso
tendría que levantar
el puente levadizo
siempre
que la excavación fuera profunda
y circundara la fortaleza
pero qué hacer sin foso
sin puente
sin castillo
DRAGONEAR
Cuáles asuntos
afligen al dragón
por qué su gesto
desapacible
de cuáles actos
se hace responsable
con qué afán se esmera
en ser un monstruo
*
Sentido de las poéticas
Por Gustavo Adolfo Garcés
Especial para Prometeo
Intento un verso
de espíritu leve
un poema bello
como un insecto
1
Las palabras se pasean como hormigas por el cuerpo de la noche; doy fe del comezón.
2
Hay noches en que uno descubre la escalera, la puerta y la cerradura, pero la habitación sigue siendo secreta.
3
Como la construcción de las catedrales de la Edad Media, que duraba siglos, así tu poema.
4
Palabras que vacilan en el paladar, dudas en el cielo de la boca.
5
El primer verso tiene carta blanca; el segundo, un hambre devoradora; el tercero es un animal enorme; el último verso excede nuestras fuerzas.
6
Por decir la rosa, sangro y fracaso con esmero.
7
¿Qué hace el poema con un penacho de plumas? Con él nunca se sabe, nada es del todo lógico, las plumas no se caen de su peso.
8
¡Ah!, las palabras que se las dan de exactas, las que se sienten de mejor familia que el silencio.
9
Llegas al alma por el esplendor de lo inútil, y entonces las palabras se hacen ciencia.
10
¿Qué milagro hizo que entraras en el tiempo sereno del poema y descubrieras el vigor de la hierba?
11
Las palabras, pequeños episodios que ruedan al olvido, voces que no están siempre a nuestro alcance, versos, segmentos de la tregua.
12
El primer verso no lleva a ninguna parte; ¿de qué se hace eco el segundo?; el tercero es un límite que asusta; el cuarto, sólo una pregunta; el quinto cuesta verlo; el sexto se parece a la soledad; el séptimo y los restantes son un lugar imaginario.
13
Las formas que no llevan a la verdad son la verdad.
14
Lo que lleva dentro son palabras; sabe muchas, pugna por una.
15
Se arruina el verso, se ablanda y apoltrona; ha oído decir que su tema es pura tontería, pero él se obstina en turbar las reglas. Mira la mosca, quiere aprender de su zumbido.
16
El verso no es lo que deseabas decir, tampoco lo que dices; las palabras a un tiempo arden y envejecen.
17
Palabras que llegan después de un día oscuro, el poema.
18
Palabras dichas al azar, bellas sin saber por qué, con esa extraña capacidad de ser inútiles. ¿Qué ocultan?, ¿por qué nos afectan?, ¿en cuáles bocas han estado?
19
Escribe con cierto estupor, un poco a ciegas, cavila de la primera a la última palabra, de uno a otro silencio; defiende la extrañeza.
20
Hablar al aire, en una lengua que no llegó a ser cosa común.
21
Para que cantes, muchacha, toco la cítara. Tu voz mitiga la ruina de la casa, y trae de nuevo los sueños y el convite; por ella hemos esperado tanto tiempo a la puerta.
22
Nada altera el verso: permanecen iguales el agua y sus orillas, los trenes que se van y los que llegan. Tus ojos no supieron ser otros.
23
Una palabra cada día: la montaña vuelta sombra en el río, el exilio rojo del poniente, los hábitos que siempre tienen que ver con los errores, las luces que no se apagan en la memoria, un muro en medio de la vida, lo que no se sabe y lo que no se dice.
24
El hallazgo lo hizo lento. Fue casi amable, pasó por alto muchas opiniones; nadie creería que fue un ser atormentado, cauteloso con su devoción.
25
Los versos miden fuerzas, son todo curiosidad y expectativa. A veces permanecen inmóviles, incapaces de hablar; otras muestran los dientes. Muchos caen en un lago de fuego.
26
A medianoche, unas pocas palabras hormiguean, miran los escalones de piedra de un viejo almanaque, hablan en voz baja: una página las abandona para siempre.
27
Se despertó, preparó el café, leyó los titulares del periódico, escribió algo acerca de las luces fluorescentes sobre la calle mojada, y pensó que todo lo escrito eran disparates; miró por la ventana, volvió al cuaderno.
28
El poema se nos escapa, no quiere ser un animal doméstico; desobediente, crece sin ritmo.
29
La ceremonia es lenta y solemne, el verdugo saluda y la guillotina hace lo suyo: el ojo muerto del poema nos enferma.
30
Final: ningún verso vendrá a buscarnos.
31
Texto: creí que ya estaba terminado, nada de trazos arbitrarios, todo cabía, las calles, el río, la lluvia; las lámparas y una avenida perdiéndose en el horizonte. Me gustaba vivir allí, nunca soñé con abandonarlo.
El taller de la llama. Poesía, pedagogía y derechos humanos
Gustavo Adolfo Garcés nació en Medellín, Colombia, en 1957. Es poeta y abogado de la Universidad de Antioquia y Magister en Estudios Políticos de la Universidad Javeriana. Ha publicado los libros de poesía: Libro de poemas, 1987; Breves días (Premio Nacional de Poesía Colcultura, 1992), Pequeño reino, 1998; Espacios en blanco, 2000; Libreta de apuntes, 2006; Hasta el fin de los números, 2012; y Una palabra cada día, 2015; El muro blanco, 2018; Libro de grabados. Antología, 2018, y En lugar de otros, 2020. Su poesía, reconocida por su delicada precisión e intensa y expresiva brevedad, rebosa de humor, inteligencia y celebración, reflexión y memoria, de la naturaleza y el mundo.
Publicado en mayo 5 de 2015