Elogio a la Tierra
Por: Joy Harjo
Especial para Prometeo
Anoche justo antes de que, para ir a dormir, se apagara la última luz en la casa, la Tierra retumbó. Yo reconocí que era un temblor de tierra puesto que viví unos pocos años en Los Ángeles, donde los sismos eran relativamente frecuentes. Eso, siempre era alarmante, y era un recordatorio de que la Tierra es inmensa y mantiene el poder. Nosotros somos diminutos habitantes que dependemos totalmente de las dádivas de la Tierra.
El Estado de Oklahoma, o Territorio Indio (como este estado era conocido antes de la colonización europea), no es una zona sísmica. Comúnmente experimentamos desafíos hechos por monstruos celestes, o tornados, pero los temblores de tierra eran extremadamente escasos. Los temblores de tierra son frecuentes ahora, y han sido provocados por una práctica deplorable llamada fractura hidráulica, o “fracking”. Hidrofracturación es un medio de extracción de gas natural utilizado en la perforación profunda de pozos de gas natural. Una vez que el pozo es perforado, dentro del pozo son inyectados, a alta presión, millones de galones de agua, arena y químicos patentados. Esta práctica causa fisuras en la roca y atrae hasta la superficie las reservas de petróleo y gas de la profundidad. La tierra responde con sismos. Los químicos bombeados también alteran la calidad del agua. Ello conduce a la inestabilidad de la tierra, a la ruina de las aguas subterráneas. Oklahoma es ahora un epicentro sísmico en Norteamérica a causa de la hidrofractura incontrolada. China y otros países, motivados por la misma ambición, están adoptando ahora esta práctica.
Mientras estaba saliendo en la mañana yo le ofrecía excusas a la Tierra por lo que hemos hecho nosotros los humanos. Los vestidos que llevaba estaban construidos con dádivas de la Tierra. La Tierra nutrió mi cuerpo. Un día mi cuerpo retornará a la Tierra. Los pájaros me habían regalado cantos, los animales me habían dado comida y calor, y el vehículo que pronto que en breve conduciría hasta el pueblo, no podría ser posible sin las dádivas de la Tierra utilizadas en su construcción. También noté, de manera dolorosa, que está alimentado con petróleo tomado de las profundidades de la Tierra, de algún lugar del mundo. Todo medio de extraerlo redunda en destrucción de la Tierra.
¿Qué hemos hecho nosotros a cambio? ¿Le cantamos todavía a las plantas, los animales, tomamos nada más que lo que necesitamos, y cuidamos los lugares que nos fueron dados para cuidar para asegurar equilibrio y manutención, y finalmente, acaso damos las gracias?
Regalé un canto a la Tierra
La primera vez que la Tierra me habló yo era una niña. Me imagino que era una mañana de domingo, después de una fiesta en casa nuestra, asistida por el contrabandista que vivía enseguida. Mis padres durmieron hasta tarde porque la fiesta se había prolongado hasta las horas más avanzadas de la madrugada.
El domingo siempre era más lento con su sinuoso andar. Caminé en puntillas a través de la silenciosa casa hasta afuera, al fresco porche de concreto pintado de rojo y luego hasta la calurosa Tierra. La Tierra estaba verde y húmeda de rocío. Mis pies se deslizaron a través de la superficie. Di vuelta a la casa desde el sur, hacia el oeste, el norte y luego enfilé hacia el este. Los pájaros estaban cantando con el sol arriba mientras caminaba. Las plantas que rodeaban la casa y el vecindario estaban agradecidas con la fina humedad, y con el alimento de luz solar. Todos cantaban. Incluso yo canturreaba aunque no hubiera cantado en público ni acostumbrara usualmente hablar por fuera del círculo de mi familia.
Me senté sobre el suelo y me supe parte de la Tierra. Cavé la Tierra con mis manos. Toqué las lombrices, bichitos, culebritas inofensivas, sapos cornudos, y percibí cómo las plantas, matorrales y árboles empujaban desde el subsuelo para brotar en la superficie, de la forma justa en que yo había emergido desde un dormitorio para estar allí en la mañana. Escuché a los perros marcando territorio con sus ladridos o simplemente haciendo ruido porque podían.
Sentí enorme regocijo cuando el sol formó un manto de luz sobre mis hombros. Me supe parte de la Tierra, aunque no supiera esas palabras ni sintiera necesidad de analizar el concepto. Sabía con el sabio conocimiento de un niño. Los niños están recién cosechados del lugar de todo conocimiento y no han estropeado aun sus mentes con un sentido de alejamiento del conocimiento sagrado de que la Tierra es un ser viviente. La Tierra habló en una lengua sin necesidad de palabras humanas. La Tierra le dijo a la niña que era yo: tú eres parte de mí, y yo soy parte de ti.
Al tiempo que caminaba desde aquel lugar hacia la edad adulta, yo entraba a un mundo colonizado con el resto de mi pueblo, un mundo en el que la comida era algo que comprabas en la tienda y que pagabas con dinero. La producción de alimentos fue mecanizada, nacionalizada, corporizada. Habríamos de perder contacto con el proceso de la vida. Se nos enseñaría que la Tierra era una cosa, y que un Dios de tierras lejanas daba a los hombres que lo adoraban dominio sobre la Tierra, y sobre nosotros.
Se nos aseguró que era mejor alimentar a nuestros bebés con fórmulas hechas por fabricantes que todo lo esterilizan, y nos advirtieron que alimentar a nuestros niños naturalmente era animal y salvaje. Estos fabricantes vendían comida para ganar dinero que no era comida, más bien comida de relleno mezclada con químicos que nos hacían adictos, nos hacían querer más y que no habían de dejar espacio o deseo de nutritivos y frescos regalos de la Tierra. Petróleo, carbón, uranio y otros combustibles, metales, aguas y minerales habían de ser succionados de la Tierra como mercancías. Corporaciones y gobiernos habían de arruinar la Tierra para obtenerlos, transportarlos y refinarlos, destruyendo todo a su paso.
Esta fue la historia de mi pueblo Mvskoke. Es la historia de pueblos indígenas en el hemisferio occidental y a través de todo el mundo. A fin de cuentas es la historia de todos nosotros aquí sobre esta amada Tierra porque nosotros somos parte de la Tierra, literalmente somos elementos del cuerpo de la Tierra.
Esta historia de colonización, de ambición, tiene ímpetu y hambre. Ella prosigue con mayor extravagancia aun los actos de destrucción. Los pulmones de la Tierra, el bosque húmedo del Brasil está siendo arrasado con fuego y máquinas, por encima de 80.000 acres diarios, y degradando significativamente otras 80.000 diariamente. El Golfo de México, el agua o sangre de la Tierra, ha sido arruinada por derrames petroleros. El derrame de la petrolera British Petroleum arrojó más de 200 millones de galones de petróleo crudo en el Golfo. Ésto ha comprometido la vida de incontables animales, plantas y aves, y ha comprometido la integridad de agua y Tierra. Muchos peces en los océanos del mundo han sido explotados hasta el límite de la extinción.
En Norteamérica hay planes para un oleoducto que perturbará muchos ecosistemas de plantas, aves y animales, y que amenazará la superficie del mundo desde abajo con su pillaje de enormes reservas de petróleo. La corporación multinacional Monsanto ha modificado genéticamente las cosechas y las ha empapado con herbicidas químicos. Ellos intentan poseer patentes de todas las semillas, todas las fuentes de alimentos, incluso hasta arruinándolas. Todos experimentan el viraje en la calidad de vida. Estamos en medio de masivos cambios climáticos.
Mientras daba vueltas sobre la Tierra, la tripulación de la misión Apolo 17 de los Estados Unidos tomó la más famosa imagen de la Tierra, llamada “El Mármol Azul”, el 7 de diciembre de 1972. Esta imagen marcó por primera vez el que la mayor parte de la población humana del planeta hubiera visto a la Tierra como un reluciente planeta persona verde y azul. Los humanos no eran observables encima de la Tierra o soberanamente por encima de ella, más bien, eran indistinguibles entre la luz. Éramos un ecosistema del ser. El lanzamiento de esta imagen fue concurrente con el comienzo de los movimientos ecológicos y la conciencia global. Con esta imagen, se nos brindó la oportunidad de esquivar la destrucción. Se nos dio la oportunidad de entendernos nosotros mismos como parte de la Tierra, sin separación.
Desde 1972 se nos han formulado multitud de alertas. Los pueblos indígenas a través de todo el mundo han llevado el mensaje. Phillip Deere, uno de nuestros profetas Mvskoke, compartió una profecía a comienzos de los setenta, “…Llegaremos a esa vía bifurcada donde tendremos que tomar una decisión sobre cuál camino vamos a tomar. No podemos caminar ambos caminos; tenemos que tomar uno u otro. Y ahora nos encontramos en esa vía bifurcada, y es por eso por lo que muchos de nuestros jóvenes Indios prefieren ser Indios otra vez…el renacimiento espiritual está aconteciendo…”
Desde Hopiland, los líderes espirituales Dan Evehema y Thomas Banyacya alertaron sobre un inminente apocalipsis. El Sacerdote Hopi Snake Evehema dijo que la enfermedad del mundo de hoy es la ambición, y el insulto final para la gente aborigen de este país es la pérdida de Tierra ceremonial.
Ahora nos hallamos en el mismísimo final de nuestro camino. Mucha gente ya no reconoce el verdadero sendero del Gran Espíritu. De hecho, ellos no tienen respeto por el Gran Espíritu o por nuestra preciosa Madre Tierra, que nos da toda vida…a través de todo el mundo existen ahora muchos signos de que la naturaleza ya no está en equilibrio. Inundaciones, sequías, sismos y grandes tormentas ocurren frecuentemente y causan sufrimiento generalizado.
Thomas Banyacya nos advirtió mientras viajaba por doquier hablando en representación de la tierra durante los últimos años del siglo veinte: “En la tierra hoy en día los humanos envenenan su propio alimento, agua y aire con la polución. Muchos de nosotros, incluyendo a los niños, estamos librados a la hambruna. Muchas guerras se están librando todavía. La ambición y el interés por las cosas materiales son una enfermedad común…Incluso los animales y las aves nos alertan con extraños cambios en su comportamiento, como el de las ballenas varadas. ¿Por qué sí los animales actúan como sabiendo los problemas de la Tierra y muchos humanos actúan como si no supieran nada?...si nosotros los humanos no despertamos a las advertencias, la gran purificación vendrá para destruir este mundo así como los mundos previos fueron destruidos´´.
Banyacya interrogó a las Naciones Unidas, ´´¿Qué han hecho ustedes, como individuos, como naciones y como cuerpo global, por cuidar de esta Tierra?”
Estamos respondiendo todavía esta pregunta.
¿Qué estamos haciendo nosotros, como poetas, artistas y portadores de una conciencia compasiva por estos tiempos, por nuestro hogar, este amado planeta que llamamos Tierra, o Kvncvpe en Mvskoke?
Las palabras convocan al mundo a ser. Nuestras palabras vienen de nuestros pensamientos, y nuestros pensamientos nacen de los sueños. Nuestros sueños son provistos por nuestros ancestros, y por las plantas, animales y lugares de la tierra que son parientes nuestros. Ellos son compartidos por las estrellas. Juntos estamos soñando este mundo.
La tierra nos está soñando también.
Históricamente fuimos removidos de áreas de la Tierra que estábamos encargados de proteger. En muchos lugares los pueblos indígenas continúan alimentando el (los) espíritu(s) de un lugar y así lo han hecho desde el comienzo del tiempo. Ellos lo alimentan con canciones, palabras y atención. Debemos intentar continuar cuidando esos lugares.
Podemos trabajar por un cambio regulatorio con nuestras agencias gubernamentales, locales, nacionales e internacionales. Podemos plantar nuestra propia comida, criar nuestros propios animales y reinstituir la vida de subsistencia cuando no esté en vigencia. Debemos negar el apoyo a las compañías responsables de la destrucción masiva.
Todos y cada uno de nosotros debemos estar al tanto de dónde nos encontramos y saber que donde quiera que estemos es un lugar sagrado. desde el cual muchos hilos de conocimiento emergen. Cuida ese lugar, y aprende que puede ser tuyo. Cada uno vino a este lugar a cuidar del otro. En Mvskoke la palabra para todo esto es “vnvketkv”, un respeto duradero por este lugar y por cada uno de los otros.
Debemos expresar gratitud.
Debemos continuar cantando el mundo existente.
2014
Publicado el 6 de marzo de 2018