El cyceon esa extraña bebida
El cyceon esa extraña bebida
Por Laura Draghi
De Los misterios de Eleusis
Muchos autores han intentado relacionar la experiencia de exaltación y liberación narrada en estos misterios con la utilización de drogas. Kerényi creía que un ingrediente del ciceó, el poleo, podría tener propiedades alucinógenas. Otros piensasn en hongos como el cornezuelo (Claviceps purpurea) que crece en espigas de algunos cereales y contiene alcaloides. Bernabé opina que hubiera sido difícil que tantos cereales estuvieran infestados como para suministrar a miles de iniciados la cantidad de droga necesaria que indujese visiones placenteras a todos. Según su opinión más probable sería pensar en un opiáceo. La amapola, junto con las espigas es un atributo de Deméter y Ovidio nos presenta a la diosa durmiendo a Triptolemo con jugo de amapolas. En verdad, según Bernabé, no debe extrañarnos que se puedan alcanzar los efectos descriptos en estas experiencias colectivas, largas y penosas sin el uso de drogas, ya que ellas mismas pueden alterar el ánimo y la personalidad.
Sin embargo la relación de las visiones y padecimientos con la ingestión de alcaloides, es analizada por varios autores. En este sentido, Robert Gordon Wasson fue el primero que relacionó la famosa bebida presente en los misterios (cyceon) con alguna sustancia enteógena. Gordon era un periodista, nacido en 1898 en Montana USA, escritor de temas económicos y casado con una moscovita llamada Valentina Petrovna, médica pediátrica formada en Londres a quien le gustaba comer hongos que ella misma recogía. Gordon comenzó a estudiar el tema de los hongos, incluyendo aspectos vinculados a la historia y a cuestiones sociales y con la ayuda de su esposa, se convirtió en un experto en etnobotánica más concretamente en etnomicología. Fue así como recibió una carta del helenista Robert Graves a quien a partir de los relatos de los misterios de Deméter le llamó la atención la bebida sagrada mencionada en el mito.
Consultado Gordon, un autodidacta en el tema, formó un equipo de trabajo con un helenista experto Carl Ruck y con el químico Albert Hofman quien en 1938 había sintetizado a partir del cornezuelo del centeno (Claviceps purpurea) la ditetilamina del ácido lisérgico (LSD). Hofman trabajaba para el laboratorio Sandoz el cual estaba interesado en los principios activos de las plantas medicinales. Experimentaba con el cornezuelo, un hongo parasitario que crece en el centeno y otras gramíneas incluso silvestres y que contiene muchísimos tipos de sustancias químicas, fundamentalmente alcaloides. Es el hongo que causó el ergotismo, enfermedad que padecían las personas que en la campiña europea húmeda comían productos obtenidos del centeno cuyas espigas estaban contaminadas con los esclerocios del hongo. El consumo de algunos alcaloides como la ergotamina, ergotoxina y ergobasina que son potentes vasoconstrictores, llegaba a actuar sobre el tono vasomotor, en especial de las extremidades, con cierre de las arteriolas y ausencia de irrigación sanguínea, isquemia, incluso necrosis, muerte de los tejidos y gangrena, y con ella la necesidad de amputar extremidades.
Algunos de estos alcaloides se usaban desde la antigüedad por las comadronas para detener las hemorragias después del parto. Uno de entre los muchos alcaloides que contiene el hongo, actúa sobre el útero de la mujer, produciendo contracciones y se usa actualmente, sintetizado, para detener la hemorragia posparto (ergonovina).
El ácido lisérgico es el núcleo común de todos estos alcaloides del cornezuelo. Buscando una sustancia estimulante del sistema circulatorio, Gordon llegó a sintetizar la dietilamida del ácido lisérgico (LSD). Como no daba el resultado esperado, se suspendieron las pruebas hasta el año 1943 cuando vuele a experimentar y según su relato: "Estaba en mi laboratorio y empecé a sentirme de una manera extraña, ciertamente extraña. No había tomado nada, imagino que algo debió quedar en mis dedos. De pronto, me encontré en otra realidad, sentía algo extraño, los colores habían cambiado, la habitación había cambiado, mí humor había cambiado, y tenía la impresión de que mi propia personalidad había cambiado, y al cerrar los ojos empecé a tener bellísimas fantasías, imágenes...".No sabía a qué se debía, y sospeché que podría ser la LSD con la que había estado trabajando, por lo que decidí hacer un experimento.
Tomé un cuarto de miligramo, resultó ser una dosis enorme. Fue una experiencia terrible, un mal viaje. Todo cambió, y tuve la sensación de que había abandonado mi cuerpo, estaba en el espacio y podía ver mi cuerpo allí, y pensé: tal vez te has vuelto loco, o a lo mejor ya estás muerto. Fue realmente terrible, porque seguía consciente de mi situación y de la realidad cotidiana al mismo tiempo"."Después de cinco o seis horas volví de nuevo a la normalidad, y entonces realmente me lo pasé muy bien. Disfruté con la sensación de haber vuelto a nacer. Volver de un mundo muy extraño y encontrarme con el mundo cotidiano y familiar. Experimenté la belleza de nuestro mundo cotidiano, real. Todas esas cosas que uno no valora en estado normal me parecían bellísimas, me di cuenta de lo bonito que es nuestro mundo, y estaba realmente feliz. Y así fue, cómo descubrí la LSD" (nota en diario El País, 1987).
Hoffman se dio cuenta de la importancia de su descubrimiento y de sus posibles aplicaciones en psiquiatría. Tras hacer un informe sobre su experiencia, la compañía Sandoz decidió distribuirlo entre médicos especializados, y a lo largo de los años cincuenta y sesenta aparecieron gran cantidad de estudios en el campo psiquiátrico con esta sustancia hasta que se prohibió su uso.
Las dosis bajas de LSD generan hilaridad, aceleran los pensamientos, traen a la mente recuerdos vívidos, provocan asociaciones libres y algunas visualizaciones. Las dosis mayores ocasionan un colapso temporal sobre la percepción y usualmente llevan a introspecciones profundas en las que se trasciende el ego y se tiene alguna clase de experiencia mística. Algunos psiconautas como Antonio Escohotado, han identificado tres "etapas del viaje":
[...] una primera fase de vuelo, que recorre paisajes visuales asombrosos sin detenerse en ninguno -viéndose el sujeto desde dentro y desde fuera a la vez-, seguida por una segunda fase que es en esencia lo descrito como una pequeña muerte, donde el sujeto empieza temiendo volverse loco para acabar reconociendo tras ello, el temor a la propia finitud, que una vez asumido se convierte en sentimiento de profunda liberación. Se trata de algo parecido a cambiar la piel entera, que algunos llaman hoy acceso a esferas transpersonales del ánimo... Convencimientos y percepciones beatíficas alternan con un desnudamiento de los temores más arraigados, dentro de un trance que del principio al fin se desarma por su esencial veracidad.
Balsámica o aterradora, la luz está ahí para quedarse, iluminando lo que siempre quisimos ver -sin conseguirlo del todo- y también lo que siempre quisimos no ver, lo pasado por alto... apto sólo para quienes buscan lo verdadero a cualquier precio... La amistad, el amor carnal, la reflexión, el contacto con la naturaleza, la creatividad del espíritu, pueden abrirse en universos apenas presentidos, infinitos por sí mismos
Gordon viajó a Grecia para estudiar los misterios eleusinos y concluyó que la molécula del LSD estaba presente en estos ritos y al igual que en la amplia mayoría de los ritos de la antigüedad.
Considerando el contexto los investigadores le dieron el nombre genérico de enteógenos (etimológicamente lo divino manifestándose desde el interior, Dios dentro de nosotros) a las sustancias de origen vegetal que se utilizan dentro de un marco ritual, en fechas precisas y ocasiones puntuales (celebraciones religiosas, enfermedades graves, etc.) y son suministradas y administradas por un experto (hierofante o sacerdote o chaman). Hay una diferencia con los alucinógenos ya que estos derivan del campo de la psicología psiquiátrica y se refiere a uno de los síntomas de la psicosis como son las alucinaciones, las percepciones sin objeto y lógicamente se incluyen en un campo patológico y negativo. Entre ambas sustancias existe una diferencia no menor: el contexto. Fuera de ese contexto ritual, sin administración por parte de un experto, podemos visualizar otra dimensión epidemiológica, altamente cuestionable. El uso de enteógenos dentro de comunidades primitivas, en el marco ritual ha sido una de las prácticas que generaron cohesión colectiva.
Restos arqueológicos en Eleusis
La ciudad de Eleusis, hoy Elefsina está a unos 20 km al NO de Atenas y forma parte de los alrededores de la capital. Era en la antigüedad una ciudad agrícola que cultivaba trigo y cebada. En la actualidad es una ciudad netamente industrial donde se refina petróleo. En las excavaciones arqueológicas se han descubierto:
La Via Sacra, que comenzaba en la Puerta Dipylon y llegaba hasta la puerta del templo, era recorrida por los iniciados que tomaban parte en las ceremonias de los Misterios. Se conservan todavía los restos de las diferentes partes del Telesterion la sala rectangular donde tenían lugar los Misterios, así como sectores del recinto del santuario que datan de diferentes épocas (desde Pisistrato hasta la época romana).
El Telesterion era una sala rectangular, casi cuadrada, con asientos a lo largo de sus muros, y con el techo soportado por una serie de columnas levantadas en las intersecciones de unas imaginarias líneas paralelas a los cuatro lados. Como clímax en las ceremonias de Eleusis, los iniciados entraban al Telesterion, se les mostraban las sagradas reliquias de Demeter y las sacerdotisas revelaban las visiones obtenidas durante la "noche santa" (probablemente un fuego que representaba la posibilidad de la vida después de la muerte). Se estima que en el siglo V podía acoger a 3000 personas en sus gradas. En el Telesterion tenía lugar el clímax de los misterios mayores de Eleusis, aunque no tenemos noticia de lo que allí sucedía realmente. Fue destruido por los Persas y reconstruido por Pericles.
Publicado el 28 de marzo de 2016