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Horacio Cavallo (Uruguay)

Fotografía de Mauro Martella

Por: Horacio Cavallo

Nada para agregar

 

He venido cambiando domicilio
Y dejando mujeres en posición fetal
Con los ojos perdidos en el cielo
Del que planificaban no soltarse

Yo perdí el corazón entre las manos
Diminutas y abiertas de mi hijo
Y el vientre en los colchones olvidados
Y los brazos  en los mostradores
Donde ofrecí monedas por billetes
Y vi pasar el tiempo calle afuera

El trajinar es largo y ya no puedo
Rumiar en solitario mis canciones
He perdido la cosa que sostiene
-pongale ud. El nombre-
Al individuo sobre la superficie

Nada para agregar
Llega la noche
Vienen los alaridos a destiempo
Y está mi hijo sosteniendo un corazón
Inmóvil
Aterrado
La cara de cerdo es de tu padre
La cara de cerdo es de tu padre
La cara de cerdo es de tu padre.
Nada para agregar. 

 

 

Durazno abierto

Estoy temblando, madre,
como me sacudía una tarde
con un durazno abierto
en medio de las manos.

Estoy temblando, madre,
parado sobre un charco,
con los ojos abiertos, madre, padre,
y una palabra oscura al borde de la lengua.

Madre que estoy temblando,
bajando la escalera con pasos de reloj.

Te estoy pidiendo agua, madre.
Agua.

 

Verde

Para Virginia Mórtola

Me detengo en tu espalda. Ronca el grave
latido del metal en  la madera.
Se multiplica el verde entre tus dedos.
Los tallos en la esquina de la tabla
son diez palos montados de un mikado.
Respiro, te sorprendo, se suspende
el parejo vaivén que dio tu brazo.
Apoyo mi mentón sobre tu hombro.
Imagino tus ojos que se cierran
cuando cierro los míos.
Asciende hacia nosotros, silencioso,
el perfumado adiós del perejil.
Me llevo tus tres dedos a la boca.
Reconozco imposible —aunque deseo—
rematar un poema que se huela.

 

 

Herencia

¿En qué momento, sosteniendo la herencia
como una bolsa hecha de sábanas arrugadas
y los brazos al cielo,
en qué momento, Padre, padre, abrí los hombros
e incliné la cabeza para recibir palabras de los vivos
y palabras de muertos?
Andando como andaba, con todo el mundo a cuestas
esperé que mi hijo fuera hombre,
que trabajara diez o doce horas por sueldo miserable
vendiendo casa a casa, pararrayos usados o linternas
—él que parece hecho de música, que dibuja con trazo
              seguro—
para pasarle al fin el entramado, la carga que da el
              mundo,
y esta otra que es tan mía y de los míos.

Perdió la risa. Es el reflejo de su padre.
Vemos pasar la tarde los domingos pensando en que sus
              hijos
de seguro disfruten de otra suerte.
Fumamos impacientes y soñamos la verdadera vida que
              se pierde
irremediablemente con las horas.

 

Ned Ludd

La violencia fue contra las máquinas, pero la sangre corrió primero por cuenta de los fabricantes.
En verdad, lo que alarmó la actividad ludita fue la nueva modalidad simbólica de la violencia.
De modo que una consecuencia inevitable de la rebelión fue un mayor ensamblaje entre grandes industriales
y administración estatal: es un pacto que ya no se quebrantará.

Christian Ferrer

Abre la noche para que entre
el único rey que rechaza la corona.
No es James Towle que cantó en la horca,
no son Mr. Pistol ni Joe Firebrand.
Pero si fueran ellos cantarían
con la misma emoción la melodía
que cantan los árboles en los bosques de Sherwood.
Vienen a destruir los telares.
Traen mazas, pico y fusil.
Dejen entrar en la noche a los destructores de máquinas.
Quieren prender la mecha de la revolución industrial.
Les crujen las tripas y no quieren que trabajemos quince
horas
para enriquecer solo a los peces gordos.
Todos son Ludd, y nadie es Ludd.
Cuando los buscan los hombres de Maitland
todos son Ludd y nadie es Ludd,
En Manchester o en Liverpool.

¿Vale un telar los huesos partidos?
Alguien aviva la llama de Ludd
¿Puedes oírlos cantando en la horca?
Noche tras noche, cuando todo está quieto
y la luna ya ha cruzado la colina
marchamos a hacer nuestra voluntad,
con hacha, pica y fusil.

 


Horacio Cavallo nació en Montevideo, Uruguay, en 1977. Es narrador y poeta. Ha publicado más de una docena de libros de poesía, narrativa y literatura infantil, entre los que destacan: El revés asombrado de la ocarina, Poesía, Ediciones de la Crítica, Premio Anual de Literatura, MEC, 2006; Oso de trapo, Novela, Trilce, Premio Municipal de narrativa 2007; Fabril, Novela, Premio Fondos Concursables, MEC, 2009; El jorobado de las alas enormes, Infantil, ilustrado por Pantana, Trilce, 2012, Finalista Bartolomé Hidalgo; El silencio de los pájaros, Relatos, Alter, 2013, con ilustraciones de Gonzalo Delgado Galiana, Premio Nacional de Literatura Ministerio de Educación y Cultura 2015; Invención tardía, Novela, Estuario editora 2015, Tercer premio en el Concurso Anual de Literatura, MEC, 2017;  Figurichos, con Ilustraciones de Sebastián Santana,  Ediciones de la Banda Oriental, 2014, Premio Bartolomé Hidalgo en álbum ilustrado; Hojas de otoño, Premio Fondos Concursables 2014; Pez Tirolés, 2015, con diseño e ilustraciones de Denisse Torena y Los dorados diminutos, Ediciones del estómago agujereado, 2018, una novela escrita en sonetos e ilustrada y diseñada por Matías Acosta, y Luz de última hora (Poesía, 2006-2018) Editorial Lisboa, 2018

Por su obra narrativa, en 2014 recibió el Premio Morosoli de la Fundación Lolita Rubial. Ha participado en Festivales literarios en México, Venezuela, Bolivia, Chile, Brasil y Argentina.

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Publicado el 28.04.2018

Última actualización: 12/11/2021