Sabino Esteban Francisco (Nación maya q’anjob’al, Guatemala)
Por: Sabino Esteban Francisco
Como el agua
Lo reconozco, soy como el agua,
a veces limpio
a veces turbio
a veces remolino
a veces correntada.
Me amargan a veces
me endulzan a veces.
Y para brotar y ser libre
rompí el pecho del peñasco.
Algo de lo que persigo tiene fuente en otro mundo
una gota de son se hace caudal en mi ruta.
Las sombras de ciertos días
dejan un cansancio en mi lomo.
Siento el mismo nawal del agua
veo encantos que entrañan los collados
sé del awas que las abuelas vigilan.
Tengo brazos de río
en mis manos veo surgir
el retoño de los niños.
Hay días que me dan el perfil
de vapor prófugo de lo triste
con cauce hacia los cielos
para armar la sonrisa del arco iris.
¿En qué delta?
¡Ni lo sé!
¿En qué hondura?
¡Ni lo sé!
No sé en qué vado
ni en qué remanso
me sorprenderá mi reposo
sólo presiento que será
en la tinaja de barro
de la Madre Tierra.
Aunque sea
Aunque sea
pero es aquí
donde consigo
lo que se escasea allá
Aunque sea
de todas formas
sigo deseoso
de ser de aquí
porque es aquí
donde me sobran risas
para desenojar a cualquiera
porque aquí se lavan
miradas enojadas
con chorritos de agua
que caen de la montaña
Aunque sea
pero es aquí
-entre el color rojizo
de la salida del sol-
donde pongo en remojo
mis ganas de vivir
Porque también hablo bajo susurro
por no perder mis palabras
entre los soplos del viento
Y es aquí donde
-respetuoso del murmullo del aire-
con palabras agregadas
cierro alguna grieta
que dejó el silencio.
Remiendo
En la sombra rural
de estos cerros,
la miseria
no sólo rompe las ropas:
los campesinos
remiendan hasta el corazón.
Si rompiera también
la sombra
ellos pondrían
un remiendo de luz.
Platicador
He usado el silencio de la noche
para entenderme como nieto
más de la luna
criado a la luz de su cabellera.
Un mimbre en la urdimbre.
A penas el tibio pestañeo de sus ojos.
En ocasiones
aliento
de aspiración prolongada de un tata
que en vez de familia tuvo pueblo
y seudónimo en vez de nombre.
Retoño asomado en la cicatriz del tallo
ante los gestos que el filo exhibe.
A veces
siento el mismísimo sitio que dejaste, Rogelio, hermano,
el dolor mismo de haberte abandonado bajo tierra,
clandestinamente,
sobre el sueño de las raíces.
De pronto, el silencio de la noche apaga ruidos
que enrarecen mi ser
vierte claridad lunar en mi mente
me suaviza el corazón.
Una sombra me abandona
huye embarrándose en la oscuridad.
Junto al silencio nocturno
oigo la voz de la Luna
-abuela Ixmukané descalza-
de siglo en siglo,
de pueblo en pueblo.
Con ella recorro cárcavas
con el hálito de la germinación.
Si me ven sentado,
solito,
más el silencio nocturno a mi diestra,
es que hablo conmigo mismo
mientras desenredo
sombras de sendas erróneas entre mis pies.
Otra vida
Después del bombardeo
resurgía la voz de las aves.
Como fuente dulce,
alegre, hecho canto de vida.
Desde la trinchera
germinaban nuestras risas.
Y salíamos
con retazos de carbón
y pedazos de tabla
a pintar otra vida
en el dorso de esa vida.
Sabino Esteban Francisco (1981). Poeta guatemalteco de ascendencia maya q’anjob’al. Durante el conflicto armado interno, su familia se refugió en Chiapas, México, durante dos años. En 1984 regresó a Guatemala para incorporarse al campamento “Los Limones” de las Comunidades de Población en Resistencia –CPR- de Ixcán. Su niñez y parte de su adolescencia tuvo lugar en las CPR, donde cursó el nivel de educación primaria.
Ha publicado los libros de poesía Sq’aqaw yechel aqanej / Gemido de huellas (Editorial Cultura, 2007), Yetoq’ junjun b’ijan aq’al / Con pedazo de carbón (Editorial Cultura, 2011) Xik’ej K’al Xe’ej / Alas y raíces (Catafixia Editorial, 2013) y Sq’och Xajaw/La Escalera de la luna (Editorial Cultura, 2017). Ha sido invitado a festivales de poesía y eventos culturales en Guatemala, España, México y Estados Unidos. Su poesía aparece en antologías nacionales y extranjeras.
Publicado el 15 de abril de 2017