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Balance del XXVII Festival Internacional de Poesía de Medellín



Julio 8-15, 2017

Balance del 27º Festival Internacional de Poesía de Medellín



Una cooproducción de Producciones El Retrono y Prometeo

Construyendo el país soñado, ha sido el emblema y la esencia del XXVII Festival Internacional de Poesía de Medellín,  realizado del 8 al 15 de julio de 2017.

Se convocó a toda una comunidad, creadora de un nuevo gesto que celebra la vida, donde antes campeaba el pánico y la fractura del amor. Su respuesta multitudinaria fue la confirmación de que se avanza en el despliegue colectivo de un espíritu de paz y coexistencia, fortalecido por el ímpetu de la palabra poética.

Con la presencia de 110 invitados nacionales e internacionales, entre ellos 93 poetas de 46 naciones de todos los continentes, cinco Premios Nobel Alternativos, conferencistas, talleristas, destacados  cantantes, actores  y  músicos, se realizaron  134 actos en  centros culturales, bibliotecas, salas de teatro, auditorios, casas de la cultura, universidades, colegios, escuelas, museos, plazas, parques, barrios, asentamientos de desplazados, municipios de Antioquia, en Nabusímaque y Pueblo Bello (pueblos originarios de la Sierra Nevada de Santa Marta) y en las Zonas Transitorias Veredales de Normalización de Arauquita, (Arauca) , Ituango y Dabeiba .

Las intervenciones consistieron en lecturas de poemas, conciertos, talleres, conferencias, debates y conversatorios, todos con entrada libre para un público cada vez más lúcido y comprometido con la renovación cultural y la construcción de la paz social.

La poesía volvió a relucir como anticipación de las urgentes transformaciones, como potencia actuante en un torrente humano que ha aportado lo mejor de su ánimo renovador, esparciendo una estela de autoafirmación cultural y de confianza interpersonal. Toda una multitud se hizo canto y símbolo del advenimiento de un tiempo liberado de la guerra fratricida.

Sincronizado al ritmo y avance del decisivo momento histórico del país, el Festival se ha reafirmado en su dimensión emancipadora, en su capacidad de convocatoria con la fuerza de imantación de la poesía como ese legado que posibilita la conjunción de voces y la voluntad de cambio de multitudes, con las que se ha caminado un largo trayecto de veintisiete años, entre la densa jungla de los conflictos que han afectado a toda una población cuya lucidez e identificación con la palabra poética le permiten avanzar hacia ese nuevo país, ese país soñado pero posible, experimentado en el Festival de manera anticipada, como un mundo fundamentado en la coexistencia en paz, con imaginación creadora y esperanzadora. Un país en el que el lenguaje se haya liberado de sus cargas de violencia y fluya, de ser a ser, renovado y radiante de nuevas visiones. Un país donde la justicia social sea un hecho, una promesa cumplida. Un país en el que sus habitantes se hayan sanado de los daños que ha causado la guerra. Un país donde el canto, el poema y la palabra que une sean faros que arrojen mucha luz en la creación de la paz, en la fundación de una comunidad unida que haya superado las heridas del fratricidio y esté por fin reconciliada.

Al Festival lo guiaron, además, tres ejes esenciales:

Presencia de los ausentes: Consistió en una reivindicación de la memoria y dignidad de los desaparecidos a causa del conflicto armado. Con ésta conmemoración, se contribuyó en la construcción del país soñado: Se hizo conciencia de que habrá una verdadera renovación sólo si se hace justicia a la recuperación de memoria histórica, sólo si se hace reparación simbólica de los daños y traumas que se han infligido. Este eje temático fue y seguirá siendo esencial.  Aunque hubo diversas actividades en torno a este tema durante toda la semana del Festival, se destinó un día especial (12 de julio) para el despliegue de actos como lecturas de poemas, conferencias, paneles y conversatorios que movilizaron contenidos y acciones simbólicas reivindicadoras de la memoria de los desaparecidos. Ese día se realizó en la Plaza Botero un concierto en conmemoración de las víctimas de desaparición forzada, con la intervención de excelentes músicos como los del  Grupo Mar es (Colombia), la cantante griega Savina Yannatou , Spiros Manesis -piano- (Grecia), Baatarkhuu Tumendemberel (Mongolia), Saidash Begzy Oglu Mongush (Tuva). Hubo testimonios de familiares de desaparecidos y exposición de fotografías de las víctimas. Es importante destacar que el 9 de julio se realizó, en el municipio del Carmen de Viboral, un acto bastante significativo en el que poetas del mundo intervinieron con representantes de las víctimas. Hubo actos de reparación simbólica y rememoración de los ausentes.

La Tierra no nos pertenece, nosotros pertenecemos a ella: En un tiempo abocado a la devastación y a la potencial extinción de la vida del planeta, se contribuyó a la gestación, rápido crecimiento y movilización de una conciencia planetaria que se  une a las fuerzas protectoras de la Tierra. En ésta perspectiva, se realizaron actividades pedagógicas como talleres de poesía y conferencias que hicieron conciencia, desde la visión de los poetas del mundo y de activistas que han profundizado en ésta delicada situación, apoyados en su experiencia sobre esta problemática tan urgente de resolver.

Soñar nuestra América: Se avanzó, mediante cursos y conferencias, en la consolidación del pensamiento latinoamericano, por el camino de la auto afirmación e interacción cultural de los pueblos de América latina.

El Festival, como una joya del ser espiritual de una comunidad, se manifestó con la articulación dinámica e integradora de diversas aristas que emanaron luz de la médula radiante de su esencia, que es la poesía como un fuego purificador.

Entre esas aristas o componentes del Festival, se hizo notoria la dimensión ritual, celebratoria de lo sagrado de la vida y la palabra que une. Todos los músicos, los actores de teatro y los poetas hicieron posible, con el inmenso apoyo de la comunidad convocada, una atmósfera de elevado sentido espiritual que ha afinado el alma colectiva y ha contribuido a la sanación de la herida histórica que ha afectado a todo un pueblo, ávido de un nuevo momento liberado de las huellas de la guerra.

Otra arista esencial, que se destacó en el Festival, fue su dimensión política, entendida la política, en su definición clásica, como el “arte de lo posible”. El Festival logró demostrar, en la práctica, que es posible transformar una atmósfera hostil en un nuevo campo de expresión, concertación y ejercicio de los derechos fundamentales. La política asumida como un gesto comprometido de amor a la polis y de solidaridad con los afectados por los conflictos; la política como un conjunto de acciones que logran que la comunidad fortalezca su autoafirmación y recupere los dones de su espíritu bastante afectado por la guerra. El Festival consolidó su posición de compromiso con las víctimas del conflicto, posibilitó la inclusión de comunidades marginadas de la ciudad, del departamento de Antioquia y de Colombia en los procesos de renovación cultural y propició la participación de artistas y poetas que se incorporan a la vida civil gracias al desarrollo de los acuerdos de paz.

Otro componente que se destacó fue el entrelazamiento entre poesía y las artes como la música y el teatro, así como el diálogo entre la razón poética y la razón intelectiva. Esto permitió mostrar la necesidad de reconciliación espiritual y acción mancomunada de poetas y artistas de las diversas expresiones, así como entre el pensar y el poetizar enfocados en la construcción de un ánimo colectivo favorable a la reconciliación, favorable a la dilucidación de los problemas que son urgentes de resolver para los que las acciones del Festival son de importante contribución.

Otra dimensión esencial fue la intervención de los poetas junto con los niños, niñas y adolescentes. Hubo participación conjunta con los niños beneficiarios del Proyecto Gulliver, un proyecto que es parte de las acciones formativas permanentes del Festival y que se realiza en barrios populares de Medellín y su área metropolitana. Fueron intervenciones de importante impacto en las zonas de realización, ya que los niños desplegaron un ejemplar protagonismo cultural leyendo, junto con los poetas del mundo, sus poemas generados en los procesos que se desarrollaron durante el primer semestre. Además, los niños, niñas y adolescentes dirigieron acciones simbólicas en las que se representaban la siembra de sus derechos fundamentales para que adquirieran raíces en el alma colectiva. Estas acciones innovadoras fueron importantísimas porque lograron empoderar culturalmente a los niños, lo cual los protege de muchos riesgos a los que están expuestos. Sus aportes al crecimiento cultural fueron evidentes y ejemplares.

Otro aspecto importantísimo fue el acercamiento y participación de algunas organizaciones sociales, en cuyas sedes se realizaron actividades como talleres y conferencias afines a las problemáticas que dichas organizaciones abordan y que están en la médula de la actualidad histórica que requiere ahondar en las soluciones de los problemas latentes en el pos acuerdo de paz que se implementa con las FARC-EP.

Otro componente fundamental fue el conjunto de actividades formativas desplegadas en el contexto de la 21 Escuela Internacional de Poesía de Medellín. Este componente logró que intervinieran los poetas del mundo, con su invaluable aporte en la auscultación de las problemáticas actuales de la sociedad colombiana y mundial. Fueron 37 actividades formativas, con igual número de poetas, entre cursos, talleres, conferencias, paneles y conversatorios, que fortalecieron y le dieron profundidad al abordaje de las temáticas que el Festival desarrolló en su vigésima séptima versión.

La presencia de cuatro Premios Nobel Alternativos en construcción de paz, derechos humanos y medioambientales, fue otro aspecto de mucha importancia para la incidencia del Festival en la construcción del país soñado, ya que con sus aportes se complementaron y enriquecieron los contenidos que se movilizaron, respecto a la urgente necesidad de transformar la sociedad, ahondando en los ejes y temáticas que el Festival ha desarrollado en el presente año de 2017.

El Festival se erigió como un acontecimiento que le dio un importantísimo impulso al Movimiento Poético Mundial (WPM) ya que con su intervención y su efecto global, se consolidó como uno de los puntos más destacados de convergencia del movimiento orgánico de poetas, festivales de poesía y proyectos poéticos del mundo, unidos para contribuir en las urgentes transformaciones de la conciencia planetaria, en beneficio de la protección de la vida en el planeta y de la paz mundial.

Se hace necesario destacar dos aspectos determinantes para el propósito de construir un estado de unidad energética, una hierofanía que no olvida lo inmediato, donde lo esencial no se diluye, y fueron el profundo compromiso de los poetas invitados con la gestación de la atmósfera propicia a la paz; su aporte a nivel de pensamiento y acciones poéticas así como el creciente número de asistentes a los actos programados. Se observó una mayor asistencia, respecto al Festival del año pasado y esto es un indicador muy estimulante porque refleja que su incidencia adquiere más influencia a nivel social, lo que motiva a seguir profundizando en la solidaridad espiritual con las colectividades de nuestra sociedad, que han demostrado, con su asistencia y ánimo vivificante de renovación y reconciliación, que las acciones poéticas dirigidas a la comunidad tienen un real impacto en la creación de renovado tejido social.

El trasfondo del 27 Festival Internacional de Poesía de Medellín fue la dimensión poética de la paz y la reconciliación. Este gesto de crear una atmósfera de paz ha sido el sentido del Festival desde su origen y en el presente año se percibió fortalecido. Esto abre nuevos caminos que consolidan el propósito de gestar una nueva conciencia respecto al país soñado, al país que requiere ser construido con las acciones del amor a la vida, del acompañamiento a las víctimas y de la consolidación de una paz estable con justicia social.

El Festival demostró, con su accionar, cómo se construye la interrelación con los otros de una manera poética, cómo se hace posible la conjunción en la celebración de la vida, en la amistad cómplice y en el amor. Gesto amoroso hacia la comunidad y práctica del amor mediante un lenguaje renovado, transformado con nuevos referentes liberados de la carga de violencia. Es la práctica del amor. Amor profundo que está en el abrazo a lo diverso.

Como expresara la poeta de Líbano, Hanane Aad :

“Son los poetas colombianos los que abrazaron primero, a través del XXVII Festival Internacional de Poesía de Medellín, el comienzo de una nueva era en la vida de Colombia y sus propias vidas y las de todos sus compatriotas también. Creo que el cielo de Medellín fue testigo este año durante muchos días, día y noche, de esa aspiración sincera y fuerte a los grandes valores de la vida, a la protección de los cuerpos y las almas de todos los seres humanos en el universo. Esa aspiración se cumplió de alguna manera en Medellín entre el 8 y el 15 de julio, a través de los miles de manos elevadas que confirman en su definitiva elección de la paz, la belleza y la esperanza contra los horribles olores de cañones , muerte y crueldad. Manos elevadas celebrando esa milagrosa y maravillosa intersección entre la poesía y la paz como el único camino hacia un futuro prometedor, iluminando horizontes de serenidad donde la creación, la evolución, la alegría y el amor son posibles y bien merecidos.”

Publicado el 31º de agosto de 2017

Última actualización: 04/07/2018