Stefano Strazzabosco, Italia
Por: Stefano Strazzabosco
A veces la poesía se asemeja a una heráldica, un bullicio de emblemas que significan por sí mismos, o que nos dicen algo incomprensible en algún idioma igualmente incomprensible. Son símbolos que se registran, presentan su jirón identidario y se marchan, tránsfugas del éter o del polvo terrenal. Su presencia, ¿es necesaria? De todas formas, vuelve a presentarse.
En otros casos el texto es un jardín con muchas plantas de todo género, desde las rosas hasta las malas hierbas, pero también con bolsas de plástico desteñidas, muñecas sin brazos y con vestidos sucios, trozos de papel aleteando por doquier y unas sillas abandonadas bajo un viejo álamo. El jardinero está, y hace lo que puede. Él también tiene familia y su sueldo es bajo. Cada vez llueve menos.
Las palabras de la poesía también sirven para construir bombas de tiempo: en el sentido que están hechas de tiempo bajo la forma de simulácros del mismo, aunque en realidad pueden estar muertas como fósiles. Y también en el sentido que uno nunca sabe cuando van a estallar y que tienen la facultad de estallar más veces, en diferentes tiempos y lugares, sin que haya regla alguna. Hay bombas que se quedan quietas durante siglos y luego de repente ¡buuum!, explotan. Hay otras que al estallar sacan flores sintéticas, como en las películas de Buster Keaton. Hay otras más que nunca explotan, según dicen: pero yo no me fiaría.
Las palabras de la poesía están hechas también de sangre y de carne, aunque son sangres y carnes que no chorrean ni huelen, no se derraman ni se cortan, pero sí fluyen y sí tienen su cuerpo. Será un cuerpo sutíl o grueso, una sangre roja, negra o azul, no lo sabemos. Pero a través de esos cuerpos misteriosos y de las sangres que los rocían las palabras de la poesía hablan del ser humano: hominem pagina nostra sapit (Marco Valerio Marcial).
Hay palabras que hablan y otras que callan. Las palabras que nos hablan son todas las que tenemos la capacidad, la fuerza y las ganas de escuchar. Cada quien es dicho por las propias, que pueden o no coincidir con las de los demás. El efecto general es símil a un gran tapete verbal, urdido en diferentes tiempos, con diferentes tonos y colores, tal vez un detalle en el macroscópico gobelin del universo, tal vez un trapo rojo alzado en una torre de la alta tensión.
De las palabras que callan, en cambio, nada se puede decir. Pero ahí están.
El corto circuito es un sueño producido por pesadillas.
Lo demás es un juego de perspectivas que parvadas de niños van armando.
El disparo
Oí un disparo
en el oído
derecho
Cuando me volteé
se había esfumado
adentro
Aquí
Logré entrar
pasando por la entrada principal:
adentro, me encontré con todos
iguales a sí mismos
y yo también me vi
igual a como estoy
ahora que no estoy
aquí.
Koan
Un hombre está sentado escuchando un sonido
que nadie más percibe.
Quizás no esté ni ese hombre
pero el sonido
ya no se oye
y el hombre que lo oye y está sentado,
pues, no miente.
Horas
punto. Sabías que tú no estabas
y aún sabiendo te esperabas
bajo el portón cerrado desde ayer
con veinticuatro vueltas de la llave.
Dialéctica
Hay pocas cosas, hay poquísimas
cosas en el mundo en general;
¡y muchas menos aquí, entonces...! - pero
no, no es cierto, no es mentira, sí.
(miradero, mirador, ventana)
Te miras a ti mismo que te mira y a un tercio
ti que mira hacia el uno y el otro
dentro la misma cara que nos tapa en parte
una avenida con la plaza, el barandal, los árboles
verdes más allá del cristal de tu ventana.
Aritmética
Cuento la cuenta de los nombres
como si en ellos se guardara el múltiple
sentido de una vida, o muchas
multiplicadas por las tantas letras
borradas por el tránsito
cabal de la primera.
No ha pasado nada
Cayó la noche y encendió de golpe
su linterna y pensó: existen cosas
que no acaecen nunca
luego otra vez de pronto no acaecen
y justo ahora existe una aquí.
Tomó la pluma y escribió despacio:
He capturado la nada con la nada.
Luego, durmió.
Kitchen
Cada cocina es templo y campo santo
donde unas cosas mueren
y otras más son dichas
sólo de vez en cuando.
Osa mayor
Estaba por la Osa
el silbo de los labios congelados:
tal vez al antirrobo universal,
aquel que chilla
desde el diluvio siempre.
Era la boca, en cambio, de un fulano
que bostezaba a ella,
la boca toda abierta toda dientes
y rama seca y espina del astuto
vendedor de caracoles.
Stefano Strazzabosco nació en Italia en 1964. Doctor en Filología Italiana, Poética y Retórica (Universidad de Padua), ha publicado los libros de poesía: Racconto, 1995; Dímmene tante, 2003; Blister, versión bilingüe español-italiano, 2009; 66, 2013; P. Planh por Pier Paolo Pasolini, 2014), ensayos (sobre Guido Piovene, Goffredo Parise, Giacomo Leopardi, Giordano Bruno, Cesare Pavese, etc.), traducciones (Octavio Paz, Fabio Morabito, Tonino Guerra, Carlos Montemayor, Aurelio Arturo, José Manuel Arango, Juan Gelman, etc.) y el monólogo teatral Tina. Masque sobre/su Tina Modotti (versión bilingüe español-italiano, Sinopia 2007).
Después de trabajar por seis años como Lector de Lengua y Literatura Italiana en el Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Italiano de Cultura de la Ciudad de México, vive prevalentemente en Vicenza, Italia, en donde desarrolla su labor de maestro y ha dirigido el festival poético internacional “dire poesia” direpoesia.wordpress.
Stefano Strazzabosco participó en el 25º Festival Internacional de Poesía de Medellín.
Poemas Omni-bus.com
Información Bio-bibliográfica Sinopiaonlus.org -Italiano-
Poemas Círculo de Poesía
Lectura de poemas Youtube Youcafoscari
Poemas Luvina.com.mx/
Poemas -Italiano-
Fragmento Tina Modotti Panoramacultural.net
Canti Delle Formiche Youtube TELEART VICENZA
Lectura de poemas de Aurelio Arturo Youtube NICOLA LICCIARDELLO -Italiano-
Publicado el 23 de marzo de 2015