¿Qué reunión sana las heridas?
Por: Luis Eduardo Rendón
La vida es unidad; estamos hechos de una misma energía que nos circula, pero el mundo está en fragmentos; los continentes, los países, las ciudades, las culturas, las sociedades, los lenguajes, las personas, las voces, son fragmentos; cada persona un fragmento, las heridas fragmentos, distintos los fragmentos, distintas las heridas, pero al tiempo podrían sanarse en el canto unificador de la vibración original, canción del origen, abrazo de las raíces de la vida.
Desde el bigbang somos fragmentos trashumantes; la luz, rebelde, se afirma en sí misma, mensaje del fuego guerrero, diferenciándose y diferenciándonos; al contrario, la oscuridad se afirma en todo; en ella nos ocultamos, como ella nos fundimos: Dice Jung que el Inconsciente es la suma de lo no vivido más la suma de lo vivido… Cada guerra sigue siendo el fracaso de la armonía, por ello abrazar es revolucionario: contraría las leyes de la separación, sólo nos completamos amando: agua común que renueva cada sed.
Si el mundo está escindido por naturaleza, como raíces que se bifurcan imprevisiblemente, el canto chamánico es circulación de vibración sanadora, memoriosa, ancestral y futurista; en nuestros orígenes somos semejantes, sol de lo que no sabemos. En nuestra semejanza somos origen que no conocemos pero sentimos, sol de lo que viviremos. El Festival Internacional de Poesía de Medellín, desde sus inicios ha convocado diversas fuerzas poéticas y espirituales del mundo; el abrazo de lo diverso es poesía en medio del fanatismo asesino reinante.
Simbólicamente, al reunirse poetas de las más diversas tradiciones poéticas y estéticas, representantes de culturas lejanas y misteriosas, así se reúne el espíritu del hombre en sus rituales, cantos, danzas y poemas. El canto del chamán es sanador porque reúne las almas: la del enfermo con el cuerpo de éste, para sanarlo; y reúne las almas de la comunidad, para protegerla de los peligros de la disgregación y el egoísmo, vínculos de maldad y enfermedad. Colombia ha estado enferma de violencia, de odio, de injusticia, de impunidad, de corrupción, de explotación, de inequidad, de indiferencia, de desesperanza, de escepticismo, de explotación, de la destrucción de sus ríos y su naturaleza.
La sociedad colombiana, herida por décadas de violencia e injusticia, necesita más que nunca abrazarse a sí misma, como La Tierra en las estaciones, sincronizarse con los cambios inevitables, partiendo de la defensa de la vida, la Tierra y de las comunidades ancestrales. El origen de la poesía está en los cantos y danzas sagradas de los orígenes, que daban y siguen dando sentido a la tribu en la oscuridad. Seguimos siendo esa tribu, seguimos siendo esa oscuridad, nos afirmamos como ella; nos ocultamos como ella. La luz que perdura no está escrita en piedra; está dentro de cada quien al compartirla, poema viviente.
Publicado el 17 de enero de 2018