English

Ali Al Hazmi, Arabia Saudita

Por: Ali Al Hazmi
Traductor: Mohamed Ahmed Bennis

¡Solamente tú!

 

En el sueño, nadie te ve
aunque grites en voz alta en las selvas del soñar.
No hay huella de tu paso
aunque andes sobre la seda del primer deseo del beso más lejano.
¡La tierra no puede alcanzar tu esplendor 
en las alabanzas de la ausencia!

*

En el sueño, cierras tus ojos
frente a los rostros que ya no creen
el sentido del amor en sus pupilas.
Con tus manos abres un agujero para el ayer,
por donde te infiltras a la primavera
de quienes inundaron tu corazón con el vivir ,
el canto y el deseo de dormir.
Es suficiente que avises a tus seres queridos desde tu lecho
para que desciendan de las nubes del pasado y de su olvido.
Con el alma libre, te vas al escuadrón de tus primeros años,
ya que ninguna niebla te molesta
en tu camino hacia tus extremos lejanos.

*

En el sueño, la imaginación vence sus derrotas
y el deseo se venga de sus dolores y de su carcelero.
En el sueño, no hay ni mañana ni noche,
se parecen los tiempos en su sentido
y en la pasión de contemplar en la ausencia.
En el sueño, estás allí, más lejos del eco de tu memoria,
más cerca de una flor nacida en su campo,
tú eres el último, el primero, el segundo.
Estando el tercero de dos,
tu sombra en el camino a la verdad
recuperando un destino olvidado para  preguntarse.

*

En el sueño, no necesitas una brújula
para saber que estás siendo visto de cerca
cada vez que se dé la vuelta desde el pasado.
Solamente tú que debes vigilar
las almas ligeras y tocar las plumas de su pájaro alegre.
Solamente tú que debes liberar la última  cierva  triste
de las trampas y grilletes  de su duelo.

*

En el sueño, es fácil buscar un lugar tranquilo
para mojar la rosa de tu alma con las nubes de emoción
En el sueño, no necesitas desde hoy otra llave
para infiltrarte en la casa de tu querida por la noche.
Ya viene la mujer que se separó de ti durante los años de su sufrimiento,
ya viene la mujer que ocultó tu amor
en sus mejillas floridas de vergüenza  y en sus cilios.

*

En el sueño, se hacinan los amigos alrededor  de tu tierno corazón,
te visita quién te estima durante un tiempo
y viene el que estuviste esperando su paso.
Pero hay entre ellos un extraño niño que no lo recuerdas
mirando con atención en tus ojos cada vez que lo dejas,
un extraño niño que cada vez  que te acercas a sus rasgos te alienas, 
un extraño niño que seguirá llevando entre sus manos
una ciega candela de la que no sabes su secreto,
y cada vez que intentas sacar provecho la mecha te extingue.
¡Te hizo sentir cansado la comprensión del vagar
cuyos ojos son espinas del pasado
que soplan en tus párpados
como flechas horadantes cuando te das la vuelta!
¡El niño está en silencio
y las preguntas nubladas reposan
sobre tus labios como un espejismo,
así que ni supiste el camino de tu imposible lejano
ni saciaste tu sed!
Te cansaste soñando en llegar al silencio mezclado
con el viejo dolor y todavía no llegaste.
Porque no crees cuando estás dormido
que eres el olvidado en los párpados de los amigos
y lo que llamaste el extraño niño eras tú.

Traducción de Mohamed Ahmed Bennis

 

Llévame a mi cuerpo

 

Una mujer dijo al viajero:
llévame al mar,
allí nací sobre la pasión de las olas,
el viento me llevaba en un viaje
de cuyo recuerdo no queda más que la nostalgia
que prolifera en el desierto de mi alma,
mi necesidad de una mínima suerte,
ya no me salva con más paciencia
para revolver las brasas de mi larga espera.

Dice el joven a la amante que esconde sus dedos
debajo de los botones de su chaqueta:
deja mi deseo en tu mar,
flota ligeramente sobre la hoja del agua,
el mar no desaprovecha la oportunidad
de huir con un arco de ternura
que habíamos tejido juntos en noches alegres.

Abrázame largamente
para mecer nuestro ardor en la espera de la esperanza,
deja apagada mi vela en mi ausencia
ilumina la oscuridad de esta noche
con el anhelo de los amantes,
él sabía que llovería de nuevo
en sus manos... y no había esperado.

Tengo miedo del mar...
Como yo, ¿tienes miedo del mar?
Y el mar es la flauta de la naturaleza,
el llano de la existencia.

Le temo al mar, de una orilla
que se desgasta debajo de sus pies
en todas las estaciones.
Nos cansaremos, te lo dije ayer:
Llévame a mi cuerpo... para descansar.
Nos cansaremos, si llueve en las costas
su sed anhelante y silenciosa,
nos cansaremos si la distancia nos atrapa
con sus vallas metálicas de aburrimiento,
cuando el sueño estaría más lejos
de un racimo de uvas en la mano.

Marineros preguntan por el mar.
Cómo pueden regresar a su sal,
tantos años,
¿les queda en sus aguas
más que el brillo de las algas y la amargura del cansancio?

Tierras lejanas que resquebrajan sus búsquedas
con las paletas rotas de sus deseos
ya no miran los incendios en las pupilas
cada vez que les preguntan sobre el viento:
¿Por qué razón dirigían sus timones hacia la angustia?

Pierden los que se dirigen hacia el mar
todas las perlas enteras de sus almas,
al abandonar los soles de sus regocijos
en los párpados de sus queridos...
El dominio de la sal se hace cruel
al pájaro frívolo del alma
cuando supera la costa
respondiendo a la bandada de seguridad
que asoma ligeramente sobre el cuerpo del agua.

De Seguro al borde,
Traducción de Abeer Abd El Hafez

 

La seda se casa consigo misma

 

En la noche de un otoño,
ungidos con jazmines, higos y canciones,
borran los recuerdos
las flores secas de las palabras
en el patio de la casa...
meciendo las sutiles plumas de la pasión.

Los años saturados de muchas mujeres,
que prendían fuegos en tu noche serena,
ya te abandonaron.
No miraron atrás para saludar de nuevo
al eco en tu lejanía.
Aquí estás solo sin alternativas,
huyes donde el sueño
con párpados hinchados del vacío.
No más dedos blancos
que acarician tu cabello cálido
por el desborde de su deseo de mármol,
nada de racimos de un labio 
cuyo jugo es la pasión,
cuyas viñas en los vasos,
nada de doncellas
cuyos cuerpos se arrogan
de suma pasión en tu lecho.
Volverás a tu angustia como los vencidos
que perdieron la edad, el amor, y los amigos.

La muchacha con que te encontraste
en la primavera de tu pasión,
del esplendor de cuyas corolas
brotó una flor en tus manos,
te quería más que su alma,
te quería sin pensar en la negritud de tu piel,
en el desengaño de tus ojos
cuando contempla el silencio desde muy lejos,
te eligió de numerosos muchachos
que la cortejaron en muchas noches... y no lo advertiste.

Acaso el afecto no había tenido
un rito singular en aquellos tiempos.
El encuentro de los dos amantes
fue como el viento perfumado
por un deseo que abraza el eco.
Quienes te querían en estos tiempos
bastaban para ahogar tus ojos
en una neblina de pura pasión
tú... no te lo advertiste.

No eras fascinante
para atraparla de una sola mirada
no eras ingenioso en improvisar
un diálogo de amor frívolo
para cautivar a su oveja extraviada.
No tenías una gran imaginación
para enriquecer las manos del área
con su compañía,
sin embargo, ella siempre te quería
sin clara raíz de preguntas de cercanos,
de su mismo secreto se cayó adrede
en tus redes, sin advertirse.

La muchacha con adornos exagerados
te encontró a la orilla del río,
adornó su cuerpo con cadenas de plata,
para abrazarte,
embelleció sus trenzas con cintas rojas
que sirven al amor más que nada.
No podía revelar con rapidez,
algunas chifladas ilusiones,
cuando grabó letras de tu nombre
al lado de su ombligo
en una belleza abundante.

La muchacha que no comparte el sueño con sus hermanos
pasa la noche pensando en ti,
y en un caballo blanco
que se acercará de ramo de su balconcillo,
en una tarde cercana,
ni tú has venido,
ni ha asomado una sombra ciega de este caballo.

La muchacha que bailaba,
con una madera inclinada
en tu ausencia,
permanecía cantando tu noche.
Un paño alegre de melodías,
no se percató de vasos de vino
contemplando un labio
en cuyo seno proliferan fases de sed.

La muchacha que fracasa la noche
en entender su deseo,
en abrazar la seda de su almohada,
se derramaron las fuentes de su angustia,
en corales que asoman donde estás,
y no te diste cuenta

Cada vez que lanza la flecha de su afán
hacia la neblina de un sueño anhelado,
no afligió más que el extraño de las pupilas,
en la fractura de los espejos.

Tú percibías que el tiempo pasaba,
y ya no eres lo que fuiste
en la primavera de la edad.
En su presencia hoy,
no podrás subir a la cima,
para alcanzar la muwashaha* de su pasión en la tarde,
ya no puedes combatir el caballo de su feminidad,
lo perderás, sin duda alguna, al umbral de la noche,
cuando se desborda el horizonte de los ojos,
contemplas el flujo de su calor y sigues con sed.

Sabías lo que hacía la edad
en un cuerpo agotado de seducciones
y el aburrimiento imposible.

La muchacha a la que ya no
debes un nuevo perdón…
Te quería más que su alma,
te quería a ti,
y tú, eres quien no se recuerda
del fuego de su biografía
más que esta ligera ceniza

 

* Poema andalusí.

De Seguro al borde,
Traducción de Abeer Abd El Hafez

 

Mi voz me guiaba para alcanzarte

 

El viaje de las palomas a tu ausencia,
no bastaba para restaurar el espacio entre nosotros,
es suficiente para tocar mi cuadro en tu lejanía,
un ocaso alegre para contemplar,
en el espacio del universo en tus ojos.
¿Cuál es el sentido de tu vida en la nada?
que heredaba del rocío árboles,
árboles que arrastran las venas de tu sueño
en las manos de la arena?
¿Cuál es el sentido de recorrer la tierra
sin establecer las fronteras del alma,
nutriéndose de las neblinas del alba sonámbula
sobre hojas de palmeras que cantan?

Estoy caminando hacia tu ausencia,
el recuerdo florece en los umbrales,
me seduce grabando mi nombre y tu nombre,
en el ala del viento,
en el labio del espejismo,
para recuperar preguntas del espacio,
que asoman en el encanto del horizonte.

Estoy caminando hacia tu ausencia,
tu voz me guiaba para alcanzarte,
huellas de la muwashaha de la angustia,
que le cansaron.
No me esperaba fuera de las palabras,
para protegerme de mi pasión
en corales que asoman donde estás,
y no te diste cuenta
de una cúpula anhelante,
que abusa de abrazar a la ausencia.

Tú y yo, una semejanza en un sentido
y su antónimo lejano,
apenas nos reúne una confusión,
de renunciar al anhelo del eco.
Intentaba escuchar tu voz,
cuando salía de la capa de su orgullo,
cuando se extendía de un ramo
preguntando sobre la pradera
de nuestro fin en la vía del cielo.
¿Eres tú quien se cayó por inadvertencia en mi órbita?
Sin que yo cuidara el cambio del horario,
entre el nacimiento de la súplica
y la muerte de mis delicias.

¿Viviría yo contigo de nuevo mientras estés en el pasado?
Narrando a la gacela algunos alegres recuerdos,
sin huellas de tu presencia en mi sangre.

¿Qué es lo que queda de la plata del pasado lejano?
Si prestamos sus pulsos,
para pasear en el resto del cuento,
sin pensar en la salvación del alma de su vanidad.

¿Qué quedaría de ti y de mí?
De los tesoros de la primera pasión,
si no encontramos y hallamos más que el espacio.

De Seguro al borde,
Traducción de Abeer Abd El Hafez


Ali Al Hazmi  nació en Damd, sur de Arabia Saudita, en 1970. Obtuvo licenciatura en lengua y literatura árabe de la facultad de lengua árabe de la universidad de Om Alkora, 1992. Ha publicado los libros de poesía: Portal del cuerpo, 1993; La pérdida, 2000; La gacela bebe su imagen, 2004; Seguro al borde, 2009; Antología poética (CD), 2010; y Árbol de la ausencia, 2016. Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés  y  español. Empezó a publicar sus primeros poemas en revistas y periódicos locales e internacionales como El día séptimo (París), Creación (El Cairo), Nazoa (Amman) y El Nuevo texto. Ha participado en numerosos recitales de poesía dentro y fuera de Arabia Saudita y en numerosos encuentros y festivales de poesía árabe.

Poemas Crearensalamanca.com

Publicado el 26 de abril de 2016

Última actualización: 09/12/2021