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Fiore Longo (Argentina)

Por: Fiore Longo

El lawen mapuche: curar el cuerpo y la sociedad

Radio UChile - Universidad de Chile

El 20 de octubre del 2011, tres semanas después de mi llegada a Temuco (en La Araucanía), fui invitada por una profesora de ingeniería forestal de la Universidad de "La Frontera" a visitar por primera vez el centro de salud intercultural de Boroa Filulawen. La ingeniera colabora con el centro de salud desde hace muchos años y ese día tenía que reunirse con los dirigentes de una asociación mapuche, responsables de la gestión del centro, para hacer una consulta sobre el proyecto de conservación de los bosques nativos que ella estaba llevando a cabo en las comunidades mapuche del territorio de Boroa. Durante la reunión hubo un debate sobre la utilidad de la creación de reservas para la protección de estos bosques y se hablo del vínculo, para mí totalmente nuevo, entre bosques nativos y salud. Es aquí donde, por primera vez, oí la palabra lawen, que es el término que, en este contexto, se refiere a las plantas medicinales mapuche (en realidad el lawen es, en un sentido más amplio, el remedio, aquello que cura. Incluso las piedras, los animales y otras cosas pueden ser lawen).

Las hierbas medicinales indígenas han sido uno de los aspectos que más han captado la atención de los conquistadores europeos desde el inicio del contacto con los Mapuches (Citarella, 2000, p, 265). De hecho, los primeros españoles han tenido una actitud diferente hacia las prácticas terapéuticas que preveían el uso de hierbas domésticas, respecto a la actitud que tenían hacia otras prácticas curativas, tales como los rituales chamánicos. Los españoles crearon una separación entre el uso de hierbas medicinales (uso que correspondía a una cierta tradición de la medicina popular ibérica, en el que se podían colocar las nuevas hierbas descubiertas) y los rituales chamánicos, que fueron demonizados y condenados. Operando de esta manera, y haciendo hincapié en el uso empírico de las hierbas y en sus propiedades naturales, los primeros conquistadores han eclipsado todos los aspectos simbólicos que caracterizaban (y caracterizan) el uso de lawen.

Durante el siglo XX, se realizaron muchos estudios sobre la farmacopea indígena. Sin embargo estos estudios fueron llevados a cabo a partir de una lógica diferente respecto a aquella utilizada por los indígenas. Los estudiosos han intentado, de hecho, clasificar y sistematizar la herboristería indígena basándose en las categorías científicas occidentales. Además, con el desarrollo de la química moderna y la farmacología, comenzó la búsqueda de los principios activos de las plantas, las sustancias químicas que se encuentran en las plantas y que producen cambios en la fisiología humana, los cuales se transforman en efectos medicinales. En este contexto, se pueden colocar los nuevos estudios conducidos para valorizar el uso de plantas medicinales indígenas como soluciones alternativas, naturales y ecológicas a los problemas de salud. Sin embargo, como reivindica Citarella (et al, 2000, p. 269), el estudio y la comprensión de las plantas medicinales utilizadas en la medicina mapuche no puede separarse del contexto socio-cultural del que forman parte, ya que es este, en última instancia, a darles un valor terapéutico. La eficacia de un fármaco no se reduce, entonces, a la cuestión de los procesos bioquímicos que su consumo activa en el cuerpo humano, sino que se expande a la dimensión sociopolítica y simbólica (Pizza, 2005, p.221). Desde este punto de vista, la eficacia no se define sólo como la conclusión exitosa del tratamiento prescrito por el médico para poner fin a una enfermedad. Desde un punto de vista antropológico, de acuerdo con Pizza (2005, p.203), la cuestión de la eficacia supera la dimensión específicamente "terapéutica" y si bien integra en su interpretación el conocimiento de los aspectos biológicos del ser humano, se coloca a un nivel más amplio y complejo que involucra la experiencia cultural, social y existencial de un individuo. Es a partir de esta concepción holística que se puede analizar el papel de las hierbas medicinales en la cultura mapuche.

En mi investigación etnográfica, he podido constatar cómo lo empírico y lo simbólico co-existen en el uso de hierbas medicinales. En primer lugar, el lawen cubre una amplia gama de "medicinas" que pueden ir desde la planta recogida por una persona para dar una solución a un problema físico preciso, lo que puede implicar el conocimiento de sus propiedades “naturales”, al "remedio" producido por la machi (el chamán) para problemas que no implican un solo órgano o que no tocan la esfera biológica de la persona.

Uno de los pacientes del centro de salud me dijo:

“ (...) según yo la escuchaba, tenía una abuelita machi, no la conocí, que era la mamá de mi padre, mi abuela, entonces mi papá conversaba eso, de que ese remedio era bueno para esa enfermedad y eso eso, entonces yo me lo iba grabando cuando niña, entonces se me da por buscar los remedios, entonces el llantén era para curar cuando uno tenía, ¿cómo le llaman?, la úlcera, se puede masticar así nomás la hojita, o hacerla en ensalada, pero yo la hago hervir porque soy mala para masticar hojas y ya pues. Cuando a uno le dolía mucho la cabeza decía mi papá que la abuelita buscaba hojas de laurel, refregaba bien las hojitas, entonces se las amarraba bien en la frente y pasaba el dolor de cabeza y yo hago eso (...) me calma el dolor y un olor tan rico que tiene ese laurel, de medicina, o maqui, esos son mis remedios, el maqui, el laurel y el canelo. El canelo, las hojitas también las uso cuando me duele la espalda, le pongo una cremita, una crema, me la pongo en la espalda y como puedo me la amarro, igual cuando me duele la pierna o la cabeza, y me calma el dolor, pero calma nomás, porque sé que no voy a mejorar, me calma los dolores”. (IL)

Aunque a partir de este relato se puede deducir que hay un conocimiento transmitido de una generación a otra y que une ciertas plantas a determinadas enfermedades, esto no excluye el aspecto simbólico, porque el canelo, el maqui y el laurel son plantas que tienen, más allá de las propiedades empíricas, un valor sagrado para los mapuches, y porque la técnica de cosecha de las plantas está ligada a la cosmología mapuche:

“ (...) claro yo le digo, tengo que sacar permiso, porque yo hablo un poquito mapuzundung, entonces le digo yo vengo a buscar, a pedirle permiso, si me puede dar unas hojitas que estoy enferma, y con estos remedios quiero que me calme o mejor sería que me cure, pero en palabras mapuzungun (...) mi papá decía hay que pagarle, que decía la abuela, hay que pagarle al arbolito, no se puede llegar y quebrar un árbol, o atar un hilito de cualquier color, o atar una monedita (...) porque uno va a una médica, una machi, paga para ir a médica, igual hay que pagar al arbolito porque está dando algo que a uno va a sanar y eso, por la conversación que hacía mi padre. Yo lo escuchaba y lo tengo grabado todavía, igual para la guatita cuando uno tiene mucho enfriamiento en la guatita, igual es bueno el laurel, la hojita de laurel usted lo entibia encima de la cocina, la hojita, y lo coloca en la guatita, y le pasa el dolor, eso me hice yo, porque tengo un dolor aquí porque hice una fuerza brusca, levanté un saco de papas, como soy operada, sentí un dolor aquí, a debido de eso (...)”. (IL)

Una característica clave de la religiosidad mapuche es, de acuerdo con el antropólogo chileno Foerster (1993, p. 73), que la imagen de la divinidad está asociada con un esquema de reciprocidad, en el que la deidad es el donante de todos los beneficios y en el que los mapuches deben realizar una serie de medidas compensatorias (la más importante de las cuales es el cumplimiento de las normas establecidas por la tradición) para restablecer la reciprocidad, sin la cual puede advenir un castigo. La idea de la reciprocidad acompaña una concepción del mundo donde todo, incluso aquello que es negativo, es una emanación de la divinidad. Como me dijo un informante: "Dios ha puesto todas las clases de personas en el mundo" (RN), por lo que es necesario pedir permiso antes de realizar una sustracción en lo que se considera su propiedad. Incluso las plantas medicinales han sido donados por los dioses para ayudar a los seres humanos (Citarella, 2000, p. 271). Esta concepción de lo divino también está vinculada a otro elemento fundamental de la religión mapuche, la idea de un cosmos compuesto por unidades opuestas pero complementarias. En el contexto de mi investigación, la deidad es a menudo identificada con el Dios cristiano, ya que, en este territorio se ha producido una fuerte influencia católica y protestante.

Un informante me dijo que antes de recoger hierbas medicinales es necesario:

“ (...) bueno hablar, hablar, puede escuchar el señor Jesús, el padre celestial puede escuchar de eso, porque él nos dejó todas esas hierbas, todo....así que hay que pedirle a él, hablar nomás solo para sí, pero orar, pediéndole con todo, con todo respeto y cariño: yo voy a tomar esto que me va a ir bien, (...) que se mejore, todo eso le pedimos (...)”

Otro informante, que se declara evangelico, me habla de Dios en estos términos:

(...) él es el dueño de todas las cosas, de usted mismo igual, porque él está con usted aunque no lo crea, y el otro señor Jesucristo está en cada uno de nosotros y yo confío mucho en él y lo amo, lo quiero, no lo veo pero lo amo y yo se que todo el mundo anda con él y el que anda con él va a andar bien siempre le va ir muy bien, yo lo digo, no digo que... siempre depende que tengan fe, que tengan confianza y crean (...)”. (RQ)

Existen hierbas medicinales para uso doméstico, que cada uno siembra en su jardín y que se pueden inserir en las práctica de auto-cuidado y cuyas propiedades y efectos son bien conocidos por todos (si bien el aspecto simbólico nunca está ausente):

“Uso hierbas medicinales para después de comidas, generalmente uno consume agüita de yerbas o cuando está enfermo del estómago también, cuando siente, qué sé yo, que tiene muchas ganas de hacer pipí, a cada rato, y ya toma agüita de manzanilla. Bueno uno cuando tiene fe en esas cosas, le hacen bien”. (IL)

Y hay otras que juegan un papel vital en las prácticas de sanación del chamán, y cuyos efectos deben ser vinculados más al nivel simbólico que empírico. Según el antropólogo italiano Citarella (et al, 2000, p.274), las actividades en las que se utiliza el lawen son mayormente los rituales mapuche, individuales, familiares y comunitarios. Es en los rituales terapéuticos donde las plantas juegan un papel importante, no sólo dan fuerza a la machi, sino que es el mismo espíritu de las plantas que se relaciona con lo sobrenatural para interceder por la salud y el bienestar de los hombres. En estas ocasiones los lawen son el centro de la unión de los presentes en el rito y facilitan la comunicación con los espíritus benéficos, ya que cada participante lleva consigo un ramo de plantas en sus manos, lo que facilita la conexión entre ellos y con los espíritus del bien. Las hierbas medicinales se utilizan, además, no sólo durante los rituales de curación, que nunca he visto y que son espacios de sacralidad prescritos a los extraños, sino que también son la materia prima para "fabricar" los remedios que los chamanes del centro de salud ponen en botellas de plástico, cada uno con una etiqueta que indica el nombre del paciente. La lawenchefe del centro de salud me dijo que para hacer estos remedios hay que versar en grandes ollas cinco litros de agua y veinte variedades diferentes de lawen para todas las enfermedades. Algunas machis usan una clase de lawen para cada enfermedades, pero ellos, en el centro de salud, lo hacen de una manera diferente.

Por último, hay plantas que ya sean vuelto tan escasas en el territorio que deben ser buscadas en otra parte. Varias veces durante mi estancia, algunos dirigentes, la machi y la lawenchefe, se fueron en busca del lawen. Fue a través de las historias de estos viajes que aprendí que, además de la solicitud de permiso de la que me han contado los pacientes del centro de salud, hay otras reglas que hay que respetar para recoger lawen. La lawenchefe del centro de salud, de hecho, mientras me contaba su jornada en busca de lawen, se quejó de que, como habían llegado al lugar elegido cerca del mediodía, tuvieron que sentarse a comer porque en ese momento no era posible recoger hierbas. Más tarde, me dirá que el lawen debe recogerse en la mañana o de 14 h a 16 h, de lo contrario se trasgrede la naturaleza y la gente se enferma.

“En la cultura mapuche cuando uno tiene conocimiento y respeta lo que la machi le va a decir, el lawen generalmente lo va a buscar uno a espacios determinados porque tiene que ver cómo se produce, frente a qué otros elementos de la naturaleza está, si está protegido o no, si hay elementos que pueden ser más negativos a lo que se está produciendo, tiene que ver a qué hora del día se extrae ese lawen, ese remedio, tiene que ver si realmente es lawen o puede ser otro. Porque el lawen es amplio, tiene que ver con las piedras, con el agua, con los animales incluso también sirven de lawen”. (YNC)

La necesidad de pedir permiso y cumplir con otras reglas, que en un principio había vinculado con una idea de divinidad bastante genérica, me fue explicada en estos términos:

“Nosotros creemos que para sacar una planta, las plantas tienen un don, o sea tienen un dueño, un ngen, el ngen es el dueño de las plantas o dueño de donde están las plantas, de los montes en este caso (...) ahí hay un dueño de ese sector, de esa parte y aquí también hay un dueño, o sea todas las partes donde va uno, es como los dueños de los terrenos. Por ejemplo si alguien se mete en mi casa, o sea en la parte donde estoy tiene que pedir permiso, ¿cómo van llegar y meterse? Tienen que pedir permiso. Mire yo quiero entrar aquí, quiero sacar una plantita, dice. Mire quiero sacar una plantita ¿me da permiso? Es lo mismo que nosotros pensamos cuando vamos a sacar lawen, porque hay un dueño y ese dueño hay que pedirle permiso, y si no le piden permiso ese ngen que está ahí, ese dueño, se puede enojar y nos podemos enfermar. Esa es nuestra cultura, nos podemos enfermar por sacar un lawen o un remedio sin autorización del ngen o lo puede hacer iñacon, que se llama, un concepto mapuche, que por ejemplo que si tú, o sea que tú no le pides permiso, él te puede seguir, te sigue, donde andas tú. Te va ir siguiendo y tu vas a andar asustado, así siempre como que alguien te anda siguiendo, como que alguien de repente te va pescar y así se enferma la persona, y cada vez va a estar más enfermo, más enfermo” (AP)

De acuerdo con la antropóloga María Ester Grebe (1993/1994, p.46-51), la religión mapuche incluye cinco subgrupos integrados de creencias y prácticas: la familia de los dioses y los espíritus beneficios, los wekufu o espíritus malignos, los ngen o espíritus amos de la naturaleza, el chamanismo y la brujería. En este ensayo me centraré en los ngen. En mapudungun, el término ngen designa genericamente el dueño de una entidad. El que domina, gobierna, manda, dispone, pero también el que protege y cuida. La antropóloga Grebe, identifica dos dominios semánticos del término: por un lado un ámbito profano, en el que utilizándose como prefijo, el término indica el dueño de una entidad (ngen-kutran es, por ejemplo, el dueño de enfermo). Por otra parte, un ámbito religioso/cosmológico, en el que ngen indica los espíritus guardianes de la naturaleza, cuya misión es proteger, mantener, controlar, salvaguardar el equilibrio, la continuidad, el bienestar y la conservación de los elementos a los que se refieren . En este sentido, el ngen se identifica con los elementos que representa (por ejemplo ngen-ko es el espíritu guardián del agua). De hecho, a cada ngen habría sido confiado un elemento de la naturaleza. Ellos serían seres animados, activos, con caracteres antropomorfos, zoomorfos y fitomorfos que reciben órdenes de las divinidades creadoras. Según el profesor de origen mapuche Alonqueo Martín (Foerster, 1993, p.66), ngen debería ser traducido como "ser", y ngnén como ser dueño, autor, dominar y dirigir. Unido al término chen (que significa formar personas) se construye la palabra Ngnechen, que significaría Ser Supremo, la voluntad que domina, gobierna, dirige, guía, que luego sería concebido por los conquistadores, erróneamente, como el Dios judeo- cristiano. Vemos que la idea de los espíritus guardianes de los elementos de la naturaleza y la de una deidad superior no son mutuamente excluyentes.

Mi trabajo no tiene la intención de comentar un tema tan complejo. Sólo quiero hacer hincapié en que el uso de plantas medicinales no puede ser reducido a los efectos de las propiedades químicas de las mismas y que la gente que entrevisté tienen un profundo respeto por la naturaleza, vinculada a un concepción simbólica del medio ambiente.

El valor simbólico se manifiesta también en el hecho de que, para mis informantes, no es lo mismo utilizar en sentido terapéutico una planta que ha sido cultivada o una planta que ha crecido "naturalmente".

“Hay árbol, laurel que uno lo planta, que uno lo planta, pero otros son naturales. De que yo me crié encontré ese árbol y sigue, sigue vivo, entonces ese vale para mí mucho más que uno plantado de la plantita (...) porque eso es totalmente natural, porque si yo lo planto ya no es natural, porque yo lo planté. Bueno, Dios le está dando la vida igual, pero lo planté yo. Los otros son totalmente naturales, los árboles son todos naturales, menos los pinos (...)”.(RQ)

Emerge, por otra parte, una idea diferente del sentido de la propiedad de las plantas y la naturaleza, como también la idea de un uso sostenible de los recursos naturales:

“No plantamos, así solos salen de la naturaleza (...) hay varias, la zarzaparrilla que le llaman, la inalca, no en mi predio, en otros campos de la vecindad, y ahí no nos lo prohibimos sacar, ir a sacar el remedio al otro, hay matico, hay cualquier medicina”. (RC)

La reunión a la que asistí con la ingeniera se centró en la discusión de la utilidad de la creación de reservas de plantas medicinales capaces de abastecer el centro de salud. La idea diferente del concepto de posesión y propiedad antes enunciados, que no corresponden a la noción de propiedad privada, y los aspectos simbólicos relacionados con la eficacia del lawen, han surgido de las declaraciones de varios miembros del centro de salud:

“ El mapuche nunca pensó anterior de cobrar por el lawen (...) si la persona está enferma y necesita el remedio de la reserva, el dueño de la reserva no está pensando: “¿cuánto le voy a cobrar?”. No po, no le va a cobrar, nunca existía eso, el concepto de cobro”. (AP)

“La medicina por los patios siempre es libre, está a la disposición de lo que la gente necesitara, siempre. Incluso para los machitunes que son las ceremonias más grandes de la medicina mapuche y donde más lawen se necesita, se necesitan cantidades tremendas y la gente va a uno y otro lado, va a buscar no más, no es porque va a ir a buscar y va a tocarle la puerta, no, entra nomás , pasa a buscar nomás “ (AH)

El lugar en el que crecen las plantas también tiene un papel importante para la eficacia del lawen. Según Citarella (2000. P 272), el vínculo de las plantas con el mundo sobrenatural se manifiesta también en la relación con ciertos espacios que poseen fuerza o poder. Un informante que, además de ser dirigente, forma parte del personal del centro de salud, dijo:

“Yo no sé qué tan efectivo sea ese lawen que se está buscando a la orilla del camino (…) muchas veces por eso mismo los lamgien de las comunidades dicen no, si no me hizo bien el remedio, y que está pasando eso, que no está causando el mismo efecto de uno que se sacó del medio de las reservas, donde no está lleno de polvo, lleno de humo, de todo lo que pasa a la orilla del camino”. (GC)

La relación entre algunos lugares dotados de una fuerza especial y la eficacia de las plantas medicinales se deduce de este diálogo entre algunos miembros de la comunidad durante la reunión del 20 de octubre:

“ - Nosotros nos dimos varias vueltas, al final nosotros dijimos: no, nosotros queremos plantas al natural, del monte, plantas que no sean cultivadas en un huerto, en un invernadero, porque eso lo vimos que no era bueno. (O)

- No eran efectivos (BC)

- No es la misma fuerza la que crece aquí que en el monte .” (FC)

No es lo mismo sacar un chilco de la orilla de un estero y otro de otra parte, uno tiene un tipo de propiedad y el otro tiene otra, las mismas plantas, pero tienen propiedades distintas”. (AV)

La idea de la fuerza que poseen las plantas medicinales se une a otra concepción mapuche que se indica con el término newen. Para Armando Marileo, lonco de Puerto Saavedra (Foerster, 1993, p.64), el neyen o newen es uno de los conceptos clave de la cosmovisión mapuche. El Kume Neyen, es un término que designa el alimento que da vida al hombre, a los antepasados y a la naturaleza, proviene de Ngenechen Chau, de aquí que sea la respiración, el alimento espiritual. Los Mapuche conciben que todos los animales, las plantas, los ríos, las montañas y el hombre tienen un espíritu: el que les da vida y aliento.

Es a partir de este concepción que deriva el respeto sagrado por el medio ambiente. Según la machi Rosa el newen es la fuerza de Dios, y está en todos los lugares. Ella me cuenta que el lawen se debe recoger cuando hay luna llena, entre los árboles más grandes, ya que dan más energía. La energía, la fuerza, es la newen. Esta energía también reside en el territorio. Y es a partir de la necesidad de preservar y proteger los espacios territoriales donde habitan las plantas y donde ellas se proporcionan la energía necesaria para curar a los hombres, que surge la relación entre la salud y la política.

A partir del discurso sobre el lawen, los dirigentes han establecido un vínculo entre la necesidad de abastecerse de hierbas medicinales, con el fin de poder utilizarlas para su medicina, y el reclamo territorial, a través de la cuestión ambiental. De hecho, según mis informantes, las hierbas medicinales están desapareciendo:

“La búsqueda de lawen es un problema, porque si bien hay en esas partes todavía algo queda, tenemos que buscarlo a orilla de camino, en predios particulares, y esas son las dificultades también para mantener el sistema de salud mapuche, porque sin lawen no hay medicina, no hay salud” (AH).

El problema se plantea para los dirigentes desde el inicio del proyecto de construcción del centro de salud, ya que para poder ejercer la medicina mapuche las hierbas medicinales son absolutamente necesarias:

“El centro de salud iba a tener muchos beneficiarios, muchos usuarios que iban a venir en busca de lawen, porque fue la misma gente la que dijo que había que traer más, porque nosotros no empezamos trabajando así, si recordamos los primeros pasos. No era nuestra idea la de acercar las machi aquí al centro de salud, pero al ver que no había en el sector, que no había, entonces había que acercar, porque nosotros sólo lo que hacemos es acercar a la gente a… e ir una que otra vez a algunos lugares lejanos. Nosotros, le vamos a acercar, pero también íbamos a necesitar el lawen, porque hoy día ninguna de las machis tiene la tremenda reserva, yo no conozco ninguna que tenga un reserva en su casa, que tenga mawija, no tienen nada muy grande tampoco, y queda muy poco mawija, queda muy poco bosque nativo, y empezamos a pensar: “Bueno, ¿de dónde vamos a sacar lawen nosotros, de dónde?”. Si estamos pensando en este modelo de salud, o sea diariamente, o sea todas las semanas necesitamos lawen”. (AH)

El vínculo entre la salud y la política se establece cuando los dirigentes tratan de explicar la razón de la ausencia de lawen:

“De la veleidad del Estado como eso, eso, plantar estas plantas y botar los árboles nativos, porque los árboles nativos no los subsidia, entonces y esto hace, estas plantas de árboles exóticos hacen que el lawen tampoco crezca donde hay pino y eucalipto, entonces así se va perdiendo nuestras tradiciones como, ¿cómo le dijera yo?, como un engaño más para el mapuche, es como un engaño porque le están diciendo: Mira, planta pino y eucalipto y la naturaleza va a estar tal cual; cosa que no es así, ni siquiera los pájaros se paran ahí en las plantaciones de pino, pero como es tentador por lo económico, por eso la gente va plantando”. (AP)

El pino y eucalipto se convierten en el símbolo del winka, del extranjero, que vino a conquistar a los Mapuche con su lógica de depredación de la naturaleza y expansión territorial. Estos árboles, llamados "exóticos" (en oposición a los árboles “nativos”), causan sequía, provocan cambios en la tierra y son la manifestación material de la sumisión de la población mapuche.

“Bueno, eso según lo que uno ha escuchado, la sequía dicen que viene por muchas plantas de eucalipto, porque la gente ha plantado mucho, entonces había un proyecto y entonces había terrenos que no se ocupaban, entonces todo eso se empezaron a llenar en bosques y el eucalipto dicen que chupa mucho el agua y algunos que empezaron a plantar cerca del estero y entonces así los esteros se empezaron a secar más temprano, debido de eso dicen. Bueno lo que uno escucha, pero tiene que ser así porque ahora ya se prohibe plantar”. (RC)

Según la antropóloga chilena Ivonne Jelves Mella (Mella Jelves, p. 3), con la consolidación del modelo neoliberal en las últimas décadas, los recursos terapéuticos han disminuido, y algunos han desaparecido. El aumento de la población y la falta de tierra han obligado a muchas familias, por un lado, a emigrar a las ciudades, y por el otro a utilizar antiguos espacios naturales que albergaban plantas medicinales para la construcción de viviendas y cultivos. Sin embargo, el mayor daño fue causado por las empresas forestales.

Estas empresas han utilizado los recursos de los bosques nativos y han iniciado una reforestación con plantaciones de pino y eucalipto, especies más rentables dado el rápido crecimiento, provocando una disminución de los cursos de agua, sequía del suelo y el exterminio de muchas plantas medicinales. Esta "invasión forestal", impulsada por los subsidios del gobierno, ha dado lugar a la contaminación del agua y la flora. Además, la fumigación aérea para el control de plagas ha conducido a la desaparición de algunas especies animales, alterando el equilibrio ecológico. La antropóloga chilena demuestra como otro problema relacionado con el lawen consiste en la imposición de patentes sobre algunas plantas medicinales por parte de empresas multinacionales, por ejemplo el canelo, cuya importancia en la cultura mapuche ya he descrito.

El problema de la progresiva desaparición del lawen está conectado con el problema de la sequía y en un sentido general con la cuestión del medio ambiente, y se vincula a las temáticas del etnoecologismo y del desarrollo, un elemento fundamental de la emergencia del etnico en América Latina.

“ Porque no llueve, no llueve. Usted ha estado cuánto tiempo acá y no ha visto llover, hace ratito ya, entonces... y el calor que hace, y el calor desesperante, no un calor como antes, el verano como antes; antes el verano era más cálido, el sol ahora te quema, si tú te quedas un rato afuera en el sol te empieza a arder la piel, entonces los rayos solares están pegando muy fuerte hacia la tierra, entonces todo eso hace que haya sequía. Y lo otro son las plantaciones que hay acá, plantaciones de árboles exóticos, como los pinos y eucaliptos, eso hace que, hace provocar la sequía también, porque estos consumen mucha agua, estas plantas, consumen mucha agua y sacan el agua de las napas que hay abajo, subterráneas, entonces eso hacen que los pozos se sequen también en las casas”. (AP)

“Falta el agua porque no llega el proyecto y ese proyecto tendría que ya estar poniéndolo en funcionamiento para poder abastecer el centro de salud y nos traen, en las comunidades nos traen agua del pueblo, la municipalidad se hace cargo de traernos el agua, pero el culpable de que nosotros no tengamos agua no es problema nuestro, es problema del Estado igual, porque el Estado tiempo atrás, y yo cuando hablo del Estado yo no hablo de un gobierno en particular, ahora que éste sea más represivo, bueno eso lo tenemos bien claro, pero éste y el anterior y los anteriores yo creo que....pero no estoy muy seguro, que con el gobierno anterior empezaron las bonificaciones de las plantaciones de eucaliptos y pinos, entonces por eso digo yo si ellos dieron las bonificaciones para que las personas y todos los fundos planten, ellos son los culpables porque no hay agua, porque el agua se secó por las muchas plantaciones de eucaliptos, y si no hubiese muchas plantaciones nosotros no estaríamos sufriendo de este problema, porque antes no era así, años atrás.

Mire ahora ya ni llueve, ahora ya ni llueve, y yo creo también que es problema de las plantaciones y todo eso. Bueno, hay un montón de factores más que se está viendo que es un problema, pero lo que tenemos claro nosotros es el tema de las plantaciones de eucalipto y pino, eso es lo que ha disminuido significativamente el agua (...) es que el problema, es que es tan grave lo que está ocurriendo con el Estado que está autorizando, que está vendiendo a los particulares. En este momento nosotros no somo dueños del agua, estando el río, los esteros, en nuestras comunidades, que cruzan por nuestras comunidades, y hay empresas privadas, trasnacionales que son dueñas del agua”.
(BC)

Más allá del imaginario ecologista que acompaña estas palabras y de la afirmación de un modelo alternativo al capitalismo contaminante que se materializa en la concepción de un pasado idealizado, la falta de agua es un problema real de la comunidad. Durante mi permanencia, el centro de salud ha estado sin agua muchas veces y muchos campesinos me han dicho que sus pozos se habían secado. Algunos camiones de la municipalidad han comenzado a traer agua a las comunidades, pero en el caso del centro de salud la cuestión es más compleja, porque como decía un dirigente:

“La municipalidad ha dicho que ellos pueden asegurar el agua para sus beneficiarios que son las personas y no los particulares como el centro de salud”. ( AH, Diario di campo, 22/12/2011 )

“Se seca y no hay agua, aquí mismo no hay agua que bombear, y aquí se ocupa agua, porque todos los días llega gente y ése es un problema grave que a nosotros todos los pozos se secan, tienen quince o veinte metros y antes nunca se secaban… pasaban tres o cuatro años que no se podían ni limpiar porque no se secaban, y ahora ya están todos secos ya, en enero, en diciembre ya empiezan a tirar agua del río pa’ los animales”. (OP)

El problema de la falta de agua en la comunidad no tiene que ver sólo con las
plantaciones de pino (Pinus radiata), sino que es parte de un problema más general relativo a la legislación sobre los recursos naturales y al modelo político económico impulsado por el gobierno de Pinochet. De hecho, en 1981, el gobierno de Pinochet aprueba el "Código de Aguas", lo que permite al Estado conceder a terceros los derechos de los cursos de agua de superficie y las aguas subterráneas, incluso en las zonas habitadas por las comunidades. La cesión de estos derechos se realiza sin ningún tipo de restricción o condición, por lo que este código es considerado uno de los más liberales del mundo (Brofman, 2008). Cualquier persona, según esta norma, puede solicitar al Estado la cantidad de agua que quiera sin tener que especificar ni siquiera el objetivo de la solicitud. Sólo se requiere el cumplimiento de los procedimientos técnicos establecidos por el reglamento y el cumplimiento de las formalidades prescritas por la ley. La agencia competente, la DGA ("Dirección General de Aguas"), está obligada a conceder el derecho si se ha cumplido con el procedimiento adecuado, si hay disponibilidad de recursos hídricos y si no se afecta al derecho de agua de un tercero, previamente constituido. El mercado se ocupa de la asignación óptima. El código fue modificado en 2005. Sin embargo, según el director regional de "Aguas de la Región de La Araucanía," Marcos Saavedra Brofman, esto no ha cambiado la sustancia del código. En la práctica, ha sido introducida una multa por no utilizar el derecho de usufructo del agua, tratando de evitar la acumulación de derechos de agua en manos de unas pocas personas. De hecho, los Mapuche afirman que la mayoría de estos derechos han sido adquiridos por los grandes terratenientes y que la concesión de derechos de agua "consuntivos" (que se consumen, es decir que se autoriza a extraer cierta cantidad de agua en un canal, en un cierto punto, sin la obligación de devolverla) en las cabeceras de los ríos reduce la disponibilidad de recursos hídricos en todo el territorio.

En la ruka del centro de salud, en el curso de mi investigación, se han realizado varias reuniones territoriales para debatir acerca del problema del agua. La lucha política se conecta con las demandas del centro de salud, a sabiendas de que se puede lograr una reivindicación del derecho al agua con mayor legitimidad si esta viene de un centro de salud, ya que a nivel político, la falta de agua en un establecimiento de salud es considerada más grave por las autoridades y la sociedad civil. Los líderes saben que sólo mediante el fortalecimiento de la imagen del centro de salud, aumentando el número de pacientes y la visibilidad, pueden negociar con el Estado mejores condiciones de vida en todo el territorio. Su capacidad para reclamar derechos sociales y económicos, tales como el derecho al agua, pasa a través de la consolidación de su experiencia en materia de salud.

La sequía y la falta de agua subterránea no son las únicas amenazas para el crecimiento del lawen. Un dirigente me dice que no hay espacio para conservar el lawen, y que, en realidad, habría que recuperar el territorio para preservar la medicina mapuche:

“El espacio nuestro es tan poquitito, tan restringido, que nosotros lo buscamos de todas las maneras, de todas las formas, y no, no hay una explicación y eso no lo entienden, incluso nosotros. Por proteger, por cuidar un espacio tan chiquitito el Estado a nosotros debería subsidiarnos y ir manteniendo ese espacio, y ¿qué es lo que está subsidiando el Estado? Está subsidiando el pino y eucalipto, pero no anda ni cerca de la cosa… y cuando le toca hablar algo del medio ambiente, ¡pucha que la hacen linda!”. (BC)

“Yo creo que en primer lugar aquí era la devolución de las tierras, la devolución de las tierras por medio de un proyecto, por medio de un... se habla mucho, ellos hablan del subsidio de tierra que le vamos a dar, dicen, pero la palabra, yo creo que deberían cambiar el lenguaje porque aquí nosotros es recuperar y ellos entregar a nosotros lo que nos quitaron, yo creo que ésa es la manera de que ellos debieran cambiar ese lenguaje que están diciendo que están apoyando, que están dando y que le vamos a entregar las tierras, que le vamos a dar plata, un subsidio para que puedan comprar. Yo creo que no, a nosotros nos están debiendo, a nosotros nos tienen que pagar porque acá hay una deuda histórica que jamás no se ha tocado así bien de frente”. (BC)

Se realiza en este modo la transición desde los problemas de salud al problema territorial. El territorio, la tierra no es sólo el recurso necesario para la supervivencia material mapuche. También es un lugar simbólico y identitario, cuyo poder y cuya fuerza (newen) son esenciales para el desarrollo de las plantas medicinales y para la curación. La fuerza de la tierra hace fuerte los cuerpos que la habitan. La tierra es el elemento fundamental de la identidad indígena, y constituye el núcleo de la lucha contra las autoridades chilenas. No por casualidad las leyes que, a lo largo de la historia, han tenido como objetivo eliminar a los indígenas se centraron en la eliminación de sus propiedades territoriales. A causa de los numerosos intentos de substraerles la base simbólica y material de su identidad como pueblo, para el Mapuche, el Estado está y estará por siempre en deuda con ellos y la mayoría de los malentendidos entre estos dos actores se basan en este factor. Por un lado, el Estado piensa que tiene que hacer "concesiones" a los pueblos indígenas para fortalecer su poder y crear alianzas políticas, y siempre destaca su generosidad al hacerlo. Por otro lado, los Mapuche creen que esas concesiones no serán jamás suficientes, ya que el Estado les debe todo. El Estado no les está regalando nada, sino que les está devolviendo lo que les pertenece.

El lawen, en mi interpretación, es el eslabón que une la cuestión territorial y política con el tema de la salud social e individual. No sólo es el "remedio" que cura los cuerpos, sino que ,en la interpretación de los dirigentes, se convierte en el elemento a partir del cual criticar a la sociedad capitalista chilena, denunciar los problemas de sus condiciones de vida y la responsabilidad del Estado y reivindicar la fuerza perdida de su territorio. Los dirigentes resaltan, en este modo, una de las características principales de la concepción "médica"
mapuche: la salud de las personas está vinculada a la salud del territorio, territorio que ha sido usurpado y contaminado. Para curar el cuerpo individual es necesario, primero, sanar la sociedad.

*  Survival International

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Publicado el 21 de febrero de 2018

Última actualización: 12/03/2021