Con el alma marcada
Con el alma marcada
Por Gibi Bacilio
Especial para Prometeo
Traduccion de Sidney Joubert
Todavía conservo algunos poemas de hace unos 35 años. Son en español. Las escribí en dos fases determinantes de mi vida, a saber cuando estudiaba Filosofía y Letras en la Universidad Pontificia Bolivariana en Medellín, Colombia, luego después de un corto período en que estudié Filosofía en la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico en Ponce.
He aquí el fragmento de uno de ellos:
Grito por aquel mendigo
Pedazo de trapo
Que por las calles pomposas
Pan va rogando
Grito por el soldado inocente
Uniforme de sangre
Que hombres ha de matar
Aunque no lo quisiera
Grito por este hombre en soledad
Sentado sobre sí mismo
Rechazado por la hipócrita sociedad
Grito por esa madre abandonada
Dos bebés en los brazos
Y pus goteando de sus senos
Conservo grabados en mi alma los cuentos de zombi y de la araña Anancy que me contaba mi abuela, mientras me acogía en su regazo y que yo jugaba con sus rollitos, tan suaves como si se trataran de un oso de felpa.
Tengo registrada en mi mente la historia que me contó mi abuela sobre una hechicera que había colocado un objeto en la puerta de una vecina, causando que las piernas de esta se hincharan hasta convertirse en patas de elefante.
Marcados en el alma tengo de mis padres: el brazo de amor, los pellizcos menuditos de corrección, el roce como que es un azote, como que no lo es, la mirada de cariño y hay veces de advertencia.
En mi piel tengo grabado: el dolor en mis rodillas causado por las largas horas que pasé de hinojos en la iglesia, así como durante los cantos en el coro del Seminario de San Pío. E incesantemente en mi mente el ansia por conocer a Dios en la Biblia, en los sermones del cura, en los momentos de reflexión, en el murmuro ante el altar… procurando tocar el cielo.
Durante mi época de seminarista aprendí latín. Por esa lengua conocí el dolor de tratar de destilar de entre cuantiosas palabras extrañas: los diferentes verbos, sustantivos, adjetivos y pronombres, ni hablar de la letanía de la conjugación.
En esa época marcharon ante mí: Homero, Adonis, Zeus e Ícaro, que depositaron en mí profundos pensamientos sobre el ser humano, que incesantemente persiste en querer igualarse con el Altísimo, lo que hasta la fecha nadie ha logrado ...
Mi emoción se llenaba de añicos de vidrio al ver a niños acurrucadoslos unos con los otros bajo un pedazo de cartón en plena Junín, la calle principal del centro de Medellín. Bajo esas hojas los niños se acostaban y despertaban, orinaban, hacían sus menesteres y vomitaban...
Todo eso en plena Calle Junín, mientras Junior se paseaba sonriente, una mano en mano de la mamá y la otra con su preciosa cartera escolar de fina piel. Su uniforme debidamente planchado y su barriga redonda, repleta de arepas de chócolo, chorizos, bistec a caballo y helado de la Cafetería Roma o quizás se llamaba Rómulo. Desde el interior de su guarida de cartón las miradas vidriosas de los niños acurrucadoslos unos con los otros siguiendo a Junior.
Un día me llené de tanta amargura, que agarré mi pluma y escribí:
Ik zag kinderen
kinderen op de grond
kinderen met open mond
op de grond
Ik riep en stierf weg
de kinderen bleven
met open mond
op de grond
Vi a niños
niños en el suelo
niños boquiabiertos
en el suelo
Anhelaba gritar y me quedaba seco
los niños permanecían
boquiabiertos
en el suelo
Después di mi época de seminarista primero en Curaçao, luego en Colombia y Puerto Rico, fui a estudiar teología en la ciudad de Heerlen, en el sur de Holanda. En Heerlen, en la Academia de Teología y Pastoría (Hogeschool voor Theologie en Pastoraat) llegué a comprender claramente que el sacerdocio no era mi fuerte. Faltaba año y medio para que me ordenaran como sacerdote. En una confrontación existencial conmigo mismo, con la vida, con Dios y con mi misión en este mundo, tomé la decisión final y dolorosa de dejar el sacerdocio. Un gran amigo mío, el padre Toine Frehe, que conocí en el período en que estudiaba en el seminario de Curaçao, me guió de una forme sublime en esa trascendental decisión.
Entonces me matriculé en la Academia de Teatro en Utrecht, Holanda, que actualmente se llama “Escuela Superior de Artes (‘Hogeschool voor de Kunsten’). Ese estudio fue realmente una liberación para mí: canto, baile, teatro, literatura… escribir y dirigir obras… pedagogía…!
Mi docente de Literatura y Expresión Verbal era la sra. Annet van Battum... De ella aprendí muchísimo. Fue Annet quien me introdujo en el mundo mágico de las diferentes herramientas que se requieren para escribir un poema. Con gran convicción me decía: ‘Dales salida a tus ideas, no las detengas. Deja volar libres a tus pensamientos. No los alicortes. Dales a tus sentimientos camino por volar, no los cortes de raíz. Las emociones que tienes reprimidas, dales salida, suelta las riendas. Tus emociones son las alas de Ícaro que te llevarán a la violeta ultratumba y que te proporcionarán las experiencias metafísicas.
’Suelta las riendas, haz lo que te plazca, y ponlo en papel. No… nada de rimas ni estrofas, no seas esclavo de ningún renglón, suelta a tu poeta ideal y escribe y continúa escribiendo.”
Por aquel entonces me había dado cuenta, que en mí vive un indio. El indio aplastado por botas de cuero. El indio se fortaleció en mí, cuando en Colombia vi niños dormir bajo un pedazo de cartón en plena Calle Junín.
El polvo del indio se internalizó en mí gracias a La Teología de la Liberación, Dom Helder Camara de Recife, Brasil, La Pedagogía de los Oprimidos de Paulo Freire y gracias al Padre bogotano Camilo Torres Restrepo, quien se unió a la guerrilla en los cerros de Colombia y murió en un combate con la Quinta Brigada de Bucaramanga del Ejército en Patio Cemento, Santander.
Habita en mí también un africano. El africano capturado y vendido como a gallinas. El africano esclavizado.
El indio y el africano se interiorizaron en mí durante las clases de drama en Utrecht, Holanda. En esas clases me vi confrontado conmigo mismo, con mi infancia en el barrio de Kwartí, con el Seminario de San Pío en la calle de Rooseveltweg, con mi fe y falta de fe y con la trascendente decisión que había tomado de dejar el sacerdocio. En las improvisaciones individuales que tenía que escribir y presentar en la Academia de Teatro aprendí a explorar y profundizar en mi vida espiritual. Aprendí a mantener en sutil equilibrio la realidad y la fantasía.
Heme aquí, después de 45 años, de regreso a Medellín, Colombia. No de paseo, sino para asistir al Vigésimo Sexto Festival Internacional de Poesía en mi recordada Medellín. Para mí será indudablemente un momento histórico rememorar la vida que viví en los años 60. Aún habrá niños acurrucados los unos con los otros bajo un pedazo de cartón, espiando a Junior?
Por fin espero poder ver y vivir de cerca los diferentes grandes cambios que se aprecian en esta hermosa ciudad de los paisas, de que muchos me han venido platicando.
Aunque ante todo me alegro de poder aportar a la gran y noble meta de este prestigioso Festival de poesía. Espero poder incitar a más diálogo, más comprensión entre los seres humanos.
Con mi poesía aspiro contribuir al largo, arduo y exitoso proceso de construir paz para la humanidad. Me esforzaré a dar un aporte a la transformación de la cultura y del nuevo y resplandeciente lenguaje, a fin de gradualmente, avanzando con paso seguro a la reconciliación y la tan anhelada paz en Colombia y en el mundo entero. El mundo entero confronta el presente preñado de odio, de guerras y violencia que, no nos lleva a ninguna solución de ningún problema y absolutamente no la construcción de un mundo mejor!
Acompañado por el músico Rudsel Isidora, embajador cultural de nuestra isla de Curaçao, exploraremos y profundizaremos a través de la poesía y la música de Curaçao la relación entre estas dos formas de creación.
Aspiramos llenar la atmósfera de Medellín y de Colombia con palabras, versos, estrofas, ritmos caracterizados y fecundados de Amor, Lucha, Ternura, Comprensión mutua, Aceptación, Tolerancia y Respeto, a fin de celebrar conjuntamente con todos los participantes y el público en general, con dignidad humana, la Vida y la tan anhelada Paz!
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Gilbert Bacilio nació en Curaçao en 1950, pequeña isla del Caribe frente a la costa de Venezuela. Poeta y un performer literario prolífico. Estudió filosofía y teología en Colombia y los Países Bajos, antes de concluir estudios en Utrecht en la Academia de Expresión, donde más tarde se convirtió en profesor de expresión dramática. Actualmente vive en Curazao, donde es muy activo en el teatro callejero, especialmente con el Grupo di Teatro Foro del cual fue director artístico en los años setenta y ochenta. Ha producido y presentado programas culturales de televisión y es un experto en el campo de la literatura oral y la poesía rítmica escrita, género en el que escribe. Sus temas se centran sobre el pasado colonial, los indios, la esclavitud y la posición dominante y ambivalente de los Países Bajos, pero también la ternura y el erotismo se encuentran en su obra. Sus poemas han sido publicados en varias colecciones y revistas y su volumen de poemas Kueru Marka (Carilexis) fue publicado en el 2000.
De las fuentes de su inspiración, escribe: "…Cuando era niño, mi abuela me contaba historias que tenían que ver con la historia y la cultura de Curazao. Por ejemplo, las historias sobre la araña Nanzi traída de África, la vida en las plantaciones durante las rebeliones de los esclavos, la esclavitud, los mitos africanos y los contactos con los antepasados. Esto ha inspirado y todavía me inspira y ha encontrado su camino de regreso a algunos de mis poemas…”
Gibi Bacilio, Premio Grotini 2007 -Video-
Publicado el 15 de abril de 2016