Emilio Coco, Italia
Por: Emilio Coco
Fragmentos de El don de la noche
A mi hermano Migue, traductor de poetas latinos y griegos,
muerto de cáncer cerebral en agosto de 2008.
No dejes que te hechice con su rostro
de sencilla muchacha al natural,
con sus dulces sonrisas y cariño.
Hace de todo para enamorarte
refiriéndote historias prodigiosas
de un país habitado por poetas
con verdes campos, viñas lujuriantes,
donde Alceo te aguarda con un brindis
por el poeta y por el traductor,
deseando escuchar sus piezas líricas
en tus endecasílabos sonoros.
No acerques a tu labio aquella copa
de vino amodorrado que te ofrece
bajo falsa apariencia. Ya tu Muerte
te lleva a la otra orilla de la Estigia,
donde reinan las hórridas tinieblas.
*
Duermes desparramado entre las sábanas
con los pies empotrados en la barra,
resbalando hacia abajo la cabeza.
A veces te despiertas y sonríes
cuando te hablo de yambos y anapestos.
Queda un rincón en tu cerebro enfermo
para Catulo y los poetas griegos.
*
Llegar al veintidós es un enredo
de pasillos, rincones engañosos.
Me pierdo fácilmente y me dirijo
al punto de salida. La enfermera
me ve titubeante y me acompaña
amablemente hasta aquel recodo
que me conduce recto hasta tu cuarto.
Ha venido esta noche, ha colocado
el goteo en la barra. Es manitol,
le calmará el dolor durante un rato.
Se encoge de hombros, finge desconsuelo,
baja la cama y pide que le ayude
a incorporarte: Para que descanse.
Te acomoda despacio en la almohada
la cabeza, te acerca el brazo al cuerpo
que ya no reacciona. Hasta la puerta
la sigues con tus ojos refulgentes.
Es muy guapa. Tendrá unos veinte años.
Este pasillo no termina nunca.
Un fantasma pasea su pijama
con el goteo y la bolsa de orina
en el débil claror de la mañana.
De las habitaciones llegan ruidos
de toses y de esputos alternados.
Un enfermero tosco me reprocha:
Es la tercera vez que lo limpiamos.
Tengan cuidado con lo que le dan.
Tú te excusas: Estoy comiendo mucho.
Llevas dos días sin probar bocado.
*
Se ha parado a las siete y diecisiete.
Desde anteayer no suenan ya las horas.
Oyendo los tañidos del reloj
de noche me sentía menos solo
en la cama de al lado, controlando
si en sueños te arrancabas el catéter,
te extraías la aguja de la vena.
Son ya las seis y cuarto esta mañana,
miran si tienes fiebre y te colocan
otro goteo con el manitol.
Estoy sentado junto a la ventana.
Los dos jugamos a quién es más listo:
Cuanto más te descubres más te arropo.
*
Grises las sienes, cana la cabeza.
Poco tiempo te queda, mas no temes
al Tártaro infeliz, pues todavía
el amor te seduce con sus juegos.
Estas cosas cantabas hasta ayer,
y brindando por Venus te encendías
al leer esos versos de Mimnermo
en torno a la vejez, donde se lee:
¿Cómo puede la vida sin amor
ser venturosa? Efímero es el fruto
de nuestra juventud. Sólo un instante
y ya queda la muerte para siempre.
Yaces en una cama condenado
por un mal incurable. Intensa niebla
te envuelve la memoria y la mirada.
Te llevé los Quaderni della Valle,
con poemas de Safo y Anacreonte
y con voz apagada me dijiste:
No los conozco. Nunca los he visto.
*
Larga Estancia, tan sólo a pocos metros
de tu casa. Si sales al balcón
y tienes buena vista puedes ver
algo de tu despacho, los estantes
con el ordenador y el escritorio.
Una amplia habitación con sus tres camas,
en el centro la tuya, armario azul,
tiradores de acero en los cajones,
televisor de veintidós pulgadas,
cuatro sillas, con un balón de oxígeno.
Una mesa también donde escribir,
donde hacer crucigramas cuando duermes.
Está todo muy limpio, muy cuidado.
A las seis ha venido una enfermera,
me ha dicho buenos días, con su dulce
sonrisa ha controlado las orinas.
Emilio Coco es poeta, traductor, hispanista, ensayista y editor. Ha publicado, entre otros, los libros de poesía: Profanación, 1990; Qué hago yo aquí esperando que la salsa acabe de hervir, 1991; La palabra de siempre, 1994; Piano bar, 2001; La memoria del vuelo, 2002; El don de la noche, 2011; Escúchame, Señor, 2012. Obtuvo el Premio "Annibal Caro", por el conjunto de su obra, el "Premio Speciale Torri di Quartesolo", y el Premio Proa, por su trayectoria poética.
Según Dionisia García, la poesía de Emilio Coco ha ido surgiendo al paso de la vida, confundida con sus acontecimientos felices y desgraciados. Desde los más elementales oficios cotidianos, hasta el amor, el erotismo y la muerte son tratados en su poesía”.
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Publicado el 14 de abril de 2016