Viejos y nuevos poemas
Por:
Dragan Dragojlovic
Traductor:
Arturo Fuentes
Nadie nos reconoció
Vamos a la vieja atalaya.
Las grandes aguas no soportan puentes, pero el
horizonte sostiene la esperanza eterna.
Efímero en la distancia, ¿quién puede ser aquello?
En la distancia, los queridos se
distinguen. En vano me defiendo.
He estudiado la sabiduría con el mejor
maestro. Aquí no hay ventanas ni
techo. ¡Cómo laten nuestros corazones!
Saludábamos a todos. Nadie nos
reconoció. Ni a nuestras voces ni a nuestro amor.
Que la mano del cielo se cierre, no obstante
pensaremos un nombre para el nuevo amanecer.
Los secrtos deben guardarse
Salgamos a caminar libremente hacia el futuro. Pero
los secretos deben guardarse.
No una ilusión agradable. Ni una palabra severa.
Nada puede limpiar un nombre de los
labios.
¿De qué hablan los libros no escritos
del mundo? ¿Cuán grande es la dicha del
olvido?
Los centinelas de Dios – ¿A qué temen? Una
brisa sobre baldíos amados.
Pero la esperanza suena más duro que un camino sin regreso. Y
profundo es el tiempo de un poema no escrito.
(Del libro Encuentros fallidos)
Bosques y campos no. 5
El bosque visita nuestro hogar y luego regresa. Esperamos
su sombra en el cruce de un ejército atrincherado.
Esperamos su señal, pero, dormido, carga un proverbio de muerte,
nada le importan las hachas, las promesas,
las teteras doradas escondidas en su sombra,
los cazadores,
las casas mentirosas, los lapiceros y rebaños,
baja por las escalas exteriores de nuestra casa y pone
un dedo sobre su lengua
para expresar, ninguna ofensa ni memoria,
para recordar, ninguna imagen eslava, ni
lucha tribal,
para despertar, ninguna presa disparada con
un secreto dicho en voz baja, para asustar a ningún
fantasma en la niebla
que inspira nuestra realidad al proclamar primero la virginidad.
Bosque, ve a nuestra casa. Entra y quédate dormido. Desde nuestro
jardín reverdecido una mujer preñada llama suavemente a aquellos
cuyas huellas de papel permanecen en un recuerdo
como trigo sembrado en los libros de la Biblia.
El trigo y el trigo del cuervo no.2
El trigo de la duda ya ha sido alabado en la canción,
se escriben recetas,
se publican libros del trigo de la maldición.
En la sombra de la hierba el alma de un granjero se mezcla
en una brisa suave, los niños
del suelo se mecen, cantan
a la lluvia, mientras luciérnagas
tejen en un telar del verano.
Mañana tras mañana trae carretillas de un caballo, carretillas
de dos ruedas, costales medio vacíos, cántaros, jarras, bolsos de cuero,
petacas de tabaco, la carga de un cochero cansado,
y un molinero muerto entra a un molino para llenar
un lugar de tortura con nuestras viejas preocupaciones.
Nos equivocábamos al hacer un juramento,
prometiendo a nuestros niños el trigo de una pobre cosecha,
la cosecha de trigo de un cuervo, una cosecha fallida,
años magros, largos inviernos,
un fuego y pájaros,
¿hicimos una promesa que no cumpliríamos?
Ella madura cuando luciérnagas vienen por su alma. Cuando
los vientos lucen camisas resplandecientes.
(Del libro Moradas)
Sobre el Danubio
Esta estrella es mía,
Aquella es tuya.
Una voz familiar nos persigue
Por la Vía Láctea.
El llamado de la madre no es contestado.
¿Dónde estamos?
Falsos grillos
Hablan de adulterio.
Estamos siempre
Para alcanzar el bosque verde
Fuera de nuestro campo de visión
Donde te beso.
Por tu silencio
La noche asciende.
Por tu cuerpo el Danubio
Clama mi nombre.
Ríe el reloj.
No hay más tiempo.
Mediodía
Mediodía.
El sol está en su cenit.
Le lanzo una moneda
de oro
como si él fuera agua clara.
La sed de este mundo
cascabelea en el cielo.
¿Piensas en la sed
mientras bebes
té de mora
mientras la ofreces
a los pájaros
que han subido y bajado volando
por la Calle Jardinera
desde que nacieron,
a través de los portones invisibles
de otra vida?
(Del libro El árbol del año invisible)
Granos de oro
El tiempo come con cuchara de madera.
Come rápidamente, como si
un año insatisfecho
hubiera puesto un estandarte sobre su frente.
Se come hasta los sonidos de las horas de un reloj
y
a un hambriento amanecer,
arrojando en su corazón
las sobras, capas de lo indigerido,
con un gran cucharón sirve días
y los vierte sobre un colador
a través del cual lava granos
de oro
y de la nada, con sonrisa inocente,
mientras el viejo amor rejuvenece
al ver las manos de un reloj
desesperándose,
acechando en las tierras áridas
de estaciones lejanas.
*
Dragan Dragojlovic nació en Serbia en 1941. Es poeta, novelista y traductor. Fue embajador de Serbia en Australia entre 1997 y 2001. Es el autor de más de veinte libros, entre ellos la antología poética La patria de la muerte (2008), aclamado como el más conmovedor libro de poemas contra la guerra.
En sus palabras: “Todas las guerras, en particular las guerras civiles, significan la derrota de todos los participantes”. Él ve las motivaciones religiosas detrás de la guerra como espantosas acciones brutales e inhumanas, enfatizando el trágico enigma de cómo las personas que creen en un dios amoroso, pueden asesinarse entre sí, mientras reclaman su creencia en la deidad del amor puro, la fraternidad pacífica y la tolerancia. Otros de sus libros de poemas publicados: Libro del amor; Clamando a Dios; Viajes; y Viejos y nuevos poemas.
-Interview ShangaiDaily.com
-"Old and New Poems" Video Sbs.com.au
-Death's Homeland Nupress.northwestern.edu
-Portert umetnika Dragan Dragojlovic Video de SatTelevizija Croata
-Resourses from Dragan Dragojlovic Worldcat.org
Creada el 19.03.2019