Tomica Bajsić (Croacia)
Por:
Tomica Bajsić
Traductor:
G. Leogena /T. Warburton y Bajo y rvb
Sueño del maíz
Dedicado a los niños, víctimas de la guerra
Corro por un campo de maíz, por la temprana noche, mientras el sol se vuelve luna. El cielo está cerca y ovalado, presiona la tierra. La luz emana de las hojas, transparente y aguada. Verde se vuelve amarillo. Me doy cuenta que soy pequeño, el maíz es mucho más alto que yo.
El campo es interminable.
De repente, me choco con los vestigios del trayecto de quien me busca. Permanezco quieto. Por un momento, sólo escucho mi propia respiración. Si pusiera mi oído sobre la tierra escucharía el clamor de sus pasos. El maíz aquí está roto por la rabia, pisoteado. Él corre ciego, deja un corredor lleno de vacío. La velocidad con que se mueve es mayor a la mía, los rasgos de su pasar revelan la naturaleza del demonio. Necesito más y más aire. Respiro ahora por la boca. Respiro profundo y exhalo cada diez pasos. Pronto será cada cinco pasos, luego cada dos…
Es importante controlar el ritmo de mi respiración.
Correr me da coraje. Y la manera que se mueve el maíz frente a mí me da coraje. Me devuelvo un poco sobre mis pasos para no ser rastreado. Cuando caiga la noche, gateando me meteré al maíz, recogiendo mis fuerzas para la madrugada, para correr. Encerraré mi miedo en una pieza sin ventanas. Dejaré que la esperanza arda en la oscuridad para iluminar me sueño.
Él también estará quieto en la noche, pero no dormirá. Su rabia lo mantendrá despierto, entorpecerá sus sentidos. En la madrugada, el aire agudo nublará su vista. Mientras lo iluminado se oscurece, siento la sangre hervir en las venas de mi perseguidor como un murmullo lejano en los maizales. Frente a mis ojos flota la amenaza de destrucción total que deja al pasar, no necesito ver su rostro para saber que el desconocido que me persigue es el mismo hombre cuya sombra pasó por los muros una noche sin estrellas, una noche en que terminé solo. Correré en la mañana como nunca he corrido en mi vida. La casa negra ya se quedó atrás, ya debería estar lejos. Ahora tengo algo que nunca he tenido, la libertad de escoger. Puedo girar hacia el este, o al sur, o continuar hacia el oeste. Mientras corro, mi destino está en mis manos. Sólo tengo que seguir.
En círculos
(escrito en Rio de Janeiro cuando fui a visitar familia dos años después del fin de la guerra en Croacia)
A veces parece como si estuviera viviendo con tiempo prestado
mis amigos están muertos y regados por los cementerios
borrados del tablero de una, ninguno llegó a los treinta
esa gente con que partí el pan
esa gente con quien dormí en los bunkers
esa gente que caminó sobre los mismos prados, subiéndonos a los tanques y cayendo
golpeándome la cara contra la tierra llena de balas y cartuchos
(ay dulce tierra silenciosa, conoces bien nuestros rezos)
sus espectros siguen volviendo con las últimas voces en eco
¿hay más jugo? pide uno que morirá en un ataque
cuida a mi hermano, dice otro que lo matará un tanque
un tercero intenta recordar quién es y de dónde viene
mientras que su cerebro lentamente se apaga (lo habían golpeado en la cabeza)
¿qué hay allá? pregunta un cuarto, una copa de vino aguado en la mano
su mirada puesta al otro lado del morro donde una emboscada lo espera
y un quinto en silencio aunque sus ojos son capaces de pronunciar:
Muerte.
A veces me siento como si me hubiera despegado de la cadena
me despierto a media noche asfixiado
escucho el zumbido de catorce pisos por la ventana abierta
(el olor a carne quemada que sale de ataúdes de madera)
Cristo el Redentor es una herida fresca y duradera entre las nubes negras
luciérnagas eléctricas en apuros, maldicen y celebran
la época cuando los cerdos se alimentaban de carne humana
allá abajo hay una casa que alguna vez, hace cien años, fue azul
ahora es una ruina sin techo con ventanas sin marcos como cuencas vacías
sus adentros destruidos sin embargo de noche toma vida
los balcones olvidados se llenan de flores y luz
mientras negras redondas en turbantes se apoyan contra
una cerca corroída y pequeños ecos de su conversación
murmuran que hay trescientos mil muertos sobre esos campos
donde mis botas perdieron sus suelas
donde mis ojos se ahogaron en el lodo del universo
donde mi corazón era como un lazo de hierro separado de su ancla
zumba por el aire en círculos ciegos:
sin dirección, sin dirección.
Cuando te golpeas con un hacha mientras rajas la leña
en ese momento no piensas en poesía
ni en hechos importantes
ni en política
no desafías a Dios
eres del tamaño de una arveja
mientras esperas que el dolor
se vaya.
Cuando estás agujereado de las esquirlas
de una granada de mortero
no piensas en la impresión
que dejas en las mujeres
ni en el himno nacional
te metes bajo una piedra
y esperas que el dolor
se vaya.
cuando la puerta de la prisión preventiva
cierra detrás de ti
--ese es el momento en que piensas en la libertad.
Una vez cuelgo el teléfono
Te veo: abres la puerta doble que da al patio,
mientras te sientas en la asoleadora
que mira hacia los pinos
los niños construyen una torre de legos
sobre una esquina de la cobija
¡Pin! levantas tu pocillo de café
es casi de noche: han salido las estrellas.
nuestro muchacho se lanza a tus rodillas, dice:
“Me encantaría saber qué hay allá arriba.”
esperan juntos mientras su corazón se aquieta.
un soplo de viento, piensas en un saco
Tin-tin: las moscas se dan contra la pantalla de la lámpara
El barbero mentiroso
Fui a cortarme el pelo
con un barbero al que no conocía
antes de sentarme en la silla
yo le dije mirándolo directamente a los ojos:
No quiero uno de esos peinados modernos.
De ninguna manera,
dijo con dolor en la voz, yo nunca lo haría,
Yo corto bien, y a la antigua.
Mientras él cortaba mi pelo todo parecía bien —
me miré en el espejo
y fue como si viera a Simón
Bolívar
dando una vuelta
en las cumbres rocosas,
Cabalgando hacia la muerte
(El Libertador)
envuelto en una cobija, ardiendo en fiebre
se ha reducido a cuarenta y cinco kilos
Pero todavía no se rinde.
Detrás de él siete mulas llevan el equipaje
con setenta medallas de honor,
y a su lado el coronel Wilson monta a caballo, con un puñado de fieles
desesperados, vagabundos y soldados por fortuna;
por encima de ellos las nieves eternas de la Cordillera de los Andes y flores de maíz amarillas,
y por debajo, campos
en los cuales un hombre podría ahogarse.
pero cuando salí vi que
el signo frente a la barbería decía:
PEINADOS MODERNOS
y ciertamente, cuando vi mi reflexión en el cristal
me di cuenta que el viejo cabra me había engañado,
lo que fue muy agravante.
Tomica Bajsić nació en 1968 en Zagreb, Croacia. Escribe poesía y prosa. Es artista gráfico y traductor. Estudió tres años en la Academia de Artes Plásticas de Zagreb. Ha escrito cuatro libros de poesía, dos libros de prosa, y un libro ilustrado para niños. Es traductor y editor de cuatro antologías internacionales de poesía. Ha ganado premios nacionales en dos ocasiones. Su poesía se ha traducido a muchos idiomas. Es uno de los editores de la revista de poesía en traducción, Poezija y fundador de la editorial Druga prica Diseño y Publicaciones. Es el Secretario General del Centro PEN en Croacia y Vicepresidente de la Asociación Croata de Escritores.
Es uno de los poetas más importantes de Croacia en este momento. Empezó su carrera, como poeta, enfrentándose con los recuerdos que dejó su tiempo como soldado de fuerzas especiales del ejército de su país, durante uno de los periodos más sangrientos de la historia de esa región. A diferencia de muchos otros, buscó encontrarle voz a la sobrevivencia del alma en esos tiempos, a través de la imagen y la imaginación, en vez de limitarse simplemente a reportar los hechos. Su compromiso con la paz y con la tarea de establecer lazos de afecto que cruzan fronteras ha sido incansable. Mucho más que un poeta de guerra y paz, Tomica Bajsić es un poeta que nos recuerda la fragilidad humana y a la vez encuentra nuestro potencial en ella.
-Poems Tomica Bajsić´s Web site
-Tomica Bajsić´s blog
-Poems versopolis.com
-Poems Lyrikline
-Poetry reading Maintenant Croatia Poetry -video-
-Interview By SJ Fowler to 3:00 a.m Magazine.
-The City and the Writer: In Zagreb with Tomica Bajsić. By Nathalie Handal
-Tomica Bajsić. Versopolis Poetry
Publicado el 07.06.2018