Giovanni Quessep (Colombia)
Por: Giovanni Quessep
Giovanni Quessep (Colombia). © #25FIPM. Photo: Sara Marín
“En nuestras tinieblas no hay un sitio para la Belleza.
Todo el sitio es para la Belleza”
René Char
Con ocasión de celebrarse en 2015 los primeros 25 años del Festival Internacional de Poesía de Medellín, la Revista Prometeo y la Corporación de Arte y Poesía Prometeo convocaron al I Premio Mundial de Poesía René Char, cuyo fallo final se dio este 1o de mayo, recayendo sobre el poeta colombiano Giovanni Quessep, suscrito por los jurados Guadalupe Grande (España), María Baranda (México) y Renato Sandoval (Perú).
Por qué razón eligieron el nombre de René Char los organizadores del Premio? No por una, sino por varias razones. La primera: porque René Char constituye una de las imágenes más altas de la entereza y la integridad intelectual, estética y espiritual al mismo tiempo. La segunda: porque René Char entendió como pocos el compromiso del poeta con su tiempo y con los otros. Poeta enorme en la palabra, no lo fue menos en la acción, combatiendo como comandante en la Resistencia Francesa contra la ocupación alemana.
Pero su tiempo personal no se agotó nunca en las tareas de la resistencia: nunca abandonó, mientras combatía, la poesía: las Hojas de Hipnos son un gran ejemplo de ello. Y siempre mantuvo una delicada, atenta y amorosa mirada a la naturaleza. En Char su noción de la belleza era una noción abarcante: nada escapaba a su dominio, y por eso este breve comunicado recuerda el sitio que él supo darle en nuestras tinieblas: todo para la belleza.
En cuanto al libro que se hizo merecedor del premio, el jurado expone muy breve pero muy lúcidamente los motivos que los llevaron al fallo:
El día 1 de mayo de 2015, el jurado integrado por Guadalupe Grande, María Baranda y Renato Sandoval, decidió otorgar por unanimidad el Premio Mundial de Poesía René Char al libro Antología personal del poeta Giovanni Quessep por su intenso lirismo, su capacidad estética, su manera continua de abordar un nuevo territorio en cada poema, su mirada nítida y profunda donde el lenguaje se despliega con fuerza y rotundidad. Su poesía es una forma de resistencia ante la desesperación y el olvido en el límite entre el canto y el silencio con la actitud de quien recorre un tiempo único y verdadero. Su espacio es el del exilio y la soledad pero su travesía es la del conocimiento y el paisaje interior. Sus poemas son el ámbito donde el poeta establece un diálogo con sus propios abismos y un sitio único donde palpitan la imaginación y el asombro.
Guadalupe Grande
María Baranda
Renato Sandoval
El Festival Internacional de Poesía de Medellín abraza y saluda al poeta Giovanni Quessep, y le manifiesta desde ya la alegría de tenerlo durante la celebración de los 25 años del Festival.
PREGUNTAS A ORFEO
Y ahora aquí en tu abismo
qué vas a hacer, Orfeo,
si es más hondo que el reino
que le da una blancura
lunar y enajenada a las manos de Eurídice.
¿Pedir por ella al dios
como pide el mendigo su mendrugo,
o, acaso, una moneda
para alcanzar de nuevo la nave de los muertos?
¿Qué harás cuando tu lira
haga danzar los lirios y las constelaciones,
pero tu amada Eurídice
no sepa que es por ella
que el cielo es la mitad de una granada,
y la otra, que gira, la pradera infinita?
¿Qué harás? ¿Cantar a solas
puro como un adolescente, o
volverte fiera en el jardín, acaso
tu jabalí y tu Adonis? Oh padre del abismo,
si un resplandor nos ciega, deja al menos
que fluya nuestro canto, y nuestra lira
diga, al final, Eurídice, y hasta la isla de Lesbos
Eurídice, Eurídice, Eurídice…
EL PROFETA
He cantado, he vivido
lo que escribí en el polvo y las estrellas.
Puedes tener la vida, la muerte por la gracia,
siguiendo el laberinto
musical de mis manos
ESFINGE
Feliz tú que no miras
los ojos de la Esfinge,
y no ves que es azul el laberinto
de su arena; terrible
conocimiento de una vida amarga
el que nos dan los últimos jardines.
Feliz tú que no sabes
quién teje la ilusión de tus tapices,
ni quién es la hilandera de tus días,
vendimiadora que da un vino triste.
Cantas tu himno, loco de esperanza,
y no sabes si mueres o si vives.
EL FRUTO DE LA VIDA
Mira que en la montaña
lo tupido del cielo
no deja que la luz, con su vara de nardo,
apacigüe la cueva de las fieras.
Vive, más bien, en tu desierto y clama.
Oh impío azul, oh brasa, oh desventura,
manchó el leopardo el fruto de la vid.
En mis labios se quema el paraíso.
EL ALBAD LOS DIOSES
Veo la tarde que cae, miro el cielo,
su helada luna, el alba de los dioses.
me ausento como tú
con mi óbolo en mi barca,
y esos almendros,
lejos de mi, de ti tan lejos,
cómo relampaguean.
Publicado el 4 de mayo de 2015